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Basado en Juan 7:14-24 (Versión Reina Valera 1960)

Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia. ¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme? Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte? Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis. Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres; y en el día de reposo circuncidáis al hombre. Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.

Hay muchas cosas que se pueden ver en este pasaje, pero veremos solo algunas. Una de las cosas que se tiene que ver es que, aunque Jesús era 100% Hombre, también era 100% Dios. Hubo un proceso de desarrollo muy distinto al nuestro en el Señor. El si creció humanamente como todos nosotros, en el sentido de Su cuerpo físico. El también se desarrollo como todos nosotros en sus capacidades intelectuales, como ejemplo, en aprender a hablar, y expresarse. Pero, donde se comienza a mostrar Su aspecto divino es en el conocimiento de las cosas de Dios, y en Su revelación. Y aquí es donde hay una gran diferencia entre El y nosotros.

Ellos mismos (los religiosos) se dieron cuenta de que había en El un aprendizaje muy avanzado, a pesar de que no había seguido los pasos que ellos siguieron. El Señor no fue enseñado en las Escrituras por los eruditos judíos. El no estudio en sus escuelas. El nunca obtuvo las credenciales que las personas de educación conseguían en ese entonces. Su trasfondo humilde no le dio esa posibilidad, ya que ese tipo de cosa estaba reservado para personas de posición. Carnalmente hablando, el Señor no fue ninguna de esas cosas, sino mas bien, todo lo contrario.

Entonces ¿cómo sabía lo que sabía, y aún más, como aprendió hacer lo que hacía? La respuesta es muy sencilla, y está en Su naturaleza divina. Jesús era (y es) Dios. Y como Dios, el poseía naturalmente el conocimiento de Dios; estaba dentro de si mismo. Y para poder entender aún más, El era (y es) el Verbo, o mas bien, la Palabra de Dios. Juan dijo esto de El cuándo Dios se lo reveló: En el principio era el Verbo (hablando de Jesús), y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Juan 1:1-3. Entonces, aunque El hablaba de Su Padre, Jesús no podía evitar revelarse a si mismo, porque El era tan Dios como Dios Padre. Entonces, cuando El revelaba al Padre, El no podía evitar de hablar de si mismo, porque El era la Palabra de Dios. Y aún más, cuando todo fue creado, Dios Padre lo creo en conjunto y a través del Señor, cuando “dijo” que se hicieran las cosas. El Señor es el vehículo (por decir) a través de lo cual la creación fue posible. O sea, sin Jesús, Dios Padre no pudiera haber creado nada, porque no hubiera existido tal “palabra”. Y aquí se ve la integridad, como un ser de la Trinidad, pero en particular, las dinámicas entre Dios Padre y el Hijo (con Jesús). Aunque son dos seres muy distinguibles, los dos también son parte de la integridad del uno y del otro; ambos son necesarios el uno para el otro. Sin el pensamiento de Dios Padre, el Hijo no puede hacer nada, porque el inicio de todo pensamiento divino origina del Padre. Pero también, sin el Hijo, Dios Padre no puede hacer sus pensamientos una realidad en el universo físico o espiritual. Esto es lo que rehusaron aceptar los judíos, porque ellos tenían la capacidad de entender estos conceptos. Pero, aunque rehusaron creer, y aun le mataron, la Verdad de que Jesús es Dios no se pudo tapar o parar porque la Verdad es imparable, especialmente la Verdad de que Dios es Dios, y no hay nada ni nadie que pueda cambiar eso.

El otro asunto que hay que ver aquí es el asunto de que si una persona se alinea con el Señor o no. Como leemos en el pasaje de hoy, y lo hemos visto en otras ocasiones, fueron muy pocos lo que escucharon y aceptaron a Jesús. Fueron más sus enemigos que amigos, y tales enemigos que finalmente le mataron. Y lo irónico (aunque cuando se entiende la realidad, no tiene ninguna ironía) fue que los religiosos eran los que lo odiaban, y lo odiaron hasta la muerte. ¿Por qué? Porque sencillamente, no estaban alineados. Aunque los religiosos decían creer en Dios, y respetar y enseñar las cosas de Dios, estaban muy lejos de Dios mismo. ¿Cómo pasa eso? Una de las cosas principales que determina eso es la intención del corazón, o el “porque” se hacen las cosas. Los fariseos no hacían las cosas para Dios, sino mas bien, para hacerse relucir a ellos mismos, para sobresalir, para tener dominio sobre el pueblo, para poder tener un estatus económico excelente, etc.; por las mismas razones por lo cual muchos los hacen hoy en día. Si el Señor estuviera hoy en la tierra, los religiosos lo tratarían de matar de nuevo, y en ese grupo estaría la mayoría de los sacerdotes, pastores, predicadores, ministros, etc. Todo volvería a pasar tal como paso antes. Hay muchos que lucen ser seguidores de Dios, pero es solo una apariencia. ¿Cómo sé eso? Fácil, porque si todas esas personas estuvieran con Dios, harían tal como Dios manda. Y todos los que en realidad buscamos amar y seguir a Dios estaríamos todos unidos en armonía haciendo lo que el Señor desea. Muchas veces, esos seres religiosos se enfocan en cosas que no tienen gran importancia, y dejan a un lado lo que es de extrema importancia para Dios. Porque el Señor mismo lo dijo: Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello. Lucas 11:42.

¿Cuál es finalmente la voluntad de Dios? Exactamente lo que el Señor mismo hizo en la tierra. El Señor nos enseño que lo principal es amar a Dios por sobre todas las cosas, y segundo, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. El Señor enseñó de la vida eterna, la voluntad de Dios, y ayudo a todos los necesitados, aquellos que tenían suficiente fe para que pudiera obrar el poder de Dios en sus vidas. El Señor no lucho por construir edificios, ni para que su fama se propagará por toda la tierra, ni por cosas materiales, ni por halagos humanos, ni por posiciones de poder, etc. El no hablaba para halagar a las personas, sino solo para decirles la Verdad. Y Su fruto fue: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; los frutos del Espíritu. Y si somos de un mismo sentir con El, entonces estaríamos haciendo y manifestando las mismas cosas, y saldría naturalmente de nosotros porque son cosas que El produce en nosotros mismos; no hay que forzarlas.

Entonces, ¿estamos alineados con el Dios Eterno, con Jesús? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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