Basado en Hechos 27:1-20 (Versión Reina Valera 1960)
Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta. Y embarcándonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica. Al otro día llegamos a Sidón; y Julio, tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuese a los amigos, para ser atendido por ellos. Y haciéndonos a la vela desde allí, navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos eran contrarios. Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia. Y hallando allí el centurión una nave alejandrina que zarpaba para Italia, nos embarcó en ella. Navegando muchos días despacio, y llegando a duras penas frente a Gnido, porque nos impedía el viento, navegamos a sotavento de Creta, frente a Salmón. Y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea. Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí. Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.
En el pasaje de hoy, hay muchas cosas que hay que tomar en cuenta que tienen gran valor, cosas que pudieran ahorrarte muchos dolores y hasta el riesgo de perder la vida física, y el alma, lo cual es lo más valioso del hombre. Si las pudiéramos enumerar, propondría lo siguiente: no es buena idea ignorar buenos consejos, debes considerar las personas que están dando los consejos, debes considerar la fuente de dónde vienen los consejos, debes tener en cuenta que el conocimiento de Dios siempre va a ser superior al conocimiento humano, debes ser humilde, y que tus malas decisiones pueden afectarte a ti y a todos los que te rodean.
Comencemos por la primera, que no es buena idea ignorar buenos consejos. La Biblia nos enseña esto: El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio. Proverbios 12:15. Nunca es bueno guiarse por nuestra propia opinión, porque no es realístico pensar que todo lo sabemos. Eso es lo primero. El otro asunto es que la mayoría de las veces, no podemos ver todo el panorama claramente, por muy atentos e inteligentes que nos creamos. Y la otra razón muy importante por la cual no nos debemos aferrar tanto a nuestra opinión es porque la realidad no está sujeta a nuestra opinión. Por ejemplo, por mucho que yo piense que yo tengo la habilidad de volar como los pájaros, si me lanzo de un edificio muy alto para comprobarlo, no me va a ir muy bien. Todo va a estar bien hasta que llegue a la realidad de lo duro que puede ser la superficie y lo real de los efectos de la ley de la gravedad. A la gravedad no le importa mi opinión.
El otro punto es que, debemos considerar las personas que nos están aconsejando, o sea, sencillamente, no se puede tomar en cuenta a todos. Hay que tener cuidado a quien escuchamos, y por muchas razones, porque el escuchar consejos siempre es bueno, pero hay que considerar de dónde vienen. La Palabra nos enseña esto: Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. Mateo 7:16-20. Hay que considerar cuidadosamente la persona de donde viene el consejo. No todos desean tu bien. No todos tienen buenas intenciones. No todos tienen la experiencia necesaria para poder darte un buen consejo. Vemos a Pablo que, por su fe, era una persona recta, justa, de una vida intachable, que hasta el centurión lo trataba humanamente porque sabía que estaba siendo acusado injustamente. Pablo era un ejemplo de persona, tanto socialmente, y aun más, viéndolo como el cristiano que fue.
Lo otro que hacía a Pablo alguien digno de haberlo escuchado era que Pablo tenia a Dios como fuente. Pablo no dio el consejo basado en su propia opinión, o en sus aptitudes o conocimientos. Dios era el que estaba guiando a Pablo a través del Espíritu Santo. Y lo que hay que considerar con eso, es que nadie sabe más que Dios. El conocimiento de Dios siempre va a superar todo otro conocimiento, y esto lo vemos por todos lados en la Biblia y hasta en todo lo creado. Por ejemplo, si alguien hubiera leído lo siguiente en Isaías 40:22: El está sentado sobre el círculo de la tierra…, algo escrito más de 700 años antes de Cristo, no hubiéramos tenido la idea tan absurda como seres humanos por tantos siglos después que la tierra era plana, y que todos los que se atrevieran a navegar más allá del horizonte se caerían al precipicio del espacio. Así que, si Dios dice algo, es porque así es, porque El lo ha creado todo, y todo el conocimiento del hombre y lo avanzado de la ciencia nunca va a cambiar la realidad de que Dios es Dios, y que siempre va a ser superior en todo sentido. Yo mismo he podido ver el poder de Dios en mi propia vida, lo cual superó la capacidad de la ciencia.
Y como final, hay que siempre ser humilde delante del Señor, y saber siempre estar atento a lo que El dice, estar presto a Su Palabra, obedeciendo Sus principios, Sus mandamientos, saber cómo escucharle a través de aquellos que le aman, le temen, y le buscan. Pablo, aunque era una persona extremadamente educada, no era ni marinero, ni meteorólogo, pero era una persona que amaba, temía, y seguía al Dios supremo del universo, y este Dios Todopoderoso le hablaba y le usaba grandemente, cuya obra vemos hasta el día de hoy, casi dos mil años después de su muerte. Y si no somos humildes y obedientes a Dios y a Su Palabra, nos puede costar muy caro a nosotros mismos, y a todos los que nos rodean, porque todo lo que hacemos no solo nos afecta a nosotros mismos, sino también a todos a nuestro alrededor, a nuestra familia, a nuestros seres queridos, a las personas con quienes trabajamos, etc. Así que, ¿es sabio ignorar las advertencias de Dios, de las cuales no solo puede depender nuestro bien físico, sino aún más importante, el bien de nuestra alma por toda la eternidad? ¡Qué el Señor les bendiga! John