Basado en Mateo 23:34 – 24:2 (Versión Reina Valera 1960)  

Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor. Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

Hay muchos que piensan que porque Dios es amor y muy misericordioso es que nunca tendrán que responder por sus pecados. Hay otros que piensan que, porque escogen no querer creer en Dios, que eso hace que Dios no exista, y por eso es que no tendrán que dar cuentas. Y hay otro grupo de personas que piensan que ya todo esta predeterminado en cada persona y que todo va a pasar tal cual, haga lo que haga, entonces también piensan que no serán juzgados porque, ¿Cómo juzgará Dios si El fue quien predestino todo? Y también, hay un grupo de personas que piensan que, si uno le presenta la Palabra de Dios a una persona, aunque esa persona sea rebelde, finalmente se va a convertir porque la Palabra de alguna manera va a cambiar su parecer, más tarde o más temprano, y apoyan este pensamiento en el siguiente pasaje: Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. Isaías 55:10. Pero, el asunto es que nada de lo mencionado es verdad, como lo podemos ver en Su Palabra.

Primero que nada, Dios sí es amor y muy misericordioso, pero, no obstante, eso no quiere decir que nunca hará justicia. No podemos errar. Dios es amor, clemente, y misericordioso, pero también es justo y hasta fuego consumidor. Escrito esta: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31. Dios es bueno y amoroso, pero también, castigará la burla y el rechazo, indudablemente. Entonces, hay un momento donde todos daremos cuentas.

Ahora, con referencia a los que “escogen” no querer creer en Dios, es totalmente ilógico pensar que la voluntad del hombre haga posible cambiar ciertas realidades inconmovibles en el universo. Para comenzar, somos seres totalmente débiles, limitados, y finitos. Somos como la nada delante de la naturaleza, y si eso es así (porque lo es), ¿Qué somos delante del Dios eterno y todopoderoso que sencillamente habló y fueron creadas las cosas? Entonces, ¿puede afectar nuestra humilde e insignificante opinión a Alguien como el Dios del universo? Imposible. Todo lo creado proclama la existencia de Dios porque El fue Quien lo hizo todo. Su creación habla de Su grandeza y Su infinidad. Y Su Palabra dice esto: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:20. Así que, es imposible no poder creer en Dios, que El es el que es. Ahora, si una persona “escoge” no querer creer, esa es otra historia, y tendrá un final no muy feliz. Será juzgado por su incredulidad.

Ahora bien, con el asunto de que la predestinación es una realidad, debo decir que hay tal cosa, pero con seres muy específicos en la historia. Pero la gran mayoría de nosotros tenemos libre albedrio, y eso es indudable si vemos la Palabra. Si hubiera tal cosa como la predestinación universal, los principales que serían predestinados serian el pueblo de Israel y no nosotros los gentiles, los cuales somos todos ajenos a las promesas dadas a Israel. Y especialmente si fuere tal predestinación, Dios lo hubiera hecho para la salvación de todo Israel. Pero vemos en la Palabra que no todos los de Israel llegaron a ver el bien. Es más, todo lo contrario, pocos se salvaron. Esto dice la Palabra: A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia. Deuteronomio 30:19. Entonces, si Dios le dice a Israel a que “escoja por la vida”, ¿Cómo podemos pensar que todos somos predestinados, y que no hay libre albedrio? Imposible. Todos tenemos libre albedrio, así que, si hacemos lo que hacemos con nuestras vidas, es solo por nuestra elección y no porque Dios lo predispuso así. Por lo tanto, daremos cuenta delante de Dios por lo que hicimos en esta vida.

El asunto es que la Palabra de Dios se cumple en nuestras vidas según como nosotros respondemos al Señor. Dios llama y le habla a toda persona desde que nace, y todos los días, hasta que dejamos de respirar nuestro último aliento. Innumerables son las veces y las maneras que Dios llama a cada ser humano. Pero esto dice la Palabra: Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. Mateo 22:14. Esto no se trata de que Dios escoge a quien será salvo, sino más bien, se trata de los que escogen responder a Su llamado. Por lo tanto, esto dice la Palabra: Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 1 Corintios 10:1-11. Y, ¿Qué fue lo que sucedió con lo que vimos al comienzo? La historia nos enseña que lo que profetizó el Señor acerca de la destrucción del templo ocurrió tal cual en el año 70 DC, cuando los Romanos destruyeron a Israel. Y ¿por qué sucedió? Porque el pueblo de Israel no valoró al Señor como tal, sino solo unos pocos. La Palabra se cumplió para juicio y no para bendición. Entonces, el asunto es sencillo: ¿Escogerás rechazar al Señor, o tratarás al Señor correctamente? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment