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Basado en Efesios 2:8-10 (Versión Reina Valera 1960)

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Ya por mucho tiempo, y en distintos lugares, se ha predicado un evangelio que enseña que cuando recibes la salvación de Dios, no tienes que preocuparte de hacer obras, porque las obras ni te salvan, ni son necesarias para mantener tu salvación. Básicamente, usan parte del pasaje que leímos recién para justificar de que todo es por gracia, tanto el obtener la salvación, como el poder mantenerla. Pero, por desgracia, las artimañas del enemigo constan no de crear nuevas cosas para engañar, sino más bien, de poder tomar partes de la verdad y distorsionarlas para que la mentira suene como la verdad, y así, producir el desvió. El trabajo de Satanás es muy fácil, porque consta solamente de producir un pequeño desvió para poder llevar a cabo su plan de destrucción para el alma de una persona. La palabra “pecado” es definida exactamente de esa manera, es sencillamente “errarle al blanco”, y así, el desvió. Entonces, por eso es que tenemos que tener mucho cuidado y tomar la Biblia en Su plenitud o totalidad, no sujetarnos a ciertos pasajes nada más.   

El asunto es que sí, la verdad es que somos salvos solo por la gracia de Dios, por medio de la fe en Dios. Nadie puede salvarse por las buenas obras que hace, como esta escrito: Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. Gálatas 2:16. Pero, donde convenientemente se corta el pasaje es en el verso 10: Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Somos salvos por gracia y fe, pero para algo, fuimos creados en Cristo Jesús para buenas obras. Así que, cada cristiano fue hecho con un propósito, y ese propósito es a través de Cristo, no para vivir la vida como quiere. Y aquí es donde el diablo entra con su mentira; para paralizar la obra de Dios, para quitarnos el buen propósito de Dios, y para tratar de destruir la razón por lo cual fuimos creados.  

Y aquí tenemos que ver el primer problema. Para llegar a la salvación de Dios, tienes que creer y aceptar a Jesús como el Señor de tu vida. Porque escrito esta: Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-10. Esto implica que le perteneces, y que El es el que manda, no tú. Si luchas con este concepto, de que Jesús tiene que ser el que manda en tu vida, te tengo que decir que no has entrado en la carrera, ni siquiera te has registrado para correr, o para poder hacer lo que Dios desea que hagamos. El propio Señor nos enseño a orar de esta manera: Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Mateo 6:9-10. La voluntad de Dios se tiene que cumplir, no la nuestra. Nosotros fuimos creados y salvos por Dios para servirle, y no para que Dios nos sirva y nos cumpla nuestros caprichos. Por eso que también se nos explica esto en la Palabra: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Entonces, si luchas con aceptar el señorío del Señor, tienes graves problemas. Si estas luchando con problemas que tienen que ver con la práctica del pecado, también tienes severos problemas, porque vas a dar cuentas. Tenemos que tener las cosas muy claras, que “todos nosotros”, porque hasta Pablo quien escribe esta carta a los Corintios se incluye en este tribunal de Cristo, que va a rendir cuentas por sus acciones, las malas y las buenas (¿Quién puede cuestionar la salvación de Pablo?). Y la Biblia también nos enseña esto: Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. Santiago 2:26. Entonces, lo podemos explicar de esta manera, basados en la Palabra de Dios, que la salvación no se mantiene por las buenas obras, pero si, se deben hacer buenas obras por la salvación que hemos recibido. Es vitalmente necesario hacer la voluntad de Dios. De otra manera, no estamos dejando al Señor ser el Señor en nuestras vidas, y esto si acarrea serios problemas en el tribunal de Cristo. ¿Cómo crees que lo verá Dios?

Finalmente, veamos este pasaje que lo suma todo: Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 25:14-30. El que recibe la salvación de Dios (al reconocerle como Señor) recibe el titulo de siervo (porque esa es la relación natural), y también, a través del Espíritu de Dios, recibe un talento, como mínimo, algo que viene de Dios para poder usarlo para El, y de acuerdo a la capacidad que uno tiene (no nos da algo que nos supera). Y sencillamente, si no servimos a Dios, y no usamos el talento que nos dá para Su propósito, nada bueno nos espera. Porque, aúnque seamos siervos (más allá de ser hijos de Dios), seremos echados a las tinieblas, a un lugar que la Biblia describe como el infierno, si no hacemos lo que debiéramos hacer. Entendiéndolo así, ¿se puede creer alguna otra cosa que no tenga ver con cumplir el propósito de Dios? ¿Entiendes que el Señor tiene que ser realmente Señor de tu vida, y que fuiste salvo para un propósito divino, no para hacer tu voluntad? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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