Basado en Juan 15:1-8 (Versión Reina Valera 1960)
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Primero que nada, mi oración es que esto se tome de una manera constructiva; sin ideologías liberales, ni con una mentalidad religiosa, sino tal cual como esta escrito, como lo dijo el Señor. Porque el grave problema es que hoy en día, se ha distorsionado mucho lo que dice la Biblia para poder acomodar literalmente una falta de celo y responsabilidad, poniendo nuestra relación con Dios como algo dirigido por el libertinaje que por la verdadera libertad que enseña la Biblia. El punto es sencillo: para poder llegar a las promesas de Dios, hay que permanecer en el Señor, y hay que permanecer hasta el final de nuestros días, hasta nuestro ultimo aliento. Así que, las cosas no son tan sencillas como algunas doctrinas lo pintan.
Para empezar, cuando le entregamos nuestra vida al Señor (realmente), al arrepentirnos y convertirnos de todos nuestros pecados, y al aceptar a Jesús como el Señor nuestras vidas, el Señor explico eso como un nuevo nacimiento, o sea, es solo el comienzo. En ese momento decisivo es que entra el Señor en nuestras vidas. Ahora bien, muchos alegan de que si el Señor esta en ti, ya no tienes nada de que preocuparte, y que hagas lo que hagas, vas a llegar a la meta, y aquí es que está el problema. De cierta manera, sí es verdad, pero también, nunca se puede descontar lo siguiente: que nunca se termina el libre albedrio, Dios no va a forzar a nadie, como también, que cuando se le encomienda un gran tesoro a alguien, viene también con una gran responsabilidad. Si se le enseña a una persona de que no tiene nada de qué preocuparse, entonces se está fomentando un sentimiento de irresponsabilidad, de liviandad, de falta de temor, y de libertinaje (no libertad). En fin, no se le dá la seriedad que merece la cruz de Cristo. En rendidas cuentas, se trata la relación con el Altísimo como se trata el matrimonio de hoy en día.
Para explicar el paralelo (porque el Señor compara nuestra relación con El, cómo la del matrimonio, la relación más alta e íntima que un hombre y una mujer pueden tener), hoy en día no se le da ni la más mínima importancia al matrimonio. Se empieza con ideas muy irresponsables y liberales, y se lleva de una manera muy liberal, pensando que en eso es lo que consiste el amor, y eso no es así. Por eso que tenemos los fracasos que tenemos al momento, aún dentro de los llamados hijos de Dios. El amor carga un gran nivel de responsabilidad. Así que, no necesariamente se trata de sentir maripositas en el estómago, ni de que lo único que importa es la relación física (para no entrar en términos gráficos), ni aun menos, de como puedo sacarle lo que yo quiero a la otra persona, o como puede servir la otra persona. Este no fue el matrimonio que creo el Señor, bajo ningún punto. Pero desgraciadamente, estas son las cosas que suceden a diario, y con muchas personas, y para aún mas desgracia, los llamados hijos o pueblo de Dios son los ofensores mas grandes. Y por la única razón por lo cual el porcentaje de divorcio ha disminuido un poco (pero todavía sosteniéndose en el 50% en los Estados Unidos) es porque muchos viven juntos, en vez de casarse, y esto también es pecado. El fracaso en el matrimonio sucede sencillamente porque una de las dos personas (o las dos) no entendieron bien de lo que se trata el asunto cuando se unieron, y también, porque uno o ninguno de los dos entienden de lo que se trata de mantener un matrimonio trabajando. Y esto es lo que también sucede con muchas personas, al igual con la manera que entran a tener una relación con el Señor, y también, de la manera que tratan de mantener una relación con Dios (si es que tratan de mantenerla). ¿Estamos entendiendo el problema?
El pasaje de hoy es muy claro y directo: hay que permanecer en el Señor. Si se piensa en la seriedad del asunto, entonces se le dará la importancia apropiada al comenzarla. El Señor no le dijo a sus discípulos: Síganme para que yo les cumpla todos sus deseos, y para que vivan la buena vida, haciendo lo que se les parezca. Esto fue lo que dijo el Señor: Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Mateo 16:24-25. Una persona tiene que entender, que para comenzar, le esta entregando su vida al Señor. Esto quiere decir que le pertenece, que ya no es la persona que esta al mando, y que lo ha hecho voluntariamente. La palabra “Señor” significa algo. Si se toma al Señor como Salvador nada más, entonces solo se está buscando el beneficio de la salvación, y no se esta buscando el poder pertenecerle al Señor, y aún menos, de obedecerle. Entonces, si es así, ¿hay realmente una relación? ¿Dios realmente esta ahí?
Esto es lo que enseña la Palabra de Dios: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2. Esto es una carrera, y la carrera más difícil que un ser humano puede correr, porque tiene que ver con la pelea mas grande que existe, la pelea con uno mismo. El diablo no es el enemigo mas grande que tenemos. Nuestro peor enemigo esta dentro de nosotros mismos, el pecado que mora en nuestros miembros, y a eso es que el diablo trata de apelar. Ese es el punto débil. Por eso es que el Señor nunca peco, a pesar del asedio continuo de Satanás (porque lo trato de tentar aún estando en la cruz, cuando le dijo: …Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.).
En fin, esto es lo que tenemos que tener en nuestro corazón y en nuestra mente, al seguir permaneciendo en el Señor: El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. Apocalipsis 21:7-8. Así que, ¿estás permaneciendo en Jesús, amándole y produciéndo el fruto que Dios desea de ti? ¡Qué el Señor les bendiga! John