Basado en Juan 10:22-30 (Versión Reina Valera 1960)
Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos.
¿Es malo hacerle preguntas al Señor? En muchos lugares se enseña que no se debe preguntarle nada a Dios, que uno solo debe aceptar. Pero, eso no es verdad. A Dios no le molestan las preguntas. Es más, El prefiere que le preguntemos todo, y esto lo vemos en distintos lugares en la Biblia. Por ejemplo, David le preguntaba muchas cosas al Señor, porque deseaba Su dirección, y El nunca le negó respuestas, como esta escrito: Después de esto aconteció que David consultó a Jehová, diciendo: ¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá? Y Jehová le respondió: Sube. David volvió a decir: ¿A dónde subiré? Y él le dijo: A Hebrón. 2 Samuel 2:1. Moisés también le hizo preguntas al Señor, al encontrarse con El, como también esta escrito: Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos. Éxodo 3:11-15. Y a través de la búsqueda y las preguntas de Moisés, no solo Dios le respondió, sino el Altísimo hasta converso con Moisés. Así que, a Dios no le molestan las preguntas.
Lo que determina si Dios puede que tenga un problema con alguna pregunta es la intención del corazón. La intención del corazón es todo en esta vida. Por ejemplo (y como vemos en el pasaje de introducción de hoy), hay personas que hacen preguntas, pero no de una manera genuina, sino más bien, con otros propósitos, o motivos alternativos. Hay ocasiones que las personas preguntan, pero con su cierto que, no porque necesariamente están buscando una respuesta, sino porque hay algo encubierto. Y aquí es donde Dios si tiene un problema.
Hay que mantener algo en mente. Dios es Dios, y es el Dios Todopoderoso y Soberano (estos son unos pocos de sus tantos distintivos). El hizo todo. El sabe todo. El todo lo puede, y no hay nadie mas alto que El. Entonces, si Dios es todo eso y tiene todas esas aptitudes, ¿No piensás que debemos tener a lo menos un cierto respeto? ¿Cómo se puede cuestionar a alguien así? ¿Puede un ser humano más que Dios, si ni siquiera sabes lo que va a suceder con tu vida en los próximos cinco minutos? ¿Puede uno saber más que Dios?
Lo otro es que la existencia de Dios no depende de nuestra fe o respeto. Dios es Dios, y El es y hace todo lo que hace independiente de lo que uno crea. Entonces, lo crea uno o no, Dios es Dios; El es una realidad. La realidad de que Jesús era (y es) el Hijo de Dios, pero a la misma vez también, Dios Todopoderoso; no dependía ni de los fariseos ni de los escribas, ni tampoco depende de nadie más. También hay que tener en mente, solo porque Dios es increíblemente misericordioso y amoroso, no parte a una persona con un rayo instantáneamente por su maldad y falta de respeto (que es una de las tantas maneras que Dios pudiera hacer algo, porque El puede hacer lo que quiere), esto no quiere decir que uno puede tomarlo livianamente. Porque escrito esta: Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies. El amenaza al mar, y lo hace secar, y agosta todos los ríos; Basán fue destruido, y el Carmelo, y la flor del Líbano fue destruida. Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan. ¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas. Nahum 1:3-6. Así que, solo porque es “tardo para la ira” no quiere decir que nunca vendrá Su ira, si una persona desea permanecer en su maldad. Inevitablemente, cada persona, al final dará cuentas, o aquí en la tierra, o en el cielo delante de Su trono.
También hay otra cosa que meditar. Nadie que le ha entregado la vida a Dios puede ser arrebatado de Su mano, y también; Dios nunca abandona a nadie, pase lo que pase. El problema viene cuando la persona, bajo su propio criterio o voluntad, se separa de Dios (porque el Señor no fuerza a nadie; El no fuerza a Sus ovejas). Porque escrito esta: Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Juan 15:4-6. Entonces, la decisión de permanecer en El es plenamente de uno. El Señor puede tratar de ayudar a una persona a entender a través de la disciplina, para que pueda entrar en razón. Pero Dios no fuerza a nadie para que se quede con El, porque la base de todo es el amor, y el amor es una decisión. Dios desea que decidamos por El, y que deseemos seguir perteneciéndole, pase lo que pase, igual como nosotros deseamos que nos amen; no por interés ni por obligación, sino con un deseo bien intencionado.
Así que, ¿entiendes quien es Dios (Jesús)? Y si has entendido, ¿tus preguntas hacia El son genuinas? Y finalmente, ¿deseas pertenecerle al Señor, y seguir perteneciéndole, para corresponder a Su gran amor por ti? ¡Qué el Señor les bendiga! John