fcfdae394f941c68575b3c507e1292c9.jpg

Basado en Romanos 13:8-10 (Versión Reina Valera 1960)

No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.

Unas de las cosas claves en el caminar en el Señor, es de poder aprender cómo tratar a nuestro prójimo. He escuchado a veces la interpretación de que nuestro prójimo es la persona que nos hace el bien sin ningún tipo de obligación. Bajo esta explicación, nuestro principal prójimo seria Dios Padre, ya que Él nos creó junto con Su Hijo, y también entrego a Su Hijo, al Señor Jesús, para que muriera por nuestros pecados; y claro, sin ningún tipo de obligación. Todo lo hizo por amor. Así que, Él sería nuestro prójimo por excelencia. Pero, hay que tener mucho cuidado con solamente enfocarnos en eso, tratando de ser muy espirituales, por decir. Porque, también es muy necesario entender que el prójimo es también nuestro semejante, cada persona que nos rodea, sea por un tiempo extendido, o por un momento.

Hay muchas personas que supuestamente se enfocan tanto en que nuestro deber es solo con el Señor, que olvidan lo que el mismo Señor nos enseña. Por ejemplo, hay muchos que dicen: ya le pedí perdón al Señor por el mal que hice, y no necesito hacer nada más para ser perdonado. El error es que esa no es toda la verdad, es solo parte de la ecuación. Es tan vital arrepentirse y convertirse delante del Señor, como mostrar frutos dignos de arrepentimiento con la persona que afectamos con nuestra mala acción. De acuerdo a la Palabra de Dios, debemos restituir al agraviado (Isaías 1:17).

Si entendemos bien la Palabra, comenzando con algo tan básico como los diez mandamientos, podríamos ver el orden que Dios le indica al hombre; que se le debe amar a Él primero (los primero cuatro mandamientos), y segundo, a nuestro prójimo (los próximo seis mandamientos). Recuerden también, que el Señor dijo que no vino abrogar la ley, sino a cumplir, y claro, cumplirla en nosotros a través del obrar de Su Espíritu Santo, mientras Él nos va transformando y cambiando para ser lo que Dios desea que seamos. Así que, el que crea que ya no hay que hacerle caso al Antiguo Testamento, está negando la misión completa del Señor en nuestras vidas. Un cristiano “tiene” que proseguir hacia la meta, tal como lo enseño el Apóstol Pablo. Así que, si el agua se estanca, se pudre.

El asunto que Dios quiere llevar a cabo en nuestras vidas es que necesitamos aprender a tratarnos bien como seres humanos, de la misma manera como Él nos trató. Una clara explicación de esto es la llamada regla dorada: Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. Mateo 7:12. ¿A ti te gustaría que te deshonren tus hijos como padre o madre? ¿A ti te gustaría que te traten de matar? ¿A ti te gustaría que te engañen como esposo o esposa? ¿A ti te gustaría que te roben? ¿A ti te gustaría que hablen cosas falsas de ti? ¿A ti te gustaría que te envidien lo que tienes, hasta al punto de fantasear de como poder quitarte lo que es tuyo? ¡Si no te gusta que te lo hagan a ti, entonces no se lo hagas a los demás! Este es el punto. La Biblia también dice: Balanzas justas, pesas justas y medidas justas tendréis. Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto. Levítico 19:36. Tenemos que practicar la justicia con cada persona.

El grave problema es que existe una espiritualidad falsa. ¿Cómo puedo decir esto? ¡Fácil! Si todos los que profesan ser creyentes en Dios practicaran lo que Dios manda, el mundo sería un lugar mucho mejor y distinto. Mas específicamente, de acuerdo a Pew Research Center, en el 2010, se estimó más de 2,2 billones de cristianos mundialmente. ¿Se imaginan si 2,2 billones de personas a lo menos trataran de hacer lo que Dios enseña como seria el mundo, la cantidad de problemas que se resolverían? No obstante, el Señor mismo amonesta a Su propio pueblo de esta manera: Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios. ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Isaías 58:1-7. Puedes tratar de hacer todo tipo de cosas que lucen religiosas y buenas, pero no sirve de nada si no estás haciendo el bien a tu prójimo.

Finalmente, necesitamos practicar el amor con nuestro prójimo, tratándonos como Dios manda, porque es urgente y necesario. Porque escrito esta: Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. 1 Juan 4:7-11.  

Así que, ¿estas amando a tu prójimo, mostrando la evidencia de que Dios realmente está trabajando en tu vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John

Comment