Basado en Salmo 121 (Versión Reina Valera 1960)

Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.

Creo que todos podemos estar de acuerdo de que vivimos en un mundo imperfecto, y a veces, desagradable. En lo general, pasan muchas injusticias y dolores. Como ejemplo, hay personas que mueren de hambre cada día, incluyendo niños inocentes. Las estadísticas son así de acuerdo a world hunger statistics (statisticbrain.com): Cada año mueren 7.665.000 personas por hambre. De esa cifra, 1.250.000 son niños. Personas que no tienen suficiente para comer diariamente se estima en 945.000.000, incluyendo el 11% de hogares en EU están en riesgo de hambre. Hay hambre básicamente en todas partes del mundo.

Hay personas que mueren a cada momento por distintas razones. En el 2014 en EU solamente, de acuerdo al Center for Disease Control and Prevention, las estadísticas son así: el número de muertes fueron 2.626.418. 614.348 de esas muertes fueron por problemas al corazón. 591.699 murieron por cáncer. 147.101 murieron por enfermedades crocinas de respiración. 136,053 murieron por algún tipo de accidente y el resto fueron por derrame cerebral, por Alzheimer’s, por diabetes, por influenza o neumonía, por nefritis, síndrome nefrótico, o nefrosis. Increíblemente, 42.773 de esas muertes fueron por suicidio; o sea, casi 5 personas se suicidaron por hora. ¡42.773 personas en el país más rico del mundo tomaron su vida porque sentían que su única solución era la muerte!

Y en todo esto, incluimos los miles de personas en el mundo entero que han perdido la vida por la guerra (como en Siria; vimos esta semana que muchos fueron brutalmente asesinados por un loco hambriento de poder). Los desastres naturales también han cobrado muchas vidas como en el Perú y en Colombia. La desesperación crece increíblemente en distintos países como en Venezuela por personas con una mentalidad corrupta, o como en centro America por la delincuencia, la violencia, y el crimen. Y a todo esto, le podemos añadir ataques terroristas como en Rusia y en Suecia que ocurrieron hace unos días solamente; y en Egipto muy recientemente, donde fueron atacados dos iglesias cristianas cópticas, donde llevan hasta ahora 43 muertos.

Estamos rodeados de alguna manera u otra, por la muerte, por el desastre, por el hambre, por la enfermedad, etc. Esta es nuestra realidad, aunque muchos traten de evitarla, pensando que, si lo ignoran, que no les alcanzará. Y como podemos comprender; ni el dinero, ni el poder, ni un lugar estable, ni la juventud, ni ninguna otra cosa puede asegurarnos que nada nos sucederá. ¡Necesitamos ayuda! O por lo menos, la persona con algún tipo de intelecto capta que se necesita ayuda (porque somos demasiado vulnerables y limitados).

Las buenas noticias es que Dios nos ofrece ayuda, especialmente en nuestros momentos de necesidad. Ahora, ¿puede Dios ayudarnos con nuestros problemas cotidianos? ¡Si puede! La Palabra de Dios habla de que Él escucha la oración de aquellos que le aman y le buscan. El Señor puede hacer grandes cosas en nuestras vidas y alrededor de nosotros. Pero, ¿el Señor contesta a todos sus oraciones como ellos quieren?  Y la respuesta es: No. Dios no es un mago, un genio, o menos que nada, nuestro siervo. Aquí es donde muchos se equivocan, especialmente cuando buscan al Señor por interés, o solo por “los panes y los peces”. Y claro, aquí es donde muchos también pierden el interés por Dios, porque no les cumple sus caprichos, o porque no reciben lo que piden.

La ayuda que el Señor ofrece, va mucho más allá de lo material, lo físico, y lo cotidiano. Lo que el Señor desea afectar con Su ayuda no envuelve solamente la necesidad del momento, sino también, la necesidad a largo plazo, y lo eterno. Y para poder entender esto, se necesita desechar una mentalidad superficial y egoísta. Se requiere ir mucho más profundo, donde el valor es más grande. Ahora, ¿digo esto para poder ponerle un tipo de aire como de seguridad a la fe, para poder responderle a aquellos que dudan de la existencia de Dios, de Su poder, y Su omnipotencia? ¡Claro que no! Para Dios, es relativamente fácil hacer lo que sea. Dios si puede derrotar a ejércitos enteros ahora, como lo hizo en tiempos Bíblicos. Si lo dudan, lean la historia reciente de la guerra de Seis Días en el mes de junio de 1967. Muchos entendidos dan la victoria como “milagrosa”. Dios puede levantar a los muertos, sanar del cáncer y otras enfermedades (a mí me sano y por eso estoy vivo hoy), proveer trabajo y suplir necesidades, quitar el hambre, y un sinfín de otras cosas. ¡No hay nada imposible para Él!   

Pero, ¿qué se saca con resolver solo los problemas cotidianos? Lázaro sí fue levantado de los muertos por el Señor, pero volvió a morir. Igual como si Dios sanara todas las enfermedades, esas mismas personas que fueron sanadas van a morir algún día por vejez. Igual que el dinero será consumido algún día. Y por supuesto, aunque hay muchas cosas que son bendiciones aquí y ahora, van a terminar o acabarse en algún momento, si le pertenecen al mundo material. Entonces, ¿Qué ayuda realmente vale la pena?

El socorro principal es el del alma. Dios es el único que puede regenerar el alma y la vida de una persona; cosas que nunca podrán ser cambiadas por este mundo ni por nada que hay en él. Y esto es de lo que más se preocupa Dios. Y por virtud de tener el poder de regenerar lo interno de una persona a través de Jesucristo, si pueden suceder muchos milagros y cosas increíbles. Por ejemplo, si esas 42.773 personas que tomaron sus vidas hubieran entendido y aceptado a Cristo como el Señor de sus vidas, ellos estarían vivos hoy. El adicto puede dejar su vicio, sea por alcohol o por drogas. Las familias pueden ser sanadas. Si tuviéramos todos el amor de Cristo, alimentaríamos al hambriento, apoyaríamos a la viuda y al huérfano. Existiría más paz alrededor nuestro. Nuestras oraciones si tendrían más poder, porque estaríamos unidos en un mismo sentir ante el Todopoderoso. La influencia de Cristo en este mundo sería increíble, si todos le buscaremos como debiéramos, obedeciéndole en Su Palabra. ¡El Señor puede ser nuestro socorro! Y si morimos, ¡Que importa! Dios es nuestro seguro socorro en la eternidad, donde recibiremos el fruto de nuestra esperanza: la vida eterna.

Entonces, ¿estás buscando la ayuda que solo puede venir de Dios a través de Cristo? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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