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Basado en Levítico 11:1-23 (Versión Reina Valera 1960)

Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciéndoles: Hablad a los hijos de Israel y decidles: Estos son los animales que comeréis de entre todos los animales que hay sobre la tierra. De entre los animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis. Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos: el camello, porque rumia pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis por inmundo. También el conejo, porque rumia, pero no tiene pezuña, lo tendréis por inmundo. Asimismo la liebre, porque rumia, pero no tiene pezuña, la tendréis por inmunda. También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendréis por inmundo. De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto; los tendréis por inmundos. Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas: todos los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos, estos comeréis. Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en el mar y en los ríos, así de todo lo que se mueve como de toda cosa viviente que está en las aguas, los tendréis en abominación. Os serán, pues, abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis sus cuerpos muertos. Todo lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas, lo tendréis en abominación. Y de las aves, éstas tendréis en abominación; no se comerán, serán abominación: el águila, el quebrantahuesos, el azor, el gallinazo, el milano según su especie; todo cuervo según su especie; el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán según su especie; el búho, el somormujo, el ibis, el calamón, el pelícano, el buitre, la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y el murciélago. Todo insecto alado que anduviere sobre cuatro patas, tendréis en abominación. Pero esto comeréis de todo insecto alado que anda sobre cuatro patas, que tuviere piernas además de sus patas para saltar con ellas sobre la tierra; estos comeréis de ellos: la langosta según su especie, el langostín según su especie, el argol según su especie, y el hagab según su especie. Todo insecto alado que tenga cuatro patas, tendréis en abominación.

¿Han pensado alguna vez porque Dios se ha preocupado hasta de decirnos lo que nos conviene comer o no comer? ¿Por qué Dios se ocuparía de distintos detalles como estos? La Palabra de Dios, en Su plenitud, es el completo consejo de Dios para el hombre, desde Genesis hasta Apocalipsis. O sea, sencillamente la Palabra de Dios también tiene Su lado práctico, donde Dios le dice al hombre que hacer para que tenga el mayor provecho posible. Como el Padre Celestial que es, El nos da Su instrucción por muchas razones (no perdamos el foco, de que este mensaje se trata de comida nada más).

El primer punto es que el Señor nos dió Su Palabra para el bien del hombre, no para el bien de Si mismo. El Señor no es el que sale perdiendo si no se sigue Su consejo. Somos nosotros lo que salimos perdiendo. Esto es algo primordial que muchas personas no entienden. El que obedezcamos o no a Su Palabra aquí en esta tierra no afecta en lo más mínimo Su reino, porque Su reino ni siquiera es de aquí, como está escrito: Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Juan 18:36. Así que, el que nosotros sigamos o no las cosas de Dios, no impacta en lo más mínimo ni Su reino, ni Su soberanía, ni Su existencia. Esto es lo que nos enseña la Palabra: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios [no Dios] sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17. Entonces, la Palabra de Dios, Su consejo es solo para el bien nuestro. Somos finalmente libres para hacer todo lo que queramos en este lugar, pero todo tiene su consecuencia, como también está escrito: Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. 1 Corintios 10:23.

El segundo punto tiene que ver con el propósito que tiene la Palabra, o más bien con nuestra obediencia a ella. Este mundo es solo la antesala a cosas más grandes y duraderas. El propósito que tiene este mundo es ver de lo que es capaz una persona, nada más; si una persona entiende, o no lo que necesita entender para seguir hacia lo próximo. Esto es lo que dijo el Señor: Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Juan 3:12. O sea, si no queremos ni entender, ni menos, obedecer a lo sencillo de lo presente, ¿Cómo entonces podremos entender y aún formar parte de cosas más grandes? Es como un niño que no quiere aprender que dos más dos son cuatro. ¿Cómo se le enseñará a un niño que no desea aprender a sumar, el multiplicar, el dividir, algebra, geometría, etc.? Entonces, ¿Qué hace Dios con personas que ni desean aceptar, ni entender que El es Dios, que ni desean amarle o seguirle, que nunca le toman en serio, y claro, sin ningún tipo de deseo de obedecer? Su Palabra lo explica aún más claro a través de esto: Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 25:14-30. Si una persona desea ser inútil ¿Qué más queda por hacer?

El Señor nos da Su consejo a través de la Palabra para ver que somos y que hacemos con ella, si deseamos ser aptos o no, si apreciamos Su amor y Su enseñanza, o si sencillamente queremos hacer nuestra voluntad nada más, lo cual nunca nos llevará ni a Dios, ni a lo que El tiene preparado para aquellos que le aman. Entonces ¿buscás entender y seguir las instrucciones de Dios, por tu propio bien? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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