Basado en 1 Corintios 6:12-14 (Versión Reina Valera 1960)  

Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.

Podemos ver muchas cosas en este pasaje, cosas que nos ayudan a determinar cómo es que debemos vivir mientras estamos en este cuerpo temporal, porque a Dios le interesa sobremanera lo que hacemos con nuestra vida, con nuestros cuerpos. Hay un vínculo muy importante entre lo que hacemos con nuestra vida y si lo que hacemos será aceptable a Dios para dejarnos heredar Su reino o entrar en la vida eterna, (porque las cosas no son tan sencillas como muchos prefieren creer). Lo que decidimos hacer, tanto la intención del corazón como nuestras acciones determinarán donde pasaremos la eternidad. Por lo tanto, es necesario tener muy en cuenta estas cosas, por el propio bien nuestro.

El primer asunto es que la Palabra de Dios en Su plenitud es el completo consejo de Dios para el hombre. O sea, la Palabra es para nuestro beneficio, y no para el de Dios. No hay nada que afecte a Dios. Dios y Su reino, todo lo que le pertenece es inconmovible y eterno. Por ejemplo, si una persona decide aborrecer a Dios y desestimar lo que El dice, no cambia la realidad de que Dios seguirá siendo Dios. Por lo tanto, si una persona no desea obedecerle a Dios, sencillamente se daña a sí misma, pero Dios queda ileso. Así que, si una persona desea el bien para sí misma, la lógica o su propio raciocinio la debiera llevar a pensar que le conviene buscar de Dios, y a obedecerle.

Lo próximo que veremos es este asunto, de que tenemos la potestad de hacer todo lo que deseemos, porque tenemos libre albedrio, pero que no todo conviene. Y, es más, que hay que tener cuidado cuando nos dejamos dominar por las cosas. El adoptar la fe en Cristo no significa que seremos perfectos enseguida. Todavía tenemos que lidiar con nuestro pecado, con lo que mora dentro de nuestro ser. Pero la gran diferencia que debiera haber en nuestra vida como creyentes es que nunca debe haber la práctica del pecado. Cuando practicamos el pecado, ahí es que una persona se está dejando dominar, y eso es un problema muy grave. Tal es el problema de que si una persona, no importando la fe que profese tener, sino llega a dominar ese mal en el Señor, no podrá entrar en el reino de Dios. Esto dice la Palabra: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:19-21. ¿Quién es el que hereda? Un hijo. Entonces, si la Palabra dice que una persona no heredará el reino de Dios si practica el pecado, lo que está diciendo es que, por muy hijo que sea, si se deja dominar de nuevo por el pecado, no entrará en el reino de Dios. Dios es amor, pero también es Santo, así que, El perdona, pero con el fin de que dejemos atrás el pecado, paso a paso, día a día, buscando hacer Su voluntad, y no dejándonos dominar de nuevo por lo mismo que causo nuestra perdición para comenzar. Esto dice la Palabra: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:7.

Hay algo que debemos tener siempre en mente, especialmente como creyentes en Cristo, que somos seres creados, Dios nos creó para sí mismo. Cuando estábamos perdidos en nuestros pecados, estábamos totalmente aparte del propósito de nuestro existir, y claro, lo inservible se bota. El infierno es un basurero eterno básicamente. Pero, Dios decidió darnos la oportunidad para que nuestro propósito de existir pudiera ser posible de nuevo a través de la cruz de Cristo, para que pudiéremos volver a nuestro propósito original. Esto dice la Palabra: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10. La predestinación que tantos confunden, consta de que cada uno de nosotros fue hecho y creado para Dios y para cumplir Su voluntad. Y El dá la oportunidad a cada ser a través del Señor Jesucristo a volver a ese plan original, bajo el libre albedrio. Así que, una persona decide si vuelve o no a ese plan original a través de Jesucristo.

Y este es un asunto relacionado que debemos siempre tener en cuenta, que como los seres creados que somos, fuimos hechos para servir. Y si una persona no sirve a Dios, entonces sirve a Satanás y al pecado, aunque piense que se está sirviendo a sí misma. Esa es nuestra realidad. Tu sirves a alguien, quieras creerlo o no, y solo hay dos lados, dos opciones: Dios o el diablo. No hay un intermedio. Así que, también se puede determinar que tú le perteneces a quien tú decides servir. Si le sirves a Dios, le perteneces a Dios. Pero, si sirves a la carne y al pecado, le perteneces a eso, y finalmente le perteneces al diablo. Esto dice la Palabra al respecto: Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Efesios 2:1-5.

Ahora, se puede entender, por ejemplo, la verdadera razón por lo cual se inventó la llamada teoría de la evolución, y es para justificar la rebeldía y el orgullo del hombre, para sentirse que no le debe nada a nadie y para hacer como le parece. Y mucho del ser humano prefiere creer que vino de un accidente cósmico, y de un primate, que pensar que le debe todo al Santo Ser que lo creo, quien sigue permitiendo que exista (porque si respiramos y nuestros corazones palpitan, es porque Dios lo permite), y que de El y de Su verdad depende si una persona vive eternamente o muere en el infierno para siempre. Cuando una persona no le obedece a Dios, adopta este mismo sentir, y finalmente se condena a sí misma a pertenecerle a Satanás, no importa la fe que profese tener (porque Dios nos juzgará por la intención de nuestro corazón y por nuestros hechos, y no por lo que decimos). Esto es lo que dijo el propio Señor: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, ¿A quién sirves? ¿A Dios, o a el diablo? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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