Basado en Juan 15:1-11 (Versión Reina Valera 1960)

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.

Fred Brooks dijo una vez: ¿Cómo llega un proyecto atrasarse por un año?, un día a la vez. El tiempo es algo de gran importancia y valor. Los eruditos en el dinero, las finanzas, y los negocios dicen que: el tiempo es dinero. Todo toma tiempo. Hoy en día, parece que los días se hacen más cortos. Se siente como que hay menos tiempo que nunca, como si el sol se apresurara mucho más ahora para ponerse que antes. Lo más difícil del asunto del tiempo es que no hay nada que lo detenga. No existe una máquina del tiempo para poder volver hacia atrás, o saltar hacia adelante. Se hacen muchas cosas como para tratar de evitar los efectos del tiempo, pero nada puede contra él. Los días pasan, y los años quedan atrás, y vamos hacia un final inevitable. Mientras tanto, ¿qué hacemos con nuestros días, mientras estamos aquí en este mundo? Entiendo que todos tenemos obligaciones y responsabilidades, como con nuestras familias, con nuestras carreras y empleos, con el cuidar de lo que tenemos, con nuestra salud, etc. El tiempo se va muy rápido entre una cosa y otra. Todo requiere tiempo, y a muchas cosas le dedicamos ese tiempo. Hay algunos de nosotros que, si tenemos que trabajar muy duro a diario, para poder pagar deudas y cuentas. El dinero no es todo, pero si se necesita para muchas cosas. Y desgraciadamente, no podemos vivir del aire, nada más. Hay posiblemente algunos que ya no tienen que trabajar porque cumplieron su afán, pero ahora el reloj corre para ellos de otra manera. Van sintiendo todas las cosas que vienen con el tiempo, como el desgaste físico, las enfermedades, etc. No importa cuántas cirugías o tratamientos se hagan las personas para tratar de lucir jóvenes, o todo el ejercicio y dietas especiales que hagan, los órganos duran hasta cierto punto, y es muy limitada la ciencia con muchas cosas. No todo se puede arreglar hoy en día. Aun mas, parece que se echa a perder más cosas con los remedios que con las enfermedades. Si no lo creen, vean un comercial que anuncia algún tipo de medicamento, que hasta el remedio mismo le puede ocasionar la muerte, potencialmente pudiendo hacer más daño que la enfermedad misma.

¿A qué voy con todo esto? Nuestro pasaje de hoy nos anima a no solamente creer en el Señor, sino a algo más profundo y de continuidad; a permanecer en el Señor. Leemos muy claramente que el poder tener el beneficio del Señor en nuestra vida no consiste de una decisión tomada en un momento nada más. Sino más bien, hay que permanecer en esa decisión y en ese caminar continuamente. No es cuestión de un día, sino de toda una vida. La salvación no está basada en un momento, sino también en la continua permanencia en Él, haciendo aquellas cosas que Él nos aconseja y manda para nuestro propio bienestar, y para poder ser de bendición para los que están a nuestro alrededor. ¡Debemos dar fruto para poder serles agradables a Dios! Y si no hay fruto, en lo más mínimo, hay un severo problema, o más bien, ocurrirá algo muy duro y desagradable en el futuro, donde no hay bendición, ni eternidad.

¿Cómo se debe entonces permanecer en el Señor? ¡Diariamente! La Palabra nos explica lo siguiente: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento. Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos. Porque Jehová conoce el camino de los justos; más la senda de los malos perecerá. Salmo 1. Vemos que las Escrituras nos enseña que es cosa de día, y de noche; regularmente. El Señor también aclaró lo siguiente: Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Lucas 9:23. Entonces, si queremos ser bendecidos realmente en Dios, y poder tener del fruto que Él busca, tenemos que permanecer en Cristo, caminando con Él diariamente. La Biblia también nos enseña que la manera que podemos comenzar de nuevo, sin ningún peso de pecado es al estar en Él, porque escrito esta: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17. Nueva criatura eres, cuando estas en Cristo, permaneciendo en Cristo; no por una oración que hiciste una vez y nada más paso en tu vida después.

En fin, el Señor nos enseña lo siguiente: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. Gálatas 5:16-25. Tenemos que permanecer a diario en el Señor, buscando por Él regularmente, y haciendo regularmente lo que le agrada, llevando mucho fruto. Todas las cosas buenas, grandes y pequeñas, suceden con el diario caminar. Así que, ¿estas manteniendo una buena relación diariamente con el Señor? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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