Basado en Mateo 6:1-21 (Versión Reina Valera 1960)
Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Hay una línea, por decir, que conecta todo este pasaje, y esa es: la motivación, lo que genera la acción. Pero ¿de dónde sale la motivación? La ciencia nos dice que la motivación viene de un lugar del cerebro que se llama: la amígdala. Este lugar es crucial para la motivación. Y cuando es estimulada, manda una señal a la corteza prefrontal donde esa información es almacenada, la que guarda para nuestras memorias, o nos ayuda a procesar la información para que nosotros podamos o responder o ignorar. Pero, para poder ver el punto de vista de Dios, hay que ir un poco más profundo. Sí es verdad que el cerebro tiene mucho que ver, pero hay un sitio aún más exacto del cual tenemos que tratar. Dios habla acerca del corazón del hombre, y de ahí viene la motivación de la cual estaremos hablando, de la intención del corazón.
En este momento, no entraremos en el asunto de donde esta esté corazón del cual habla la Biblia. La Biblia usa el término “corazón” para poder describir el centro principal del hombre, lo más íntimo de un ser humano, y de allí sale la motivación o la intención. Este donde este, esto es donde reposa todo nuestro ser, donde también reside el alma del hombre. Y aquí es donde debemos deferir con la ciencia, porque la ciencia humana solo puede tratar con el mundo visible, con lo físico. Este asunto del corazón sencillamente no lo puede tratar. La psiquiatra trata de alguna manera, y hasta usan químicos para alterar o corregir asuntos que tienen que ver con el corazón, pero la gran mayoría de las veces, no se puede tratar las cosas invisibles con cosas físicas, o en este caso, con químicos o medicamentos. Hasta ahí llega el límite de la ciencia.
Ahora bien, muchas veces se hace el comentario de que uno debe seguir su corazón para tomar decisiones que van más allá de la lógica. Muchos dicen que hay que “sentir” las cosas para poder determinar ciertas cosas en esta vida. Pero ¿debe ser eso en realidad la brújula (por decir) que debemos usar para darle dirección a nuestra vida? Bíblicamente hablando, no es muy buena idea dejarnos llevar por el corazón, porque nuestro corazón no es bueno (siento decir esto, porque sé que muchos se ofenderán, pero la verdad es la verdad). Esto dice la Palabra de Dios acerca del corazón del hombre: Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Mateo 15:18-19. Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Jeremías 17:9.
¿Por qué es nuestro corazón así? ¿Qué es lo que determina que sea malo? Y aquí es donde entra la palabra “pecado”. Muchos tratan de poner el pecado en un sitio para que solo signifique el matar a alguien, o cosas que la sociedad ve como malas, pero el pecado envuelve muchas cosas. Pero si una persona dice creer en el Dios de la Biblia, debiera importarle más lo que Dios dice que es pecado, y no lo que el ser humano quiera definir como bueno o malo. Esto dice la Biblia acerca de nuestra naturaleza pecaminosa: He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. Salmo 51:5. Después de la caída de Adán y Eva, todo ser humano a heredado el pecado, y está en el centro de nuestro ser, en nuestro corazón. Así que, si sigues tu corazón tal como es, te estas dejando llevar por algo que te guiará derecho al infierno, porque solo te dirigirá al pecado, y la paga del pecado es muerte.
Entonces, ¿Qué debemos hacer al respecto? ¿Como cambiar la intención del corazón? Entendamos que esto es crucial porque en base a esto es que nos juzgará Dios, como está escrito: Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:10. Todo comienza con el reconocimiento de la existencia de Dios, y de buscar a este Dios, porque también está escrito: Porque las cosas invisibles de El, Su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:20. Dios apela a nuestros sentidos y a nuestra razón, a cosas muy elementales. Y El trata de romper nuestro orgullo con circunstancias que nos ayuden a ver lo obvio: que somos seres vacíos, limitados, falibles, y que sencillamente, lo necesitamos a El para todo. Vean el universo, lo pequeño y lo grande, y lo que somos en comparación, y se darán cuenta que no tenemos control de nada, y que, por lógica, debiéramos buscar a este Ser Creador y Todopoderoso, porque es lo único sensato que se puede hacer. Y finalmente, el corazón lo cambia Dios a través del arrepentimiento y la conversión, cuando una persona se da cuenta de su pecado y de sus limitaciones y hace a Jesús su Señor. Nuestro corazón nunca cambiará sino hay un completo reconocimiento y arrepentimiento de todo pecado. El Señorío de Jesucristo es nuestra única solución. Así que, ¿deseás realmente que tu corazón tenga intenciones divinas para vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John