Basado en Juan 8:21-30 (Versión Reina Valera 1960)
Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir. Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. Pero no entendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él.
Hay muchas personas que piensan que el creer nada mas en el Señor es suficiente, que esto es lo único que es necesario. Pero el asunto es que, un mero creer no es lo que transforma una vida, ni produce el fruto eterno del cual hablo Jesús. El creer solamente no es lo que llena la vida de una persona, ni cambia las cosas, ni consigue el perdón de Dios, ni aun menos, producir la vida eterna. Porque escrito esta: Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. Santiago 2:18-19. Entonces, vemos que no solamente los demonios creen, pero ellos van aún más allá que muchos que profesan creer en el Señor; que ellos creen y aun tiemblan ante la presencia del Altísimo. Y pienso que todos sabemos que los demonios, como los ángeles caídos que son, no tienen ningún tipo de posibilidad de salvación ni de redención. Entonces, ¿Qué es lo que realmente se necesita?
El primer asunto es que una persona tiene que entender claramente, sin ningún tipo de cuestionamiento, cuál es su real posición. Nuestra realidad era (o para algunos, todavía es) que estábamos completamente separados de Dios, perdidos en nuestros pecados. Porque escrito esta: por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23. Hay tal cosa como el destino en el ser humano, cuando no ha llegado como corresponde al Señor, que su fin indudablemente es el infierno, y no hay nada que le pueda hacer por si mismo para cambiar ese rumbo. El pecado con el cual nacimos (He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. Salmo 51:5), y practicamos (allá sido poco o mucho) por nuestra propia voluntad era (o es) lo que trazó ese camino cuyo fin es la destrucción eterna. Si una persona no entiende claramente esa verdad, no puede haber salvación, porque el arrepentimiento y conversión a Cristo es lo que borra nuestros pecados (para comenzar), porque escrito esta: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Hechos 3:19.
El otro asunto es que no solamente tiene que haber un creer, sino aún más, un completo convencimiento de quien es Jesús; que es Dios (como Hijo de Dios Padre que es), Señor, Salvador, que El lo es todo. Y cuando eso se entiende, tiene que suceder el creer y confesarle como Señor de nuestras vidas. Porque escrito esta: Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:8-10. El Señor tiene que convertirse en el Señor y Dueño de nuestras vidas. Después de todo, ¿Cómo le vendremos a pertenecer si nunca nos entregamos a El?
Y como resultado de ese arrepentimiento, conversión, y entrega al Señor, viene lo esencial también; el hacer la voluntad del Padre. La voluntad del Padre no consiste en ser un religioso, que solo observa las cosas de Dios como una práctica, cumpliendo una lista de quehaceres. Hay muchas personas que hacen las cosas correctas por las razones incorrectas. Hay muchas personas que imponen esta lista personalizada de que hacer o no hacer sobre otras personas, enseñando como esencial aquello que no es prioridad para Dios, y poniendo lo que, si es esencial para Dios como opcional, o ni siquiera lo mencionan, porque andan muy lejos de la voluntad de Dios. El propio Señor nos enseñó esto: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Las buenas obras si son necesarias, pero cuando se hacen por las razones correctas, con este completo foco en su plenitud: Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5. El amor por Dios tiene que ser lo que produce el hacer lo correcto en nuestras vidas, y solo eso. La obra por si misma no es lo que nos define como reales.
Ahora bien, ya que se ha tratado de explicar de cómo poder llegar a tener una relación personal con el Señor (que va más allá del creer solamente), ¿A qué se llega a través de todo esto? Cuando uno realmente entrega su vida a Dios, de lleno y completamente, el milagro que sucede (porque es el milagro mas grande que un ser humano puede experimentar, aún mas allá de las sanidades, y el mover montañas, y de partir los mares) es que la presencia de Dios (el Padre y el Hijo) viene a morar dentro de nosotros. Esto es lo que transforma a una persona. Esto es lo que produce el milagro de la salvación, de la restauración, de la regeneración del alma. El Altísimo y Soberano Rey de Reyes y Señor de Señores, el Dios que hace lo imposible posible viene a morar en nuestros corazones, en el centro de nuestro ser. Porque: Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. Juan 14:23. ¡Esto es lo que cambia todo!
Entonces, ¿has podido no solamente creer, pero también rendirte completamente a Jesús para que Dios cambie y llene tu vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John