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Los derechos de Dios - Romanos 12

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Basado en Romanos 12 (Versión Reina Valera 1960)

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

En el pasaje de hoy, vemos muchas indicaciones, muchas cosas se nos enseñan como cosas que debemos hacer. Vemos que debemos presentar nuestros cuerpos como sacrificios vivos, santos, y agradables a Dios. Vemos que no nos debemos conformar al tiempo en que vivimos, o más bien, al mundo en que vivimos, sino que seamos transformados. Vemos que debemos buscar la voluntad de Dios. Leemos también, como debemos tratar a nuestros semejantes, y aún hasta nuestros enemigos. Se nos mandan muchas cosas. Y uno puede preguntar, ¿Por qué se nos pide tanto, como prácticamente abandonar nuestras vidas y vivir para Dios y para nuestro prójimo? Y es una pregunta valida. En realidad, debiéramos hacernos esta pregunta para poder entonces entender la razón de todo esto. Después de todo, Dios nos creó con raciocinio, con la habilidad de poder absorber, entender, procesar, y así, tomar decisiones. En rendidas cuentas, antes que las cosas lleguen al corazón, tienen que pasar primero por nuestro intelecto, por el raciocinio. Así que, argumentaremos el sencillo hecho de que Dios sí tiene el derecho de dirigirnos, y de que hagamos Su voluntad, y tenemos argumentos extremadamente irrefutables que debieran llevarnos al convencimiento total porqué es más que justo lo que Dios nos pide.

Para comenzar, está el argumento de que Dios es Dios. No hay autoridad más grande en el universo. No hay otro como El. El es el Supremo, el Altísimo, el Todopoderoso. No hay realmente manera de poder explicar esta realidad en palabras. La Palabra nos abre pequeñas ventanas (por decir) para por lo menos poder tener algún tipo de idea de Quien es este Dios, y Su posición en lo inconmovible y en lo eterno. Porque escrito esta: Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Apocalipsis 5:11-13. Así que, el sencillo hecho de que Dios es Dios, y no hay nadie más alto que El, nos debiera motivar.

El segundo argumento tiene que ver con el asunto de que Dios hizo todas las cosas, e inclusive, al ser humano. Nada de lo que vemos, ni tú mismo existirías si no fuera por Dios. No tendrías ni idea de lo que sería la vida sin el Señor. Como está escrito: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Juan 1:1-4. Entonces, El no solo creo todo, y permitió que vinieras a tener vida, sino también, se nos enseña de que todo lo creado subsisten en El. O sea, El no solo creo, y lo dejó funcionando solo, por decir, sino que, absolutamente nada en el universo puede seguir existiendo sino fuera por el Señor. Como también está escrito: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17. Así que, si llegaste a tener vida, es porque El lo permitió. Y si sigues vivo, y puedes hacer todo lo que haces ahora, desde lo más pequeño e insignificante, hasta lo más primordial en tu vida, hasta lo que hace tu cuerpo involuntariamente (por decir), el palpitar de tu corazón y el respirar de tus pulmones, es porque Dios sencillamente lo permite. Aunque una persona no quiera creer en Dios, esa persona de todas maneras existe porque Dios lo permite.

Y el tercer argumento, posiblemente el más convincente de todos, que El Señor se dió a si mismo por todos nosotros, aún cuando éramos Sus enemigos, y ajenos a todo lo que El es, como está escrito: Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:10. Y El se dió por nosotros sin ningún tipo de obligación. Todo lo hizo por amor. Dios vino a este mundo y dedico todo Su ser mientras caminó en nuestra semejanza a hacernos el bien, y hasta morir por nosotros; dándose como sacrificio el Santo y el Puro por los pecadores, pagando el precio del pecado por todos Sus enemigos en la cruz. Y nunca hubo ni un solo reclamo, como está escrito: Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Isaías 53:7. No hay ser más bueno, ni más misericordioso que Dios.    

Nosotros le debemos todo al Señor, y por esto debemos honrarlo como la Autoridad Suprema, como el Creador de todo, como el Sustentador de todo, y hasta nuestra existencia, y el que nos da la posibilidad de tener la vida eterna. Así que, ¿entiendes el derecho que Dios tiene, por lo tanto que tú dependes de El? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Haciendo la Voluntad de Dios - 1 Corintios 16

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Basado en 1 Corintios 16 (Versión Reina Valera 1960)

En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo. Iré a vosotros, cuando haya pasado por Macedonia, pues por Macedonia tengo que pasar. Y podrá ser que me quede con vosotros, o aun pase el invierno, para que vosotros me encaminéis a donde haya de ir. Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite. Pero estaré en Efeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios. Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo. Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle en paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos. Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, más de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad. Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor. Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan. Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia. Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas. Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo. Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano. El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene. La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros. Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén.

Si nos fijamos bien en el pasaje, y en lo que se nos está enseñando, podremos ver el tema principal de toda la Biblia, el todo del hombre: que debemos amar a Dios y amar a nuestro prójimo. Y cuando se habla de amar, es un asunto de acciones que demuestran amor, porque el amor se demuestra. Vemos esto a través del cuidado personal que pone el Apóstol Pablo en lo que indica. Se enseña de maneras muy practicas lo que debe suceder con aquellos que se llaman ser seguidores de Cristo, lo cual hoy en día, si observamos objetivamente, notaremos que ya no se ve lo que se tiene que ver en nosotros como grupo. Nosotros como iglesia nos hemos perdido dentro de nosotros mismos, en el egoísmo, en la falta de amor, en el buscar solo nuestros intereses y no buscar los intereses de Dios, y en el olvidar los principios santos que nos dio nuestro Padre Celestial a través del Señor. Pero, si se falla o se olvida, hay que recordar e instar a lo que realmente es la voluntad de Dios, porque Dios no desea que nos perdamos, sino que nos volvamos de nuestros malos caminos; que halla arrepentimiento y conversión, para que Su propósito sea cumplido: el poder rescatar a la mayor gente posible del camino de la perdición. Entonces, explicaremos la Verdad.

Para comenzar, la Palabra nos indica esto, cuando precisamente los religiosos (lo cual es muy aplicable al problema que hay hoy en día; mucha religiosidad) trataron de poner a prueba a Dios (lo cual muchos todavía hacen hoy en día también): Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Mateo 22:35-40. La Biblia y la Cruz, en sus plenitudes enseñan una relación vertical, mostrando nuestra relación con Dios; y también enseñan una relación horizontal, demostrando nuestra relación con los hombres. Y esto es de lo que se trata la voluntad de Dios, de amar a ambos, y que, en ese amor hacia Dios, es que se debe manifestar el amor hacia los demás. O sea que, el amor a Dios es lo fundamental, lo que deber generar el amor hacia el prójimo. El orden no puede ser alterado. El Señor siempre tiene que ser el primero, y la razón por lo cual hacemos las cosas, y después viene el amor por los demás, como resultado de ese amor por el Señor, como también está escrito: En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él. 1 Juan 3:16-19. Pero si no amamos a Dios, y El no es el motivo principal por lo cual hacemos las cosas, entonces no hay nada de valor. Siento decirlo, pero todo esto es basura y debidamente tiene que ser quemado por el fuego eterno. Y claro está, si no está esté fundamento principal en nuestras vidas, no hay salvación, porque como mismo quedo escrito: El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. Así que, debe quedar muy claro que el amar a Dios a través de las acciones que demuestran el amor hacia Dios debiera generar el amor hacia el prójimo y las acciones correspondientes que están asociadas con ese amor. Es tan sencillo como eso. No hay gran teología ni se necesitan años de seminario para poder entender estos conceptos muy sencillos. El pecado y la rebeldía es lo que complica lo sencillo, cosas que hasta los niños pueden comprender. Y por estas “complicaciones” que muchos crean en sus vidas es que van a haber muchas sorpresas delante del trono de Dios en el día del juicio, porque todos seremos juzgados por nuestras acciones, lo quieran creer o no. Como está escrito: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Entonces, procura entender lo que estás haciendo, por tu propio bien.

Así que, ¿Qué debemos hacer por nuestro prójimo? La Biblia nos enseña lo siguiente: No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Gálatas 6:9-10. Y también el Señor nos enseno esto: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Mateo 5:43-45. Entonces, hazle el bien a todos, ayuda en lo que tu puedas ayudar, y de una manera muy práctica. Ora, pero también actúa. Básicamente, trata a los demás como Dios te ha tratado a ti. Eso es lo que enseña Dios. ¿Entiendes cuál es la voluntad de Dios, para que lo pongas en acción, para que puedas llegar a tener la vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La disposición del corazón - Hechos 28:17-31

Basado en Hechos 28:17-31 (Versión Reina Valera 1960)

Aconteció que tres días después, Pablo convocó a los principales de los judíos, a los cuales, luego que estuvieron reunidos, les dijo: Yo, varones hermanos, no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra las costumbres de nuestros padres, he sido entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos; los cuales, habiéndome examinado, me querían soltar, por no haber en mí ninguna causa de muerte. Pero oponiéndose los judíos, me vi obligado a apelar a César; no porque tenga de qué acusar a mi nación. Así que por esta causa os he llamado para veros y hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena. Entonces ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido de Judea cartas acerca de ti, ni ha venido alguno de los hermanos que haya denunciado o hablado algún mal de ti. Pero querríamos oír de ti lo que piensas; porque de esta secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella. Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas. Y algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían. Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis; porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente, y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane. Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán. Y cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí. Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.

¿Qué es lo que determina el curso de una vida y define su eternidad? Dios nos hizo a imagen y semejanza de El. Y así, tenemos similitudes con El. Una de las similitudes principales que tiene el ser humano con el Señor es el poder razonar y decidir, lo cual viene con el alma y el corazón de la persona, o sea con el centro del ser. En ese punto intangible (físicamente hablando) es que se encuentra el todo del ser humano. No lo podemos ver con nuestros ojos humanos, pero todo lo que genera sí es muy visible en los hechos de una persona. Así que, no es necesariamente Dios el que decide por una persona, sino más bien, es la persona que decide lo que finalmente sucede con ella misma. Dios sencillamente permite que las consecuencias naturales sucedan. Pero, hay instancias que cuando una persona es demasiada rebelde, y su corazón muy obstinado, que Dios finalmente si toma la decisión de empujarla al desvío total, porque la persona ha llevado a Dios más allá de Sus límites.

Para ver más claramente el asunto, ¿Qué dice la Palabra acerca del corazón del ser humano? Escrito esta: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. Dios lo sabe todo, hasta lo más profundo del hombre. No hay nada que se pueda esconder de El. Es imposible. El conoce los verdaderos sentimientos, los pensamientos, todo lo más íntimo de un ser.  

Ahora bien, uno de los ejemplos más claros que podemos ver de lo que ya hemos mencionado es Faraón. Faraón, para desgracia de él mismo, fue el ejemplo de lo que sucede cuando un ser es obstinado con Dios, y que Dios sabe todo lo que está pensando, y que, el Señor es el que finalmente desecha a una persona con un duro y rebelde corazón. Vemos en Éxodo cuando Dios desea liberar a Su pueblo de las manos de Egipto, y que tuvo que lidiar con la rebeldía de Faraón. A Faraón se le dio muchas oportunidades para hacer las cosas bien, pero su corazón rebelde no tuvo medida. Dios le reveló a Moisés el corazón de Faraón, y sabía que era duro, y predijo que Faraón endurecería su corazón, no porque Dios necesariamente lo designo así desde el comienzo, sino porque Faraón decidió hacerlo. Esto es lo que leemos: Y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho. Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo. Éxodo 7:13-14. Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho. Éxodo 7:22. Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho. Éxodo 8:15. Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho. Éxodo 8:19. Mas Faraón endureció aun esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo. Éxodo 8:32. Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo. Éxodo 9:7. Faraón endureció su corazón en seis distintas oportunidades, hasta cuando los hechiceros se habían dado cuenta que estaban luchando con Dios. Pero después de estas oportunidades fue que Dios actúa en el corazón de Faraón, y fue Dios quien lo endureció, como está escrito: Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés. Éxodo 9:12. Faraón se pudo haber arrepentido, pero no lo hizo, y así sobrepaso los límites de Dios. Y porque Dios es un Ser supremamente digno, aunque El es amor y lleno de misericordia, El no puede olvidar que también es Dios, y que no puede rebajarse a tanto.

Esto es lo que aconseja la Palabra: Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Isaías 55:6-9. Entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad. Hebreos 3:15-19. El pueblo que Dios saco de Egipto también enojo al Señor, y también les paso igual que a Faraón.

Dios indiscutiblemente tiene Sus límites. El es un Dios de misericordia, de bondad, de gracia, y de amor, pero no se puede abusar, bajo ningún punto de El. ¿Cuál es el límite de Dios? No se sabe, pero ¿para qué llevarlo a ese punto? Si tienes problemas de rebeldía y de dureza de corazón, usa tu raciocinio para poder buscar del Señor, y deja que El obre en tu vida, porque de otra manera, o llegarás a experimentar mucho dolor, o serás desechado para siempre. Todo esto es tu decisión. Así que, ¿Qué harás con la disposición de tu corazón? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El problema que sucede cuando Dios no es el primero - Marcos 6:14-28

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Basado en Marcos 6:14-28 (Versión Reina Valera 1960)

Oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes. Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas. Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos. Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer. Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía; porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana. Pero venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea, entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré. Y le juró: Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino. Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista. Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista. Y el rey se entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla. Y en seguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la cabeza de Juan. El guarda fue, le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.

Cuando una persona no tiene a Dios en primer lugar en su vida, grandes y fatales errores se cometen. Y desgraciadamente, este es un problema muy común. El asunto de que Dios tiene que ser primero no es un capricho de Dios. Si entendemos como las cosas fueron hechas realmente, y como realmente funcionan en el universo, podremos entender que no es un capricho o algo así. El asunto es que todo fue creado y hecho de una manera, y cada cosa funciona como está establecida. Por eso que la Verdad no es relativa, o dependiente de la perspectiva de una persona. El universo es un lugar mucho más grande que nosotros, y el universo no se acomoda a lo que nosotros pensamos. Y claro, el argumento que siempre haré (con la gracia de Dios) mientras yo viva, es que el Unico que sabe cómo funcionan las cosas, y al que tenemos que prestarle atención, es a Dios, y Su instrucción solo la encontraremos dentro de la Santa Biblia, la Palabra de Dios. Y es por eso que El tiene que ser el primero, si en realidad deseamos lo mejor aquí, pero principalmente, en la eternidad. Y una persona sensata y lógica entiende esto; ni siquiera es cosa de sentimientos, aunque tenemos motivos sobre contundentes, si entendemos el amor de Dios, y lo que El ha hecho por nosotros.

Así que, el consejo de Dios, lo que está escrito, nos explica lo que tiene que suceder para que trabajen las cosas para bien en nuestras vidas. La Biblia nos enseña esto: No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. Éxodo 20:3-6. El mandamiento fue dado para nuestro bien, para que evitemos los desastres que vienen como resultado de la desobediencia. Y claro, Dios lo explica con razones de amor y consecuencias porque es el Padre Celestial y Dios Todopoderoso. Dios tiene que usar el concepto de mandamiento para que se entienda que es apremiante, esencial, y crucial; que no es algo que se puede pasar por alto, porque de nuevo, hacer lo contrario sería desastroso; no para Dios, sino para el hombre. Entonces, no podemos poner nada ni como prioridad antes que Dios, ni nada más que estorbe nuestra relación directa con El.

Ahora bien, ¿Qué más podemos entender de porqué es tan crítico poner a Dios en primer lugar? El asunto es que tanto como existe Dios, también existe Satanás, y Satanás no descansa en su trabajo de desviarnos. Si no entendemos eso, entonces fracasaremos grandemente y ni siquiera nos daremos cuenta cuando estemos totalmente fuera del camino del Señor, en camino de muerte. La Biblia nos cuenta esto: Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Genesis 3:1-5. Satanás continuamente trata de desviarnos, a cada momento, y a través de distintas cosas, cosas muy sutiles, que hasta lucen como buenas. Por eso que hay que tener tanto cuidado. Si Adán y Eva hubieran tenido a Dios en primer lugar, no le hubieran hecho caso a Satanás, y no estaríamos donde estamos todos hoy. Pero no seamos tan duros con ellos, porque todos nosotros podemos hacer tanto o peor. Por eso que estamos teniendo esta discusión.

¿Cuál es el cuidado principal que debemos tener? Si no tenemos a Dios en primer lugar en nuestra vida, entonces le estaremos obedeciendo al pecado y a Satanás mismo, y esto pasa demasiado y a menudo. Esto es lo que vemos en la Palabra: Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Mateo 16:21-23. Cuando no ponemos a Dios en primer lugar, vamos a llevar a cabo la voluntad de Satanás. Ese es el grave peligro, y por eso que es tan desastroso, porque Satanás nunca, jamás te llevará a hacer algo bueno para ti. No hay lugar para grises porque no hay un entremedio. Y por eso que Dios también nos aconseja de la siguiente manera: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 2 Corintios 6:14-16. Herodes se metió con alguien de mal (Herodías). Entonces, nos tenemos que rodear con personas que nos ayuden a mantener al Señor en primer lugar.

Así que, ¿entiendes que es imperativo poner al Señor en primer lugar, por tu propio bien? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La eternidad prometida - Josué 15:13-19

Basado en Josué 15:13-19 (Versión Reina Valera 1960)

Mas a Caleb hijo de Jefone dio su parte entre los hijos de Judá, conforme al mandamiento de Jehová a Josué; la ciudad de Quiriat-arba padre de Anac, que es Hebrón. Y Caleb echó de allí a los tres hijos de Anac, a Sesai, Ahimán y Talmai, hijos de Anac. De aquí subió contra los que moraban en Debir; y el nombre de Debir era antes Quiriat-sefer. Y dijo Caleb: Al que atacare a Quiriat-sefer, y la tomare, yo le daré mi hija Acsa por mujer. Y la tomó Otoniel, hijo de Cenaz hermano de Caleb; y él le dio su hija Acsa por mujer. Y aconteció que cuando la llevaba, él la persuadió que pidiese a su padre tierras para labrar. Ella entonces se bajó del asno. Y Caleb le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Concédeme un don; puesto que me has dado tierra del Neguev, dame también fuentes de aguas. El entonces le dio las fuentes de arriba, y las de abajo.

¿Quién era Caleb? Si vemos el principio de su historia (la cual se habla en Números 13 y 14), vemos que Caleb fue uno de los doce espías que mando Moisés (por mandato de Dios), para espiar la tierra prometida. La misión que se le encomendó a Caleb (y a los doce) tenía que ver con observar lo siguiente: …Subid de aquí al Neguev, y subid al monte, y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; cómo es la tierra habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas; y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el tiempo de las primeras uvas. Números 13:17b-20. Los doce volvieron de su misión, pero diez de ellos contaron más bien de los gigantes y de los problemas que podían a travesar, y eso incito a que el pueblo temiera, y que no solamente se volviera en contra de Moisés, sino principalmente, en contra de Dios. Pero, Caleb y Josué hicieron con fe su reporte, y hablaron de las grandezas que había en la tierra, y de que, si el pueblo encontraba el agrado de Dios, que El se los daría. Caleb y Josué trataron de persuadir al pueblo para que no se rebelarán en contra de Dios, y que no le temieran a los gigantes, ni a nada que ellos tendrían que enfrentar. Y bueno, si seguimos la historia, hasta lo que leímos hoy, por la misericordia de Dios (porque Dios iba a desechar el pueblo después de tanto reclamo en contra de El), el pueblo llegó a la tierra prometida, y Caleb recibió sus recompensas por haber tenido fe en Dios, por haber justificado al Altísimo y haber defendido Su causa.

Ahora bien, ¿Fue fácil lo que le toco hacer a Caleb para recibir la recompensa de su fe? No. En esta vida, nada que valga realmente la pena es fácil. Todo cuesta trabajo y sacrificio. Se lee muy fácil, por ejemplo, que: Caleb echo de allí a los tres hijos de Anac; a Sesai, Ahiman y Talmai, pero no era mentira que habían poderosos gigantes en la tierra. De los gigantes que hablaron los diez espías era como lo que se describía de Goliat, por ejemplo, un hombre que era sumamente grande en estatura, y muy fuerte (Goliat midió como 9,5 pies, o 2,9 metros). Así que, aunque Dios obró en todo, hubo mucho esfuerzo de parte de Caleb y del pueblo que luchó para poder obtener la tierra prometida. No fue como las películas, que en aproximadamente dos horas uno ve el comienzo y el final victorioso, donde todos quedan contentos y alegres. La vida no es una película. Lo que Caleb tuvo que enfrentar fueron días, meses, y hasta años de esfuerzo, de lucha, de desgaste físico, y de sacrificio.

Entonces, ¿Qué hace a Caleb tan especial, y que podemos aprender de todo esto? Hubo tres cosas fundamentales en la vida de Caleb que tenemos que tomar en cuenta, si en realidad deseamos un final de triunfo y de éxito. Primero, Caleb creía en Dios, no de palabras, sino con todo su ser porque se enfrentó a un pueblo entero, rebelde, por defender a Dios, sin tomar en cuenta las consecuencias, que hasta su vida pudiera haber perdido. Se hecho al mundo encima (por decir) sin reservación ninguna por Su Dios. Segundo, le creyó a Su Dios. Dios hablo de una tierra prometida. Dios lo envió a ver la tierra prometida. Caleb le creyó a Dios, que si él encontraba favor ante Dios, que se la daría. Y tercero, hizo el trabajo y fue diligente y esforzado en cumplir con lo que tenía que hacer; le obedeció a Dios. El no lucho por sus ideas o por lo que a él se le ocurrió, sino que lucho por lo que Dios lo mando a hacer. Y se esforzó, y su fe y esfuerzo animó a otros a cumplir la obra. Si aplicamos lo mismo, pero a cosas mucho más grandes, (porque la tierra prometida por la cual lucho Caleb fue una tierra buena, pero fue física, temporal, que ahora está, y mañana será otra cosa, como todo en este mundo). Nada en este mundo dura para siempre. Pero Cristo es para siempre, y si ponemos nuestra fe en El, podremos vivir para siempre. La muerte no tendrá ningún poder sobre nosotros, si hacemos sencillamente las tres cosas que hizo Caleb. Leemos esto en la Palabra: Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. 1 Corintios 15:12-19. ¿Es duro seguir a Cristo? Si, porque estamos luchando en contra del mundo entero, en contra de Satanás y su reino, y en contra del pecado y la muerte; todos estos adversarios son muy duros y grandes, gigantes en realidad. Pero, nuestra fe en Cristo puede vencerlos a todos.

Ahora bien, espiemos (por decir) por un momento la eternidad que el Señor nos promete: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Apocalipsis 21:1-7. Pero, para recibir esta recompensa, la Biblia nos enseña lo que no debemos ser, como está escrito: Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. Apocalipsis 21:8. El triunfo eterno no es ni para los cobardes ni para los incrédulos, porque es necesario enfrentar gigantes y trabajar muy duro, con los ojos puestos en Cristo y en Su meta. Pero ¿No vale la pena enfrentar lo que haya que enfrentar, estemos solos o acompañados, por una “eternidad prometida”? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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¿Quién es Jesus? - Lucas 5:17-26

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Basado en Lucas 5:17-26 (Versión Reina Valera 1960)

Aconteció un día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar. Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios. Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas.

A muchas personas les cuesta entender quién es Jesús. Para desgracia de ellos, ven al Señor solo como un hombre, y no como lo que realmente fue y es: El era y es Dios. El problema que sencillamente muchos tienen es orgullo y altivez, y por ese orgullo y altivez, en vez de reconocer Su increíble sacrificio, que descendió a esa condición para poder pasar todo lo que era necesario por nosotros, por nuestro pecado, más bien lo penalizan y se lo tienen en contra. No existe una injusticia más grande en el universo, y por lo tanto, por eso que es justamente castigable como lo dice la Escritura: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Juan 3:36. Este fue el grave problema que tuvieron muchos de los religiosos, y es el mismo problema que tienen muchos hoy en día, que miran al Señor como a iguales o hasta como algo más bajo que ellos mismos, y que ellos no se van a rebajar a aceptar a alguien así, como su Dios. Este fue el mismo problema que tuvo Satanás. El enemigo no quiso (ni quiere) aceptar que Dios es Dios y que hay que sujetarse a El. En rendidas cuentas, si hay algo que no tiene límites ni en Satanás ni en las personas que rehúsan creer y sujetarse a Dios, es la estupidez (no hay otra palabra que describa mejor el asunto). El reconocer a Cristo como lo que es, como Dios, es sencillamente reconocer un hecho, y nada más que eso. Hay ciertas cosas en la vida que hay que sencillamente aceptar y reconocer, y esta es la principal.  

Ahora bien, puede que algunos se defiendan, las personas incrédulas, no por estupidez sino por ignorancia. Y Dios no tiene ningún problema con la ignorancia. La ignorancia es totalmente justificable, porque si no sabes algo, entonces no crees porque no quieres creer, sino más bien, porque falta de información. Eso es una gran diferencia. Ahora, para la persona que le falta la información, pero desea entender, lo que es necesario ver es lo que El hacía. El Señor, aunque tomo una forma muy humilde, aún como hombre, hizo cosas que nadie antes pudo hacer, ni lo podrán hacer. Es necesario ver los hechos y aceptarlos como hechos. Por algo se nos dejó escrito todas estas cosas. Vemos en el pasaje principal de hoy, que El demostró poder perdonar el pecado como también sanar. El pudo, y puede hacer ambas cosas, sin ningún problema porque El es Dios. Y El hizo esto incontables veces, aún en los días de reposo (por lo cual los religiosos también lo condenaron). Así que, El demostró incontables veces que El era Dios.

Lo que podemos observar también aquí, es que la enfermedad tiene algo que ver con el pecado, y esto hay que tratar de explicarlo bien, porque se puede malentender muy fácilmente, especialmente por ciertas malas doctrinas que hay por ahí. Lo que tenemos que entender es que el pecado está en el mundo, y que el pecado es lo que ocasiona todas las cosas malas en el presente, tanto el pecado que hay a nuestro alrededor, como también el pecado que mora dentro de nosotros. Lo que vemos en este pasaje es que había pecado en la persona que fue sanada. La Palabra nos demuestra la relación entre el pecado y la enfermedad a través de este siguiente pasaje: ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Santiago 5:13-16. Entonces, el pecado esta siempre ligado con la enfermedad, de alguna manera u otra. Van mano en mano. Entonces ¿Cuál sería el pecado de este hombre? No se sabe, pero por eso que estaba enfermo. Eso si lo podemos ver. Lo otro que tenemos que entender es que el Señor, como el Dios que es, sabe todo lo que está dentro de nosotros, aun lo que los demás no ven, y hasta lo más íntimo de nuestro ser. Porque escrito esta: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. Nosotros no podemos engañar al Señor, por mucho que tratemos. El lo sabe todo.

Ahora, ¿es un castigo la enfermedad? No necesariamente. El Apóstol Pablo es uno de nuestros principales ejemplos en la Biblia, especialmente para poder entender lo que puede pasar hasta en las personas más fieles al Señor. Pablo tuvo que lidiar con un aguijón, o con una enfermedad. El explico esto: Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12:7-9. El aguijón que tuvo Pablo fue permitido para poder lidiar con su orgullo, porque es lo único que puede producir que una persona se enaltezca. Y claro, el orgullo no permite que una persona se someta a Dios, ni a los propósitos de Dios, y que se crea mejor que los demás. ¿Cuál es el propósito de la enfermedad? Dios permite que sucedan ciertas cosas en nuestras vidas porque El esta más interesado en nuestra formación y preparación para la eternidad que nuestra comodidad temporal en este mundo. La eternidad es mucho más importante que el mundo temporal. Así que, si Dios permite que sucedan ciertas cosas en tu vida, sea una enfermedad o alguna otra circunstancia, es porque sencillamente desea llevar a cabo cosas más grandes en tu vida. Lo principal en todo esto es que puedas ver siempre más claro quién es Jesús y lo que El desea hacer en tu vida. Lo que más glorifica a Dios es el proceso de transformación del ser humano, porque esa es la razón principal por lo cual murió por todos nosotros, no solo para salvarnos, sino también, para prepararnos para lo que viene. Así que, ¿entiendes quién exactamente es Jesús y lo que El realmente hizo por ti? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La fidelidad de Dios - Mateo 1

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Basado en Mateo 1 (Versión Reina Valera 1960)

Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom, y Esrom a Aram. Aram engendró a Aminadab, Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón. Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías. Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, y Abías a Asa. Asa engendró a Josafat, Josafat a Joram, y Joram a Uzías. Uzías engendró a Jotam, Jotam a Acaz, y Acaz a Ezequías. Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amón, y Amón a Josías. Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, en el tiempo de la deportación a Babilonia. Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel. Zorobabel engendró a Abiud, Abiud a Eliaquim, y Eliaquim a Azor. Azor engendró a Sadoc, Sadoc a Aquim, y Aquim a Eliud. Eliud engendró a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo. De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce. El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, m que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.

Al estar en un mundo donde la mentira reina, y donde no se puede confiar mucho, donde hay tanto engaño y aprovechamiento, más nos debiéramos dar cuenta que necesitamos algún tipo de refugio o de seguridad superior a nosotros. Cada persona, por virtud de que es un ser humano, (un ser limitado con muchas vulnerabilidades), necesita poner su confianza en algo o en alguien para poder literalmente sobrevivir.A muchos le cuesta confiar en cosas o en personas fuera de si, porque cosas o personas importantes en el pasado les fallaron en algún punto. Para explicarlo mejor, no estamos hablando de una falla que tiene que ver con un padre de haber dicho algo inapropiado o doloroso nada más, porque sería ilógico e injusto castigar, por decir, a una persona que dijo algo mal o cometió un error en un momento dado, y desechar todo el resto de su sacrificio por algo así. Algunos hijos o hijas tratan de castigar a su padre o madre cuando algo no sale bien, o cometen un error. El deber de un padre o de una madre con un hijo, delante de Dios (lo cual va mucho más allá de lo que enseña la sociedad), es darle lo necesario: como amor, un techo, comida, ropa, cuidados, consejos, y protección, mientras se hace adulto (y Bíblicamente, una persona ya es un adulto a los 20 años de edad, porque podía ir a la guerra, aunque muchos fueron reyes de Israel y de Judá mucho antes de esa edad, así que eso varia). Pero, no obstante, después de ser adulto, ya una madre o un padre no deben nada absolutamente. Ellos no le deben a los hijos en ningún punto de su vida ni ropa de marca, ni autos, ni entretenciones, ni viajes, ni carreras universitarias, ni ayudarlos después de casarse, ni nada más por el estilo. Y si un padre o una madre te ha dado lo necesario, dentro de sus límites, y cometen algún error, y los desprecias, esto es castigable delante de los ojos de Dios, y lo único lo que estás haciendo es acortando tus días, como está escrito: Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. Éxodo 20:12. Así que, lo que estamos hablando tiene ver con reales fallas y fracasos, con heridas duras y profundas, no de asuntos superficiales. Y por eso que les cuesta a muchas personas confiar, y vuelven su fe a sí mismo, o a otras personas, o en cosas a que se aferraron en el camino, que también pueden fallar tanto o más que sus padres.  

Ahora bien, si somos sabios y lógicos, nos debiéramos dar cuenta que necesitamos confiar en algo o en alguien inconmovible, en algo o en alguien firme, estable, y duradero. Si observamos todo los que nos rodea, y hasta nosotros mismos, por un momento, no sería muy sabio poner nuestra confianza en lo temporal, porque todo esto es terminable y muy falible. El dinero se puede ir muy fácil. El poder es una ilusión. La fama puede durar solo un instante. La salud puede cambiar en un solo momento. Nuestros seres queridos nos pueden fallar aun por accidente, sin ninguna mala intención, porque también son falibles e imperfectos igual que nosotros. Entonces, ¿dónde podemos poner nuestra confianza? ¿Qué o Quién nos ha demostrado tales cualidades de fidelidad y de seguridad? Y aquí es donde entra nuestro Dios.

Dios es fiel. ¿Cómo sabemos esto? ¿Tienes tu algo que ver con el girar del planeta? ¿El hombre es el que hace nacer y ponerse el sol cada día? ¿Tienes algún control sobre tus pulmones y el palpitar de tu corazón? ¿Quién permite que estés vivo en este mismo instante? Todo esto son solo unos pocos ejemplos de cosas que ni tienes nada que ver con ellos, ni nadie tiene ningún tipo de control sobre ellos. Dios está en todo esto. En el pasaje de hoy, vimos la fidelidad de Dios a través de muchas generaciones, al cumplir Su promesa. Para comenzar, Dios no miente, como está escrito: Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta. 1 Samuel 15:29. Y El tiene el poder para cumplir cosas imposibles, como también está escrito: El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones. Salmo 33:11. Y esto lo prometió siglos antes que sucediera: Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Genesis 3:14-15. Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Isaías 7:14. Y finalmente, Dios no cambia, como está escrito: Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Hebreos 13:8.

Si Dios hace cosas por todos nosotros que nadie más puede hacer por nosotros, a cada momento; cosas que están fuera del control del hombre, y hasta nos a dado el camino a la salvación a través de cumplir Sus promesas, a través de Jesucristo, entonces, puedes confiar en El, porque es distinto a todo lo demás, e inclusive, a nosotros mismos, El sí es fiel. Así que, ¿Has podido entender y apreciar la fidelidad de Dios que trasciende el tiempo, y que permanece por toda la eternidad? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Cuando nos alineamos con el Señor - Josué 10:1-15

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Basado en Josué 10:1-15 (Versión Reina Valera 1960)

Cuando Adonisedec rey de Jerusalén oyó que Josué había tomado a Hai, y que la había asolado (como había hecho a Jericó y a su rey, así hizo a Hai y a su rey), y que los moradores de Gabaón habían hecho paz con los israelitas, y que estaban entre ellos, tuvo gran temor; porque Gabaón era una gran ciudad, como una de las ciudades reales, y mayor que Hai, y todos sus hombres eran fuertes. Por lo cual Adonisedec rey de Jerusalén envió a Hoham rey de Hebrón, a Piream rey de Jarmut, a Jafía rey de Laquis y a Debir rey de Eglón, diciendo: Subid a mí y ayudadme, y combatamos a Gabaón; porque ha hecho paz con Josué y con los hijos de Israel. Y cinco reyes de los amorreos, el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquis y el rey de Eglón, se juntaron y subieron, ellos con todos sus ejércitos, y acamparon cerca de Gabaón, y pelearon contra ella. Entonces los moradores de Gabaón enviaron a decir a Josué al campamento en Gilgal: No niegues ayuda a tus siervos; sube prontamente a nosotros para defendernos y ayudarnos; porque todos los reyes de los amorreos que habitan en las montañas se han unido contra nosotros. Y subió Josué de Gilgal, él y todo el pueblo de guerra con él, y todos los hombres valientes. Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti. Y Josué vino a ellos de repente, habiendo subido toda la noche desde Gilgal. Y Jehová los llenó de consternación delante de Israel, y los hirió con gran mortandad en Gabaón; y los siguió por el camino que sube a Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda. Y mientras iban huyendo de los israelitas, a la bajada de Bet-horón, Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel mataron a espada. Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel. Y Josué, y todo Israel con él, volvió al campamento en Gilgal.

Uno de los tantos grandes valores de la Palabra de Dios es que nos da ejemplos de lo que sucede cuando se le obedece al Señor, y también, cuando no se le obedece al Señor. Viendo la Palabra y la experiencia que está escrita en El es la única manera que se puede hacer crecer la fe en una persona. Porque escrito esta: Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Romanos 10:17. Cuando una persona lee, creyendo lo que lee, ahí es que la fe comienza a crecer y a fortalecerse. Y uno también necesita creer esto, como está escrito: Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Hebreos 13:8. Dios no cambia. Así que, si El hizo grandes cosas ayer, El las puede hacer hoy, y también, las puede hacer mañana.

Ahora bien, ¿Cómo puede Dios actuar milagrosamente en nuestras vidas? Para que suceda, necesitamos entrar en el complemento de cosas que tienen que estar presente en una persona para que realmente se puedan ver las maravillas de Dios, porque esto no llega y sucede nada más. ¿Puede Dios atender la voz de un hombre, como está escrito, como lo hizo con Josué? Si, pero no de la manera que muchos piensan erróneamente.

Para comenzar, si una oración es contestada (como uno quiere), pero fuera del orden de Dios, no es Dios el que está respondiendo. Entonces, hay que tener mucho cuidado, porque el enemigo también está escuchando lo que estamos pidiendo, y él puede darnos la ilusión de una respuesta, o darnos en el gusto con algo que va en contra de la voluntad del Señor. Si entendemos quién es Satanás, que es todo lo malo, entonces entendemos que es capaz de muchas cosas, de todo lo que este a su alcance para poder llevarnos al desvío, especialmente si andamos por un camino erróneo. El enemigo siempre va a tratar de animar el desvió, de que nos sintamos confiados en nuestro pecado. Y si él puede mantenernos bajo la ilusión de que es Dios el que nos está dando en el gusto (para hacernos pensar que estamos bien), está más que gustoso en hacerlo. Todo lo que ayude a sacarnos del camino, a llevarnos a ir en contra de la voluntad de Dios, a apoyar la desobediencia, y finalmente, lo que conlleve a nuestra destrucción, Satanás va a hacer lo posible de que se cumpla.

¿Cómo podemos evitar de que nuestras oraciones sean contestadas por la persona equivocada? Entendiendo y haciendo a Dios el Señor de nuestras vidas, de una manera practica y literal. Cristo tiene que convertirse en el centro de nuestras vidas, tal como lo hizo Josué. Josué estaba totalmente sometido a Dios, y sostuvo una fidelidad incondicional hacia el Altísimo, no importándole lo que hicieran los demás, como está escrito: Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. Josué 24:15. Este es el fundamento que debe haber en cada seguidor de Cristo, el pertenecerle a Dios.

Lo segundo que debe haber en una persona es que debe precisamente hacer como Josué hizo: servir al Señor, no buscando su propia voluntad. Josué no hacia las cosas porque le parecían bien a él, o porque a él fue que se le ocurrió ir hacia la tierra prometida. Josué se sometió a la voluntad de Dios, y busco hacer lo que Dios quería; era un hombre obediente a Dios. Dios va a prosperar lo que emprendamos cuando estamos haciendo lo que El quiere, no nuestra voluntad, ni mucho menos cuando estemos haciendo cosas erradas o andemos en pecado. Dios no va a hacer ningún milagro si vas por un camino de error practicando el pecado. Esto no quiere decir o implica que hay que hacer méritos para conseguir que Dios obre, sino más bien, uno tiene que estar alineado con Dios para que pueda manifestarse la grandeza de Dios. Son dos cosas totalmente distintas.  

Entonces, aquí tenemos la receta para poder ver las maravillas de Dios en nuestras vidas: Pertenecerle al Señor, poner nuestra fe en El, buscar Su Palabra diariamente para que nuestra fe siga creciendo, sujetarnos a El como el Señor que debe ser de nuestras vidas, poniendo Su Palabra en obra, obedecerle y servirle, y alinearnos con Su voluntad. ¿Estas cosas implican que seamos perfectos? Bajo ningún punto. Josué no era perfecto. Bueno hay uno solo: Dios. Pero, si tratamos de obedecerle con temor y temblor, como nos dicen las Escrituras que debemos cuidar de nuestra salvación (porque la salvación se debe tomar en serio, no por asentada), y si buscamos cumplir Sus propósitos, sí podremos ver grandes cosas. Nuestras oraciones sí llegaran al Trono de Gracia. Pero, la pregunta es: ¿Está tu vida alineada con el Señor, buscando cumplir Sus propósitos? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Los límites de Dios para el hombre - Lucas 13:1-9

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Basado en Lucas 13:1-9 (Versión Reina Valera 1960)

En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.

Muchas personas deciden o ignorar el asunto que hay un límite de tiempo para vivir en esta tierra, o pensar que tienen todo el tiempo en el mundo. Cuando las personas son jóvenes y están llenas de salud, piensan que son invencibles, y que nada los tocará por el momento. Y mientras tanto, piensan lo quieren y hacen como quieren, dirigidos por su arrogancia y orgullo. La Biblia nos enseña que hay un tiempo para todo, como está escrito: Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar. Eclesiastés 3:1-3. Y la realidad nos enseña que ese límite de tiempo nunca se sabe (si prestamos un poco de atención a los acontecimientos). No tenemos idea de cuando algo nos puede tocar. En el pasaje de hoy, vimos dos historias que nos enseñan que tenemos límites de tiempo, y para dos cosas en específico: para el arrepentimiento y para poder dar fruto.

En la primera instancia, el Señor nos explica que cosas vistas como malas no necesariamente les suceden a personas que son más malas que otras. Y esto va en contra de lo que muchas personas piensan, porque muchos piensan que, si son buenas o que, si hacen las cosas bien, que nada malo les va a suceder. En el gran esquema de la humanidad, y por razones de nuestra carnalidad, todos somos pecadores, y eso incluye hasta las personas que han sido redimidas y perdonadas por el Señor. La única diferencia entre la persona convertida al Señor, y el inconverso, es que el convertido ha sido perdonado por el Señor, pero porque hay perdón no necesariamente implica total libertad de los efectos del pecado de la carne, y del pecado en el mundo.

La Biblia nos enseña este principio: Porque la paga del pecado es muerte… Romanos 6:23a. El pecado es lo que hace que las cosas aquí, aún nuestras vidas sean temporales. Ese es el efecto del pecado. Y sea que pequemos voluntariamente, o que ni siquiera pequemos nosotros voluntariamente, el pecado está en nuestra carne y a todo nuestro alrededor. La realidad es que vivimos en un mundo de pecado. Así que, si todo este mundo está lleno de pecado y la paga del pecado implica muerte, entonces todo lo que está aquí está bajo muerte, y tiene un límite de tiempo (es finito). Entonces, por mucho que luchemos, más tarde o más temprano, todos pereceremos físicamente, o por algún tipo de enfermedad, o por algún hecho de otra persona, o por alguna circunstancia que mencionamos nosotros como un accidente, etc., etc. Sea como sea, hagamos lo que hagamos, seamos buenos (por decir) o malos, a todos nos llegará nuestra hora. Y la lección es: que debemos estar listos para ese momento, y la persona sabia entiende que, por el simple hecho de que las cosas son inciertas en este mundo, debiera estar siempre listo.

Ahora bien, la segunda instancia, el asunto de llevar frutos. Tenemos un límite de vida en este planeta, pero también, hay un límite de tiempo que Dios nos da para dar fruto. El asunto es que somos salvos y redimidos en Cristo para buenas obras. Dios es un Dios de producción, y de vida. Entonces, Dios dió vida y espera que el fruto de Su labor sea también de vida, que haya algún resultado digno de Su inversión. Esa es parte de la semejanza que tenemos con Dios, el aspecto de que cada ser humano espera recibir algo por su trabajo, por su dedicación. Una persona trabaja para recibir pago por sus labores. Una persona estudia porque piensa que eso le dará más herramientas para ganarse el sustento mejor. Una persona ama a otra con la esperanza que esa otra persona la valore y le corresponda su amor. Una pareja tiene hijos, y los crían con el deseo de que un día esas criaturas también los amen, y los valore, de la misma manera que ellos lo hicieron. No creo que ninguna persona hace las cosas para recibir lo contrario, ¿verdad? Nadie ama para que lo desprecien. Nadie trabaja para no recibir nada. Nadie invierte con el fin de perder todo lo que invirtió. ¿Ván entendiendo?

Si nosotros esperamos recibir buenos resultados de nuestros esfuerzos y afectos, ¿Cuánto mas no debiera esperar Dios? Dios nos ha creado, nos da la habilidad de existir, permite que vivamos; cosas que se dicen muy resumida y fácilmente, pero todo lo que está envuelto con eso no se puede ni explicar, ni detallar, porque es imposible. Y si pensamos en lo que hizo a través de Su Unigénito Hijo, a través de Jesus, que lo entrego como el Sacrificio Perfecto para que todos nosotros que ni le buscábamos, ni le apreciábamos como corresponde, para que tuviéramos la oportunidad de perdón y de vida eterna. Murió el Justo y el Santo por los injustos y los pecadores. Y francamente hablando, ni merecemos Su sacrificio, ni El tiene ningún tipo de deuda con el ser humano. Lo hizo por amor. Pero aún el amor espera algo como resultado, y eso lo sabemos muy bien, porque lo vivimos diariamente.

Esto es lo que nos enseña también la Palabra: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Juan 15:1-2. Y también nos dice esto: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. Gálatas 5:19-25. Así que, Dios nos dá un límite de tiempo para que no solo haya arrepentimiento y conversión a El, pero también, para que produzcamos las cosas que Su Espíritu nos ayuda a producir, cosas que finalmente demuestran que estamos vivos en El, para que usemos sabiamente el tiempo de vida que nos da en esta tierra. Así que, ¿entiendes los límites de tiempo que Dios te da para tu propia vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Dios tiene prioridades - 1 Samuel 21

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Basado en 1 Samuel 21 (Versión Reina Valera 1960)

Vino David a Nob, al sacerdote Ahimelec; y se sorprendió Ahimelec de su encuentro, y le dijo: ¿Cómo vienes tú solo, y nadie contigo? Y respondió David al sacerdote Ahimelec: El rey me encomendó un asunto, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna del asunto a que te envío, y lo que te he encomendado; y yo les señalé a los criados un cierto lugar. Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que tengas. El sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si los criados se han guardado a lo menos de mujeres. Y David respondió al sacerdote, y le dijo: En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros ayer y anteayer; cuando yo salí, ya los vasos de los jóvenes eran santos, aunque el viaje es profano; ¿cuánto más no serán santos hoy sus vasos? Así el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los panes de la proposición, los cuales habían sido quitados de la presencia de Jehová, para poner panes calientes el día que aquéllos fueron quitados. Y estaba allí aquel día detenido delante de Jehová uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, edomita, el principal de los pastores de Saúl. Y David dijo a Ahimelec: ¿No tienes aquí a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi mano mi espada ni mis armas, por cuanto la orden del rey era apremiante. Y el sacerdote respondió: La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela, está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala; porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela. Y levantándose David aquel día, huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat. Y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es éste de quien cantaban en las danzas, diciendo: Hirió Saúl a sus miles, y David a sus diez miles? Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran temor de Aquis rey de Gat. Y cambió su manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos, y escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su barba. Y dijo Aquis a sus siervos: He aquí, veis que este hombre es demente; ¿por qué lo habéis traído a mí? ¿Acaso me faltan locos, para que hayáis traído a éste que hiciese de loco delante de mí? ¿Había de entrar éste en mi casa?

¿Podremos como humanos cumplir toda la Palabra de Dios, lo que Dios manda que hagamos mientras estemos aquí en la tierra? ¿Tenemos la capacidad de ser perfectos aquí en la tierra (estamos hablando en términos prácticos, no espirituales)? La respuesta es no, e inclusive tomando en cuenta que aun tengamos el Espíritu Santo en nuestras vidas, y el haber sido redimidos y transformados a través de la gracia de Dios. Prácticamente, no podremos llegar a ser perfectos aquí en la tierra. Y esto se debe a que el creyente todavía está en la carne. Mientras estemos en este cuerpo de muerte como lo describía Pablo habrá pecado en nuestras vidas.

Entonces, ¿Qué? ¿Nos rendimos y dejamos que el pecado reine en nuestras vidas? ¿o será cómo algunos piensan, que, ya que estamos en la gracia, y que no importa lo que hagamos, porque Dios todo lo perdona, así que, no nos preocupemos? Bajo ningún punto, en ninguno de estos casos, porque la Palabra nos enseña tajantemente que sin santidad no veremos al Señor, y de nuevo, esto es algo práctico que enseña Dios, no algo solo espiritual, porque hay muchos que enseñan que ya fuimos perdonados por gracia, y que ni podemos guardar nuestra salvación por nuestras obras, y que todo es por gracia. Mis hermanos y amigos, Dios nos enseña que después que viene la gracia, tiene que haber un proceso de obediencia y santificación en la vida de un creyente, y esto implica que tiene que haber cambios y transformación, para que seamos hechos más similares al Dios que nos llamó. Tiene que estar el proceso espiritual y tiene que estar el proceso práctico, porque si Dios solo hubiera pensado en el sacrificio de Su Hijo en la cruz, y no se hubiera llevado a cabo prácticamente, ninguno de nosotros tendríamos salvación. Las cosas de Dios se tienen que llevar a cabo y se tienen que cumplir. Entonces, ¿Qué haremos?

La Biblia nos explica que hay cosas que son más apremiantes que otras en el esquema de la obediencia. Dios sabe que no seremos perfectos aquí en la tierra. Vemos el siguiente relato que el propio Señor enseño, lo cual enlaza la Escritura que leímos al comienzo, como está escrito: En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer. Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo. Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes? ¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes; porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo. Mateo 12:1-8. El sacerdote que le dió a comer a David los panes de la proposición no fue porque si nada más, sino más bien, porque David y los que estaban con él tuvieron una gran necesidad, porque David huía por salvar su vida porque era injustamente perseguido por Saul, quien le quería matar por envidia. El sacerdote pecó al darle los panes, pero hizo una justicia más grande delante Dios, hizo misericordia. Esto nos enseña que hay prioridades de obediencia para Dios, aún en la gracia (porque el Señor mismo lo aclara aquí).

La Palabra también nos enseña lo siguiente: Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Marcos 10:17-22. Dios siempre va a llevarte prácticamente a través de estas prioridades: Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Marcos 12:28-31. Si te guías por estos más grandes mandamientos, y en su orden de prioridad, aunque cometas errores, no solo encontraras perdón en la gracia de Dios a través de Jesucristo, pero también podrás obedecerle prácticamente de una manera más afines al corazón de Dios. Así que, ¿estás viviendo en las prioridades de Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El tiempo para salvación es ahora - 2 Corintios 6:1-2

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Basado en 2 Corintios 6:1-2 (Versión Reina Valera 1960)

Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.

Muchas veces, he escuchado a personas creyentes decir que: una persona se salva en el tiempo del Señor. Si entendimos lo que leímos hoy y muchos otros pasajes de la Biblia, entenderemos mas bien que una persona decide venir a creer en Cristo no solo cuando Dios quiere, sino mas bien, cuando ya ha entendido después de diversas experiencias (la mayoría de las veces) cuando no queda otra buena opción (lo cual es lamentable). Lo que entendemos es que Dios está dispuesto y desea la salvación de todo el mundo, como dice en el Evangelio de Juan: Porque de tal manera amo al mundo…, lo cual implica que El desea que todos vengan al conocimiento de la Verdad, y que El llama muchas veces. El asunto es que muchos de nosotros o no nos damos cuenta que, El esta llamando, o que tomamos muchas cosas por asentadas.

El primer problema es nuestro propio sentido de seguridad en nosotros mismos, o nuestro orgullo, de que nos sujetamos a la ilusión de que estamos en completo control de nuestras vidas (como lo hemos visto ante). Creemos que tenemos el control de nuestro tiempo aquí en la tierra, lo cual esta muy lejos de la realidad. La Palabra nos enseña lo siguiente: ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. Santiago 4:13-14. La verdad es que esta vida es muy incierta, y no tenemos ni idea, ni control sobre nada en realidad. De lo único que si tenemos control es de nuestra propio libre albedrio, el cual muchas veces lo usamos para llevar acabo los designios de nuestro orgullo e ignorancia; como ignorar el hecho de que somos seres excesivamente pequeños en un mundo que esta totalmente fuera del control humano. Puede que suene un poco duro, pero es solo la verdad.

La Biblia nos enseña de que Dios nos da oportunidades, y puede que sean muchas a través del curso de nuestra vida. Esto es conocido como la “gracia de Dios”. Si vemos por un momento esta pequeña frase, y la palabra clave, o sea la “gracia”, debemos entender que por el buen placer de Dios es que se nos dan estas distintas oportunidades, las cuales las Escrituras nos aconsejan lo siguiente: Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Hebreos 4:6-7. O sea, si el Señor te está dando la oportunidad, y de nuevo hace el hincapié en el “hoy”, que más bien no endurezcas tu corazón (lo que claro demuestra este asunto del libre albedrio, que no necesariamente es Dios quien determina quien se salva, o no se salva, o que El determina cuando uno debe salvarse).

Espero que se estén preguntando, que ¿cuándo es este momento de gracia que dá Dios? Para poder entender eso, hay que comprender algo muy esencial: la Palabra de Dios. La propia Palabra nos enseña esto: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Juan 1:1-4. El Verbo o la Palabra (como mas exactamente lo menciona el antiguo griego) es Cristo, lo cual nos explica que la Palabra de Dios es una Persona expresada en un lenguaje. Cuando la Palabra de Dios aparece en la escena de tu vida (por decir), eso es en realidad Dios tratando de hablarte de alguna manera. Dios habla a través de Su Palabra. Cuando vez versículos de la Biblia en alguna parte, o los escuchas en algún lugar, ese es Dios que esta tratando de alcanzarte de alguna manera. El esta tratando de compartir esa vida que solo se encuentra y es: Jesús, porque de nuevo, El es la Palabra. Como recién leímos: …En El estaba la vida…  

Como parte de ese llamado, cuando El llama aún más claro, es cuando el mensaje tiene que ver con arrepentimiento y conversión. Ese es el fundamento complementario del Evangelio, no es solo el creer en Jesús como Señor nada más. Lo que abre la puerta a la salvación, lo que corresponde al dialogo primordial con el Todopoderoso es el arrepentimiento y la conversión. Esto es lo que nos enseña la sana doctrina: Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Marcos 1:14-15. Y también esto: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Hechos 3:19. Esto fue lo que también enseño el Señor: Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Juan 3:3-7.

La Biblia también nos advierte lo siguiente: Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Isaías 55:6. Dios llama, y El muchas veces insiste, pero si hay un límite, hay un momento en el cual el tiempo se puede terminar, y puede ser mucho antes que dejes este lugar. Porque también se nos advierte muy claramente que la sana doctrina cesará de ser escuchada, que ese mensaje si va a terminar, y por lo tanto, se acabarán las oportunidades, o individualmente, o como grupo. Porque la Palabra dice esto: Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. 2 Timoteo 4:1-4. Hoy escuchamos muchas fabulas, cosas que suenan como la Verdad, pero no lo son. Son mentiras encubiertas, aunque muchas veces se usen pasajes de la Biblia para sustanciarlas.

En fin, el tiempo de salvación es hoy, no mañana o mas tarde, porque ahora es que estas escuchando (o leyendo) algo sano, y porque no sabes que puede suceder mañana. Si no conoces al Señor todavía personalmente, hazlo hoy. Si te has apartado de El, el momento de arrepentimiento y conversión es hoy. ¡Dios te está hablando hoy! No dejes para mañana lo que debieras hacer hoy, e inmediatamente. ¿Aprovecharás la oportunidad de la gracia del Señor, mientras todavía puede ser hallado? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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¿Por qué vino el Señor? - Juan 10:1-21

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Basado en Juan 10:1-21 (Versión Reina Valera 1960)

De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre. Volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras. Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís? Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?

¿Por qué vino el Señor? ¿Cuál fue el propósito por lo cual vino a esta tierra a pasar todo lo que paso? Muchos en realidad siempre debemos: entender más claramente la respuesta a esta pregunta, o debemos mantener presente siempre esta respuesta dentro de nosotros; porque, o se mal entiende el propósito, o se olvida. Desgraciadamente, dentro de todo lo que se enseña, no se aclara bien este asunto, por muchas razones, se enseña más otras cosas que hacen perder de vista el verdadero punto de Su misión. Y la razón por lo cual hay que entender bien el porqué de Su misión, es porque todo en esta tierra se va a poner a prueba lo que creemos, hasta el día en que se acabe nuestra existencia aquí. Si no entendemos claramente el porqué, más tarde o más temprano, vamos a abandonar la fe en el Señor. O aún más, cuando se entienda la verdadera razón por Su venida, puede que produzca una decisión dentro de ciertas personas que las lleve por el desvió, donde finalmente se define si una oveja (o persona) le pertenece a El o no. Todo se verá con el tiempo.

Para poder explicar el asunto aún más claro, recuerdo cuando mi hermana me abrió los ojos a la realidad de que no existía Santa Claus. Yo era un niño. Recuerdo que me cayó muy mal la nueva revelación. No quería aceptar el asunto de que no existía este ser que venía en Navidad a traer juguetes. No creo que al comienzo me molesto tanto que me hayan mentido (puede que eso haya venido después), sino más bien, la primera faceta de mi enojo fue el aceptar que no existía. Yo le afirmaba a mi hermana que, sí existía, que era imposible que fuere así, y que ella me estaba mintiendo. La manera que ella me trataba de hacer entrar en razón, de que éste Santa Claus era mi papá, era con la explicación de que, si en realidad existía el tal Santa Claus, ¿porque lo niñitos pobres no tenían juguetes en la navidad? Eso fue lo que me hizo aceptar algo tan difícil para mí en aquel entonces. Entendí finalmente esa realidad, de qué, si existiera ese ser tan especial de la Navidad, todos los niños recibirían juguetes en la Navidad, sin excepciones.

Ahora bien, ¿Cómo este relato de mi ignorancia infantil se relaciona a la explicación que voy a dar? ¿El Señor contesta todas nuestras oraciones? ¿Todos los que piden sanidad son sanados? ¿Todos los que le piden ayuda económica al Señor salen de su pobreza? ¿Todos los que piden pareja logran encontrar esa persona que tanto buscan? ¿Pueden todas las parejas seguir casados? Finalmente, ¿se resuelven todos nuestros problemas cuando venimos o seguimos a Cristo? La respuesta es: No. Como ejemplo, he conocido de varias personas que se han sanado de cáncer, pero he conocido también a muchos que no pudieron sobrevivir y ya no están con nosotros, y esto me afecta muy personalmente. No todos somos sanados. No todos podemos tener una economía estable. No todos podemos resolver nuestros problemas.

¿Por qué algunos si, y otros no? ¿Es un problema de fe como algunos suponen? ¿Dios obra de distinta manera, o tiene poderes limitados entre Estados Unidos y Venezuela, o Etiopia, o Haití (como ejemplos)? Mis amigos y hermanos, Dios es el Todopoderoso, y El todo lo puede, pero El no vino necesariamente para resolver todos nuestros problemas terrenales, porque si así fuere, ningún seguidor fiel de Cristo tendría problemas en ninguna parte del mundo (como si hubiera Santa Claus, todos los niños del mundo tendrían juguetes). Dios si puede cambiar las cosas, pero todo depende de cosas y propósitos mucho más grandes que nuestras circunstancias personales; hay cosas más grandes en juego. El más grande ejemplo que tenemos que no todo saldrá bien, aún haciendo las cosas lo mejor posible para el Señor, es el Apóstol Pablo. Pablo no pudo pasarlo peor muchas veces. A parte de tener una vida muy difícil y solitaria (porque Pablo era un hombre solo y sin hijos carnales) después de venir a Cristo, él llego hasta morir por el Evangelio. El mismo nos enseñó esto: Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. 1 Corintios 15:12-19. La vida aquí nunca va a ser perfecta, y el que verdaderamente sigue al Señor también va a tener problemas aquí y ahora, y por razones que no tienen que ver con errores cometidos (porque muchos si estamos sufriendo las consecuencias de nuestros pecados).  

Entonces, ¿Cuál es la respuesta? Cristo vino con el fin de darnos vida eterna, algo que nada ni nadie más nos puede dar o resolver en este mundo. Este es el fundamento del Evangelio y de nuestra fe, y está al alcance de toda persona que le busca. Esto trabaja en cualquier parte del planeta, sin excepciones, y hasta el ser más vil y perdido puede alcanzar la misericordia de Dios. Así que, ¿hás entendido tu verdadera y más importante necesidad, y deseas ser una de Sus ovejas, las que viven para siempre? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Entendiendo el “porque” es poder - Santiago 1:1-17

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Basado en Santiago 1:1-17 (Versión Reina Valera 1960)

Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud. Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas. Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.

Todo en esta vida tiene una respuesta. No hay nada que sea porque sí nada más. Y como todo tiene una respuesta, todo tiene un propósito. Cada cosa tiene una función, una razón por existir. Todos los eventos en esta tierra y en nuestras vidas son como las palabras de una oración en un lenguaje. Puede que las palabras como los artículos, las conjugaciones, y hasta los símbolos como la puntuación no se vean como gran cosa por sí mismos, pero sin ellos, nuestras oraciones serian incompletas, y se perdería el sentido de lo que se está tratando de comunicar. Y si entienden algo de ley, muchas veces, esas pequeñas palabritas o signos pueden significar la diferencia a que una persona pase el resto de su vida en una cárcel, o que una multa o penalidad sean millones de dólares, o un sinfín de otras cosas.

En el pasaje de hoy, vemos que el Apóstol Santiago le escribe a un grupo de personas que la estaban pasando mal, a las doce tribus que estaban en la dispersión. La dispersión sucedió cuando mucho del pueblo de Israel huyo de su tierra, tratando de escapar de la tiranía y la destrucción. Para comenzar, es muy difícil dejar a tu nación cuando la amas, sino que fue porque tu vida corría peligro injustamente (no por mejoramiento económico), más bien fue porque un poder ajeno quiso imponer su régimen sobre ti, al demandar y hasta abusar y matar con el fin de conquistar. Esta dispersión no se trataba de cosas que muchas personas consideran como insoportable hoy en día. En aquel entonces no existía la comedia que existe hoy, en lo que se han convertido los derechos humanos (porque no puedo razonar Bíblicamente hablando, que un grupo de personas denoten como persecución cuando las autoridades tratan de establecer algún tipo de orden, por el bien de sus ciudadanos). Porque hasta el Apóstol Pablo escribió que debemos orar por nuestras autoridades (y él vivió durante la gran persecución de la iglesia bajo el Emperador Nerón) y que se tenía que respetar a los magistrados, y hacer el bien, como está escrito: Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Romanos 13:3-5.

En fin, Santiago le estaba escribiendo a personas que estaban mal. Y lo que le estaba tratando de enseñar a los de la dispersión (y también a todos los que nos encontremos en condiciones similares) era que, aúnque estaban sufriendo injusticias, al sufrir diversas pruebas, que todo eso tenía un propósito. La prueba, aúnque difícil de soportar, tiene un porque, una razón, y, por lo tanto, una función en la vida de un seguidor de Cristo. Y aquí viene la parte más importante, que hay que entender el porqué, la razón por lo cual está sucediendo. Por una razón muy poderosa sigue dando el consejo de que debemos pedir por sabiduría, para que las circunstancias tengan su pleno efecto dentro de nuestras vidas. La sabiduría divina tiene como fin el darnos la capacidad de entender lo que necesitamos entender, para poder actuar como más conviene aquí y ahora, para que tengamos la más grande bendición posible en nuestro futuro eterno. La sabiduría es lo que nos enseña el valor de lo eterno para poder actuar ahora como más nos conviene. Por eso que, seamos ricos o pobres, o cualquiera que sea nuestra situación, nos conviene vivir sabiamente, como Dios nos aconseja a través de Su Palabra, porque el aquí y ahora pasa rápidamente, pero lo eterno es para siempre (obviamente). La sabiduría nos enseña a como mejor vivir nuestras vidas, y por eso que es tan necesaria.

En este pasaje también se nos insta a poder soportar la tentación. Noten que no se está hablando de tentaciones, sino de una tentación. Y la tentación (por lo que deducimos al ver el premio que se menciona), consiste en dejar la fe. La corona de vida está reservada solo para aquellos que no abandonan la fe, como está escrito: No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. Apocalipsis 2:10. Esta tentación es imposible que provenga de Dios. Dios nunca te va a tentar a que lo dejes. El único que quiere que abandonemos la fe en Dios es Satanás. Por eso mismo que él trato de tentar hasta al propio Señor, y en Su condición más débil (humanamente hablando). El diablo te va a tratar de tentar de que dejes al Señor, que no vale la pena seguirle, y que vas a tener una mejor vida ahora si lo dejas. Y esta tentación siempre va a estar presente. Esta es la razón principal por lo cual necesitamos la sabiduría, porque la sabiduría de Dios siempre va a apuntar a lo de más valor, a lo eterno, no a lo temporal y desechable. La sabiduría divina siempre te va a llevar al valor más grande, a que te conviene amar al Señor por sobre todas las cosas, por tu propio bien. No hay mejor consejo, porque ese solo consejo te llevará a cosas muchas más grandes, a resistir la tentación de dejar la fe; a evitar la muerte eterna, en fin, a poder permanecer fiel hasta la muerte, para poder recibir el más grande premio: la corona de vida.

Así que, ¿buscás entender el “porque” de las cosas, para poder entender el propósito de Dios en tu vida, para que puedas recibir toda buena dadiva, y todo don perfecto que solo desciende de lo alto? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El Señor cumple sus promesas a los fieles - Lucas 2:25-35

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Basado en Lucas 2:25-35 (Versión Reina Valera 1960)

Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel. Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él. Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.

El Apóstol Pablo dijo esto poco antes de morir por el Señor, como quedo escrito: Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida. 2 Timoteo 4:6-8. Pablo hablo de su caminar en Cristo como una batalla, y como una carrera, cosas que no solamente pueden ser largas, pero duras y cansadoras. Por un lado, es fácil, por decir, llegar a Cristo (aúnque la real conversión no es fácil tampoco, porque requiere arrepentirse, convertirse, y rendirse totalmente, 100% a El). La salvación es gratuita, es el regalo que Dios le dio a la humanidad a través del sacrificio y la resurrección de Su Hijo Unigénito, a través de Jesús. Pero, el ser transformado diariamente, el continuo desafío de dejar los caminos del Señor por los deleites y placeres del mundo, el persistir en la sana doctrina y enseñanza de la Palabra, el luchar en contra de las adversidades y vituperios, esas cosas son las que hacen difíciles el seguir a Cristo. Esto es parte de la batalla, parte de la carrera que Pablo menciono. El Señor dijo esto también: …Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día. Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Luke 9:22-24. Cuando seguimos realmente al Señor, hay que cargar una cruz, nuestra cruz, que tiene que ver con el luchar en contra de nosotros mismos, en contra del pecado que todavía mora en nosotros mismos. Sencillamente, la Verdad es: que el seguir a Cristo requiere cosas extremadamente difíciles, y el que diga algo diferente, o desconoce las Escrituras, o sencillamente todavía no ha llegado a la Verdad, o te está preparando para que fracases en un futuro muy cercano, lo cual solo puede venir de parte del enemigo.

El Señor nos advirtió de esto: Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Mateo 24:3-13. Entonces, no se trata de llegar solamente al Señor, pero uno tiene que persistir y permanecer en El (a pesar de las circunstancias), uno tiene que perseverar hasta el fin, hasta el último suspiro, hasta que su corazón deje de palpitar, y hasta que su espíritu vaya a la presencia del Altísimo y Soberano Dios; este es el que será salvo.

Todo esto suena difícil, ¿no? Si, y nadie que viene del Señor dijo que sería fácil, y esa es la Verdad. Pero, aquí viene lo que hay que considerar. A pesar de lo duro y difícil que sean las cosas (humanamente hablando), nada de eso se compara a lo que el Señor tiene para aquellos de nosotros que permanezcamos fieles en El y a El. Una vida difícil en este mundo no se puede comparar a la eternidad en la presencia de Dios. Y los que realmente entendemos el verdadero valor de lo que vale la pena, entendemos que una eternidad en Cristo no se compara a estos pocos años en este planeta. Un poco de diversión o de placer, que hoy esta y mañana ya no, no se puede comparar a lo que el Señor tiene guardado para nosotros. Todos los grandes héroes de la fe del Antiguo Testamento entendieron esto, comenzando por Abraham. Y todos los que seguimos al Señor después, como Pablo, Juan, Pedro, y todos los demás, incluyéndonos a los que vivimos en esta época, también entendemos que lo que el Señor tiene para nosotros es mucho mejor que el aquí y ahora. Los que luchamos legitimante para seguir al Señor, negándonos a nosotros mismos, lo hacemos no porque seamos necios o ignorantes, o estúpidos, como muchos piensan, sino porque sabemos que el Señor tiene mayores cosas que lo que este mundo y Satanás puede ofrecer. Y porque también entendemos esto: Yo [Dios] amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan. Proverbios 8:17.

Ahora bien, si no conoces al Señor todavía, ven a El y sabrás de lo que estoy hablando, lo grande que Dios puede ser, aún en tus momentos más difíciles (humanamente hablando). Y si no has sido fiel al Señor, sino que has cedido a los tropiezos de esta vida, la respuesta es muy sencilla: vuelve al Señor. Nunca es tarde para participar en la batalla y en la carrera, pero aprende a serle fiel de una vez y por todas; no juegues con Dios. Y a los que seguimos permaneciendo en El, sigamos peleando, sigamos corriendo, porque grandes cosas nos esperan, si permanecemos fieles hasta el fin.

Así que, en todo esto, la gran pregunta es: ¿Estás listo para no solamente a hacer una resolución de año nuevo, sino más bien, una resolución de por vida, el seguir al Señor fielmente desde ahora y para siempre, para poder recibir las promeses del Señor aquí y las que están por cumplirse en la eternidad? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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¿Qué Necesita una Persona para Creer Realmente? - Hechos 9:1-22

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Basado en Hechos 9:1-22 (Versión Reina Valera 1960)

Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, más sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.

¿Qué es lo que hace tan difícil para que una persona llegue a creer realmente en el Señor? ¿Será que falta información porque pensamos que es muy limitado lo que sabemos de Dios? Si alguien le desea echar la culpa a su falta de fe por razones de información limitada, temo decir que es una persona que pasa demasiado por alto o voluntariamente ignora mucha de la realidad que lo rodea y hasta su propia existencia. Para comenzar, todo lo creado habla de la grandeza de Dios y de Su eterno poder. Y este solo hecho, por decir (porque hay mucho que observar), es lo que condena a una persona incrédula, como está escrito: Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Romanos 1:18-21. Si solamente observáramos las cosas tal como son, (y en esto la verdadera ciencia sí nos ayuda a comprender un poco más la magnitud de las cosas) debiera en lo más mínimo inspirar una curiosidad por Dios, por el Ser que está detrás de todo esto. Eso es lo que realmente debe ocurrir en el ser humano, especialmente en el ser que cree tener algo de inteligencia, a lo menos, una inteligencia superior a la de los animales. El raciocinio y la inteligencia, en conjunto con el poder de la observación que nos dan nuestros sentidos, nos dará la capacidad de creer en el Invisible. Veamos tales cosas como nuestro planeta, nuestro sistema solar, las estrellas, las galaxias, y el universo, cosas que ahora se conocen mucho más gracias a la ciencia y sus avances. Podemos describir y hasta entender como muchas de esas cosas trabajan hoy en día, pero el describir o entender no nos da la habilidad de crearlos o controlarlos, y ahí es donde debiéramos entender nuestras limitaciones y lo ilimitado del Creador. Porque si observamos bien, es imposible concebir que todo lo que existe puede ser producto de un accidente, por su increíble y detallado diseño e inalterable orden.

Ahora bien, veamos lo que esta más cerca a nuestra escala; a nosotros mismos. ¡Que increíble es la creación del ser humano! Entendemos mejor como funcionamos, y porque son las cosas, pero ¿lo podemos replicar, de crear algo como un ser viviente tal como es, de la nada? Es imposible. El ser humano no puede crear algo de la nada, ni menos algo tan increíble como otro ser humano, con cuerpo, mente, y alma, a no ser que siga el proceso natural que recibimos del Altísimo, o que use cosas que solo El creo. Y el asunto de que las cosas salen de alguna parte es totalmente verídico, porque lo desee creer una persona o no, todo proviene del Ser de Dios. Como está escrito: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Juan 1:1-3. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17. Así que, todo lo hizo El, y todo sigue existiendo porque El lo permite, hasta tu propio existir; el palpitar de tu corazón, el respirar de tus pulmones, el universo, etc., etc. Nada puede existir o funcionar sin Dios. Esa es la Verdad.  

Ahora, ¿Desea Dios que una persona venga a conocerle a través de situaciones extremas o por medio de desgracias? No. El no es el que determina eso, sino más bien, nuestra dureza de corazón, nuestro orgullo o deseo de buscar nuestra voluntad, y nuestra incredulidad es lo que lleva a Dios a permitir cosas extremas para ayudar a que un ser venga a reconocer una realidad irrefutable nada más, que Jesus es Dios, y que El tiene que convertirse en el centro de nuestras vidas porque es la única manera que el ser humano puede alcanzar la salvación. No hay otro camino. Hay una sola Verdad, y cuando realmente llegamos a esa Verdad, todo lo demás pasa a un segundo plano, porque hemos sencillamente comenzado a entender quién es Dios. Esta es la verdadera razón de la navidad, de que Dios se hizo carne para salvar la humanidad (sin ninguna obligación), para romper nuestro destino, de un infierno seguro a la vida eterna. Esto fue lo que entendió Pablo, y por eso que hizo todo lo que él hizo, y esto es lo que necesitamos entender también todos nosotros, para hacer lo que tenemos que hacer también. Así que, ¿crees realmente en Jesús, de tal manera que ha cambiado la razón de tu existir? O ¿sigues con tu ceguera voluntaria y deliberada? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Sufriendo injusticias - 1 Samuel 29

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Basado en 1 Samuel 29 (Versión Reina Valera 1960)

Los filisteos juntaron todas sus fuerzas en Afec, e Israel acampó junto a la fuente que está en Jezreel. Y cuando los príncipes de los filisteos pasaban revista a sus compañías de a ciento y de a mil hombres, David y sus hombres iban en la retaguardia con Aquis. Y dijeron los príncipes de los filisteos: ¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquis respondió a los príncipes de los filisteos: ¿No es éste David, el siervo de Saúl rey de Israel, que ha estado conmigo por días y años, y no he hallado falta en él desde el día que se pasó a mí hasta hoy? Entonces los príncipes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: Despide a este hombre, para que se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo; porque ¿con qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres? ¿No es éste David, de quien cantaban en las danzas, diciendo: Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles? Y Aquis llamó a David y le dijo: Vive Jehová, que tú has sido recto, y que me ha parecido bien tu salida y tu entrada en el campamento conmigo, y que ninguna cosa mala he hallado en ti desde el día que viniste a mí hasta hoy; mas a los ojos de los príncipes no agradas. Vuélvete, pues, y vete en paz, para no desagradar a los príncipes de los filisteos. Y David respondió a Aquis: ¿Qué he hecho? ¿Qué has hallado en tu siervo desde el día que estoy contigo hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey? Y Aquis respondió a David, y dijo: Yo sé que tú eres bueno ante mis ojos, como un ángel de Dios; pero los príncipes de los filisteos me han dicho: No venga con nosotros a la batalla. Levántate, pues, de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo; y levantándoos al amanecer, marchad. Y se levantó David de mañana, él y sus hombres, para irse y volver a la tierra de los filisteos; y los filisteos fueron a Jezreel.

La semana pasada, vimos que Dios permite las injusticias para que pueda llevarse a cabo un juicio en contra de los que hacen el mal, como resultado de lo que hace cada persona con su libre albedrio, tanto el incrédulo como el creyente, porque todos daremos cuenta al final. Como una segunda parte, veremos ahora los que sufren de esa injusticia, porque en este mundo, es posible que suframos injusticias, aunque hagamos lo que Dios manda. Como leímos hoy, David no había hecho nada malo en ese instante, pero, se le trato injustamente. Implantemos esta pregunta, ¿Si uno hace algo bueno o el bien, significa que el resultado será bueno? Absolutamente no. Hacer el bien no garantiza de que todo salga bien en este mundo, ni aún menos, que lo que haga uno bien sea visto como bueno por todos. Habrá muchas veces que lo bueno será detestado por muchos, especialmente lo que concuerda con la Palabra de Dios. Puede que las cosas no salgan bien, aún haciendo la voluntad de Dios.

El primer y más claro ejemplo de que el hacer el bien nunca garantiza que habrá resultados buenos aquí y ahora, es el propio Dios. El propio Señor sufrió cosas increíblemente duras e injustas en esta tierra. La Palabra nos enseña esto: En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Juan 1:10-11. El Señor fue perfecto. Nunca peco. Pero, no obstante, fue un hombre pobre (sin bienes materiales), que fue hasta sepultado en un lugar que no era de El. Y claro, sufrió la cruz y todo el escarnio y el dolor asociado con el proceso de ser crucificado. Y ¿qué culpa personal estaba pagando? ¿Su pecado fue el sanar a los enfermos, sacar demonios, alimentar a las masas de gratis, predicar del reino de Dios, levantar a los muertos, o ser el unigénito Hijo de Dios? ¿Hizo algo malo en alguna cosa que El allá hecho? Imposible. Así que, el Señor sufrió las injusticias más grandes que cualquier ser en el universo puede sufrir. No hubo, ni habrá más grande injusticia que lo que sufrió el Rey de Reyes y Señor de Señores por todos nosotros, por nuestros pecados.

Ahora bien, algunos dirán: Bueno, El tuvo que pasar todo eso, para pagar por nuestros pecados. Y lo que le aclararía al que hiciera tal declaración es que El no tenía que sufrir nada de eso, porque El no tenía ninguna obligación con nosotros. Así que, sí, era necesario, pero tengan cuidado con el asunto de que existía algún tipo de obligación. Dejando a un lado al Señor por un momento, la Biblia también nos explica en Hebreos 11 que muchos lograron grandes cosas a través de la fe, pero también, hubieron muchos que no les fue nada de bien por defender su fe, como está escrito: Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Hebreos 11:36-40. Así que, sencillamente, porque uno hace las cosas bien, no garantiza bajo ninguna condición de que las cosas saldrán bien aquí en la tierra. Si salen las cosas bien, no necesariamente es porque hiciste las cosas bien. Y de la misma manera, si salen las cosas mal, no necesariamente fue porque hiciste las cosas mal. No necesariamente puedes juzgar las cosas como buenas o malas por los resultados.

Sé que suena un poco deprimente, porque quita un poco las esperanzas en el aquí y ahora, pero desgraciadamente, así es. No obstante, aquí es donde se ejercita realmente la fe, porque esto si es lo que nos enseña la Palabra de Dios: Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Mateo 5:10-12. Este es la real recompensa para aquellos que si hacen la voluntad de Dios. También nos dice esto: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Y finalmente, se nos insta de la siguiente manera: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Gálatas 6:7-9.

En fin, aunque suframos injusticias aquí por hacer el bien, lo que realmente importa no es el aquí y el ahora, sino más bien, que Dios está mirando, y que lo único que debe importarnos es la opinión de Dios, porque El es el que va a juzgarnos según nuestros hechos, sean buenos o sean malos. Así que, ¿estás sufriendo la injusticia con la esperanza de que Dios te está mirando? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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¿Por qué un Dios justo permite la injusticia? - Mateo 23:27-39

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Basado en Mateo 23:27-39 (Versión Reina Valera 1960)

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres! ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno? Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Creo que una de las cosas que muchos usan para no creer en Dios es cuando se atreven a juzgar a Dios, y le acusan de ser un Dios injusto, o un Dios que no tiene ningún control sobre este mundo y sobre la maldad que hacen las personas. Muy comúnmente he escuchado esto: Si Dios es tan bueno, tan poderoso, y justo, ¿Por qué El permite que el mundo sea tan malo como es? Muchos han sido los que se han atrevido a decir esto, o en lo más mínimo, a pensar esto. Y bueno, se han sentido con el derecho de acusar, juzgar, y hasta sentenciar nada menos que al Dios del universo. Y claro, dentro de sí, la sentencia que le han dado a Dios es la muerte; lo han matado dentro de sí como escarnio hacia El por lo que El es, y porque El no ha hecho según lo que a ellos les parece. ¿Por qué un Dios justo permite la injustica?

Muchas veces, convertimos lo elemental en algo inalcanzable, y así no vemos las respuestas. Así que, la respuesta es muy sencilla. Dios permite que suceda la injusticia en este mundo por una razón muy sencilla: Juicio. Y como vinculo irrefutable con el juicio, existe tal cosa como la responsabilidad; algo que Satanás está tratando de borrar. Nadie quiere sentirse responsable por nada. Si hicieron algo malo, no era culpa de ellos, sino que, las circunstancias lo llevaron a hacerlo, o era inevitable, o alguien más los hizo hacer el mal, etc. La psicología es el arma principal que se usa para quitarle la responsabilidad a una persona. Por ejemplo, si una persona mata a otra persona, fue por razones que superaron al individuo, y así viene la excusa. Pasa lo mismo con tantas otras cosas, como cuando escucho que: el sistema le fallo a esa persona, así que, es un producto del sistema. El asunto es que cada uno de nosotros somos responsables ante Dios por lo que hacemos, y Dios tiene que permitir que las personas hagan el mal para poder llevar acabo el juicio que viene. Porque, ¿cómo se le puede enjuiciar a alguien si no ha cometido pecado? Sería injusto, ¿No? Entonces, cada uno de nosotros tenemos tal cosa como libre albedrio, y el juicio que enfrentaremos todos tiene que ver con lo que hicimos con ese libre albedrio, para bien o para mal, y principalmente, si escogimos creer y hacer lo que El nos manda.

La Biblia nos explica que toda persona que no ha escogido al Señor tendrá que comparecer delante del trono de Dios, como está escrito: Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. Apocalipsis 20:11-15. Así que, para el incrédulo, el asunto es muy sencillo, si no quiso creer y aceptar a Jesús como el Señor de su vida, se ha trasado por su propia voluntad el camino hacia la muerte eterna. No es lo que Dios quiere hacer, pero El no va a forzar a nadie. Si una persona no quiere estar con Dios, ¿Cómo Dios la va a forzar a estar con El por toda una eternidad?

Ahora bien, el asunto para el cristiano también es muy sencillo, pero se ha confundido mucho porque Satanás se ha infiltrado en la iglesia con el fin de borrar el asunto del juicio y de la responsabilidad. Cuando venimos a Cristo, y nacemos de nuevo en Cristo, se nos da un nuevo comienzo, somos redimidos. Ahí viene el perdón de pecados y la redención. Pero ¿qué hacemos con ese nuevo comienzo, con ese perdón de pecados y la redención? Y aquí identificamos lo que está mal. Se enseña mucho que ya no hay nada mas de que preocuparse, que ya no tienes más que hacer, o que hagas lo que hagas, tienes el perdón pasado, presente, y futuro de todos tus pecados. Y el asunto es un sí y un no. Sí, tenemos perdón, pero no hemos recibido una licencia para practicar el pecado, como también, la fe sin obras está muerta. La Biblia es muy clara en que el pueblo de Dios también será juzgado y dará cuentas por lo que hacen bien y mal, como está escrito: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. También enseña esto: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31. Y finalmente: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23.

Cada persona es responsable por sus acciones. Así que, ¿Qué estás haciendo con tu libre albedrio? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Salvos para un propósito divino - Efesios 2:8-10

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Basado en Efesios 2:8-10 (Versión Reina Valera 1960)

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Ya por mucho tiempo, y en distintos lugares, se ha predicado un evangelio que enseña que cuando recibes la salvación de Dios, no tienes que preocuparte de hacer obras, porque las obras ni te salvan, ni son necesarias para mantener tu salvación. Básicamente, usan parte del pasaje que leímos recién para justificar de que todo es por gracia, tanto el obtener la salvación, como el poder mantenerla. Pero, por desgracia, las artimañas del enemigo constan no de crear nuevas cosas para engañar, sino más bien, de poder tomar partes de la verdad y distorsionarlas para que la mentira suene como la verdad, y así, producir el desvió. El trabajo de Satanás es muy fácil, porque consta solamente de producir un pequeño desvió para poder llevar a cabo su plan de destrucción para el alma de una persona. La palabra “pecado” es definida exactamente de esa manera, es sencillamente “errarle al blanco”, y así, el desvió. Entonces, por eso es que tenemos que tener mucho cuidado y tomar la Biblia en Su plenitud o totalidad, no sujetarnos a ciertos pasajes nada más.   

El asunto es que sí, la verdad es que somos salvos solo por la gracia de Dios, por medio de la fe en Dios. Nadie puede salvarse por las buenas obras que hace, como esta escrito: Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. Gálatas 2:16. Pero, donde convenientemente se corta el pasaje es en el verso 10: Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Somos salvos por gracia y fe, pero para algo, fuimos creados en Cristo Jesús para buenas obras. Así que, cada cristiano fue hecho con un propósito, y ese propósito es a través de Cristo, no para vivir la vida como quiere. Y aquí es donde el diablo entra con su mentira; para paralizar la obra de Dios, para quitarnos el buen propósito de Dios, y para tratar de destruir la razón por lo cual fuimos creados.  

Y aquí tenemos que ver el primer problema. Para llegar a la salvación de Dios, tienes que creer y aceptar a Jesús como el Señor de tu vida. Porque escrito esta: Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-10. Esto implica que le perteneces, y que El es el que manda, no tú. Si luchas con este concepto, de que Jesús tiene que ser el que manda en tu vida, te tengo que decir que no has entrado en la carrera, ni siquiera te has registrado para correr, o para poder hacer lo que Dios desea que hagamos. El propio Señor nos enseño a orar de esta manera: Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Mateo 6:9-10. La voluntad de Dios se tiene que cumplir, no la nuestra. Nosotros fuimos creados y salvos por Dios para servirle, y no para que Dios nos sirva y nos cumpla nuestros caprichos. Por eso que también se nos explica esto en la Palabra: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Entonces, si luchas con aceptar el señorío del Señor, tienes graves problemas. Si estas luchando con problemas que tienen que ver con la práctica del pecado, también tienes severos problemas, porque vas a dar cuentas. Tenemos que tener las cosas muy claras, que “todos nosotros”, porque hasta Pablo quien escribe esta carta a los Corintios se incluye en este tribunal de Cristo, que va a rendir cuentas por sus acciones, las malas y las buenas (¿Quién puede cuestionar la salvación de Pablo?). Y la Biblia también nos enseña esto: Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. Santiago 2:26. Entonces, lo podemos explicar de esta manera, basados en la Palabra de Dios, que la salvación no se mantiene por las buenas obras, pero si, se deben hacer buenas obras por la salvación que hemos recibido. Es vitalmente necesario hacer la voluntad de Dios. De otra manera, no estamos dejando al Señor ser el Señor en nuestras vidas, y esto si acarrea serios problemas en el tribunal de Cristo. ¿Cómo crees que lo verá Dios?

Finalmente, veamos este pasaje que lo suma todo: Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 25:14-30. El que recibe la salvación de Dios (al reconocerle como Señor) recibe el titulo de siervo (porque esa es la relación natural), y también, a través del Espíritu de Dios, recibe un talento, como mínimo, algo que viene de Dios para poder usarlo para El, y de acuerdo a la capacidad que uno tiene (no nos da algo que nos supera). Y sencillamente, si no servimos a Dios, y no usamos el talento que nos dá para Su propósito, nada bueno nos espera. Porque, aúnque seamos siervos (más allá de ser hijos de Dios), seremos echados a las tinieblas, a un lugar que la Biblia describe como el infierno, si no hacemos lo que debiéramos hacer. Entendiéndolo así, ¿se puede creer alguna otra cosa que no tenga ver con cumplir el propósito de Dios? ¿Entiendes que el Señor tiene que ser realmente Señor de tu vida, y que fuiste salvo para un propósito divino, no para hacer tu voluntad? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Viviendo una vida de transformación continua - Efesios 4:17-24

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Basado en Efesios 4:17-24 (Versión Reina Valera 1960)

Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

¿Qué debe pasar con una persona que nace de nuevo en Cristo? ¿Comienza a ir a la iglesia? ¿Comienza a diezmar y a ofrendar? ¿Tiene que hacerse parte del coro o del grupo de alabanza? ¿Tiene que dar sacrificialmente para poder edificar un templo? ¿Comienza a vivir una vida más moral, para que sea aceptado en la iglesia? ¿Vive lleno de alegría, y está feliz y contento siempre? ¿Tiene que ir a un seminario? ¿Tiene que hablar en lenguas para poder demostrar que si recibió el Espíritu Santo? Estas cosas no son necesariamente malas, pero es lo que muchos han determinado de alguna manera u otra lo que debe suceder en la vida de un cristiano. Pero, estas cosas no necesariamente determinan si hay salvación o vida en Cristo. No se trata de volverse en un ser religioso, porque eso es lo que sucede cuando no se entiende de lo que realmente sucede cuando uno nace de nuevo en Cristo.

Para comenzar, la Palabra de hoy dice que debe haber un cambio de vida en una persona, que sí, debe haber una diferencia entre una persona que conoce a Cristo y una persona que no conoce ni a Cristo, ni las cosas de Dios. ¿Cómo uno sabe si realmente ha venido a conocer a Cristo personalmente, si ha llegado a nacer de nuevo en El? La conversión al Señor consta de cosas muy sencillas, pero determinantes. La manera de que uno viene a nacer de nuevo en el Señor es a través de un arrepentimiento completo, del 100% de sus pecados (no de un 80% o de un 99% de arrepentimiento), y convirtiéndose a Cristo, al aceptarle como el Señor de su vida, y haciendo esto con todo el corazón, no de palabras solamente o sin fe. Se tiene que realmente creer lo que se está haciendo porque una persona se está efectivamente dando al Señor, entregando así su vida. Y cuando esto realmente sucede, algo pasa en la vida del creyente, tiene que suceder una transformación o regeneración inicial, como está escrito: Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador. Tito 3:4-6. Así que, lo que literalmente sucede es que el Espíritu Santo entra en la vida de una persona, y regenera y renueva el espíritu, el ser dentro de sí que tiene la capacidad de vivir eternamente. Y al entrar el Espíritu Santo, ese Santo Ser de Dios, tiene que pasar algo significativo en la vida de la persona. No puede ser un día como cualquier otro día, porque, en fin, entro Dios, el Ser más poderoso de todo el universo. Entonces, por virtud del completo arrepentimiento, hay cosas notorias que cambian enseguida en la persona, por la manifestación del Espíritu Santo en su vida. No quiere decir que vas a ser perfecto de inmediato, pero van a haber cambios involuntarios (por decir) al comienzo. Por ejemplo, en mi propia vida, cuando le entregue mi vida al Señor, lo primero que El obro en mi fue dejar la idolatría, el robo, y la atracción por el alcohol. Nadie me dijo que tenía que dejar esas cosas, o que los cristianos no deben seguir o hacer estas cosas. Pasó solo, sin ningún tipo de esfuerzo, porque fue la obra del Espíritu Santo. Dios transformo mi vida.

Ahora bien, ¿qué debe seguir sucediendo en la vida de un cristiano? El proceso de la transformación debe continuar. No se debe quedar en ese momento inicial nada más, y aquí es donde aplica lo que leímos al comienzo. Cristo murió para que no solamente seamos salvos, sino también, para que nuestras vidas fueren completamente transformadas, para que le seamos útiles, listos para toda buena obra. Por eso que también insta la Palabra: Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Isaías 1:16-17. La Palabra es muy clara en que debe haber un proceso en un creyente, tiene que haber una continua transformación. ¿Y cómo sigue sucediendo esta transformación? A través de la Palabra, porque escrito esta: Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Efesios 5:25-27. El lavamiento solo viene por la Palabra de Dios. El Espíritu Santo a través de la Palabra te va enseñando lo que debe seguir cambiando, lo que se debe dejar de hacer (lo malo), y lo que se debe aprender a hacer (lo bueno). Y hacer el bien consta de hacer buenas obras, no de hacer cosas religiosas.

¿Por qué es apremiante este proceso, y uno no se puede quedar con el inicio solamente? La Biblia nos enseña este principio, el cual nunca cambia, sea que una persona nunca haya conocido al Señor (obviamente), o aún si una persona ha nacido de nuevo: Porque la paga del pecado es muerte… Romanos 6:23a. Aunque hayamos sido perdonados y redimidos, y haber nacido de nuevo, el pecado nunca deja de producir muerte, sea grande o pequeño. Entonces, sabemos que no seremos perfectos hasta el día que seamos liberados de este cuerpo de muerte (la carne), pero por eso que es tan necesario seguir el proceso, porque tiene que reducirse lo que produce muerte mientras trascurre el tiempo. Este es el consejo y la advertencia que nos da la Palabra también: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías [el uso de las drogas entra en esto], enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:16-21. Así que, si un cristiano se dedica a practicar el pecado, o a vivir un estilo de vida de pecado (lo que va más allá de pecar), sencillamente no va a heredar el reino de Dios.

Así que, ¿estás viviendo una vida de transformación continua, por el bien tuyo, y por el bien de los demás? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Lo que importa es como terminas - 2 Cronicas 24:1-25

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Basado en 2 Crónicas 24:1-25 (Versión Reina Valera 1960)

De siete años era Joás cuando comenzó a reinar, y cuarenta años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue Sibia, de Beerseba. E hizo Joás lo recto ante los ojos de Jehová todos los días de Joiada el sacerdote. Y Joiada tomó para él dos mujeres; y engendró hijos e hijas. Después de esto, aconteció que Joás decidió restaurar la casa de Jehová. Y reunió a los sacerdotes y los levitas, y les dijo: Salid por las ciudades de Judá, y recoged dinero de todo Israel, para que cada año sea reparada la casa de vuestro Dios; y vosotros poned diligencia en el asunto. Pero los levitas no pusieron diligencia. Por lo cual el rey llamó al sumo sacerdote Joiada y le dijo: ¿Por qué no has procurado que los levitas traigan de Judá y de Jerusalén la ofrenda que Moisés siervo de Jehová impuso a la congregación de Israel para el tabernáculo del testimonio? Porque la impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y además habían gastado en los ídolos todas las cosas consagradas de la casa de Jehová. Mandó, pues, el rey que hiciesen un arca, la cual pusieron fuera, a la puerta de la casa de Jehová; e hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén, que trajesen a Jehová la ofrenda que Moisés siervo de Dios había impuesto a Israel en el desierto. Y todos los jefes y todo el pueblo se gozaron, y trajeron ofrendas, y las echaron en el arca hasta llenarla. Y cuando venía el tiempo para llevar el arca al secretario del rey por mano de los levitas, cuando veían que había mucho dinero, venía el escriba del rey, y el que estaba puesto por el sumo sacerdote, y llevaban el arca, y la vaciaban, y la volvían a su lugar. Así lo hacían de día en día, y recogían mucho dinero, y el rey y Joiada lo daban a los que hacían el trabajo del servicio de la casa de Jehová; y tomaban canteros y carpinteros que reparasen la casa de Jehová, y artífices en hierro y bronce para componer la casa. Hacían, pues, los artesanos la obra, y por sus manos la obra fue restaurada, y restituyeron la casa de Dios a su antigua condición, y la consolidaron. Y cuando terminaron, trajeron al rey y a Joiada lo que quedaba del dinero, e hicieron de él utensilios para la casa de Jehová, utensilios para el servicio, morteros, cucharas, vasos de oro y de plata. Y sacrificaban holocaustos continuamente en la casa de Jehová todos los días de Joiada. Mas Joiada envejeció, y murió lleno de días; de ciento treinta años era cuando murió. Y lo sepultaron en la ciudad de David con los reyes, por cuanto había hecho bien con Israel, y para con Dios, y con su casa. Muerto Joiada, vinieron los príncipes de Judá y ofrecieron obediencia al rey; y el rey los oyó. Y desampararon la casa de Jehová el Dios de sus padres, y sirvieron a los símbolos de Asera y a las imágenes esculpidas. Entonces la ira de Dios vino sobre Judá y Jerusalén por este su pecado. Y les envió profetas para que los volviesen a Jehová, los cuales les amonestaron; más ellos no los escucharon. Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías hijo del sacerdote Joiada; y puesto en pie, donde estaba más alto que el pueblo, les dijo: Así ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos de Jehová? No os vendrá bien por ello; porque por haber dejado a Jehová, él también os abandonará. Pero ellos hicieron conspiración contra él, y por mandato del rey lo apedrearon hasta matarlo, en el patio de la casa de Jehová. Así el rey Joás no se acordó de la misericordia que Joiada padre de Zacarías había hecho con él, antes mató a su hijo, quien dijo al morir: Jehová lo vea y lo demande. A la vuelta del año subió contra él el ejército de Siria; y vinieron a Judá y a Jerusalén, y destruyeron en el pueblo a todos los principales de él, y enviaron todo el botín al rey a Damasco. Porque aunque el ejército de Siria había venido con poca gente, Jehová entregó en sus manos un ejército muy numeroso, por cuanto habían dejado a Jehová el Dios de sus padres. Así ejecutaron juicios contra Joás. Y cuando se fueron los sirios, lo dejaron agobiado por sus dolencias; y conspiraron contra él sus siervos a causa de la sangre de los hijos de Joiada el sacerdote, y lo hirieron en su cama, y murió. Y lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.

El mensaje de hoy es muy sencillo, pero muchas veces, los que desean hacer las cosas de Dios a su manera y a su conveniencia, lo distorsionan y propagan un mensaje de abuso de la gracia de Dios, y de irresponsabilidad, enseñando cosas que no concuerdan con la plenitud de la Palabra de Dios. Y a través de la distorsión, enseñan que las cosas del Antiguo Testamento tienen que ser ignoradas, y que ya no aplican (porque estamos en la dispensación de la gracia de Dios), cometiendo así blasfemia en contra de la Palabra de Dios, mutilando el Santo consejo del Señor. En fin, hoy vemos la vida del Rey Joás, su refulgente comienzo, pero con un final muy triste e inesperado.

¿Qué fue lo que paso con Joás? Cuando vemos el comienzo de su historia, y aunque era un niño, hizo bien las cosas ante Dios, de tal manera que insto a mayor fidelidad y diligencia a los levitas, a los supuestos líderes y maestros de las cosas de Dios. Pero, cuando murió el Sumo Sacerdote Joiada, algo paso, algo sucedió, y cambio la historia. Fue de un extremo al otro, de serle fiel a Dios y de preocuparse por las cosas de Dios, a desamparar la casa de Jehová, y a servir a los símbolos de Asera y las imágenes esculpidas, cometiendo lo abominable ante el Todopoderoso.

Ahora, muchos de los que se creen ser sabios en la Palabra dirían que él nunca tuvo una relación personal con Dios porque dijo: …la casa de vuestro Dios (y no dijo: mi Dios). Otros que también se creerían muy eruditos dirían que Dios lo levanto para hacer la obra, y que no era decisión propia. Y otros dirían que sencillamente siguió al Sacerdote Joiada. Y bueno, todo eso puede estar correcto, pero tan sabios e instruidos somos que perdemos de vista la vida del mismo Joas. Sea como sea, Joas comenzó bien, pero lamentablemente termino mal, y en fin, a Dios lo que le importa de cada uno de nosotros es lo que hacemos con nuestra vida y como terminamos la carrera (porque esto es una carrera, y en una carrera se corre y se debe terminar, para lograr llegar a la meta, como lo enseña la Palabra en el Nuevo Testamento, como parte de la gracia), porque escrito esta: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Filipenses 3:13-15. Y finalmente, el propio Señor Jesus dijo esto: …Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Lucas 9:23-24.

Así que, ¿Qué estás haciendo con la gracia de Dios? Y ¿seguirás al Señor fielmente hasta tu fin? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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