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Basado en Santiago 1:1-17 (Versión Reina Valera 1960)

Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud. Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas. Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.

Todo en esta vida tiene una respuesta. No hay nada que sea porque sí nada más. Y como todo tiene una respuesta, todo tiene un propósito. Cada cosa tiene una función, una razón por existir. Todos los eventos en esta tierra y en nuestras vidas son como las palabras de una oración en un lenguaje. Puede que las palabras como los artículos, las conjugaciones, y hasta los símbolos como la puntuación no se vean como gran cosa por sí mismos, pero sin ellos, nuestras oraciones serian incompletas, y se perdería el sentido de lo que se está tratando de comunicar. Y si entienden algo de ley, muchas veces, esas pequeñas palabritas o signos pueden significar la diferencia a que una persona pase el resto de su vida en una cárcel, o que una multa o penalidad sean millones de dólares, o un sinfín de otras cosas.

En el pasaje de hoy, vemos que el Apóstol Santiago le escribe a un grupo de personas que la estaban pasando mal, a las doce tribus que estaban en la dispersión. La dispersión sucedió cuando mucho del pueblo de Israel huyo de su tierra, tratando de escapar de la tiranía y la destrucción. Para comenzar, es muy difícil dejar a tu nación cuando la amas, sino que fue porque tu vida corría peligro injustamente (no por mejoramiento económico), más bien fue porque un poder ajeno quiso imponer su régimen sobre ti, al demandar y hasta abusar y matar con el fin de conquistar. Esta dispersión no se trataba de cosas que muchas personas consideran como insoportable hoy en día. En aquel entonces no existía la comedia que existe hoy, en lo que se han convertido los derechos humanos (porque no puedo razonar Bíblicamente hablando, que un grupo de personas denoten como persecución cuando las autoridades tratan de establecer algún tipo de orden, por el bien de sus ciudadanos). Porque hasta el Apóstol Pablo escribió que debemos orar por nuestras autoridades (y él vivió durante la gran persecución de la iglesia bajo el Emperador Nerón) y que se tenía que respetar a los magistrados, y hacer el bien, como está escrito: Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Romanos 13:3-5.

En fin, Santiago le estaba escribiendo a personas que estaban mal. Y lo que le estaba tratando de enseñar a los de la dispersión (y también a todos los que nos encontremos en condiciones similares) era que, aúnque estaban sufriendo injusticias, al sufrir diversas pruebas, que todo eso tenía un propósito. La prueba, aúnque difícil de soportar, tiene un porque, una razón, y, por lo tanto, una función en la vida de un seguidor de Cristo. Y aquí viene la parte más importante, que hay que entender el porqué, la razón por lo cual está sucediendo. Por una razón muy poderosa sigue dando el consejo de que debemos pedir por sabiduría, para que las circunstancias tengan su pleno efecto dentro de nuestras vidas. La sabiduría divina tiene como fin el darnos la capacidad de entender lo que necesitamos entender, para poder actuar como más conviene aquí y ahora, para que tengamos la más grande bendición posible en nuestro futuro eterno. La sabiduría es lo que nos enseña el valor de lo eterno para poder actuar ahora como más nos conviene. Por eso que, seamos ricos o pobres, o cualquiera que sea nuestra situación, nos conviene vivir sabiamente, como Dios nos aconseja a través de Su Palabra, porque el aquí y ahora pasa rápidamente, pero lo eterno es para siempre (obviamente). La sabiduría nos enseña a como mejor vivir nuestras vidas, y por eso que es tan necesaria.

En este pasaje también se nos insta a poder soportar la tentación. Noten que no se está hablando de tentaciones, sino de una tentación. Y la tentación (por lo que deducimos al ver el premio que se menciona), consiste en dejar la fe. La corona de vida está reservada solo para aquellos que no abandonan la fe, como está escrito: No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. Apocalipsis 2:10. Esta tentación es imposible que provenga de Dios. Dios nunca te va a tentar a que lo dejes. El único que quiere que abandonemos la fe en Dios es Satanás. Por eso mismo que él trato de tentar hasta al propio Señor, y en Su condición más débil (humanamente hablando). El diablo te va a tratar de tentar de que dejes al Señor, que no vale la pena seguirle, y que vas a tener una mejor vida ahora si lo dejas. Y esta tentación siempre va a estar presente. Esta es la razón principal por lo cual necesitamos la sabiduría, porque la sabiduría de Dios siempre va a apuntar a lo de más valor, a lo eterno, no a lo temporal y desechable. La sabiduría divina siempre te va a llevar al valor más grande, a que te conviene amar al Señor por sobre todas las cosas, por tu propio bien. No hay mejor consejo, porque ese solo consejo te llevará a cosas muchas más grandes, a resistir la tentación de dejar la fe; a evitar la muerte eterna, en fin, a poder permanecer fiel hasta la muerte, para poder recibir el más grande premio: la corona de vida.

Así que, ¿buscás entender el “porque” de las cosas, para poder entender el propósito de Dios en tu vida, para que puedas recibir toda buena dadiva, y todo don perfecto que solo desciende de lo alto? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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