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Basado en Colosenses 3:1-11 (Versión Reina Valera 1960)

Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.

Creo que todos los que hemos llegado a Cristo tenemos el deseo de llegar al cielo para estar con El, ¿verdad? Y si es así, debemos entonces entender lo que eso implica. El asunto es que, para poder llegar, necesitamos entonces tener la mirada puesta en El, y buscar lo que le pertenece. Pero, si hay una indecisión, si hay dudas, si en realidad no hay un deseo real, entonces ¿Cómo se llegara? Y este es el grave problema que hay hoy en día dentro del pueblo de Dios, que dice creer, que dice seguir a Cristo, pero lo que se dice y lo que se hace son dos cosas totalmente distintas. Lo que se habla no concuerda con lo que se hace, y en rendidas cuentas, lo que importa es lo que se hace. Y aún mayor problema, se predica muchas veces un evangelio mezclado con mundanidad que aporta para esta indecisión que las personas tienen. Muchas veces, se enseña un evangelio mundano para poder atraer a las masas que desean esto y lo otro también. Pero, para seguir a Cristo, no puede haber este titubeo, esta tibieza, este coqueteo con uno y con otro. La doctrina que muchas veces se comunica ayuda a criar un pueblo espiritualmente adultero y fornicario, y si entendemos lo que leímos hoy, sencillamente no podemos vivir la vida de esta manera. En fin, sea que lo prediquen o lo sigan, tanto el que enseña para sacar provecho como el que le gusta vivir ese estilo de vida, si les gusta la basura, entonces basura tendrán. Pero, para que este ministerio pueda cumplir el propósito de Dios, tenemos que dar el consejo de Dios con la misma esperanza que Dios mismo tiene, que, si hay algunos que sencillamente no conocen la verdad de Cristo, o aquellos que desean arrepentirse de sus malos caminos, que ambos puedan encontrarse con esa Verdad y que la vivan para que puedan realmente llegar a lo anhelado.  

El primer punto es que es necesario dejar atrás el deseo de lo material, porque lo material es precisamente eso: material. Y como es material, más tarde o más temprano se ira. Y ¿cómo podemos poner nuestra confianza y nuestro deseo en algo superficial y temporal? La Biblia nos enseña esto: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:19-21. Cuando te sientes a comer con algún señor, considera bien lo que está delante de ti, y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito. No codicies sus manjares delicados, porque es pan engañoso. No te afanes por hacerte rico; sé prudente, y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo. Proverbios 23:1-5. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. 1 Timoteo 6:6-11. No hay necesidad para una gran discusión teológica del asunto. La Palabra es muy clara. Hay que tener cuidado con esforzase más de lo debido por lo material. ¿Tenemos que trabajar? ¡Por supuesto que sí! El Evangelio de Cristo no enseña: ni la flojera, ni la irresponsabilidad. Pero, hay que sencillamente luchar, con la guía del Señor, por lo que se necesita, no por lo que se desea, lo cual son dos cosas totalmente distintas.

Aparte de lo material, debemos dejar atrás todo lo demás que consiste en las obras de la carne, o los deseos pecaminosos. Porque de nuevo, si deseamos realmente llegar al reino de Dios, entonces ¿para que seguir deseando lo de aquí? ¿Para qué tener los ojos puestos en las cosas del mundo? La Palabra también nos enseña esto: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:19-21. Si no dejamos las obras de la carne atrás, sencillamente no heredaremos el reino de Dios. Por mucho que una persona diga que quiere estar con el Señor, si sus hechos, su estilo de vida demuestra otra cosa, no hay manera de que lleguen al cielo. Este es el grave peligro con lo malo que se enseña, un evangelio que justifica el pecado, y que también usa malamente la Palabra de Dios para enseñar como conseguir cosas terrenales. El enfoque de toda enseñanza sana siempre, el 100%, debe guiar hacia Cristo, y hacia Su reino, tiene que concordar con la plenitud de la Palabra de Dios. No se pueden usar las cosas de Dios para lograr metas terrenales, porque por mucho que sean conceptos Bíblicos los que se emplean, la meta es otra, y eso ni glorifica a Dios, ni aún menos, beneficia el alma y el espíritu de una persona. Si se lucha por lo terrenal, si la meta es lo temporal, eso mismo recibirás, ni más, ni menos. Porque escrito esta: Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. Mateo 16:25-27.

Si deseamos llegar a la meta eterna, a Jesús, entonces tenemos que caminar hacia El, y nuestro estilo de vida deben ser las cosas de El, y que se empleen estando enfocadas en El, como también está escrito: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. Gálatas 5:22-25. Nadie puede desafiar lo universalmente establecido, que solo se siega lo que se siembra. Así que, ¿estás caminando hacia Jesús o hacia otra cosa? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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