Basado en 2 Juan 1 (Versión Reina Valera 1960)
El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no solo yo, sino también todos los que han conocido la verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros: Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor. Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre. Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio. Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras. Tengo muchas cosas que escribiros, pero no he querido hacerlo por medio de papel y tinta, pues espero ir a vosotros y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea cumplido. Los hijos de tu hermana, la elegida, te saludan. Amén.
En este pasaje leímos que el Apóstol Juan le escribe a una señora elegida y que tiene algunos hijos que andan en la verdad. No dice quién es esta señora, pero algunos piensan que es Maria, la madre de Jesús, y puede ser, y otros piensan que puede ser otra mujer, porque ya, cuando escribe esta carta Juan, él ya es mucho mayor (se cree que la epístola se escribió durante su larga estadía en Éfeso, entre los años 70 y 100 de la era cristiana). No obstante, sea Maria o no, fue una mujer que supo no solamente caminar y permanecer en el Señor, en esta doctrina de Cristo, sino también, supo criar hijos en esta misma doctrina. Y claro debiera ser que la única enseñanza efectiva es cuando se puede enseñar con ejemplo. El “haz como yo digo, y no como yo hago” no trabaja mucho, menos en esta era en la cual vivimos. Pero, hay que ver, ¿de qué doctrina de Cristo está hablando Juan, en la cual dice que hay que permanecer y trabajar para poder recibir el galardón?
El primer indicio que él nos dá es que habla de un mandamiento que tiene que ver con el amor, y que hay que andar en este amor. Y bueno, si lo menciona como la “doctrina de Cristo”, quiere decir que este amor tiene que, o estar basado en el Señor, o debe seguir la manera que el Señor vivió, o también puede que ser ambos puntos. Para poder definir esta doctrina, es necesario ver lo que el Señor dijo, y esto leemos en las Escrituras: Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. Marcos 12:28-31. Así que, claro está, esta es la doctrina de Cristo. Y como se estableció antes, el Señor enseñó esto con Su propio ejemplo, porque El amó (y ama aún) a Dios por sobre todas las cosas, y con todo Su Santo ser, y también, El amó a Su prójimo como a El mismo. El Señor es la perfección del ejemplo que es necesario seguir. Esto leemos: Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Juan 15:9-10. Hay muchos que creen: Bueno, ese fue el Señor, y nadie puede ser perfecto como El. Y sí, es verdad, pero, no obstante, El es el ejemplo, y es necesario seguir al ejemplo para poder complacer a Dios. No hay otra manera, si en realidad una persona desea alcanzar la salvación de Dios. La fe no es cuestión de palabras, sino de hechos, de demostrar el poder seguir esta doctrina de Cristo tanto para con Dios como tanto para los hombres. La verdadera fe tiene que tener obras, frutos que demuestren que es una fe real y verdadera.
Esto por ejemplo nos enseña la Palabra: En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 1 Juan 4:17-19. Cuando una persona realmente ama a Dios, no le tiene temor a nada, porque sabe que está haciendo la voluntad de Dios, y pase lo que pase, sabe que su vida está segura en Sus manos. Ni a la muerte le teme, porque sabe que el fruto de su vida en Cristo le rendirá vida eterna en el porvenir. Y ¿cómo puede saber esto una persona? Escrito esta: El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Juan 14:21. La persona que ama al Señor, y hace como El le guía, podrá comprobar por sí misma la existencia de Dios, porque Dios mismo se manifestara.
Ahora bien, ¿Cómo se puede vivir esta doctrina de Cristo? Esto leemos: Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten. Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas. Colosenses 3:18-25. Hay personas que piensan que hay que abandonar todo, y no tener nada, pero eso no necesariamente es la voluntad de Dios. Cada persona tiene su propio camino con el Señor, y es por eso que, es necesario seguir al Señor como Señor, y que El sea el qué diga lo que tiene que hacerse. Pero, el fundamento que debe haber para que todo cuente hacia la eternidad, es que la razón de nuestro existir debe ser el Señor, y porque le amamos. Esa debe ser la raíz de todo en nuestra vida, que, si amo a mis seres queridos, es porque quiero complacerle a El. Si hago mi trabajo bien o emprendo cualquier cosa en mi vida, es porque lo hago como para El. Si Dios no es la razón por lo cual hacemos todo en la vida, aunque sea algo “bueno” por decir, no contará para Dios. Y lo que más importa es la razón o porque se hace la obra, como está escrito: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. Nuestro amor por Dios debe ser el fundamento de todo y para todo en nuestra vida, sin excepción. Así que, ¿estás siguiendo la doctrina de Cristo para que puedas tener la vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John