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Basado en Lucas 20:20-26 (Versión Reina Valera 1960)

Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador. Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César. Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron.

Antes de compartir este mensaje, se hará una aclaración. El propósito y la razón por lo cual existe este ministerio y su servidor es para estar dedicados a compartir de Jesucristo y Su Verdad con el mundo. El único estandarte que se mantendrá alzado, con la ayuda de Dios, es precisamente del Señor y de todo lo que respalde Sus cosas. Por lo tanto, y la Santa Biblia como fundamento, con el pensamiento de que todos (sin excepción) tendremos que rendir cuentas ante el Altísimo algún día, se compartirá y se apoyará precisamente las cosas de Dios, y no los conceptos de este mundo y de la sociedad. Así que, si hay desacuerdo o descontento con el contenido, no estarán necesariamente contendiendo con personas y sus opiniones, sino con Dios mismo y el consejo que nos da a través de Su Palabra. En otras palabras, no se enojen con el mensajero, porque nosotros no escribimos la Palabra de Dios, sino solamente la tratamos de compartir con la mayor fidelidad posible, por el bien de cada persona que lea o escuche lo que se comparte. El Señor solo desea nuestro bien. En fin, el tema es este: para poder complacer a Dios y cumplir Su voluntad en esta tierra, no estamos llamados a rebelarnos a las autoridades y a desearles algún tipo de mal, sino todo lo contrario.

Para poder entender esto mejor, hay que considerar el contexto histórico en el cual el Señor Jesús mismo nos habló en este pasaje. El Imperio Romano fue el imperio que más destrucción y dura imposición puso sobre todo lo que conquistaba. El Imperio Romano conquisto la gran mayoría de su territorio ni con diplomacia, ni con amistad, sino todo lo contrario, lo conquisto con guerra, con sangre y muerte, con el avance de su ejército y sus legiones. Y cuando reinaba sobre los distintos pueblos, era implacable e inflexible. Y con todo esto, había que rendir tributo y pagar impuestos, como leímos en el pasaje de hoy. El propio Hijo de Dios pago impuestos. Entendiendo todo este contexto, el Señor jamás hablo ni de rebelarse contra Roma, ni de desestabilizar su autoridad, ni siquiera de hacer algún tipo de resistencia. Todo lo contrario, dijo y enseño: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Entendiendo esto, ¿hay alguna razón Bíblica que justifique lo contrario hoy, teniendo condiciones extremadamente distintas a las de aquel entonces? Sencillamente no hay justificación. Dios nunca hablo ni de desafiar a las autoridades, ni de rebelión, no importando ni lo implacable ni lo injustas que sean. Esto es lo que enseña la Palabra de Dios: Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Romanos 13:1-8. Y esto es lo que sigue aconsejándonos el Señor, y en lo que sí nos debemos ocupar: Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres. Tito 3:1-8.

Y si hay injusticias hechas por cualquiera, sin excepciones, esto fue lo que enseño el Señor: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Mateo 5:43-48.

Y finalmente, Pablo es el ejemplo más grande que tenemos de alguien que fue usado grandemente por el Señor después de haberse convertido. Por eso es que Dios busca la transformación del pecador. Siguiendo vean un pequeño relato de Pablo como autoridad judía antes de venir a la fe en Cristo: Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras. Hechos 26:9-11. ¿Qué hubiera sucedido si uno de los cristianos de aquel entonces hubiera matado a Pablo en venganza por todos los males que él hizo? Ni tendríamos mucho de la Biblia que tenemos hoy, y aún menos, muchos de nosotros no conoceríamos al Señor. La gloria es del Señor, pero la vasija que Dios uso fue Pablo, para su recompensa eterna (porque todo lo que hacemos para el Señor tendrá su recompensa en la eternidad).

Así que, ¿respetas la autoridad de Dios al respetar y orar por aquellos que ejercen autoridad sobre ti? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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