Basado en Juan 15:26-27 (Versión Reina Valera 1960)
Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.
Hoy vamos a tratar algo muy complejo, que no se puede explicar completamente en una sola hoja impresa. Hablaremos un poco del Espíritu Santo. Para comenzar, el Consolador o el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad de Dios, porque la Biblia nos enseña muy claramente que Dios consiste de tres personas, como está escrito: Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 1 Juan 5:7 (hay que tener mucho cuidado con las distintas versiones de la Biblia porque la mayoría de las versiones más modernas omiten esta verdad del texto original; este es mi problema personal con las distintas versiones). Ahora, el Espíritu Santo no es inferior bajo ningún punto al Padre o al Hijo. Todo lo contrario, si nosotros tenemos alma (la parte central de cada ser humano), el Espíritu Santo vendría a ser el Espíritu o el Alma de la Trinidad, entonces es lo más sagrado de la Trinidad. Es por eso que hay que tener mucho cuidado y mucho respeto con el Espíritu Santo y Su obra; no se puede tomar livianamente, sino mas bien, se tiene que ver con mucha sabiduría y conocimiento.
Para seguir este breve trato, veremos la gran advertencia que da el Señor mismo acerca de como no se debe tratar al Espíritu Santo, porque escrito esta: Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. Mateo 12:22-32. La obra principal del Espíritu Santo es señalar conclusiva e indudablemente que Jesús es Dios y Señor (no solo Salvador). Cuando los fariseos llamaron la obra del Espíritu Santo a través de Jesús, demoniaca, su dureza de corazón y rebeldía los llevo a hacer algo imperdonable. Ahora bien, el castigo que lleva consigo la blasfemia contra el Espíritu Santo es casi obvia y por consecuencia. Si una persona rehúsa creer en Jesús como Dios y Señor, ¿Cómo puede entonces llegar a ser salvo? Es imposible. Y por virtud de que rehúsa creer, la persona misma está decidiendo permanecer en su estado caído e irredimible. Nadie puede obtener la vida eterna sin el Señor. Pero también, hay que tener mucho cuidado de llamar cosas que pueden lucirnos extrañas (por decir) como algo que no es de Dios, porque pueden ser parte de la obra del Espíritu Santo. Debe haber una gran cautela en todos: Si no conoces extremadamente bien las Escrituras y lo que es del Señor, no te atrevas a insinuar algo que puede ser de Dios, como algo malo, o faltarle el respeto de alguna manera; no te burles. Hay que respetar las cosas de Dios, aúnque a veces no se entiendan, o nos luzcan extrañas.
Ahora bien, ¿cómo se manifiesta el Espíritu Santo en la vida de una persona? Hay tres maneras de como se manifiesta: Al estar con nosotros; al venir a morar dentro de nosotros; y al venir sobre nosotros. Al estar con nosotros es el momento que el Espíritu Santo se acerca para traer convicción de pecado, para que haya un arrepentimiento y conversión completa de todos pecado, en el momento que la persona va a recibir al Señor en su vida. No es tu conciencia que te hace ver todos tus pecados tan claramente, sino el Espíritu Santo. El es el que produce ese increíble sentido de responsabilidad, de dolor, y de reconocimiento de todo lo que uno ha hecho mal antes de conocer al Señor. En la segunda manera: El Espíritu Santo viene a morar dentro de tu corazón cuando tu te arrepientes y te conviertes de todos tus pecados, y haces a Jesús el Señor de tu vida, cuando naces de nuevo en el Espíritu. Ahí es cuando comienza la transformación de una vida. Y el propósito por lo cual El tiene que estar dentro de tu vida (no solo para salvarte), también es para que El te empiece a enseñar la voluntad de Dios. Como está escrito: Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. Juan 14:26. Y lo esencial del Espíritu Santo en la vida de un creyente es para recordarle todo la Palabra en base al conocimiento después que la hayas estudiado, (por supuesto, porque no viene por arte de magia), y va a ayudarle a vencer las tentaciones del diablo. La única manera que se puede enfrentar y vencer las tentaciones del diablo es solo con la Palabra de Dios, nada más. Y la tercera manera de cómo se manifiesta el Espíritu Santo: Es sobre nosotros. Esto sucede cuando una persona esta lista para servir al Señor, para ser testigo del Señor, llevando el Evangelio a toda criatura. No se puede servir al Señor sin esta unción (por eso que es apremiante estudiar la Palabra, para que venga pronto ese punto; uno no se debe estancar). Algunos le llaman: el Bautismo o la Unción del Espíritu Santo, y otros le llaman: la llenura del Espíritu Santo. Todos significan lo mismo. Y la Biblia nos enseña que se puede recibir con o sin imposición de manos. Porque escrito esta: Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Hechos 8:17-19. Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días. Hechos 10:44-48. Y como nota, el hablar en lenguas no es señal absoluta de que una persona halla recibido la unción del Espíritu Santo. La Biblia nos enseña que el Espíritu Santo reparte los dones como El quiere, y que también hay que buscar de los mejores dones (véase 1 Corintios 12).
Entonces, ¿has experimentado el Espíritu Santo de Dios a plenitud en tu vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John