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La razón por lo cual predicamos acerca del Señor Jesucristo - Hechos 4:1-20

Basado en Hechos 4:1-20 (Versión Reina Valera 1960)  

Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil. Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera este haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.

¿Por qué es que se predicaba tanto de Cristo? Porque nunca ha habido otro ser como El en toda la tierra, ni desde la creación hasta ahora. Nadie ha hecho lo que El hizo. Ni ningún otro llamado dios, ni ningún profeta, no ha habido absolutamente nadie que se le iguale. Esto mismo le mandó a decir a Juan el Bautista cuando Juan mandó a preguntar por El: Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio. Mateo 11:4-5. Y el Apóstol Juan declaró que solo se escribió lo suficiente para que hubieran contundentes pruebas de que Jesús era (y es) Dios, el Mesías, como quedo escrito: Este es el discípulo [Juan] que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén. Juan 21:24-25. Así que, sencillamente Sus obras son únicas, y de tal poder que vencía a los demonios, y resucitó a muchos muertos aparte de Lázaro, al cual resucito después de cuatro días de haber muerto, cuando ya se pensaba que su cuerpo se estaba descompuesto. Sus obras son milagrosas y únicas.  

Lo otro que lo hace tan distinto y único es que El venció a la muerte. A pesar de que fue crucificado, y murió de la manera más cruel que un ser puede morir, sin que quedara alguna duda de Su muerte, al tercer día, el Padre le levantó de los muertos. Todos los otros lideres mundiales, o emperadores, o reyes, o lideres religiosos, como Buda o Mohamed, todos están en sus respectivas tumbas. Pero el Señor Jesucristo fue resucitado al tercer día de entre los muertos, y ascendió a los cielos a la diestra del Padre. Esto dice el recuento Bíblico: Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. Hechos 1:9-11. Y Esteban también declaró esto, momentos antes de morir:  Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Hechos 7:55-56.

Y, ¿Qué más nos ha hecho predicar tanto de este Jesucristo, al cual prácticamente todo el mundo conoce gracias a esa predicación? La manera que ha tocado nuestros corazones, y nos ha transformado el poder de Dios a través del nombre del Señor Jesucristo. Vemos, por ejemplo, los distintos relatos de todos aquellos que nos precedieron que no solamente vivieron para El, sino que contaron como privilegio haber sufrido por El, y hasta llegar a entregar sus vidas por su fe en El. Sabemos de estos mismos como Pedro y Juan que vivieron para el Señor, y a pesar de las prisiones y las persecuciones, nunca pudieron dejar de hablar del Señor, por ese mismo Señor que transformó sus vidas para siempre. Ellos vieron y experimentaron la gloria del Unigénito Hijo de Dios, del Mesías. También vemos la historia de Pablo, de ser un perseguidor de la Iglesia, y llegar a tener un encuentro con Cristo en el camino a Damasco, donde toda su vida cambio. El Señor lo transformo para siempre, de perseguir a la Iglesia de Cristo, a morir por ese mismo Cristo que lo cautivo con Su amor. El mismo predicaba esto: Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Romanos 14:8.

En fin, ¿Qué puedo decir yo? Bendito sea el Señor por siempre que tuvo misericordia de mí, y me salvó de mis pecados, y me ha hecho una nueva criatura en El, dándome la esperanza de la salvación eterna por Su gracia cuando yo merecía morir por mis pecados. Y no solo me dió la vida eterna, sino que también como este hombre que fue sanado, también me sanó a mi milagrosamente, cuando la ciencia había llegado a su límite, y he vivido todos estos años por el poder de Su Espíritu Santo. Al igual como los que me precedieron, le debo todo a El y ha cambiado mi vida para siempre. Y mi esperanza es serle fiel hasta que muera, o hasta que El venga por nosotros que realmente le amamos (porque Su venida está cerca).

Ahora ¿Puede Dios también tocar tu corazón y cambiar tu vida para siempre como nos ha pasado a tantos de nosotros? ¡Claro que sí! Solo tienes que arrepentirte y convertirte de todos tus pecados, y aceptar por fe al Señor Jesús como el Señor y Dios de tu vida, y seguirle fielmente, haciendo la voluntad del Padre desde ahora en adelante. Este es el Evangelio que nos esmeramos en predicar por todo el mundo, porque El es nuestra única esperanza. Así que, ¿Has tenido un real encuentro con Dios a través del Señor Jesucristo quien puede transformar toda tu vida para siempre? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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El matrimonio a la manera de Dios - 1 Corintios 7:1-5, 10-11

Basado en 1 Corintios 7:1-5, 10-11 (Versión Reina Valera 1960)  

En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia… …Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.

¿Quién fue el que invento o estableció el matrimonio, Dios o el hombre? Para aquellos de nosotros que creemos en el Altísimo y en lo que revela Su Palabra, creemos fielmente que fue Dios el que creo no solo al hombre, o a la raza humana, sino también la institución del matrimonio. Y ya que el asunto es así, entonces, ¿A quién debiéramos buscar para saber cómo es que debe ser el matrimonio? Si somos creyentes en Dios, ¿debiéramos dejarnos llevar por lo que dice la sociedad, por nuestras propias opiniones, o como debiera ser, de buscar de Dios para saber cómo es que debe trabajar esto mismo que El creo? Si hay algo de lógica, entenderíamos que nadie sabe más de como algo debe trabajar, sino que su Creador. Así que, si una persona realmente desea saber cómo ha de funcionar un matrimonio, debiera buscar al Señor, al Creador.

Para comenzar, en el libro de Genesis vemos como Dios creo el matrimonio. Esto leemos: Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras este dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Genesis 2:18-24. ¿Qué podemos ver con esto? ¿Cuántas personas debe haber para que un matrimonio funcione? Debe haber tres: Dios quien lo creo y lo formo, y un hombre y una mujer. Y esto es el primer problema por lo cual hoy muchos matrimonios no funcionan, porque sencillamente no está Dios. Dios es el que falta de alguna manera u otra. Si se une un matrimonio solo entre un hombre y una mujer, no va a trabajar como corresponde, por mucho que traten de hacerlo trabajar, y aunque luzcan felices, no está siendo formado como es debido. Dios hizo el matrimonio con el mismo propósito que todo lo demás, El lo creo todo, y todo lo hizo para El, para que le sirva a El, para que cumpla Su propósito. Así que, puede estar una pareja unida, aparentemente felices, pero si Dios no está, es un total fracaso. ¿Por qué puedo decir esto? Si dos personas no le pertenecen al Señor, ni aún menos, sino están haciendo ambas la voluntad de Dios, ¿Dónde terminan, en la gloria o en el infierno? Entonces, si dos personas terminan condenadas en el infierno por toda una eternidad, ¿puede decirse que ese matrimonio fue un éxito? No. Y si uno de ellos se salva y el otro se pierde, ¿Se puede decir que el matrimonio fue un éxito? No. Porque precisamente, el matrimonio se define como tal por la unión de dos personas, y teniendo a Dios como centro. Un matrimonio que funciona como Dios manda va a constar de dos personas unidas en Cristo, para que ambas juntas alcancen la vida eterna, por su dedicación a ayudarse el uno al otro para seguir al Señor juntos.

Ahora, si recordamos cuando entro el pecado en el mundo, precisamente fue con Adán y Eva, entenderemos que, si Dios no está dentro del matrimonio, todo se vuelve en un rotundo fracaso. Esto leemos: Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Genesis 3:1-9. Este fue el peor momento de este matrimonio, y no solo de ellos, sino de toda la raza humana, cuando entro el pecado en el mundo bueno que creo Dios. ¿Qué paso? Primero, ¿Dónde estaba Dios? ¿Dios se apartó del hombre? Imposible. El hombre y la mujer se apartaron de Dios, por alguna razón. ¿Qué fue lo otro que paso? La serpiente encontró a la mujer sola. Por alguna razón, o la mujer se puso a aventurar sola por allí, o el hombre la dejo sola, pero, de cualquier manera, estaban separados. Y en esa separación, entro la vulnerabilidad. Y en esa vulnerabilidad, la serpiente aprovecho el momento, y convenció a la mujer con cosas que desgraciadamente le fueron muy atrayentes, tanto como para llegar a desobedecer a Dios, y después, hacer caer a su esposo, Adán. Ambos cayeron. Si ambos juntos hubieran vuelto a Dios a tiempo, la historia de su matrimonio y de este mundo sería algo totalmente distinto.    

Y como final, esto enseñó el Señor: Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio. Mateo 5:27-32. La única razón por lo cual puede haber divorcio es por el acto (no el pensamiento) del adulterio. Pero también, si hay un arrepentimiento genuino del adultero, y un perdón genuino (porque para que el matrimonio trabaje, debe haber un acuerdo), Dios también puede restaurar y rehacer lo que el pecado destruye, si ambos ponen a Dios en Su lugar apropiado, en el centro de su matrimonio. Así que, ¿estas llevando a cabo la voluntad de Dios en tu matrimonio? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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El creer no es suficiente - Juan 8:31-59

Basado en Juan 8:31-59 (Versión Reina Valera 1960)  

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis. Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga. De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte. Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo? Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra. Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.

Leímos en este pasaje que comienza a hablar de unos judíos (o sea, los religiosos que eran hebreos) que creyeron en el Señor, y que después que el Señor y ellos hablaron, terminan tratando de apedrear al Señor. Y si el Señor no se hubiera escondido y salido del templo, lo hubieran matado. ¿Cómo se explica este extremo cambio en un grupo de personas, de creer para después querer matar al Señor? Cuando buscamos la explicación a través de la Palabra, podemos llegar a entender que no es tan difícil que haya tal transición repentina, por decir.

Uno de los pasajes que ayudan a aclarar este asunto se encuentra en el libro de Santiago, donde dice esto: Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:19-20. ¿Qué podemos ver aquí? Los demonios también creen, y hasta tiemblan, que es señal hasta de miedo. Ahora, ¿Eso quiere decir que porque los demonios creen y hasta tiemblan que podrán ser salvos? Por supuesto que no. Santiago aclara que la fe debe ir mucho más allá de un simple creer, sino que para que una fe sea válida para salvación, debe haber un producto, debe haber obras o acciones que demuestren tal fe que sea aceptable ante Dios para salvación. Esto también dijo el Señor: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, este pasaje define cuales son las obras que uno debe cumplir para alcanzar la salvación: el hacer la voluntad del Padre. Ese es el producto que debe tener la fe: el obedecer a Dios. Y esto obviamente no es lo que hacen los demonios, ni tampoco hicieron estos judíos que creyeron en el Señor. Porque claro debiera ser, y tal como lo dijo el Señor: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. El obedecer a Dios consta de permanecer en Su Palabra. Por eso que la Palabra de Dios no debe convertirse en algo intelectual o para alcanzar conocimiento nada más. Si no se vive la Palabra de Dios, haciendo como el consejo de Dios nos guía, entonces nunca cumpliremos la voluntad del Padre, y no hay salvación para aquellos que no escogen hacer la voluntad del Padre, porque de nuevo: …la fe sin obras es muerta.

Entonces, ¿Qué debe suceder en la vida de una persona para que su fe sea genuina? Esto cuenta la Palabra precisamente lo que paso con la gran mayoría de las personas durante Su venida a este mundo: En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Juan 1:10-12. El mundo no le conoció, ni los religiosos le recibieron. Creyeron en El estos judíos de los cuales leímos, pero sencillamente no le recibieron, nunca lo aceptaron como el Mesías, como el Unigénito Hijo de Dios. El recibir al Señor consta de un completo arrepentimiento y conversión de todos sus pecados (el gran propósito del ministerio de Juan el Bautista fue el bautismo de arrepentimiento), y claro, no solo creer sino recibir al Señor Jesucristo como el Señor en su corazón, rindiendo lo más profundo de nuestro ser. La verdadera fe comienza con esto, y prosigue en obedecer y hacer Su voluntad. Aquellos que reciben a Cristo son a los que les es dado la potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos judíos que creyeron, pero no le recibieron nunca abandonaron su verdadera posición, de ser esclavos e hijos del diablo. Esa es la verdad. Y si una persona no recibe al Señor como Señor, no está dejando la oscuridad atrás. Y al persistir en ese sentir y estado, llegará hasta a odiar a Dios en algún momento dado, por el dominio que el pecado sigue teniendo sobre él. Nunca llegarán al Señor.

¿Qué es finalmente la prueba de la verdadera fe? Esto dice la Palabra: Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Romanos 8:8-9. Si no vives y hasta mueres para el Señor, si fuere necesario, no estás haciendo la voluntad del Padre, y como tal no obtendrás la entrada a Su reino por mucho que digas: Señor, Señor. Así que, ¿Crees solamente en Cristo, o le has recibido como el Señor de tu vida para vivir y hasta morir por El? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Una religión no es la respuesta - Juan 18:28-40

Basado en Juan 18:28-40 (Versión Reina Valera 1960)  

Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua. Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Respondieron y le dijeron: Si este no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie; para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir. Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito. Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos? Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a este, sino a Barrabás. Y Barrabás era ladrón.

¿Cómo es que los fariseos siendo tan religiosos no solamente tuvieron enemistad con el Señor, sino que hasta le llevaron a la muerte? Algunos pensarán que la muerte del Señor sencillamente tenía que suceder, para que se cumpliesen las Escrituras, y que todo lo que paso fue la voluntad de Dios. Y sí, es verdad, que todo tenía que cumplirse, porque todo lo que está escrito se cumple, de alguna manera u otra. Pero, también dice la Palabra misma: ¡Ay del mundo por los tropiezos!, porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Mateo 18:7. O sea, Cristo tenía que morir, pero cada uno escogió hacer lo que hizo por su propia voluntad, y no porque Dios los obligo, porque también está escrito: Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Mateo 18:8. Así que, todos, y especialmente los religiosos pudieran haber escogido hacer las cosas de una manera muy distinta. Entonces, ¿Cuál fue el problema?

El asunto es que la religión o las prácticas religiosas no te llevan a Dios. Y ¿Qué es la religión? Por definición, es: Un conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social, y de prácticas rituales, principalmente de la oración y el sacrificio para darle culto. Y esto era lo que observaban los fariseos. Ellos no seguían a Dios, sino que basaban su vida sobre creencias, sobre reglas y mandatos. Por lo tanto, aunque ellos pensaban que agradaban a Dios, ellos estaban muy lejos de Dios, porque el seguir a Dios no consta de hacer cosas religiosas, por muy buenas que luzcan. Las obras son vitales para le fe en Dios, pero Dios desea algo que va mucho más allá de simples obras y nada más. El asunto es que Dios mira y escudriña lo mas intimo del hombre, las intenciones del corazón. Esto dice la Palabra: Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:10. Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12. El Señor mismo habló de esto, al aclarar que el hacer cosas que lucen espirituales y hasta supernaturales no son muestra de verdadera fe, ni de que esas cosas aseguran la entrada al cielo, cuando dijo: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Y esto también dice la Palabra: Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 1 Corintios 13:1-3. ¿De qué amor está hablando aquí Pablo? ¿De sentimientos, de cosas pasajeras y emotivas? ¿De pasiones y deseos carnales? Absolutamente que no. El amor que hace que todo tenga valor delante de Dios es el genuino y puro amor hacia El Señor, como esta escrito: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. Marcos 12:29-31. Este amor por Dios debe ser la razón por lo cual hacemos todas las cosas. Este amor debe ser la raíz de todo en nuestra vida, la razón por lo cual amamos a nuestros seres queridos, como también debemos amar a nuestros enemigos, porque nuestro prójimo son todos aquellos que nos rodea. Esto también dijo Pablo: Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Romanos 14:8-9. Si el amor hacia Dios no es lo que nos rige para todo en nuestra vida, y la razón por lo cual hacemos todas las cosas, entonces estaremos en contra de Dios, como lo estuvieron los fariseos, que a pesar de sus practicas religiosas y estrictas, hicieron que mataran al Unigénito Hijo de Dios en la cruz. Ahora, por supuesto que cada uno de nosotros fue responsable por la muerte del Señor, porque murió por todos nuestros pecados, pero ellos fueron los precursores. Por lo tanto, nada se gana con la religiosidad. La base de todo debe ser el amor.

Ahora, ¿Cómo veremos más claro este asunto de que lo que Dios mas busca es que le amen? Nuestro mejor ejemplo es, David. Esto dijo el propio Dios: Quitado este [hablando de Saul], les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de este, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel. Hechos 13:22-23. David no fue perfecto, pero una cosa es muy cierta, que David amaba al Señor, y lo amaba de tal manera que Dios mismo estableció que el Mesías tenía que ser Hijo de David. Así que, ¿es el amar al Señor tu motivación para todo en la vida, en vez de una sencilla religión? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Necesitamos aprender a ser justos con Dios - Juan 1:1-12

Basado en Juan 1:1-12 (Versión Reina Valera 1960)  

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Cuando hablamos de Dios, refiriéndonos al Dios verdadero ¿Entendemos realmente Quien es El? ¿Entendemos, por ejemplo, a la Santa Trinidad, a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo? Sé que puede ser un poco confuso entender este asunto, al hablar de un Dios trino, y que los Tres son Uno. Pero, no obstante, son tres Seres totalmente Dios e ilimitados en toda manera. Esto nos enseña la Palabra: Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 1 Juan 5:7. Entonces, debemos preguntarnos si logramos a lo menos poder aceptar este hecho, aunque no comprendamos exactamente como trabaja esto. Pero si no llegamos a creer en esto como corresponde, siempre tendremos una fe muy limitada y mal fundamentada, y eso nunca conllevará a nada bueno.

No obstante, Dios es Quien es, el Omnipotente, Omnipresente, y Omnisciente, Dios del universo, lo quieran creer las personas o no (porque este hecho no depende de las personas, sino que es una realidad). Y todo lo que existe fue creado y hecho por este Ser. Y no solo eso, sino que todo sigue existiendo y consistiendo y subsistiendo a través de este Dios del universo, tal como lo dijo el Apóstol Pablo: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17. Y claro, como tal, cuando Dios lo decida, todo lo que debe terminar, también terminará, y no hay nada que podamos hacer al respecto, porque de nuevo, estamos hablando de Dios.  

Lo otro que debemos entender, en conjunto con lo anterior, es lo que Dios hizo por nosotros. Dios nos amó inmerecidamente, y de tal manera, que mando a Su Unigénito Hijo, al Señor Jesucristo (Dios), a nacer, a vivir, a morir, y hasta resucitar al tercer día, todo por amor a nosotros, para que nosotros podamos tener la oportunidad de obtener el perdón de nuestros pecados y la vida eterna, tal como lo dice la Palabra: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. Juan 3:16-17. Esto también es un hecho, y uno irrefutable, que debe ser aceptado para que una persona pueda tener la fe correcta.

Ahora, ¿adónde vamos con todo esto? El asunto es que debemos aprender a ser justos con Dios, pero para poder ser justos con Dios, debe haber una fe correcta, porque si una persona no llega a tener la fe correcta, entonces nunca obtendrá ni el perdón de pecados, ni aún menos la salvación o la vida eterna. Sencillamente, el todo de la fe en Dios es precisamente aprender a practicar la justicia para con Dios. Por ejemplo, es injusto no reconocer la posición de Dios como tal, porque para nuestro propio bien, El (como la Santa Trinidad, y no como un Dios genérico) debe ser reconocido como tal, como Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo. Si no se cree en El como tal, entonces nunca habrá ni el verdadero respeto, ni temor, ni honor, etc., etc. que debe haber por El. Todo se lo debemos a El, hasta nuestro respirar, el palpitar de nuestros corazones, todas las llamadas funciones involuntarias del cuerpo (como lo llama la ciencia) y hasta el alma. Si no creemos en El cómo la autoridad que es, nunca le prestaremos ni la merecida atención, ni le obedeceremos, ni aún menos, darle el primer lugar del cual El es digno. Si El no es nuestro literal y efectivo Señor, entonces no le pertenecemos. Y si no le pertenecemos, ¿Qué entonces nos salvara de la ira venidera? Esto dice Dios: El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos. Malaquías 1:6-8.

 

Y también, si no reconocimos Su amor, la increíble Gracia que se demostró voluntariamente a través del Señor Jesucristo, nunca amaremos al Señor como nos manda la ley y los profetas, aquello que el propio Señor vino a reestablecer, como está escrito:   Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:29-30. Si no aprendemos a amar al Señor, no habrá ni perdón de pecados, ni salvación, ni vida eterna. Porque todo lo que Dios desea de nosotros va más allá de un simple creer y aceptar. El amor es necesario, es un requisito.

Entonces, para lograr ser justos con Dios, debemos hacerle y tratarle como el Dios y Señor que es, y, debemos amarle con todo lo que somos, y por sobre todas las cosas. El comienzo: Es la gracia de Dios, y después la fe. Pero esa fe debe culminar en un completo sometimiento a la autoridad de Dios (la Santa Trinidad) y en un perfecto amor por Dios (la Santa Trinidad). Esto dice la Palabra: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Juan 3:36. Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Romanos 10:9. El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene. 1 Corintios 16:22. Por lo tanto, debemos creer en el Hijo, confesarlo como Señor, y amarle como se lo merece, para poder evitar la ira de Dios, para poder ser salvo, y para dejar de ser anatema. Entonces, ¿Estás aprendiendo a someterte y amar a Dios como corresponde, buscando ser justo con El, por tu propio bien? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La ceguera que viene por la falta de fe - Lucas 24:13-35

Basado en Lucas 24:13-35 (Versión Reina Valera 1960)  

Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.

¿Cuál es el verdadero problema que el hombre tiene para no poder llegar a tener la fe que necesita? ¿Es culpable Dios, porque Dios no le ha abierto los ojos o el entendimiento todavía, y por eso que no encuentra la manera de llegar a creer como corresponde? Muchos piensan eso, que el hombre no tiene la capacidad de creer, porque por alguna razón Dios es culpable de no haberle abierto el entendimiento todavía, y que todo este asunto de creer, y de fe, viene de Dios. Pero al ver este pasaje, podemos entender que el problema de fe no es de Dios sino del hombre.

La gran mayoría de las personas tienen un grave problema con la fe en Cristo, de que sencillamente no llegan a un completo convencimiento por alguna razón u otra. Hasta muchos de los supuestos creyentes, o llámese cristianos, increíblemente tienen este problema de fe. Y ¿Por qué puedo decir esto con tanta seguridad? Muy sencillamente. Observa la manera que viven sus vidas. La gran mayoría, e inclusive aquellos que profesan creer, viven de una manera como si Dios no existiera, y que este mundo es todo lo que hay, y que no hay nada más. De esa manera viven. Y así se encuentra por supuesto el incrédulo, y también la gran mayoría de los llamados creyentes.

¿Qué vemos en este pasaje? El propio Señor reprende a estos discípulos que estaban en el camino a Emaús. Esto les dice: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! Entonces, esto no suena como problema de Dios, de que Dios no le abrió el entendimiento, o no les dió la fe que necesitaban, sino que su ceguera venia de parte de su propia incredulidad, a pesar de ser discípulos. Y así todo, aún cuando el Señor los reprende, todavía no encontraban la manera de creer. Lo único que rompió su incredulidad, o los hizo darse cuenta de que era el Señor mismo que estaba delante de ellos, fue cuando partió el pan. Un hecho material lo hizo entrar en si, por decir. Es posible que el Señor allá tenido alguna manera singular de como partía el pan. No lo sabemos, pero sus entendimientos no se abrieron hasta ese momento. Y ellos mismos meditaban después de esto: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? ¿Qué quiere decir esto? Que sencillamente no ardieron sus corazones, no sintieron Su presencia, ni su revelación mientras estaba con ellos. ¿Por qué? ¿Era culpa de Dios? No. Era su propia incredulidad. ¿Cómo lo sabemos? Como lo declararon ellos mismos: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo… El Señor no era profeta. El Señor Jesucristo es Señor y Dios, y si una persona no llega a esa completa realización, no solo de palabra o intelectualmente, sino con un completo corazón, y literalmente tratando al Señor como el Señor de sus vidas, todavía está ciego. Y de nuevo, ¿eso es culpa de Dios, porque Dios no los ha iluminado? No. Escogieron no haber llegado a ese punto todavía. Y ese es el grave y universal problema que existe. Porque si una persona cree y tiene al Señor por Señor en sus vidas, ¿Están buscando hacer su propia voluntad o la voluntad de Dios? Si uno le tiene por Señor, entonces debiera vivir solo para buscar hacer Su voluntad. Pero el grave problema es que casi todos viven para hacer su propia voluntad.

Puede que diga alguien: ¿Por qué tú dices que la evidencia de verdaderamente creer en Cristo debiera constar de solo hacer Su voluntad? Y la respuesta es porque cuando llegas a esa convencimiento y aceptación, le has visto como lo que realmente es, y no queda ningún propósito ni nada más grande y digno que seguir que hacer lo que ese inmenso e infinito Ser te diga. Estamos hablando del Rey de reyes, y del Señor de señores, del Creador de los cielos y de la tierra, del que era, y es, y que ha de venir, el que juzgará a toda la humanidad por sus hechos. No hay nadie más grande, no hay nadie más importante, no hay nadie a quien le debamos más. Todo nuestro existir y nuestro futuro depende de El. Así que, es solo lógico que, si llegas creer en El como tal, que suceda un gran cambio de rumbo. Pero si no llegas a decidir y aceptarle como tal, nunca veras la gloria de Dios, y nunca tendrás ni la salvación ni la vida eterna que solo el verdadero Dios puede dar a través precisamente del Señor Jesucristo (Dios). Nunca agradarás a Dios porque escogiste no lograr tener esa fe, como está escrito: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 12:6.

En fin, no le queda nada al Señor para comprobarnos que El es Quien dice ser que es. Todo lo creado habla de El. Y la cruz demuestra Su amor por nosotros. Y hasta el palpitar de nuestros corazones, y el aire que respiramos depende solo de El. Es sencillamente tu decisión o ignorar la irrefutable evidencia del Señor y morir para siempre, o aceptar Su Verdad y vivir como tal para poder alcanzar la vida eterna. Así que, ¿Escoges creer y seguir al Señor, o escoges seguir en tu ceguera y morir de esa manera? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Las consecuencias por desobedecer al Señor - 2 Samuel 1

Basado en 2 Samuel 1 (Versión Reina Valera 1960)  

Aconteció después de la muerte de Saúl, que vuelto David de la derrota de los amalecitas, estuvo dos días en Siclag. Al tercer día, sucedió que vino uno del campamento de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se postró en tierra e hizo reverencia. Y le preguntó David: ¿De dónde vienes? Y él respondió: Me he escapado del campamento de Israel. David le dijo: ¿Qué ha acontecido? Te ruego que me lo digas. Y él respondió: El pueblo huyó de la batalla, y también muchos del pueblo cayeron y son muertos; también Saúl y Jonatán su hijo murieron. Dijo David a aquel joven que le daba las nuevas: ¿Cómo sabes que han muerto Saúl y Jonatán su hijo? El joven que le daba las nuevas respondió: Casualmente vine al monte de Gilboa, y hallé a Saúl que se apoyaba sobre su lanza, y venían tras él carros y gente de a caballo. Y mirando él hacia atrás, me vio y me llamó; y yo dije: Heme aquí. Y me preguntó: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy amalecita. Él me volvió a decir: Te ruego que te pongas sobre mí y me mates, porque se ha apoderado de mí la angustia; pues mi vida está aún toda en mí. Yo entonces me puse sobre él y le maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la argolla que traía en su brazo, y las he traído acá a mi señor. Entonces David, asiendo de sus vestidos, los rasgó; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. Y lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por Jonatán su hijo, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, porque habían caído a filo de espada. Y David dijo a aquel joven que le había traído las nuevas: ¿De dónde eres tú? Y él respondió: Yo soy hijo de un extranjero, amalecita. Y le dijo David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová? Entonces llamó David a uno de sus hombres, y le dijo: Ve y mátalo. Y él lo hirió, y murió. Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido de Jehová. Y endechó David a Saúl y a Jonatán su hijo con esta endecha, y dijo que debía enseñarse a los hijos de Judá. He aquí que está escrito en el libro de Jaser. ¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas! ¡Cómo han caído los valientes! No lo anunciéis en Gat, ni deis las nuevas en las plazas de Ascalón; para que no se alegren las hijas de los filisteos, para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos. Montes de Gilboa, ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierras de ofrendas; porque allí fue desechado el escudo de los valientes, el escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite. Sin sangre de los muertos, sin grosura de los valientes, el arco de Jonatán no volvía atrás, ni la espada de Saúl volvió vacía. Saúl y Jonatán, amados y queridos; inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados; más ligeros eran que águilas, más fuertes que leones. Hijas de Israel, llorad por Saúl, quien os vestía de escarlata con deleites, quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro. ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! ¡Jonatán, muerto en tus alturas! Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán, que me fuiste muy dulce. Más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres. ¡Cómo han caído los valientes, han perecido las armas de guerra!

Uno de los problemas más grandes que puede tener el hombre con Dios es el pecado de la desobediencia. Es posible que Dios pueda tener misericordia de los males que hacen las personas, cuando no conocen la voluntad de Dios (lo cual es casi imposible no saber hoy). Pero cuando se sabe la voluntad de Dios, cuando Dios ha dado la instrucción necesaria (para eso está la Biblia), y es desobedecida, entonces vienen serios problemas. Dios sencillamente no tiene mucha tolerancia a la desobediencia. El es amor y muy misericordioso, pero finalmente, también es Dios y el Rey Supremo de todo el universo. Y como Rey, El es la suma autoridad, algo que no se rige ni por democracia, ni por votos, ni aún menos, por opinión humana, porque nada somos delante de El, ni tampoco nada podemos hacerle para afectar Su autoridad y posición en ninguna manera. Y esto es algo que el ser humano debe aceptar y regirse apropiadamente si desea ver el bien, especialmente en la eternidad.

Saúl trajo su propia destrucción sobre si y sobre los que le rodeaban, precisamente por su desobediencia. Saúl sabia cuál era la voluntad de Dios, pero opto por no obedecer, dejándose llevar por su propia opinión, o aún peor, por la opinión pública. Y aunque Dios le dio la oportunidad inmerecida de ser rey sobre Israel, le peso al Señor haber hecho tal cosa, no porque se equivocó Dios (porque Dios no se equivoca), sino porque le dio la oportunidad. Pero, en fin, y aquí vemos el libre albedrio en plena acción, Dios deja que nosotros tomemos nuestras decisiones, y eso es lo que dicta nuestro camino en esta tierra y lo que pasa con nosotros en la eternidad. Esto dice la Palabra sobre lo que sintió Dios con respecto a Saúl, después de sus desobediencias (porque no fue solo un incidente): Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. 1 Samuel 15:10-11a. Y en el siguiente pasaje veremos lo que colmó la paciencia de Dios, y podremos ver que, para Dios, nuestra obediencia es de suprema importancia: Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di. Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel? Y Jehová te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal. Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey. 1 Samuel 15:16-23.

El asunto es muy sencillo. Nosotros fuimos creados y hechos por Dios para un solo propósito, para hacer Su voluntad. Y aunque pecamos, Dios nos dio otra oportunidad (la última) por Su gracia a través del Señor Jesucristo de volver a ese propósito original. Pero, si desechamos este regalo de Dios que es para serle útil, no queda nada más por hacer. Y cada ser humano, sin excepción, dará cuentas delante del Dios Todopoderoso, sea quien sea, tengan lo que tengan, no hay poder ninguno que se oponga al juicio de Dios. Saúl era poderoso, pero su poderío quedo en nada, y murió él y afecto a su familia, y a una nación entera con su desobediencia. Todo tiene sus consecuencias aquí, pero aún más, en la eternidad. Por eso dice la Palabra: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Hebreos 9:27. Así que, ¿buscas obedecerle al Señor o sigues buscando hacer tu voluntad para causar tu propia destrucción? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Un Verdadero Arrepentimiento y Conversión - Hechos 9:20-31

Basado en Hechos 9:20-31 (Versión Reina Valera 1960)  

En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que este era el Hijo de Dios. Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es este el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo. Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle; pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle. Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta. Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo. Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús. Y estaba con ellos en Jerusalén; y entraba y salía, y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los griegos; pero estos procuraban matarle. Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso. Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.

Cuando se toma una decisión para seguir a Cristo, no consta de seguir una religión, o de asumir ciertas prácticas, o de obedecer a ciertas reglas. Sino que se trata de algo más profundo, decisivo, y sobre todo, de un cambio de vida, de hacer que nuestra vida tome otro curso totalmente distinto al cual andábamos antes de someternos al Señor. Y cuando algo así sucede, debe haber algo muy visible, y hasta tangible que suceda en nuestras vidas. Finalmente, cuando ese momento genuinamente sucede, se trata de un encuentro con el Dios Todopoderoso a través de la fe en el Señor Jesucristo. Sencillamente, algo totalmente culminativo debe suceder, una transformación que remece los propios cimientos de nuestra vida.

¿Por qué debe haber algo tan notorio en nosotros con ese encuentro con Dios? Porque precisamente de eso se trata el asunto. Puede que no sea algo tan físicamente tangible o notorio como lo que le sucedió a Pablo, pero también, no tan lejano, y algo que no tiene nada que ver con los sentimientos o las emociones, sino con cosas más profundas y significativas. Para poder explicar este tipo de reacción que debe haber en nosotros, debemos primero responder una pregunta: ¿De Quién se trata este encuentro tan notable? De Dios. Dios no es un ser humano. El propio Señor Jesucristo, aunque haya tomado nuestra semejanza de hombre para poder cumplir con el sacrificio en la cruz, era (y es) más que un hombre. Es Dios, el Dios a través del cual Dios Padre creo todas las cosas. El es el Verbo el cual Dios usó para que las cosas fueran creadas. Esto dice la Palabra: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Juan 1:1-3. Cuando nosotros conocemos a ciertas personas especiales en nuestra vida, personas como tú y yo, queda una impresión muy profunda a veces. Por ejemplo, las personas que se casan recuerdan muy bien el primer momento que vieron a esa persona especial. Hay otros que se impresionan con conocer a un artista, o a un atleta, o a una persona rica, o a una persona altamente intelectual, y así sucesivamente. Pero si nos impresionamos con seres humanos que finalmente son de carne y hueso igual que nosotros, que un día están y al otro día perecen, ¿Cómo entonces debiera ser el encuentro con el Dios Todopoderoso, el Creador de los cielos y la tierra? ¿Comienzan a entender el asunto?   

Ahora bien, ¿Qué es lo que produce un real encuentro con Dios, lo que realmente puede transformar al ser humano? Un verdadero y genuino arrepentimiento y conversión, y eso nos pertenece totalmente a nosotros. El Señor siempre está tratando de tener encuentros con nosotros, y nos llama a salvación a cada momento. El problema es que estamos tan concentrados en nuestro propio pecado y voluntad que pasamos por alto a este increíble Ser, a pesar de todas las veces y de las distintas maneras que nos trata de llamar. El pecado es lo que nos ciega, a pesar de lo bueno y correcto que nos creamos. Tal es nuestra dureza de corazón que hasta ignoramos cosas como el brillo del sol de cada mañana, la increíble danza de los planetas que siguen su curso precisamente, y algo tan supuestamente sencillo como el respirar de nuestros pulmones y el palpitar de nuestros corazones, todos hechos posibles porque Dios sencillamente dijo que sean a través de Su Palabra. Esto dicen las Escrituras con respecto al arrepentimiento: Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre. Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados. Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Mateo 3:4-10. Dios llama. Dios trae convicción de pecado a través de Su Espíritu Santo. Dios nos provee de Su Palabra para que podamos entender. Dios es el que permite las circunstancias para ayudarnos a darnos cuenta de que le necesitamos, pero el responderle a Dios “apropiadamente” nos pertenece totalmente a nosotros. Y si no venimos a Dios con la disposición y el reconocimiento “correcto”, sencillamente, no hay cambio, no hay un nacer de nuevo, como Cristo lo explico. Esto dice la Palabra: Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Juan 3:3-7.

En Pablo hubo este muy notable arrepentimiento y conversión, y pudo nacer de nuevo, y de tal manera que las iglesias pudieron hasta tener un corto tiempo de paz, porque era Pablo quien perseguía a la iglesia. Su conversión no solo paró la persecución momentáneamente, sino que se convirtió en lo que Dios usaría para que llegará el Evangelio a nosotros hoy. Eso es lo que produce una verdadera conversión, lo que realmente puede transformar al hombre y hacer notoria la presencia del Señor Todopoderoso en la tierra. Así que, ¿Cómo has escogido corresponderle a Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Lo que sucede cuando las personas rechazan al Señor - Mateo 23:34 – 24:2

Basado en Mateo 23:34 – 24:2 (Versión Reina Valera 1960)  

Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor. Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

Hay muchos que piensan que porque Dios es amor y muy misericordioso es que nunca tendrán que responder por sus pecados. Hay otros que piensan que, porque escogen no querer creer en Dios, que eso hace que Dios no exista, y por eso es que no tendrán que dar cuentas. Y hay otro grupo de personas que piensan que ya todo esta predeterminado en cada persona y que todo va a pasar tal cual, haga lo que haga, entonces también piensan que no serán juzgados porque, ¿Cómo juzgará Dios si El fue quien predestino todo? Y también, hay un grupo de personas que piensan que, si uno le presenta la Palabra de Dios a una persona, aunque esa persona sea rebelde, finalmente se va a convertir porque la Palabra de alguna manera va a cambiar su parecer, más tarde o más temprano, y apoyan este pensamiento en el siguiente pasaje: Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. Isaías 55:10. Pero, el asunto es que nada de lo mencionado es verdad, como lo podemos ver en Su Palabra.

Primero que nada, Dios sí es amor y muy misericordioso, pero, no obstante, eso no quiere decir que nunca hará justicia. No podemos errar. Dios es amor, clemente, y misericordioso, pero también es justo y hasta fuego consumidor. Escrito esta: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31. Dios es bueno y amoroso, pero también, castigará la burla y el rechazo, indudablemente. Entonces, hay un momento donde todos daremos cuentas.

Ahora, con referencia a los que “escogen” no querer creer en Dios, es totalmente ilógico pensar que la voluntad del hombre haga posible cambiar ciertas realidades inconmovibles en el universo. Para comenzar, somos seres totalmente débiles, limitados, y finitos. Somos como la nada delante de la naturaleza, y si eso es así (porque lo es), ¿Qué somos delante del Dios eterno y todopoderoso que sencillamente habló y fueron creadas las cosas? Entonces, ¿puede afectar nuestra humilde e insignificante opinión a Alguien como el Dios del universo? Imposible. Todo lo creado proclama la existencia de Dios porque El fue Quien lo hizo todo. Su creación habla de Su grandeza y Su infinidad. Y Su Palabra dice esto: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:20. Así que, es imposible no poder creer en Dios, que El es el que es. Ahora, si una persona “escoge” no querer creer, esa es otra historia, y tendrá un final no muy feliz. Será juzgado por su incredulidad.

Ahora bien, con el asunto de que la predestinación es una realidad, debo decir que hay tal cosa, pero con seres muy específicos en la historia. Pero la gran mayoría de nosotros tenemos libre albedrio, y eso es indudable si vemos la Palabra. Si hubiera tal cosa como la predestinación universal, los principales que serían predestinados serian el pueblo de Israel y no nosotros los gentiles, los cuales somos todos ajenos a las promesas dadas a Israel. Y especialmente si fuere tal predestinación, Dios lo hubiera hecho para la salvación de todo Israel. Pero vemos en la Palabra que no todos los de Israel llegaron a ver el bien. Es más, todo lo contrario, pocos se salvaron. Esto dice la Palabra: A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia. Deuteronomio 30:19. Entonces, si Dios le dice a Israel a que “escoja por la vida”, ¿Cómo podemos pensar que todos somos predestinados, y que no hay libre albedrio? Imposible. Todos tenemos libre albedrio, así que, si hacemos lo que hacemos con nuestras vidas, es solo por nuestra elección y no porque Dios lo predispuso así. Por lo tanto, daremos cuenta delante de Dios por lo que hicimos en esta vida.

El asunto es que la Palabra de Dios se cumple en nuestras vidas según como nosotros respondemos al Señor. Dios llama y le habla a toda persona desde que nace, y todos los días, hasta que dejamos de respirar nuestro último aliento. Innumerables son las veces y las maneras que Dios llama a cada ser humano. Pero esto dice la Palabra: Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. Mateo 22:14. Esto no se trata de que Dios escoge a quien será salvo, sino más bien, se trata de los que escogen responder a Su llamado. Por lo tanto, esto dice la Palabra: Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 1 Corintios 10:1-11. Y, ¿Qué fue lo que sucedió con lo que vimos al comienzo? La historia nos enseña que lo que profetizó el Señor acerca de la destrucción del templo ocurrió tal cual en el año 70 DC, cuando los Romanos destruyeron a Israel. Y ¿por qué sucedió? Porque el pueblo de Israel no valoró al Señor como tal, sino solo unos pocos. La Palabra se cumplió para juicio y no para bendición. Entonces, el asunto es sencillo: ¿Escogerás rechazar al Señor, o tratarás al Señor correctamente? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Una vida de guerra - 1 Samuel 14:47 – 15:7

Basado en 1 Samuel 14:47 – 15:7 (Versión Reina Valera 1960)  

Después de haber tomado posesión del reinado de Israel, Saúl hizo guerra a todos sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba, y contra los filisteos; y adondequiera que se volvía, era vencedor. Y reunió un ejército y derrotó a Amalec, y libró a Israel de mano de los que lo saqueaban. Y los hijos de Saúl fueron Jonatán, Isúi y Malquisúa. Y los nombres de sus dos hijas eran, el de la mayor, Merab, y el de la menor, Mical. Y el nombre de la mujer de Saúl era Ahinoam, hija de Ahimaas. Y el nombre del general de su ejército era Abner, hijo de Ner tío de Saúl. Porque Cis padre de Saúl, y Ner padre de Abner, fueron hijos de Abiel. Y hubo guerra encarnizada contra los filisteos todo el tiempo de Saúl; y a todo el que Saúl veía que era hombre esforzado y apto para combatir, lo juntaba consigo. Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos. Saúl, pues, convocó al pueblo y les pasó revista en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez mil hombres de Judá. Y viniendo Saúl a la ciudad de Amalec, puso emboscada en el valle. Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos y salid de entre los de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos; porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto. Y se apartaron los ceneos de entre los hijos de Amalec.

Lo queramos o no, todo en esta vida se trata de una guerra, y cada uno de nosotros tiene su propia guerra. Desde que somos engendrados y concebidos, antes de salir del vientre de nuestras madres, ya estamos envueltos en la guerra. Muchos hoy en día ni siquiera sobreviven esa batalla porque sus propias madres se vuelven en sus peores enemigas, las cuales los matan antes que vean la luz del día. Así que, aún cuando comenzamos a existir, nos hacemos parte de un gran conflicto, y no hay nada que podamos hacer para evitarlo.

Ahora, ¿Esto será la voluntad de Dios? Podemos decir que, sí y que no. No: porque Dios no desea el mal, de ninguna manera. Dios es vida. Pero también, ya que entró el pecado en el universo por un ser que en vez de adorar a Dios decidió adorarse a sí mismo, y envidio a Dios, queriendo ser como El, entonces la voluntad de este, hizo que hubiera guerra, este ser que se rebeló en contra de Dios es el diablo. Muchos prefieren pensar que el enemigo no existe, pero desgraciadamente, sí existe y es nuestro peor enemigo, y claro, es el enemigo principal de Dios porque es Su opuesto. Pero bien, ya que existe el pecado, el cual ha dado lugar a la elección, Dios permite que haya guerra, porque Su deseo es probar al ser humano, individualmente, y ver con Sus ojos que es lo que cada uno de nosotros decide hacer. Como resultado, hay tal conflicto en este universo que existe una guerra que afecta toda existencia, y también cada uno de nosotros tenemos nuestra propia guerra con un sinfín de batallas.

Ahora bien, volviendo al pasaje de hoy, podemos ver lo que pasó con Israel, y lo que sigue pasando hoy, y lo que pasa con cada uno de nosotros. Para poder entender el presente de Israel, tenemos que ver el pasado. El problema que existe hoy es el mismo problema que existió hace mucho tiempo atrás. Cuando Israel llego a la tierra prometida por la mano de Dios, y Dios le entregó esa tierra a Israel, y sí, derrotaron a muchos reinos para tomar posesión de esa tierra, el problema que surgió, y por lo cual estuvo (y está hoy) rodeado Israel de enemigos, es porque dejo inconcluso lo que Dios les mando que hicieran. Uno puede decir: ¿Dios mando a deshacerse de pueblos enteros para darle como posesión la tierra a Israel? Y la respuesta es, sí. Y ¿Por qué lo hizo Dios? Porque Dios quería remover a pueblos que solo hacían el mal, totalmente dominados por el diablo. Dios nunca hace nada porque si nada más. Todo tiene un propósito. Y puede que algunos digan, ¿Por qué permite la destrucción si supuestamente es bueno y está lleno de amor? Porque en conjunto con ser amor y ser bueno, también es justo, y El no puede dejar a un lado Su justicia por Su amor y por Su bondad. Y la Palabra también nos dice que es fuego consumidor. Entonces, Dios le dió oportunidades para el arrepentimiento a esos reinos y pueblos que antes existieron en esos lugares, pero ellos decidieron servir al diablo antes que a Dios. Pero, al Israel desobedecer a Dios y dejar muchas cosas inconclusas, siempre vivieron rodeados de enemigos, los ancestros de los mismos enemigos que tienen hoy. Y igual que antes, estos enemigos solo desean una sola cosa, hacer desaparecer a Israel por completo. Por eso que es imposible que haya paz en el medio oriente, porque haga lo que haga Israel, ceda lo que ceda (como lo ha hecho por años), el deseo de sus vecinos es verlos desaparecer. Cuando Israel fue destruido por el imperio Romano y fueron dispersados los sobrevivientes, los que rodeaban a Israel se aprovecharon de la oportunidad y comenzaron a ocupar la tierra, y así fue que se formó este pueblo de Palestina, grupos de personas que sencillamente tomaron tierras que no les pertenecían. Y al cabo de la segunda guerra mundial, se cumplió la profecía, que Dios volvería a traer a Su pueblo Israel de nuevo a la tierra que El le había prometido. En 1948, Israel fue establecida una vez más, y la ocupación de los que se tomaron su tierra fueron sacados. Y esto nos lleva al conflicto que existe hoy. Esten de acuerdo o no, la tierra le pertenece a Israel, y sigue vigente hasta el día de hoy la promesa del Dios Soberano a Su amigo Abraham: Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Genesis 12:1-3.

Entonces, veamos como todo esto aplica a nosotros. En referencia a Israel, nuestra tarea como seguidores de Jesucristo es muy clara y sencilla: hay que apoyar y bendecir a Israel. Pero también, e igual que Israel, estamos en guerra (y no podemos dejar cosas sin terminar), por lo tanto, tendremos aflicción, tendremos muchas batallas, unas momentáneas y otras que duran años. Y todos los que están afines con nuestra fe en Cristo nos ayudarán y recibirán misericordia (como Dios hizo con los ceneos, a los que sí le mostraron misericordia a Israel). Pero, a los que se oponen buscando obedecer al pecado, finalmente al diablo, más tarde o más temprano, recibirán su castigo eterno. Mientras tanto, Dios nos dice: Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33. Pero, también dice la Palabra: Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 2 Corintios 4:7-10. Tendremos muchas batallas aquí, pero si vencemos nuestra guerra con Cristo, siéndoles fieles hasta final, tendremos la vida eterna que solo puede dar el Dios Eterno. Y lo mejor de todo, es que no estamos solos. Dios está con nosotros, si le honramos, como dice la Palabra: …porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. 1 Samuel 2:30b. Así que, ¿Cómo va tu guerra? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Lealtad al Señor y a nuestro prójimo - 2 Timoteo 1

Basado en 2 Timoteo 1 (Versión Reina Valera 1960)  

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor. Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor.

Una de las cosas principales que se ve en este pasaje, es la lealtad, y por desgracia, la falta de lealtad también de algunas personas. Sin lealtad, nada bueno se alcanza, ni aún menos la salvación de Dios. Hay muchos que creen que, porque dicen creer en Dios o porque hacen ciertas cosas religiosas, o hasta porque hicieron una oración algún día, piensan que eso es suficiente para ir al cielo. Muchos se escudan en que, ya que no somos salvos por obras, concluyen que las obras tampoco valen de nada después de venir a Cristo. Pero de acuerdo a la Palabra, eso no es verdad, y está muy lejos de la voluntad de Dios. La verdadera fe en Cristo te lleva a hacer buenas obras que son las cosas que agradan al Padre. Tenemos que siempre recordar el que hace la voluntad del Padre, a ese le será otorgada entrada en el reino de Dios. Y la lealtad es una de las obras principales que son parte de la voluntad de Dios.

¿Qué es lo que hace la lealtad tan importante? Porque es parte de lo más preciado para Dios, el amor. La lealtad es el componente principal del amor, porque sin lealtad, es imposible entonces que haya amor. La lealtad o la fidelidad es lo que hace posible y visible el amor. Uno de los graves problemas hoy en día es que se ha perdido el significado del amor, y por eso que también hay muy poca lealtad. Se cree que el amor es un sentimiento y nada más. Pero el amor no es solo eso, sino algo mucho más profundo y significativo, en lo cual se basa lo más esencial del hombre, el libre albedrio, el poder escoger basado en algún tipo de raciocinio, lo cual debiera ser lo que nos separa del resto de la creación. Pero, hoy en día, el hombre se guía más por sus instintos, y por desgracia, ni siquiera por sus instintos naturales, sino contra naturaleza. La hembra no mata a sus cachorros, ni los animales buscan cambiar como nacieron, y si el animal mata, no mata por deporte o para poder tener mejores cosas, sino mata para sobrevivir, para comer, y para defenderse. Estos son unos pocos ejemplos en los cuales el ser humano difiere con otros en la naturaleza. Entonces, el amor y la lealtad son interdependientes, y son parte de lo esencial del hombre, y principalmente, para Dios su Creador.

El verdadero amor y la lealtad no son cosas que se dicen nada más, sino para que realmente signifique lo que debe significar, se deben ver a través de nuestros hechos. No sacamos nada con decirle a una persona que la amamos o que nuestra intención es serle fiel sin demostrarlo. Estas dos cosas solo se pueden comprobar visible y tangiblemente, y también, en el transcurrir del tiempo (porque lo verdadero no debe ser momentáneo o temporal). Y, ¿A quién le debemos lealtad? Si deseamos obtener la vida eterna, la Palabra de Dios nos enseña que debemos amar al Señor (y por virtud de que habla de amor, la lealtad o fidelidad está implicada) y a nuestro prójimo. Esto nos dice la Palabra: Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Mateo 22:34-40. Y como decíamos antes, el amor, la lealtad, y claro, la fe solo se ve a través de la obra, como también está escrito: Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:14-20. La verdadera lealtad se ve solo a través de los hechos y el tiempo, y esto glorifica a Dios.

Entonces, a ¿quiénes le debemos lealtad? Al Señor principalmente, porque El debe ser el fundamento de todo en nuestra vida, pero también, y como resultado, le debemos lealtad a nuestro prójimo. Y, ¿Quién es nuestro prójimo? ¿Es nuestra familia, nuestros seres queridos y nadie más? No. Esto dice la Palabra: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Mateo 5:43-48. A través de esto, Dios pone a nuestros enemigos en el mismo lugar de nuestro prójimo. Y, ¿cómo se muestra la lealtad hasta con nuestros enemigos? Dándoles la oportunidad a que también conozca el Evangelio de Dios a través de nuestros hechos, si tenemos una verdadera fe (porque los muertos no pueden guiar a los muertos a la vida). Entonces, ¿le estás demostrando lealtad a Dios y a tu prójimo? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La injustica del hombre - Juan 19:1-16

Basado en Juan 19:1-16 (Versión Reina Valera 1960)  

Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó. Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas. Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él. Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre! Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta. Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene. Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a este sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone. Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata. Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César. Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron.

Al leer este pasaje, debiéramos preguntarnos: ¿El Señor fue crucificado porque Dios lo quiso así, o por la injusticia del hombre? Y si lo vemos a través de la plenitud de la Palabra, entenderíamos que sucedió por ambas razones. El sacrificio del Señor sí fue elaborado y diseñado por Dios mucho antes que sucediera. Por eso mismo que El mandó a través de Sus mensajeros a escribir de tales profecías, las cuales se cumplieron en la vida del Señor con gran exactitud. Desde que el hombre cayo en el pecado, vemos el anuncio de un sacrificio que envolvía la muerte de un ser inocente por la maldad del hombre. Esto dice la Palabra: Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Genesis 3:21. Dios mismo mató a un ser inocente (porque los animales no pecaron), para poder hacer las túnicas de pieles para el hombre. Así que, desde el principio, vemos el anuncio de lo que iba a cumplirse en la vida del Señor.

Ahora bien, sería muy fácil decir y aceptar para todos nosotros de que era algo que tenía que pasar, pasará lo que pasará, para que todos quedemos sin culpa, ¿verdad? Pero, no es así el caso. Hay que ver toda la ecuación, por decir, para poder entender todo lo que sucedió, y especialmente si queremos aprender lo necesario para beneficiarnos. Sí, es verdad que era el designio de Dios, pero también era totalmente la culpa del hombre la muerte y crucifixión del Señor. El asunto se cumplió tanto porque Dios lo quiso así, pero también, porque la maldad del hombre así también lo hizo posible. Esto dice la Palabra: Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades. Isaías 64:6-7. Y también dice esto: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Jeremías 17:9. Hubo maldad, de alguna manera u otra, en absolutamente todo ser humano que rodeo al Señor en ese momento. Entre Pilato que le importo más su relación con Cesar que hacer justicia; entre el poder de los soldados para hacer el mal; entre el pueblo que pidió que crucificaran al Señor por sencillamente dejarse llevar por la maldad de los demás; y hasta los mismos religiosos que decían estar tratando de cumplir la ley, todos pecaron. Lo último que tenían en mente los religiosos era cumplir la ley de Dios, porque hasta Pilato sabia sus reales intenciones, como quedo escrito: Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque sabía que por envidia le habían entregado. Mateo 27:17-18. Y, ¿Qué podríamos decir hasta de sus discípulos, que se preocuparon más de su propio bienestar antes que padecer juntamente con el Señor? Pedro le había declarado al Señor que hasta moriría por El sí fuere necesario. Y, ¿Qué hizo? Le negó, pero ¿Por qué el Señor le profetizo que le negaría, o porque el Señor sabía que lo iba a negar? Esto mismo nos debiera hacer pensar: ¿pasan las cosas porque Dios lo quiso así, o porque caen por su propia maldad y Dios simplemente sabe lo que va a pasar? Y no juzguemos duramente a nuestros antepasados, porque somos iguales.

Nada ha cambiado en el ser humano desde aquel entonces. Así que, ¿Qué debiéramos hacer? Y aquí entra lo práctico del evangelio. Lo primero que Dios nos enseña es, para que el hombre sea salvo, debe arrepentirse y convertirse de todos sus pecados delante de Dios, debemos comenzar totalmente 100% de nuevo. ¿Por qué? Porque todos somos pecadores y estamos totalmente corrompidos delante de Dios, y si no cambiamos esa condición, seguiremos practicando la injusticia a pesar de nuestras mejores intenciones. Yo mismo me convertí al Señor a los 7 años, y ya estaba corrompido, y tenía que comenzar de nuevo. Segundo, y tan necesario como lo primero, debemos hacer al Señor Jesucristo nuestro literal y efectivo Señor por la fe para que entre el Espíritu Santo en nuestras vidas. Y tercero, debemos dejarnos llevar por el Espíritu Santo y la Palabra de Dios, buscando hacer Su voluntad. ¿Por qué? Porque todavía estamos sujetos al libre albedrio con el cual Dios mismo nos hizo. Ese fue el gran cambio que sucedió en los apóstoles después que murió y resucito el Señor, que sí lo hizo capaces de hasta entregar su vida por el Señor. Pedro sí pudo por fin cumplir con su promesa de entregar su vida por Dios. Pero esto no pasa solo. Esto solo sucede entre el complemento del poder del Espíritu Santo en nuestras vidas y nosotros sometiendo nuestra voluntad a El. Esto dice la Palabra: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2. Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Lucas 13:23-25. Esto nos ayuda a entender que debemos vencer nuestro pecado, paso a paso, con la ayuda de Dios (por supuesto), porque la obra es necesaria para que podamos obtener a través de Cristo la vida eterna. Esto se debe cumplir en nosotros: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:29-30. Así que, ¿buscas hacer la justicia de Dios de corazón? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La compasión de Dios - Marcos 8:1-8

Basado en Marcos 8:1-8 (Versión Reina Valera 1960)  

En aquellos días, como había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y si los enviare en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos. Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto? Él les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete. Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud. Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante. Y comieron, y se saciaron; y recogieron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas.

Hay muchos que cuestionan el amor y la compasión del Señor. Muchos preguntan o meditan dentro de su interior, si Dios es bueno o misericordioso, ¿Por qué permite que pasen tantas cosas malas en el mundo? ¿Por qué deja que el mal reine en el mundo? ¿Por qué El no contesta mis súplicas? Y por preguntas como estas, es que muchos justifican su incredulidad. Dios es juzgado a cada momento, y por distintas razones. Pero, para poder entender estas cosas, es necesario venir a entender ciertas realidades, y temo decir, que la realidad o la verdad no siempre es algo agradable para nosotros, pero la verdad es lo más importante porque Su verdad es lo que nos hará libres.

El asunto es que hay que entender posiciones, tanto la posición de Dios como la nuestra. Para comenzar, Dios es Dios, y para poder enfocar mejor las cosas, estamos hablando del verdadero y único Dios (porque hay muchos falsos dioses e ídolos). ¿Por qué hacer esta aclaración? Porque hay muchas personas que creen que todas las religiones conllevan al mismo Dios, lo cual es imposible, porque hay varias religiones que creen que hay muchos dioses y deidades. Y claro, si fuere el mismo dios, ¿Cómo le diría una cosa a un grupo de personas, y otra cosa a otro grupo de personas? En fin, estamos hablando del verdadero Dios, del Dios trino: Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo, el Dios de la Santa Biblia. Ahora bien, Dios es Dios, y como Dios, no hay nada ni nadie más alto que El en todo el universo. Nadie manda a Dios. Nadie le puede imponer nada a Dios, ni menos sujetarlo a algo. Como Dios, El es Soberano y puede hacer como le plazca, especialmente con toda Su creación. Y en conjunto con eso, hay que entender que, como Dios, El no le debe nada a nadie, ni aún menos, a la humanidad. El no tiene ninguna obligación con nadie. Así que, Dios puede hacer como quiera. Esa es la realidad.

Entonces, ¿Cuál es nuestra posición? Muy mala. ¿Por qué? Porque Dios creo e hizo al hombre para que le sirviera a El, para que cumpliera Sus propósitos. Y ¿Qué fue lo que hizo el hombre? Se rebeló en contra de Su Creador. En su libre albedrio que le otorgo Dios, en vez de seguir la razón de su existir, el hombre quiso ser como Dios, quiso ponerse en competencia con Dios. Eso fue lo que el diablo uso para poder tentar al hombre. Como está escrito: Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Genesis 3:1-6. Y puede que digan: Esa fue la culpa de Adán y Eva, y no fue mi culpa. Y posiblemente, no haya sido tu culpa, de como comenzó todo este problema, pero sí, cada uno de nosotros a pecado voluntariamente en contra de Dios, y con todo pecado que se comete se ofende a Dios, sin excepción. Esto dice la Palabra: Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23. Así que, aquí no hay nadie que no haya ofendido a Dios, al usar su libre albedrio para pecar en contra del Altísimo. Y la paga del pecado es la muerte, aún más exactamente, la perdición eterna, la muerte eterna, porque esto también está escrito: El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él. Ezequiel 18:20. Esta es nuestra realidad. Todos nosotros prácticamente hemos matado nuestras almas con nuestros hechos, y voluntariamente. El diablo solo puede tentar, pero nadie tiene la potestad de hacer al hombre pecar, ni aún menos el diablo, porque Dios nos dió libre albedrio.

¿Cuál es entonces nuestro deber, a pesar de nuestra naturaleza caída y contaminada con el pecado? Aunque hallamos pecado, eso no nos libera de la razón de nuestro existir. El pecado nos quita la recompensa que viene con servir a Dios, pero no nuestra obligación. El deber de todo ser humano es venir a reconocer a Dios, y a servirle independientemente si se salva o no, porque hasta el diablo un día tendrá que reconocer al Altísimo, e humillarse ante El, pero no para salvación ni para perdón, sino para honrar a Dios. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. Romanos 14:11. Puede que pregunten, ¿Cómo puede una persona saber de Dios si ignora muchas cosas? Y esto responde la Palabra: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:20. Entonces, si Dios dice que no hay excusa, es porque no hay excusa ni excepciones. Todo ser humano tiene la capacidad y los medios para poder saber que Dios existe y de lo que es capaz, y por lo tanto, sabe que hay que buscarle.

Entonces, ¿Cómo podemos ver la compasión de Dios? En todo. Si ya hemos establecido que Dios es Soberano, y que no le debe nada a nadie, y hemos expuesto nuestra mala posición delante de Dios, debiéramos poder ver muy claramente Su compasión, Su misericordia, Su gracia, y lo más grande, Su amor, porque Dios escogió amarnos a pesar de lo que somos y de lo que hemos hecho en Su contra. Dios hace llover sobre el justo y sobre el injusto. Dios le da vida a todo ser humano. Pero la más grande compasión es lo que hizo a través de Su Hijo Unigénito, el Señor Jesucristo. Como dice la Palabra: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:16. Esto es lo que hace a Dios tan bueno y grande, que a pesar de que solo hemos hecho cosas dignas de muerte, El escogió amarnos y darnos la oportunidad de poder obtener la vida eterna a través del Señor. Entonces, Su compasión va más allá de los panes y los peces. Hay algo infinitamente más grande que El nos ha dado que supera todo lo superficial y temporal que nosotros pensamos como debiera demostrar Su compasión. Así que, ¿Le correspondes a Dios con tu vida la grande e inmerecida compasión que El te ha demostrado, y que lo sigue demostrando diariamente? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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El Señor pesará nuestros corazones - Proverbios 21:2-8

Basado en Proverbios 21:2-8 (Versión Reina Valera 1960)  

Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; pero Jehová pesa los corazones. Hacer justicia y juicio es a Jehová más agradable que sacrificio. Altivez de ojos, y orgullo de corazón, y pensamiento de impíos, son pecado. Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza. Amontonar tesoros con lengua mentirosa es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte. La rapiña de los impíos los destruirá, por cuanto no quisieron hacer juicio. El camino del hombre perverso es torcido y extraño; más los hechos del limpio son rectos.

Vemos en este pasaje que Dios no solamente ve y juzga nuestros hechos, sino que también discierne nuestros pensamientos y pesa nuestros corazones. Si tenemos algún tipo de raciocinio y creencia en el Altísimo, estas cosas nos debieran producir un profundo temor. Pero, por desgracia, hoy más que nunca, el hombre escoge ser guiado por su propia opinión y pensamiento, y para su desgracia, su corazón esta muy lejos de Dios, e inclusive el corazón de aquellos que dicen creer en El. ¿Cómo puedo decir esto tan confiadamente? Al observar lo que la mayoría hace. La gran mayoría de las personas, e inclusive hasta los creyentes, viven hoy en día como se vivía en Israel hace mucho tiempo atrás, como dicen las Escrituras: En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. Jueces 21:25. Pero, debiéramos hacernos esta pregunta, ¿Quedará esta tendencia del hombre impune delante de nuestro Creador que hizo al hombre para que le sirviera?

La Palabra de Dios nos enseña que Dios sabe todas las cosas, y que juzgará todas las cosas, y que traerá toda justa consecuencia sobre el hombre si no se convierte de sus malos caminos. Escrito esta: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. Debe quedar claro que todo esta al descubierto delante de Dios, y que lidiara con todas las cosas justamente, especialmente con el corazón del hombre. Hay muchos que tratan de mostrar una vida religiosa, o una buena conducta de acuerdo a la opinión de la sociedad, pero esto no alinea con los pensamientos de Dios, ni con la razón por lo cual Dios creo e hizo al hombre, y ni aún menos, con el propósito y la razón por lo cual ha dado la oportunidad de la salvación a través de Cristo. Muchos piensan que Dios nos hizo para que vivamos nuestras vidas, por decir. Y con esto, justifican todo tipo de doctrina errónea. Dios no nos hizo para que hiciéramos como queramos. Dios no creo al hombre para que hiciera su propia voluntad. Ni aún menos, Dios Padre no mando a Su Hijo Unigénito a morir en una cruz para que el hombre siga haciendo como le plazca. Muchos confunden la fe con un sencillo creer en Dios y nada más, y que con esto basta. Pero no es así. Esto no es lo que enseña la Palabra de Dios. Y es necesario poder explicar esto una y otra vez porque si se sigue la mentira, o una aparente verdad, la gran mayoría van a tener un muy amargo momento en el juicio de Dios, cuyo castigo durará por toda la eternidad. Y la palabra “amargo” no comienza ni a describir lo que significa el castigo eterno. Habrán muchas sorpresas en el gran juicio de Dios, y para el mal de muchas personas.

Muchos creyentes piensan que ya no vivirán el juicio de Dios, y que todo será justificado a través de la fe en Cristo. Y sí, es verdad que la gracia y la fe en el Señor Jesucristo nos justificará en el gran juicio, pero solo si hicimos la voluntad del Padre. De otra manera, si no hay obras, y un corazón recto delante de Dios, entonces una supuesta fe en Cristo no salvara al hombre. Y aquí es donde hay que tener mucho cuidado, porque sencillamente, nadie puede engañar a Dios. Esto dice la Palabra: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Hebreos 9:27. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres… 2 Corintios 5:9-11a. Entonces, no hay como confundirse con estos pasajes, que absolutamente todos, los incrédulos y los creyentes, darán cuentas por sus hechos delante del Altísimo. Dios juzgará nuestros hechos, nuestros pensamientos, y hasta la intención de nuestro corazón. Todo estará expuesto delante de Su trono y de todo ser que rodea Su presencia. Y si esto no es razón suficiente para poder comenzar a tener algún tipo de temor y reverencia delante Dios, no sé que mas se puede decir. Pensar cualquier otra cosa es necedad, y la necedad no es excusable delante de Dios.

Entonces, ¿Cómo es que podemos llegar a tener un corazón digno delante de Dios? A través de un genuino y completo arrepentimiento y conversión de todo pecado, no solo de algunos. Y debemos aceptar al Señor Jesucristo por fe como el literal y efectivo Señor de nuestras vidas. Y esto conlleva a lo tercero, y lo fundamental de la fe en Cristo: el buscar hacer la voluntad del Padre. Y lo tercero es tan importante como el arrepentimiento y la conversión, y la fe en el Señor Jesús, porque sin esto, no puede haber salvación. El corazón no puede volverse en lo que se tiene que transformar sino vive el proceso de regeneración que consta mucho más que de un solo momento de confesión de fe. Por algo se llama el Camino, porque la verdadera vida cristiana consta de una manera vivir, y no de palabras, ni mucho menos, de una persona tratar de usar a Dios para conseguir lo que uno desea, como es muy común hoy en día. Esto es lo que hace tan engañoso el corazón de muchos, porque por un lado profesan seguir a Cristo, pero, por otro lado, buscan solamente de Dios para cumplir sus deseos y no los de Dios, mientras se esconden detrás de una supuesta fe. Esto dice la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. ¿Qué explica aquí? Qué, aunque uno haga cosas que aparentan como espirituales, no significa que su corazón esta con Dios, sino que puede estar muy lejos de Dios a pesar de sus hechos religiosos. Por eso, que es incapaz de hacer la verdadera voluntad de Dios, porque la verdadera voluntad del Padre es: de hacer buenas obras dirigidas por El, con un corazón de acuerdo al de Dios. Esto reiteró el Señor, lo cual debe ser el todo del hombre a través del Señor Jesucristo, especialmente, después de venir a Cristo: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:29-30. Esto es lo que debe ocurrir en la vida de cada creyente, y todo esto es posible a través del tiempo con la ayuda del Espíritu Santo, y la Palabra de Dios, si te dejas llevar por el Señor, si genuinamente buscas hacer Su voluntad diariamente. Este debe ser el sentir que debe tener nuestro corazón, igual como lo tuvo el Apóstol Pablo al convertirse al Señor: Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?... Hechos 9:6a. Así que, cuando Dios pese tu corazón en el gran juicio, ¿Qué será lo que verá Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La vida eterna es solo para aquellos que viven de acuerdo al Espíritu - Romanos 8:1-18

Basado en Romanos 8:1-18 (Versión Reina Valera 1960)  

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Unas de las grandes apostasías dentro de la iglesia de hoy en día es el concepto de que la salvación o la vida eterna se alcanza solo por el creer en Cristo. Y esta enseñanza es muy atractiva y conveniente (y eso es lo que la hace tan peligrosa) porque da lado para que una persona pueda hacer lo quiera con la idea que va a ser salva con el solo hecho de que cree en Dios. Y así, se justifican muchos otros males como el desorden, y el pecado, en fin, en hacer como a uno plazca, porque todo lo sujetan a un simple creer, y nada más. Con un evangelio falso así, uno puede hacer lo que quiera, hasta complacer los deseos de la carne, con tal que crea en Cristo. Pero, la salvación no se alcanza de esa manera.

El asunto es que creer en Cristo genéricamente no es suficiente. Algunos preguntarán, ¿Quieres decir que hay que hacer otras cosas para ser salvos, y que no es solo por gracia la salvación? Esto es lo que hay que entender. Uno no llega al cielo con verdades parciales. De eso mismo es que el propio Satanás se vale para tentar al hombre, como lo hizo con Eva. Eva no iba a morir carnalmente en el momento que comiera del fruto prohibido, sino que las consecuencias de la muerte de la cual hablo Dios iban a venir espiritualmente de inmediato, y también carnalmente, pero con el tiempo. Así que, de cierto punto de vista momentánea (por decir), era verdad que Eva no iba a morir, y ese es el asunto de cómo trabaja la decepción y la mentira, porque están basadas en cosas que lucen como la verdad, en verdades parciales. Por qué sí, uno llega a ser salvo a través de la fe en Cristo, y sí es por gracia, pero, hay otras cosas que deben tomar lugar para que una persona pueda legítimamente alcanzar la salvación de Dios. Por eso que no podemos basar la fe en un verso por allí y otro por allá, sino más bien, en el complemento de la Palabra en Su plenitud. Por ejemplo, esto dice la Palabra acerca de un sencillo creer en Dios: Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. Santiago 2:19. Entonces, ¿los demonios reciben perdón por su pecado (si fuere posible) porque creen en Dios? Y atención, ellos creen y tiemblan, quiere decir que sí le temen a Dios, por lo tanto, hacen más que muchas personas de hoy en día, más que los mismos que dicen creer en Dios. La respuesta es un rotundo ¡no!, por lo tanto, un simple creer tampoco no es suficiente para el hombre. Entonces, ¿Cómo es que uno llega a ser salvo y obtener la vida eterna? De acuerdo con la Palabra de Dios, la salvación o la vida eterna se obtiene a través de tres cosas fundamentales: debe haber un completo arrepentimiento y conversión de pecados, sin parcialidades; debe recibirse al Señor Jesús como Señor por fe, no solo como Salvador, porque esto conlleva a lo tercero, y lo que precisamente está tratando Pablo en el pasaje que leímos, que una persona debe vivir de acuerdo con el Espíritu, o sea, para hacer la voluntad de Dios y no la suya. Y aquí es donde se revelan los problemas que muchos tienen, hasta muchos llamados creyentes, los que no desean ni dejar el pecado, ni dejar de hacer su propia voluntad.

La plenitud del Evangelio, y también la razón de nuestro existir, es que fuimos creados por Dios (no somos producto de un accidente cósmico), y Dios nos creó para servirle a El, y no para servirnos a nosotros mismos. El Señor vino a restaurar ese mismo propósito a través de la cruz, para volver a darnos la oportunidad de poder cumplir el propósito de nuestro existir. Esto dice la Palabra: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10. Lo que muchos confunden como predestinación es el simple hecho de que Dios nos hizo para Su servicio, y no que hay un set de acciones predeterminadas en nuestras vidas. Pero, si no cumplimos el propósito de nuestro existir, por mucho que confesemos tener fe en Cristo, no obtendremos ni la salvación, ni la vida eterna. Esto dice la Palabra: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. Gálatas 5:16-25. Si no vivimos por el Espíritu, no hay salvación. Esto dijo el propio Señor: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Por lo tanto: Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó... Romanos 14:8-9a. Entonces, ¿Estás viviendo de acuerdo a la carne, cumpliendo tu voluntad, o viviendo para Cristo, para hacer la voluntad del Padre para vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Estamos en el fin - Mateo 24:1-14

Basado en Mateo 24:1-14 (Versión Reina Valera 1960)  

Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

Unas de las cosas seguras que tenemos para aferrarnos a ellas son las profecías bíblicas, porque se cumplen exactamente cuando su tiempo llega. La Palabra de Dios es tan segura como Dios mismo, porque la Palabra es Dios mismo. Las palabras que leemos en el más sagrado texto son más que palabras, más que pensamientos, que fueron escritas por hombres, pero inspiradas por Dios. Por lo tanto, si desean aferrarse a algo seguro e inconmovible, tomen la Palabra de Dios como fundamento para sus vidas.

Por ejemplo, sabemos que el Señor Jesucristo es el Mesías, el Unigénito Hijo de Dios; por precisamente esto: por el cumplimiento de las profecías en Su vida. Hace algún tiempo, Peter Stoner y Robert Newman escribieron un libro titulado Science Speaks (traducido, la ciencia habla). Y explicaron que las probabilidades de que se pudiera cumplir en un hombre solo ocho de las 60 profecías mesiánicas serian 1 en 100,000,000,000,000,000 (100 cuatrillón). Y sabemos que se cumplieron más de ocho profecías en la vida del Señor. Ganar la lotería en cualquier país del mundo seria muchas veces más posibles en comparación. Así que, podemos muy fácilmente determinar dos cosas muy fundamentales, que la Palabra de Dios sí se cumple a su debido tiempo, y claro, que el Señor es indudablemente Dios.

Volviendo al pasaje que leímos al comienzo, el Señor reveló muchas de las cosas que sucederían que nos llevaría al fin. Y puedo decir muy confiadamente que ya la gran mayoría de lo que El dijo ya se ha cumplido. Por lo tanto, podemos concluir que ya estamos en el final. Por ejemplo, la destrucción del templo ocurrió en el año 70 DC, cuando el Imperio Romano destruyó por completo a Jerusalén. Y literalmente no quedo piedra sobre piedra porque los soldados desarmaron y quemaron las paredes del templo para poder sacar el oro y las piedras preciosas. Y ¿Qué podemos decir de los falsos cristos si ya han habido muchos a través del tiempo? En referencia a las guerras, y a diferencia de las guerras antiguas que ocurrieron con tales imperios como el Romano, no ha habido guerras con mayores magnitudes en el mundo como las que han ocurrido en estos últimos dos siglos. Ya hemos tenido no solo una guerra mundial, sino dos guerras mundiales donde se levantaron grupos de naciones para enfrentarse en distintas partes del mundo, donde se cumplió “nación contra nación”. Y la última guerra mundial mostro tal magnitud que miles de personas murieron en instantes al lanzar solo dos bombas sobre Japón, sobre Hiroshima y Nagasaki, donde murieron más de 355,000 personas.

De las pestes (lo cual incluye enfermedades), podemos decir que el mundo ya ha visto grandes horrores como la Muerte Negra o la Plaga Bubónica donde murieron más de 50 millones de personas entre 1346 y 1353. Murió más del 60% de la población europea durante esos pocos años. Y ¿qué podemos decir de hoy en día? El mundo nunca ha sido tan plagado de distintos problemas de salud como lo vemos hoy entre los problemas cardiovasculares, derrames, problemas respiratorios y pulmonares, el cáncer, etc. La Organización Mundial de la Salud dice que más de 41 millones de personas mueren cada año debido a enfermedades no comunicables solamente (como las que se mencionaron). Mas de 15 millones de estas muertes ocurren entre las edades de 30 y 69 años.   

En referencia al hambre mundial, en febrero de 2024, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) estimó que 309 millones de personas en 72 países donde opera la PMA enfrentarían agudos problemas con inseguridad de comida. Esto incluye un estimado de 42,3 millones que correrían el riesgo de morir de hambre. Mas de 9 millones de personas mueren anualmente por hambre (25,000 personas diariamente).

En cuanto a terremotos, podemos relatar lo siguiente. En el año 1556 en Shaanxi, China, murió un estimado de 830,000 personas. En el año 1976 en Tangshen, China, se cree que murieron tanto como 655,000 personas. Mas recientemente, en el 2004, cerca de las costas indonesias, ocurrió un terremoto marítimo con magnitud de 9,1 que produjo un tsunami que mato a 230,000 personas en Indonesia, Sri Lanka, Tailandia, y la India. En el 2010 en Port-au-Prince, Haiti, el gobierno haitiano estima que murieron hasta 316,000 personas. El asunto de los terremotos se ha vuelto una ocurrencia común en nuestros tiempos, que en distintas partes del mundo, más tarde o más temprano, ocurre algún tipo de terremoto significante.

Y en relación a la predicación del Evangelio mundialmente, y la persecución de la Iglesia, también ya ha ocurrido. Prácticamente todo el mundo sabe de Cristo, y que el símbolo de la cruz es la demostración del amor de Dios, que El dió a Su Hijo Unigénito para que podamos tener vida eterna en El. En 1995, durante un evento de Misión Global, Dr. Billy Graham predico un sermón en el Estadio Hiram Bithorn en San Juan, de Puerto Rico que fue transmitido por satélite en 185 países y traducido a 116 lenguajes. Y en muchas partes del mundo, la Iglesia Universal de Dios ya está siendo perseguida. Cuando suba al poder el Anticristo, acontecerá la persecución mundial. Esto es lo único que queda por cumplirse.

Entonces, podemos concluir, que ya estamos en el final, y una persona sabia se daría cuenta de esta realidad, y tomaría las decisiones que le asegurara estar lista para lo que viene y para la vida eterna: arrepentirse y convertirse de todos sus pecados, creer y aceptar al Señor Jesús como el Señor de sus vidas, y vivir para cumplir la voluntad del Señor. Estas tres cosas componen el Evangelio de Dios para que una persona pueda obtener la salvación. Así que, ¿estas listo, o todavía evitas el único camino a la salvación y la vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Necesitamos aprender a discernir - Mateo 7:1-6

Basado en Mateo 7:1-6 (Versión Reina Valera 1960)  

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

En este pasaje, el Señor habla acerca de que no debemos juzgar a las personas, pero también nos da una advertencia muy peculiar que envuelve a dos animales. No obstante, en otros lugares de las Escrituras, se nos dice que es necesario juzgar, y que debemos tomar ciertas decisiones en base a ese juicio. Entonces, algunos se preguntarán, ¿Hay contradicciones en la Biblia? Una cosa hay que tener muy claro, para comenzar, y eso es, de que en la Biblia no hay contradicciones. Todo trabaja como un conjunto muy armonioso, desde el Genesis hasta el Apocalipsis. Si algo luce como contradicción, entonces sencillamente, hay que ahondar un poco más y buscar dentro de la Palabra misma, y por supuesto, siempre con la guía del Espíritu Santo. La Palabra de Dios no se puede entender humanamente, sino solo a través del Espíritu Santo.

Ahora bien, veamos primero un pasaje que nos llama a juzgar. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 Corintios 2:14-16. Aquí entendemos que hay un tipo de persona, por decir, qué, sí debe juzgar y que tiene la capacidad de juzgar, y ese es el espiritual. ¿Quién es esta persona? En este pasaje, Pablo habla de dos personas, del hombre natural y del espiritual. Entendemos que el hombre natural es la persona que no tiene el Espíritu de Dios, el que sencillamente no a nacido de nuevo en Cristo, ni se ha rendido totalmente al Señor. Ese es el hombre natural. Y el espiritual es el opuesto, la persona que sí se ha rendido al señorío del Señor, y por lo tanto, tiene el Espíritu de Dios. Pero vemos un detalle aquí, como el uso de la palabra “discernir”. ¿Qué significa esto? En su definición más sencilla, significa el poder entender, comprender, y poder ver más allá. Y se conjuga con la palabra “espiritualmente”. Entonces, entendemos que el juicio no consta de condenación, sino más bien, de poder llegar a entender y comprender las cosas a través del Espíritu de Dios, y así poder actuar adecuadamente, prácticando la justicia de Dios. Esto mismo aplica al pasaje que vimos al comienzo. El Señor uso la palabra “juzgar” en el sentido de ver lo que una persona es y condenarla, y eso es lo que El dijo que no hiciéramos, que no debemos condenar a las personas. Pero, debemos entender para comenzar, lo que estamos haciendo nosotros mismos, para después lograr a entender a través del Espíritu adonde están los demás.

Entonces, este asunto de entender es claro a través de la Palabra, que es de suma importancia. Nosotros debemos entender que pasa dentro de nosotros mismos, porque es que hacemos las cosas, y también, debemos entender que hacen los demás, porque sí es necesario tomar decisiones sabias, si queremos agradar a Dios. Porque de esto se trata todo el asunto, de hacer la voluntad del Padre. Por eso es que las cosas ni pasan solas nada más como muchos creen, que lo único lo que decides es creer en Cristo, y El se encarga de todo lo demás; ni tampoco es el asunto de que todo depende de nosotros, y que, si yo no hago algo, nada va a pasar. Hay un balance, por decir. Pero una cosa es muy segura, y esa es de que existe tal cosa como responsabilidad, un concepto que elude mucho el pueblo de Dios. Esto por ejemplo leemos: Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros. 1 Corintios 5:9-13. ¿Qué vemos aquí? Que las personas que todavía no conocen de la Verdad de Dios, ni han tomado ninguna decisión por el Señor, siguen en ese lado donde hay que darles la oportunidad, y no debemos juzgarlas, en el sentido de condena como lo vimos antes. Pero, a la persona que, sí conoce la verdad, y conociendo esa verdad desea seguir en las cosas del mundo, hay un severo problema. Desde el momento que una persona ha sido expuesta al evangelio y supuestamente ha aceptado seguir algún tipo de fe, pero desea seguir la carne y sus deseos, las excusas se acaban, y va a ser tomado responsable por sus hechos, y nosotros como creyentes debemos tomar decisiones de acuerdo a esto. Esto dice la Palabra: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:19-21.

Para explicar aún más el asunto. Todos somos pecadores, hasta los que seguimos al Señor, pero la gran diferencia es que debe haber un antes y un después en la vida de una persona que ha decidido seguir a Cristo, y debe haber un proseguir en seguir siendo transformado, y no en mantener un estilo de vida de desorden y de pecado. Y si una persona persiste en mantener un estilo de vida de pecado, conociendo el evangelio, ya está acumulando juicio sobre si, y no nuestro juicio y condenación, sino la de Dios, porque Dios lo tomará por responsable, por su conocimiento. Y nosotros estamos llamados a saber discernir todo esto. ¿Por qué? Porque el que apoya el pecado también no será tomado por inocente; y porque debemos temerle a Dios, donde comienza toda la sabiduría divina: El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Proverbios 1:7. A esto se refería el Señor cuando dijo: No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos... El perro vuelve a su vomito y el cerdo después de ser lavado, vuelve a revolcarse en la suciedad. A esto es que el Señor se refiere cuando las personas siguen practicando el pecado, cuando viven un estilo de vida de pecado después de haber sido expuestos al evangelio, y con esto hay que tener mucho cuidado. Hay que saber discernir. No podemos andar por este mundo como ignorantes, porque la voluntad de Dios es que le obedezcamos, usando nuestro libre albedrio para bien. Por eso dice: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Santiago 1:5. Debemos saber discernir nuestros propios hechos y los hechos de los demás para poder hacer la voluntad de Dios de acuerdo a las circunstancias. Así que, ¿Has aprendido a discernir, o sigues ignorando el mal voluntariamente? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La resurrección de los muertos - Hechos 24:10-21

Basado en Hechos 24:10-21 (Versión Reina Valera 1960)  

Habiéndole hecho señal el gobernador a Pablo para que hablase, este respondió: Porque sé que desde hace muchos años eres juez de esta nación, con buen ánimo haré mi defensa. Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; y no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en el templo, ni en las sinagogas ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan. Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas. Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo, no con multitud ni con alboroto. Ellos debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra mí tienen algo. O digan estos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando comparecí ante el concilio, a no ser que estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros.

¿Qué es la resurrección de los muertos? La resurrección de los muertos es cuando Dios va a levantar a todo ser humano para que comparezca ante Su gran juicio. Todos moriremos en algún momento. Esto es la ley de este mundo. Nadie vive para siempre, carnalmente hablando. Entonces, Dios va a levantar de los muertos a todos para que den cuentas de sus hechos. Esto dice la Escritura: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Hebreos 9:27. No hay excepciones, tanto el incrédulo como el fiel a Dios será resucitado, al igual, el incrédulo como el fiel a Dios será juzgado.

Entonces, cuando Pablo hablaba de que era juzgado por la resurrección de los muertos, él estaba diciendo que él sufría persecución porque hacia notorios a las personas que seriamos resucitados todos para dar cuenta en ese gran juicio, y que los que creían y buscaban hacer la voluntad del Señor alcanzarían la vida eterna, pero los que no siguen a Cristo y rehúsan hacer la voluntad del Padre, serán castigados eternamente. Todo esto, seria determinado en ese gran juicio de Dios. Esto finalmente debiera ser el todo del hombre, el pensar qué sucederá con él en la eternidad. Debiera ser apremiante para cada persona pensar que sucederá con ella en el gran juicio de Dios. Porque, ¿Qué importa si una persona vive en este mundo por 70 años, o 80 años, o hasta 100 años, como desee, si van a ser condenados al castigo eterno? Esto dice la Palabra sobre el juicio: Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. Apocalipsis 20:11-15.

Y esto nos debiera llevar a meditar sobre nuestro futuro. ¿Cómo es que uno puede pasar este gran juicio y ser encontrados por Dios (no por el hombre, ni por sus opiniones) dignos de entrar en Su reino? Y aquí tendremos que denunciar unas de las apostasías más grandes que se predica en muchos lugares hoy en día, y que gran multitud de creyentes se sujetan a ella como verdad y sana doctrina, y es que: ya hemos llegado a la meta cuando decidimos creer en Cristo, y que ya no hay nada más que hacer. Esta es una de las trampas más grandes que el diablo ha introducido en la iglesia, al no entender todo el evangelio de Dios. ¿Qué es todo el Evangelio? El Evangelio consta de tres cosas fundamentales: del completo arrepentimiento y conversión de todos los pecados (no de algunos), de aceptar y someterse a Jesús como Señor, y de buscar hacer Su voluntad (y no la nuestra). Y ¿Cuál es el problema que existe donde ha entrado el desvío? Puede que muchos lleguen a pedirle perdón al Señor por sus pecados, y puede que lleguen creer en Cristo, pero donde entra el desvío es cuando entra el asunto de vivir para el Señor, para hacer Su voluntad. ¿Cuál error ha surgido hoy? Que se enseña que cuando ya has adoptado una fe en Cristo, que ya no hay nada más que hacer, que, así como las obras no servían de nada antes de convertirnos, tampoco valen de nada después. Y esto va totalmente en contra del Evangelio y del propósito por lo cual fuimos creados, hechos, y redimidos a través de Cristo. Lo que hacemos con nuestras vidas después de creer en Cristo será tomado en cuenta en el juicio, para ver si vivimos para hacer la voluntad del Padre, o para hacer nuestra propia voluntad. A Dios sí le importa lo que hacemos con nuestras vidas. Ese es el todo del hombre. Por esto dice la Palabra: El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. Eclesiastés 12:13-14.

Cuando venimos a Cristo, si legítimamente llegamos a Cristo (porque muchos se acercan, pero no llegan a El), es solo el comienzo de un largo y eterno camino. Por esto mismo era que se le llamaba “el Camino” como vimos hoy. Hasta el concepto de nacer de nuevo en Cristo lo explica, que es un comienzo. Y como todo comienzo, si no se prosigue, si no hay un desarrollo, no hay nada. Un bebe se tiene que convertir en adulto algún día, para que su total potencial sea realizado. Una carrera se debe correr y terminar, para que se alcance algún premio. Cada principio debe llegar a su fin. Si no se camina todo el camino, nunca se llegará al destino que se debe llegar. Esto explicó el mismo Apóstol Pablo: No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos, y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Filipenses 3:12-15. Entonces, si no usamos nuestro libre albedrio para someternos al Señorío de Cristo para efectivamente luchar y proseguir hacia la meta, y finalmente vivir para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas, no vamos a ser salvos. Si Pablo no pensó haberlo alcanzado todavía con toda su fe en Cristo, ¿Cuánto más nosotros debiéramos sentir que todavía nos queda camino por caminar? Finalmente, si vivimos nuestra vida para hacer nuestra voluntad, entonces seremos juzgados por Dios en el juicio por nuestros hechos y no veremos el reino de Dios. Esto dijo el Señor, y hay que tomarlo muy en serio: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Entonces, esto debemos preguntarnos siempre, ¿vivimos de tal manera que hay tal cosa como la resurrección de los muertos, y que daremos cuenta por todos nuestros hechos delante de Dios algún día? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La intención de la Ley de Dios - Levítico 19:1-18

Basado en Levítico 19:1-18 (Versión Reina Valera 1960)  

Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios. Cada uno temerá a su madre y a su padre, y mis días de reposo guardaréis. Yo Jehová vuestro Dios. No os volveréis a los ídolos, ni haréis para vosotros dioses de fundición. Yo Jehová vuestro Dios. Y cuando ofreciereis sacrificio de ofrenda de paz a Jehová, ofrecedlo de tal manera que seáis aceptos. Será comido el día que lo ofreciereis, y el día siguiente; y lo que quedare para el tercer día, será quemado en el fuego. Y si se comiere el día tercero, será abominación; no será acepto, y el que lo comiere llevará su delito, por cuanto profanó lo santo de Jehová; y la tal persona será cortada de su pueblo. Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada. Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios. No hurtaréis, y no engañaréis ni mentiréis el uno al otro. Y no juraréis falsamente por mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios. Yo Jehová. No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana. No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu Dios. Yo Jehová. No harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo. No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová. No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.

Si uno se dedica a buscar todos los distintos preceptos e indicaciones de la ley de Dios, pasaríamos mucho tiempo no solamente en buscar (porque hay muchos), sino en entender su aplicación. La Ley de Dios que finalmente es la Palabra de Dios, desde el Genesis hasta el Apocalipsis, es el completo consejo de Dios para el hombre, y toca todos los aspectos de nuestra vida, tanto el mundo presente como el venidero, lo temporal como lo eterno, lo físico como lo espiritual. Si uno entiende las Escrituras en Su plenitud, entenderíamos que la Ley de Dios no está solo en el Antiguo Testamento, sino también en el Nuevo Testamento, es la Biblia entera, de comienzo a fin. Por eso que es un error pensar que la ley se acabó. Sino todo lo contrario, está vigente hasta hoy, tal como lo dijo el propio Señor: No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. Mateo 5:17-18.

Para comenzar, la Palabra de Dios no se puede tomar por partes, porque ahí es donde se cometen errores, y claro, comienza la apostasía, el apartarse del camino. No se debe tomar ciertos versículos de la Biblia y convertirlos en doctrinas y enseñanzas, especialmente si contradicen otras partes de la Palabra de Dios. Por ejemplo, muchos creyentes toman de que ya no tiene ninguna validez la ley de Dios por este pasaje: Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. Hebreos 8:13. Este nuevo pacto del cual habla el escritor no quiere decir que desaparece el Antiguo Testamento, sino habla acerca de un nuevo pacto que Dios hace con el hombre, pero basado en el primero. Por eso que es un grave error con infinitas consecuencias dar por obsoleto el Antiguo Testamento. Porque si fuere así, tendríamos que olvidar a Dios, para comenzar, porque El es la figura principal del Antiguo Testamento, y la creación, y aún e inclusive la fe misma, porque el padre de la fe, donde comienza nuestro fundamento está en el Antiguo Testamento, en Abraham. Todo comienza con el Antiguo Testamento porque es el fundamento para lo nuevo. Si dejamos a un lado el Antiguo Testamento, estaríamos desechando los diez mandamientos, y el Señor hacía mención de ellos como cosas que se tenían que observar y cumplir. Entonces, si el Señor dijo que no vino a abrogar la ley, y la mencionaba en Sus predicas, ¿Cómo podremos nosotros pensar que es obsoleta? ¿Ven el error?

Entonces, ¿Se puede cumplir con toda la ley? No, porque no somos perfectos. Y por eso que tenemos que ir al fundamento de todo, a la intención de la ley de Dios. ¿Cuál es Su intención? Esto dice la Palabra: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Mateo 22:36-40. En la respuesta del Señor, El precisamente apunta a lo principal, a lo que debiera ser primero en nuestras vidas, y claro, en lo que se da como prioridad también en el Antiguo Testamento. Pero en la manera más práctica que podemos ver en Su intención es que todo se trata de cómo debemos conducirnos con Dios (primeramente) y con nuestro prójimo (toda persona que nos rodea). ¿Cómo debemos tratar a Dios? Debemos amarle con todo lo que somos, y hacer eso, primeramente. Y ¿Cómo debemos tratar a nuestro prójimo? Debemos amarlo como a nosotros mismos. Y vemos que el Señor hace referencia de que en esto depende toda la ley y los profetas. ¿Qué son la ley y los profetas? El Antiguo Testamento. Y ¿Cómo se demuestra el amor? ¿Con palabras, con conocimiento, con ideas? No. Con acciones, con obras. Abraham demostró su amor por Dios cuando no escatimo ni en sacrificar lo más amado para él, su hijo Isaac, cuando el Señor se lo pidió. Esto dice la Palabra: ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Santiago 2:20-24.

Y ¿Cómo le demostramos a Dios nuestro amor? Esto dice la Palabra: El principio de la sabiduría es el temor de Jehová… Proverbios 1:7a. ¿Qué significa esto? Cree y busca de Dios como lo que El es. De El depende todo, tanto nuestra existencia y nuestra eternidad, entonces, debemos buscarle como tal. Y antes de tomar decisiones, tomarle en cuenta, primeramente a El. Ese es el lado práctico del asunto. ¿Por qué? Porque esto dice la Palabra de Dios: Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:10. Cristo lo hizo todo, pero ahora la voluntad del Padre se debe cumplir en nuestras vidas para que podamos nosotros, individualmente, cumplir así la intención de la ley de Dios, para que podamos obtener la vida eterna. Así que, ¿vives de acuerdo a la intención de la ley de Dios o de acuerdo a tus propias ideas? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La maldad de aquellos que conocen la Verdad - Oseas 8

Basado en Oseas 8 (Versión Reina Valera 1960)  

Pon a tu boca trompeta. Como águila viene contra la casa de Jehová, porque traspasaron mi pacto, y se rebelaron contra mi ley. A mí clamará Israel: Dios mío, te hemos conocido. Israel desechó el bien; enemigo lo perseguirá. Ellos establecieron reyes, pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes, mas yo no lo supe; de su plata y de su oro hicieron ídolos para sí, para ser ellos mismos destruidos. Tu becerro, oh Samaria, te hizo alejarte; se encendió mi enojo contra ellos, hasta que no pudieron alcanzar purificación. Porque de Israel es también este, y artífice lo hizo; no es Dios; por lo que será deshecho en pedazos el becerro de Samaria. Porque sembraron viento, y torbellino segarán; no tendrán mies, ni su espiga hará harina; y si la hiciere, extraños la comerán. Devorado será Israel; pronto será entre las naciones como vasija que no se estima. Porque ellos subieron a Asiria, como asno montés para sí solo; Efraín con salario alquiló amantes. Aunque alquilen entre las naciones, ahora las juntaré, y serán afligidos un poco de tiempo por la carga del rey y de los príncipes. Porque multiplicó Efraín altares para pecar, tuvo altares para pecar. Le escribí las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosa extraña. En los sacrificios de mis ofrendas sacrificaron carne, y comieron; no los quiso Jehová; ahora se acordará de su iniquidad, y castigará su pecado; ellos volverán a Egipto. Olvidó, pues, Israel a su Hacedor, y edificó templos, y Judá multiplicó ciudades fortificadas; mas yo meteré fuego en sus ciudades, el cual consumirá sus palacios.

El mas grave problema que existe hoy en día es la corrupción que hay en todo lugar donde se conoce Su Verdad, porque no se sigue, sino que se desecha. La gran mayoría del hombre hoy en día busca hacer su propia voluntad, y no la de Dios. ¿Quién conoce la Verdad? Casi todo el mundo. Por la obra de Dios y de aquellos fieles a través de los siglos, ya se puede decir que casi todo el mundo conoce de la Verdad, de que hay un Dios Todopoderoso y que Su Hijo Unigénito, Jesucristo murió por los pecados de toda la humanidad. ¿Quién no conoce lo que significa la cruz? Así que, sí saben lo que eso significa, saben del Evangelio, por mucho que lo han tratado de pervertir, de cambiar, y de sacar de todo lugar posible.

Por desgracia, en vez del hombre aferrarse a Cristo y a Su Palabra, se han levantado mas que nunca dentro del llamado pueblo de Dios falsos profetas y maestros para pervertir o para usar Su Verdad para su propia conveniencia carnal. Y esto dice Dios: Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme. Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos; y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores, mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor. Pero estos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores. Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad, y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta. Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre. Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció. Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno. 2 Pedro 2.

¿Tendrá Dios misericordia si la gran mayoría de los que conocen Su Verdad, sabiendo que existe Dios y conociendo el sacrificio de Cristo en la cruz, prefieren desecharle y hacer como les place? ¿Podrá tener misericordia Dios sobre la creación que hizo, al rebelarse de la manera que lo hace, que, conociendo la verdad, prefieren creer y seguir cosas que le ofenden? Si el hombre persiste seguir el curso que tiene, si no se arrepiente, los males que tenemos seguirán empeorando. Sabemos que ya estamos en los últimos tiempos, pero todo pasará cada vez más aceleradamente. Podrán culpar a los problemas ambientales, o a los químicos, o al calentamiento global, o a cualquier otra cosa, pero todo el mal que nos esta viniendo es porque Dios lo esta permitiendo al ver la gran rebeldía del hombre; y todo su dinero, su poder, o su tecnología no podrá cambiar nada, sino que todo empeorará mientras siga tal rebeldía y maldad. Y lo peor de todo, es que el ser humano hará su propio camino hacia el infierno (por que sí existe) al desechar el único camino a la salvación, al Señor Jesucristo y Su Verdad. Dios es Dios misericordioso, pero también es fuego consumidor. Los únicos que se salvarán, no necesariamente de los eventos que vienen sobre este mundo, sino en la eternidad, son los que hacen la voluntad de Dios, los que se arrepienten y se convierten de todos sus pecados (no solo de algunos), y reciben y tratan al Señor Jesucristo como el Señor que es. De otra manera, no hay salvación, ni de lo que ya está en el mundo, ni de lo que viene, ni aún menos, del juicio venidero donde todos daremos cuenta, sin excepción. Como está escrito: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, ¿Qué haces con la Verdad de Dios en tu vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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