Basado en 1 Corintios 9:24-27 (Versión Reina Valera 1960)

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.

Vince Lombardi una vez dijo: Yo firmemente creo que la mejor hora de cualquier hombre, el más grande cumplimiento de todo lo que él valora como preciado, es aquel momento cuando él ha trabajado con todo su corazón para una buena causa y se encuentra agotado en el campo de batalla – victorioso. ¿Por cuantas cosas se luchan en la vida? Hay muchos niños y jóvenes que comienzan a luchar temprano en la vida por sobresalir en la escuela, pasando largas horas estudiando y haciendo tareas por muchos años para poder lograr sacar buenas calificaciones con el fin de poder entrar a una buena universidad. Y cuando logran entrar en esa universidad, sigue la lucha aún más difícil, posiblemente pasando muchas noches sin dormir, sin poder entretenerse, absteniéndose de muchos gustos y pasatiempos con tal de lograr ese título que tanto anhelan. Y claro, cuando se gradúan, llegan al comienzo de una larga carrera profesional, donde tienen que trabajar más duro para poder llegar a tener un buen empleo, o poder sobresalir para lograr metas trazadas (que van a tomar muchos años poder lograrlas), si es que las oportunidades se dan.   

De igual manera, hay muchos jóvenes que también trabajan muy duro por un deporte favorito, pasando muchas horas de su tiempo libre haciendo ejercicios, practicando, y entrenando para ser el mejor; tratando de producir mucho fruto con su talento natural. Posiblemente, tratan de comer sanamente, dejando a un lado vicios malos que solo pueden dañarles el cuerpo. Y los que se enfocan aún más escogen con cuidado hasta sus amistades y relaciones, para no envolverse con malas influencias, los cuales pueden arrastrar con ellos en algún momento dado llevando una posible carrera estelar a un fin muy repentino. Tanto el intelectual como el atleta trabajan muy duro para poder exceder sus propias expectativas. Y en esa entrega, se cultiva un cariño o amor especial que los anima hasta hacer duros sacrificios con tal de lograr sus sueños y metas. Muchas cosas en la vida demandan amor y pasión para poder sobresalir y ser el mejor; demanda sacrificio.  

El Apóstol Pablo habla de la misma manera de nuestro caminar con el Señor. E incluso, usa la metáfora de una carrera para poder explicar el nivel de dedicación que debiéramos aplicar a algo tan importante como la carrera espiritual. El correr es probablemente el más difícil del atletismo porque es el que está al alcance de muchas personas. Entonces, ya que muchos lo pueden hacer, se necesita tomar medidas aún más drásticas para poder sobresalir. Para poder ser un corredor competitivo, se necesita un rigor extremo físico que demanda una dieta muy estricta, una alta demanda física, y aun lo más importante, una fuerza de concentración muy grande, especialmente el corredor de distancia.

Pensemos por un momento, en lo que consiste correr una larga distancia como una maratón. La distancia oficial de un maratón son 42,195 kilómetros o 26,219 millas. El récord mundial masculino le pertenece a Dennis Kimetto de Kenya, el cual fue establecido en la maratón de Berlín del 2014, cuyo tiempo de carrera fue 2:02:57. Para poder cumplir ese tiempo, tuvo que mantener una velocidad promedio de 20,58 kilómetros por hora o 12,79 millas por hora. Pudo sostener un promedio de correr un kilómetro en menos de tres minutos o una milla en menos de cinco minutos. No solamente tuvo un guante físico fenomenal para la distancia, sino que pudo sostener una velocidad realmente increíble para un ser humano. ¿Se imaginan la increíble determinación y entrenamiento que este hombre tiene que haber tenido para poder lograr tal proeza?   

Ahora, volviendo a algo de más importancia, especialmente considerando que se relaciona a la inmortalidad, y no lo terrestre y material, (que hoy esta y mañana ya no existe), el escritor de Hebreos enseño esto: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado. Hebreos 12:1-4. Para poder correr como es debido, es necesario despojarse de cualquier peso que este demás. El corredor es extremadamente liviano en su persona y con lo que tiene puesto. También debiéramos luchar por lo mismo espiritualmente.

Pero cada carrera tiene una meta, un foco, algo que nos motiva a correr. La Biblia nos enseña esto: Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. 1 Corintios 13:1-8. Nuestra carrera debe consistir por el amor, y nada más. Se debiera tratar de corresponderle al amor que Dios tuvo por nosotros. Eso debiera ser nuestra razón por correr. Porque también está escrito: El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 1 Juan 4:8-10.

¿En qué consiste el amor para con Dios? Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días. Deuteronomio 11:1. Si realmente amamos a Dios, buscaremos obedecerle, corriendo nuestra carrera en Él con paciencia, sabiendo que algún día le veremos cara a cara. Un día llegaremos a la meta, si legítimamente corremos hacia la meta. Ahora, ¿Corres la carrera, por amor a lo que Él hizo por ti? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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