Basado en Apocalipsis 2:8-11 (Versión Reina Valera 1960)
Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.
Todo tiene un precio que pagar, y no estamos hablando de dinero necesariamente. Y el que diga lo contrario, no entiende la realidad. Por ejemplo, para poder ser un profesional o llegar a metas que superan a los demás, hay que hacer sacrificios. La persona que desea ser un gran profesional necesita trabajar duro durante su formación en la escuela, para poder aprender bien lo necesario. Después tiene que ir a una universidad y completar varios años de estudio y pagar mucho dinero, y su afán por la carrera solo comienza así porque tiene que seguir adquiriendo experiencia, tiene que seguir estudiando, tiene que seguir sacrificándose con su tiempo, con sus bienes, y hasta sacrificar sus relaciones personales para poder seguir excediendo en su profesión. Cuando se lucha por cosas buenas, se paga un precio. Cuando se cometen errores o se hacen estupideces, también se paga un precio. Nada es gratis.
Como ejemplo supremo, el don de la salvación, lo que Dios hizo a través de Cristo es gratuito para nosotros, pero el precio que Dios pago fue incalculable. Dios Padre dió a Su Hijo unigénito como sacrificio por toda la humanidad, lo más preciado de Su Persona. El Señor Jesús pago el precio de dejar Su reino, Su sublime y santa posición, para poder tomar nuestra humilde semejanza, vivió en la pobreza, y sufrió lo indecible cuando murió de la manera más horrible que un ser humano pudiera morir. Y no solo eso, sino también, para poder hacer la obra completa, para poder triunfar sobre la muerte, tuvo que bajar hasta las profundidades de la tierra, al seno de Abraham, al Seol, para rescatar de allí los que eran dignos, y también para testimonio a los que estaban ya enfrentando su perdición eterna, y de allí resucitar. Todavía no logro comprender porque Ellos harían tales cosas por seres tan insignificantes como nosotros, pero eso solo habla aún más de la grandeza, de la bondad, y del amor de ellos.
Ahora bien, la salvación, el poder nacer de nuevo en Cristo es por gracia, pero dentro de sí mismo sí tiene un precio también. Si hay que pagar algo, y algo costoso para nosotros mismos, y si fuere dinero nada más (no que la salvación se puede comprar), sería muy sencillo. Estamos hablando de cosas aún mayores y más importantes que lo material cuando hablamos del precio que se podría pagar por el Evangelio de Cristo, y de esto leímos hoy. Es muy probable que muchos de los que están leyendo esto, o van a sufrir persecución, o ya están sufriendo algún tipo de persecución por su fe en Cristo, especialmente considerando todas las distintas personas de diferentes naciones en el mundo que ven este ministerio. Esto nos dice el Señor en Su Palabra: Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33. El sufrir legítimamente por el Evangelio, y digo “legítimamente” porque el sufrir por el Evangelio no tiene nada que ver con una persona ser desagradable, odiosa, inapropiada, o poco sabia, ni aun menos, sufrir por errores y pecados cometidos, sino más bien, porque está pasando malos momentos por mostrar las características de Cristo en Su vida, por ser fiel a las enseñanzas de la Palabra, finalmente por amar a Dios sobre todas las personas y cosas. Cuando sufres por el Señor, eso no te hace ni menos cristiano, ni que tienes un problema con tu fe, ni cualquier cosa así, sino todo lo contrario. Por algo nos dio amplio aviso el Señor, que tendríamos aflicción en el mundo por seguirle fielmente. Esto es lo que también dicen las Escrituras: …mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Hebreos 11:35b-40. Como seguidores de Cristo, vamos a sufrir persecución en los últimos tiempos, los cuales ya los estamos viviendo hoy, como también está escrito: Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Mateo 24:3-13. Así que, tendremos aflicción, sufriremos persecución, y viviremos tribulación. No hay duda. Pero, hay que perseverar hasta el fin para poder lograr la meta, hay que terminar la carrera, hay que serle fiel al Señor hasta nuestro último aliento, pase lo que pase, cueste lo que cueste. Hay que estar dispuesto a sufrir por el Evangelio.
Ahora, puede que se pregunten, ¿Quiénes son estos de la sinagoga de Satanás? Para poder responder, vemos esto: Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Mateo 16:21-24. Pedro tuvo un muy mal momento, pero por su propio bien, se arrepintió y salió de ese mal camino, y llego a serle fiel al Señor hasta su muerte. Pero, toda persona que apoya las cosas de la carne, y especialmente enseñan cosas que ponen a la carne y las cosas de este mundo como prioridad sobre Dios son de la sinagoga de Satanás. Así que, piensa bien a lo que te estas exponiendo, y, sobre todo, lo que estas siguiendo y apoyando, porque puedes estar muy lejos de la verdad, aunque parezca algo bueno, positivo, inspirante, etc. Entonces, debes hacerte esta pregunta: ¿Eres de la sinagoga de Satanás o estas realmente luchando, sufriendo, y pagando el precio por el Evangelio de Cristo para poder llegar a la recompensa eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John