Basado en Hechos 13:42-52 (Versión Reina Valera 1960)
Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas. Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia. Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
¿Por qué hay tanta diferencia entre las personas en la manera que reaccionan a la Verdad de Dios? En el pasaje de hoy, vimos a distintas personas reaccionar de diferentes manera. Vemos a los discípulos, a los religiosos, a los judíos, a los gentiles, a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y también vemos a una muchedumbre. Y entre todo eso, hubo distintas reacciones, algunos determinados en su fe en Cristo, a otros que también creyeron, pero vemos a los judíos religiosos que no querían creer, a estas mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad que no creyeron tampoco, y también al gran grupo de personas, posiblemente gran parte de la muchedumbre de la cual se menciona que también no creyeron, porque una masa de personas expulsaron a los discípulos, no solo un par de personas. En lo mas mínimo, tanto las mujeres piadosas y distinguidas, los principales de la ciudad, y parte de la muchedumbre puede que no hayan tenido los mismos sentimientos de los judíos religiosos, pero suficiente incredulidad para poder ser influenciados por lo malo. ¿Qué es lo que determina estas distintas reacciones?
El primer punto que pudiéramos ver es, si es Dios quien determina esto. Y se puede decir claramente que Dios no es el que determina si una persona se salva o se pierde, por mucho que argumenten varias personas que existe la predestinación general. Se puede argumentar que la Palabra de Dios da lado para creer que ciertos personajes a través de la historia puede que hallan sido predestinados para perdición, pero eso se trata de un muy selecto grupo de personas, no toda la humanidad. Para comenzar a tocar este tema, Dios no hizo el fuego eterno para el hombre. Esa no era Su intención, como está escrito: Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Mateo 25:41. La intención de Dios siempre fue tratar de salvar al mundo, a la humanidad, y el fuego eterno fue originalmente preparado para lo irredimible, para el diablo y sus ángeles (los ángeles caídos, o demonios), pero no para el hombre. La Palabra nos enseña que Dios amo al mundo, lo cual incluye a todo ser humano, sin excepciones, y lo amo de tal manera que dió a Su Hijo unigénito, como esta escrito: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16. La Palabra ahonda aún más en el asunto de que Dios desea que todos lleguen al conocimiento de la Verdad cuando nos enseña que hasta debemos orar por todos los hombres, como esta escrito: Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. 1 Timoteo 2:1-4. Y hay mucho más que se puede citar que ayuda a concluir que: …no hay acepción de personas para con Dios, y que El desea que todos sean salvos. Entonces, no se le puede echar la culpa a Dios por la incredulidad de las personas.
Entonces, ¿Quién decide si cree o no? Y la respuesta es: la persona; tu. Cada ser humano determina si desea creer o no, tan sencillo como eso. Cada ser humano tiene la potestad del libre albedrio, y ese es la razón por lo cual existe este lugar que conocemos, con todas sus imperfecciones y problemas. El mundo es solo la antesala a lo eterno, el lugar donde todo se decide, si una persona escoge creer y vivir para siempre o no. Así que, este lugar y lo que hacemos en él, es de suma importancia. Este mundo no es un lugar donde se puede vivir irresponsablemente, porque mientras tú estas aquí, tu estas determinando con tus acciones lo que finalmente va a suceder contigo en la eternidad. En esta parte de la Palabra es donde nos debemos enfocar para ver cierto detalle, donde dice: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Así que, una persona se juzga a si misma de no ser digna de la vida eterna, al rechazar a Cristo y a Su Verdad. Este es el gran error que muchos cometen, al pensar que Dios tiene que cambiar Su manera de proceder, lo eternamente establecido, para acomodarle a ellos sus opiniones y sus caprichos, finalmente, que Dios tenga que justificar su maldad y decir que lo malo que hacen esta bien. Es como decir: yo no quiero escalar la montaña, pero si quiero estar en su cima, entonces, yo quiero que la montaña se ponga debajo de mis pies sin que yo tenga que hacer nada. Suena ridículo, pero eso es lo que se le esta exigiendo al Dios Todopoderoso quien creo e hizo todas las montañas del mundo, y aun mas allá, hasta el universo. Entonces, no es Dios quien se tiene que acomodarse al hombre, sino mas bien, es el hombre quien tiene que conformarse a Dios y a Su Verdad. Esa es la decisión.
Entonces, ¿qué es lo que produce la decisión en cada persona, si decide creer o no? Eso está entre el raciocinio de la persona, de desear entender las avasallantes e irrefutables pruebas de que Dios es Dios y hay que obedecerle, y el pecado que mora en nosotros mismos, que también es parte de nuestra persona. Es una batalla interna y solo puede haber un vencedor, no hay empates, y la Palabra nos enseña que él que venza en si mismo al pecado que le asedia es el que logra heredar las cosas de Dios, como está escrito: El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. Apocalipsis 21:7-8. Entonces, debieras preguntarte, ¿manda más dentro de mí lo que sé y entiendo de Dios y de Su Palabra, o mi cobardía, mi incredulidad, mis abominaciones, etc.? ¿Cuál es tu reacción a Cristo, lo cual te juzga si eres digno o no de la eternidad? ¡Qué el Señor les bendiga! John