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Basado en Santiago 5:1-6 (Versión Reina Valera 1960)

 ¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.

¿Las riquezas son malas? En sí mismas, no tienen nada de malo. Todo depende de cómo se obtienen y que prioridad se les dá. Para comenzar, ¿las riquezas solo se tratan de los bienes materiales? No necesariamente, pero en el pasaje de hoy se refiere primordialmente a las riquezas materiales. Aún más exactamente, el pasaje de hoy se refiere a los ricos y lo que les acontecerá por su trato con sus semejantes, al preocuparse por ellos mismos (el egoísmo), al confiar en las riquezas, al aprovecharse o atropellar a aquellos que no pueden defenderse, a los más vulnerables, y por vivir en deleites. Todas estas acciones ilícitas de acuerdo a la Palabra de Dios no solo son abominables ante el Todopoderoso, sino aún más, merecedoras de castigo, en el presente o en algún momento, y si no hay un arrepentimiento genuino antes de la muerte, serán merecedoras del castigo eterno donde ya no hay vuelta ni segundas oportunidades. Cuando el hombre muere, se acaba la misericordia de Dios porque se acaban las oportunidades que dá el Señor para arrepentimiento. Es por eso que la Palabra trata de dar conciencia al lector porque todo pecado siempre tiene consecuencias, tanto aquí en el presente, pero aún peor, en la eternidad. Nada queda igual, porque aún recibiendo el perdón de Dios, siempre pueden quedar consecuencias. La gracia de Dios no necesariamente quita posibles consecuencias naturales.   

¿Qué es lo que enseña la Palabra acerca de las riquezas? Una de las primeras cosas que podemos ver en la Palabra es que nosotros como seguidores de Cristo nos conviene contentarnos con lo necesario. ¿Qué es lo necesario? Hay muchas personas que tienen diferentes opiniones acerca de lo que es necesario. Hay personas que creen que es necesario tener una casa grande. Hay otras personas que creen necesario tener una cuenta bancaria con cantidades grandes de dinero. Hay otros que creen que el lujo es un derecho divino. Las opiniones varían. ¿Cómo se puede identificar lo que realmente es necesario? Por lo que Dios dice que es necesario. Esto es lo que dice la Palabra: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” 1 Timoteo 6:6-10. Así que, a través de este pasaje, podemos deducir que, si deseamos más que el sustento y abrigo, ya nos estamos pasando de los límites de lo necesario.

Veamos esto a través del Señor, porque la meta de Dios es hacernos semejantes a El a través del Espíritu Santo, y no necesariamente como ningún otro ser humano por muy escogido y especial que allá sido. Nuestra vista siempre debe estar en el Señor, y en nadie más. ¿Tuvo un palacio el Señor, o una mansión, o hasta una casa? No. El dijo que el Hijo del Hombre no tuvo ni donde recostar Su cabeza. ¿Tuvo El mucha ropa, o distintas tenidas para cada día de la semana? No. La Palabra no habla que tuvo tales cosas. ¿Tuvo el Señor caballos o carros? No, porque hasta cuando hizo Su entrada triunfal en Jerusalén montó un pollino de asna, prestado. ¿Cómo comía el Señor? ¿Tenía una despensa de comida, o terrenos con cultivos? Tampoco demuestra nada de eso la Palabra. Ahora bien, si nos comparamos a lo que el Señor tuvo, muy fácilmente pudiéramos discernir que nosotros somos ricos (carnalmente hablando) comparados al Señor, porque todos vivimos en algún tipo de edificio, sea comprado o rentado, tenemos un refrigerador/congelador, y una despensa en nuestro hogar con comida, tenemos ropa para varios días y para distintas ocasiones, y así sucesivamente. Así que, observa bien lo que haces porque esta Escritura puede ser aplicable para ti, si te estas aprovechando de los demás, o si eres egoísta, o si estas confiando en tus riquezas, o si te estas dedicando más a los deleites de este mundo.

¿Cómo debiéramos vivir entonces? Esto es lo que enseña la Palabra: “No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas Como alas de águila, y volarán al cielo.” Proverbios 23:4-5. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. Juan 6:27. A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna. 1 Timoteo 6:17-19. No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:19-21.

Ahora bien, ¿eso quiere decir que debemos darles nuestros bienes a los que no trabajan, que son irresponsables? Bajo ningún punto. La Biblia sencillamente no apoya ni la irresponsabilidad, ni aun menos, la flojera, como está escrito: Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan. 2 Tesalonicenses 3:6-12.

¿Qué podemos entonces entender a través de todo esto? Que finalmente cada uno de nosotros dará cuenta de cómo consigue las cosas, de lo que hace con lo que tiene, y de cómo trata a su prójimo, porque Dios está mirando y sí juzgará a Su pueblo, más tarde o más temprano. Así que, ¿Estás ganándote el sustento, y administrándolo de una manera que complace a Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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