God casts Satan out.jpg

Basado en Ezequiel 28:1-19 (Versión Reina Valera 1960)

Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; he aquí que tú eres más sabio que Daniel; no hay secreto que te sea oculto. Con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros. Con la grandeza de tu sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón. Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios, por tanto, he aquí yo traigo sobre ti extranjeros, los fuertes de las naciones, que desenvainarán sus espadas contra la hermosura de tu sabiduría, y mancharán tu esplendor. Al sepulcro te harán descender, y morirás con la muerte de los que mueren en medio de los mares. ¿Hablarás delante del que te mate, diciendo: Yo soy Dios? Tú, hombre eres, y no Dios, en la mano de tu matador. De muerte de incircuncisos morirás por mano de extranjeros; porque yo he hablado, dice Jehová el Señor. Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti. Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser.

En el pasaje de hoy, vemos no solo el lidiar que Dios tuvo con una persona, con el príncipe de Tiro, pero también vemos la revelación de lo que sucedió con Satanás. El Señor relata este evento a través de una persona para que nosotros podamos entender lo que paso con el enemigo, lo que paso en el pasado con una persona que tomo similares atributos, y lo que sucederá con todos aquellos que sigan el mismo camino. Para poder entender bien el asunto, la Palabra nos habla de una manera multifacética para ayudarnos a entender de que no tenemos escapatoria si decidimos pecar de tal manera delante de Dios, porque de la misma manera que cayo Satanás, es la misma manera que todo ser que siga sus pasos va a caer, sea quien sea, tenga lo que tenga, haga lo que haga, nadie se escapará de la justicia de Dios que viene inevitablemente sobre todo ser, más tarde o más temprano.

La Palabra nos abre otra ventana que nos revela aún más lo que estaba en el corazón de Satanás, antes que se convirtiere en el Satanás que conocemos hoy. Esto nos cuenta: ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Isaías 14:12-15.

Esto es lo que tenemos que entender: el enemigo es un ser que fue creado, hecho por Dios. Así que, comenzando por ahí, ya tiene sus limitaciones porque sencillamente no es Dios. Dios es Dios, y el Dios que nos explica la Biblia es una Deidad que está compuesta por Tres Personas, como está escrito: Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 1 Juan 5:7. Dios no fue creado, sino más bien, siempre ha sido. Esto es algo que se tiene que aceptar nada más, porque si no se acepta esta realidad, ahí mismo es que comienza el camino hacia la perdición. Como está escrito: Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Deuteronomio 6:4. Este es el comienzo de todo. Hay un solo Dios y no hay nadie como El, o más bien, como Ellos. Sencillamente no es necesario entender algo para que sea verdad. Hay cosas que sencillamente son, y hay que aceptarlas, y esta es la principal, el todo de la vida, el todo del hombre. Sino se acepta esta realidad, no hay salvación, no hay vida eterna, solo se puede esperar el castigo eterno, lo quiera creer una persona o no. Satanás no lo creyó, y ahí pueden ver cómo le fue.

¿Cuál fue y es el problema de Satanás? El cayo en la necedad más grande que cualquiera puede creer, en creer que él podía ser Dios, cayó en la necedad de la altivez. El escogió envanecerse con los atributos que el propio Señor le dió. En vez de solo reconocer la realidad de que Dios es Dios, y que todo lo que él tenía fue dado por Dios, y que solo le debía servicio y sujeción al Dios que lo creo y lo hizo grande, se enalteció en su necedad, y creyó algo que sencillamente nunca puede ser. La Palabra nos enseña lo siguiente: Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. Proverbios 6:16-19. Lo que encabeza la lista son los ojos altivos. Cuando hay ojos altivos, entonces todo está mal dentro de una persona, sin excepción, porque la Palabra también nos enseña esto: La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Mateo 6:22-23.

Entonces, ¿puede haber altivez en nosotros? Si deseamos la bendición y la salvación de Dios, de ninguna manera. ¿Cómo es que se demuestra la altivez? No reconociendo a Dios como lo que es, no obedeciéndole, buscando nuestra propia voluntad y deleites y vanidades en vez de buscar y hacer la voluntad de Dios. Finalmente, cuando no hay ni fe, ni entrega, ni sujeción a Dios, es una persona que se cree igual a Dios, creyendo que Dios no le puede hacer nada, o que Dios cumplirá la voluntad de ellos, o que sencillamente Dios no existe. Así de duro es el corazón que tiene altivez, y así mismo es que llegara la realidad del castigo eterno, lo quieran creer o no. Dios es Dios y hay que tratarle como tal. Así que, ¿te crees algo que sencillamente no eres? ¡Qué el Señor les bendiga! John

Comment