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El Señor debe ser nuestro enfoque - 1 Corintios 1:10-13

Basado en 1 Corintios 1:10-13 (Versión Reina Valera 1960)  

Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?

¿Cuál era el verdadero problema que estaba pasando con estos Corintios? El más grave asunto era que ya muchos habían dejado de poner los ojos en el Señor. Esto es lo que causa la división no solamente en una iglesia, sino en todas partes, el asunto de que no hay muchos con los ojos puestos en el Señor. Esto es un grave problema que se debe corregir en una persona, si realmente desea llegar a todo lo que Dios da. De otra manera, si una persona no tiene puestos los ojos en el Señor, si El no es el foco de todo en la vida de uno, sencillamente no solamente se seguirán produciendo divisiones, sino que aún peor, no habrá salvación. Este problema de tener el foco en otras cosas o en otras personas es crítico y desgraciadamente, muy común.

La Palabra de Dios es muy clara sobre este asunto, y esto es precisamente lo que hace difícil a muchos llegar a Dios, el asunto de no mantenerse enfocado en el Señor. Muchos dicen creer en Dios, pero, o han puesto la mira sobre otra persona, o sobre otras cosas, o e inclusive, ponen la mira sobre un Dios genérico, por decir. El punto es que una persona debe tener definida la identidad de Dios para sí, especialmente para salvación y vida eterna. Esto es lo primero. Creyendo en un Dios genérico no salva a una persona. Y debiera ser muy claro que poner la vista en otros seres humanos iguales a nosotros, por muy especiales que sean o que hayan sido, tampoco pueden salvar a una persona. De acuerdo a la Palabra, hay un punto exacto, o una Persona exacta donde se debe poner los ojos, en el Señor Jesucristo. Esto dice la Palabra: Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Hechos 4:11-12. La Palabra de Dios también dice esto: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2.

Para aclarar el asunto, podríamos comenzar por el mismo apóstol Pablo sobre este asunto de seguir o tener los ojos puestos solamente en el Señor, donde dijo: Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. 1 Corintios 11:1. Y es por eso mismo que Pablo amonesta a la iglesia, porque él mismo aclara que él ni fue crucificado por ellos, ni fueron bautizados en su nombre. Aunque los Corintios le debían respeto a Pablo, el cual fue quien les llevo el evangelio, finalmente no podían poner los ojos en él (aunque irónica y tristemente leemos que esta iglesia si se desvío del Señor y fue muy malagradecida con Pablo, y hasta le juzgaron). La otra persona que dijo muy claramente que se hiciera como el Señor mandara era Maria. Aunque ella si fue escogida por Dios para ser parte del milagro de concebir al Señor Jesucristo, ella también aclaro que nuestra atención debiera estar sobre el Señor, y no sobre ella, como está escrito: Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Juan 2:1-5. Y finalmente, y el más culminativo de todo es el propio testimonio de Dios Padre. Esto atestiguan las Escrituras: Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él. Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía. Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. Y cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto. Lucas 9:28-36. Aunque Moisés y Elías estuvieron presentes, y son muy especiales, Dios Padre dijo desde los cielos que, a Su Hijo, Jesucristo, es al que debemos escuchar. Y Moisés y Elías les fueron quitados en ese momento, y el Señor fue hallado solo, para que no hubiera absolutamente ninguna confusión o duda. El Señor Jesucristo debe ser al cual seguimos. El debe ser donde nosotros ponemos nuestro foco.

Y finalmente, este es el enfoque celestial en el reino de Dios, como está escrito: Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos. Apocalipsis 5:8-14. Por eso que el propio Señor dijo esto: …Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6b. No hay otro camino. No hay otro lugar o persona donde debemos tener puestos nuestros ojos, donde debe posar toda la atención de nuestro ser. El Señor Jesucristo debe ser el enfoque de nuestra existencia. Así que, ¿Dónde está tu enfoque? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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La lealtad al Señor - 2 Timoteo 1

Basado en 2 Timoteo 1 (Versión Reina Valera 1960)  

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor. Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor.

Vemos a través de este pasaje una cosa muy crucial: la lealtad. Y aún más exactamente, la lealtad al Señor. Aquí vemos personas que fueron leales al Señor y otros que no lo fueron. Algunos que fueron tan leales, que hasta se preocuparon de que la fe se pasase de generación en generación, y a otros que abandonaron al Señor para seguir al mundo. La lealtad es algo crucial en el Señor y por dos razones, las cuales veremos después.

Pero para poder entender este asunto de lealtad, es necesario entender porque existe tal cosa como la lealtad. El libre albedrio es lo que es necesario que exista para que la lealtad signifique algo. Sin el libre albedrio, no tendría punto la lealtad. Dios hizo al hombre con libre albedrio. No lo hizo un robot, ni le fijo su camino desde antes. En general, todos somos libres para escoger nuestro camino, si seguir al Señor o no; si serle fiel o no. Como dijo Josué en tiempos antiguos: Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. Josué 24:15. Y también dice la Palabra: Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal. Deuteronomio 30:15. Así que, somos libres para escoger, para decidir nuestro camino, si deseamos la vida o la muerte. Aún estando en el Señor, cada persona puede decidir permanecer en el Señor o dejar el camino como lo hicieron los de Asia, como Figelo y Hermógenes. Hasta el propio Judas Iscariote pudiera haber decidido otra cosa con el Señor. Todo se tenía que cumplir, pero esta de cada persona de cómo se cumple la Palabra de Dios en ellos. Como está escrito: ¡Ay del mundo por los tropiezos!, porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Mateo 18:7. Así que, cada persona tiene la potestad de escoger si desea serle leal al Señor o no, si desea obtener la vida o seguir la muerte.

Y, ¿Por qué entonces existe este libre albedrio? Porque Dios sujeto todo al amor. Y en el amor, no hay obligación. Todo en el amor consiste de elección, de decisión, de un escoger. Por eso que este asunto de que uno no tiene potestad sobre uno mismo cuando se encuentra envuelto en el amor no es verdad. Uno finalmente escoge que amar, hasta inclusive a las personas. Somos seres hechos con raciocinio, porque Dios nos creó así (no somos producto de un accidente cósmico). No somos animales, ni seres irracionales, aunque por ese camino van muchos hoy en día por su pecado (pero ese es mensaje para otro día). Esto mismo dice la Palabra: Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.  Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Juan 3:19-20. Entonces, cada persona escoge o amar a Dios o amar al pecado. La lealtad va mano en mano con el amor. Una persona es leal al que ama, en el curso general de las cosas.

Habiendo dicho esto, ¿cuáles son las dos razones por lo cual debemos serle leales al Señor? La primera es, al considerar todo lo que le debemos. Dios escogió amarnos, como está escrito: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:16. Dios lo hizo todo sin ningún tipo de obligación. Dios no le debe nada a nadie. Nosotros le debemos todo, hasta el aire que respiramos hoy. Y la segunda razón es, porque si no le somos leales, sino permanecemos en El, no tendremos salvación. Como también dice la Palabra: Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Juan 15:4-6.  El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. Apocalipsis 21:7-8. Y por eso es que Dios nos insta de esta manera: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Hebreos 12:1-3.

Así que, ¿entiendés que debes serle leal al Señor porque se lo merece, y porque también es tu único camino para alcanzar legítimamente la salvación? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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Siendo perseguido por las razones correctas - Hechos 25:1-12

Basado en Hechos 25:1-12 (Versión Reina Valera 1960)  

Llegado, pues, Festo a la provincia, subió de Cesarea a Jerusalén tres días después. Y los principales sacerdotes y los más influyentes de los judíos se presentaron ante él contra Pablo, y le rogaron, pidiendo contra él, como gracia, que le hiciese traer a Jerusalén; preparando ellos una celada para matarle en el camino. Pero Festo respondió que Pablo estaba custodiado en Cesarea, adonde él mismo partiría en breve. Los que de vosotros puedan, dijo, desciendan conmigo, y si hay algún crimen en este hombre, acúsenle. Y deteniéndose entre ellos no más de ocho o diez días, venido a Cesarea, al siguiente día se sentó en el tribunal, y mandó que fuese traído Pablo. Cuando este llegó, lo rodearon los judíos que habían venido de Jerusalén, presentando contra él muchas y graves acusaciones, las cuales no podían probar; alegando Pablo en su defensa: Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César he pecado en nada. Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, respondiendo a Pablo dijo: ¿Quieres subir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas delante de mí? Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien. Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que estos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo. Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: A César has apelado; a César irás.

En esta vida, las personas viven y mueren por muchas razones. Hay personas que viven para disfrutar de las cosas de este mundo, para los placeres, para tener bienes, y para alcanzar fama y fortuna. Otros viven para cosas más nobles, como para la familia y para sus seres queridos. Y hay personas que no solo viven, pero les toca hasta morir por ciertas cosas. Hay personas que han dado la vida por cosas no nobles o consideradas no buenas, y también, otros han dado la vida por cosas nobles, por sus seres queridos, por un deber, o por el amor a la patria (como celebramos en los Estados Unidos este mes. ¡Que Dios bendiga a nuestros veteranos!). Finalmente, es inevitable, como los seres que somos, hagamos lo que hagamos, se vive y se muere, y siempre hay razones para ambos. Somos seres creados, y como tal, todo lo creado tiene un propósito, un porque, tiene una función, pero todo depende de lo que se escoge seguir.

Como sabemos a través de las Escrituras, el apóstol Pablo fue perseguido, enjuiciado, encarcelado, y finalmente, hasta muerto. En el pasaje de hoy vemos parte de su experiencia. Y tendríamos que preguntar: ¿Pablo se equivocó, y por eso que sufrió? ¿Le falto fe? ¿Fue un error apelar a Cesar? Mucho de lo que se enseña hoy en muchos lugares darían lugar a pensar que Pablo no hizo las cosas bien, y por eso que sufrió duramente. Por ejemplo, sigue tan fuerte como nunca, nada mas que ha tomado distintas formas, este tal evangelio de la prosperidad donde se enseña de que, si tienes suficiente fe, o si supuestamente haces las cosas bien, que todo te saldrá bien. Darian lugar tales enseñanzas a que Pablo no tuvo suficiente fe, porque si hubiera tenido fe, pudiera haber movido estas montañas de aflicción. Hay otros que alegarían que no fue suficientemente sabio, y que sencillamente se equivocó. En fin, hay muchas enseñanzas erróneas que circulan hoy, que juzgarían mal a Pablo. Pablo no fue perfecto, porque sencillamente, ningún ser humano es perfecto. El único que fue perfecto en toda Su manera de ser en la carne fue el Señor Jesucristo. Pero, aventuraría decir que Pablo fue él que mas se asemejo al Señor en su caminar. Lo que le sucedió a Pablo fue previsto por el propio Señor, cuando dijo: Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio. Lucas 21:12-13. Así que, muy claramente, Pablo no se equivocó, sino que paso lo que era necesario. Por lo tanto, lo que le sucedió ni tenia nada que ver con falta de fe, ni falta de sabiduría, ni nada por el estilo. Por eso que hay que tener mucho cuidado con lo que se toma por verdad, porque el diablo distorsiona y cambia lo Santo de Dios para hacer la mentira lucir como la verdad. El no cambia su táctica.  

Entonces, ¿Qué debemos entender a través de todo esto? Si vivimos y padecemos persecución, o hasta si tenemos que dar la vida, que sea por lo que conlleva a la vida eterna. No debemos sufrir, primero que nada, por que pecamos. Esto dice la Palabra: Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal. ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. 1 Pedro 3:10-17. Así que, si nos tocan situaciones difíciles, que no sea porque hicimos el mal, o porque fuimos religiosos, o por arrogancia y altivez (porque hay mucha arrogancia hoy en el llamado pueblo de Dios, porque muchos se creen superiores a los demás).

¿Por qué finalmente fue perseguido Pablo? Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas. Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo, no con multitud ni con alboroto. Ellos debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra mí tienen algo. O digan estos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando comparecí ante el concilio, a no ser que estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros. Hechos 24:14-21. Por esto fue perseguido Pablo: …Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente… Juan 11:25b-26a. La única razón por lo cual vivió y murió fue por Cristo, porque quiso agradar y seguir al que es digno por los siglos de los siglos, El único que puede dar una recompensa incomparable, por el cual se debe vivir y hasta morir, si es necesario. Es difícil seguirle aquí y ahora porque todo tiene un precio, pero no hay mayor recompensa. Así que, ¿Para quién vives? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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Obedeciendo al Señor - 1 Reyes 13:11-34

Basado en 1 Reyes 13:11-34 (Versión Reina Valera 1960)  

Moraba entonces en Bet-el un viejo profeta, al cual vino su hijo y le contó todo lo que el varón de Dios había hecho aquel día en Bet-el; le contaron también a su padre las palabras que había hablado al rey. Y su padre les dijo: ¿Por qué camino se fue? Y sus hijos le mostraron el camino por donde había regresado el varón de Dios que había venido de Judá. Y él dijo a sus hijos: Ensilladme el asno. Y ellos le ensillaron el asno, y él lo montó. Y yendo tras el varón de Dios, le halló sentado debajo de una encina, y le dijo: ¿Eres tú el varón de Dios que vino de Judá? Él dijo: Yo soy. Entonces le dijo: Ven conmigo a casa, y come pan. Mas él respondió: No podré volver contigo, ni iré contigo, ni tampoco comeré pan ni beberé agua contigo en este lugar. Porque por palabra de Dios me ha sido dicho: No comas pan ni bebas agua allí, ni regreses por el camino por donde fueres. Y el otro le dijo, mintiéndole: Yo también soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por palabra de Jehová, diciendo: Tráele contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua. Entonces volvió con él, y comió pan en su casa, y bebió agua. Y aconteció que estando ellos en la mesa, vino palabra de Jehová al profeta que le había hecho volver. Y clamó al varón de Dios que había venido de Judá, diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto has sido rebelde al mandato de Jehová, y no guardaste el mandamiento que Jehová tu Dios te había prescrito, sino que volviste, y comiste pan y bebiste agua en el lugar donde Jehová te había dicho que no comieses pan ni bebieses agua, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres. Cuando había comido pan y bebido, el que le había hecho volver le ensilló el asno. Y yéndose, le topó un león en el camino, y le mató; y su cuerpo estaba echado en el camino, y el asno junto a él, y el león también junto al cuerpo. Y he aquí unos que pasaban, y vieron el cuerpo que estaba echado en el camino, y el león que estaba junto al cuerpo; y vinieron y lo dijeron en la ciudad donde el viejo profeta habitaba. Oyéndolo el profeta que le había hecho volver del camino, dijo: El varón de Dios es, que fue rebelde al mandato de Jehová; por tanto, Jehová le ha entregado al león, que le ha quebrantado y matado, conforme a la palabra de Jehová que él le dijo. Y habló a sus hijos, y les dijo: Ensilladme un asno. Y ellos se lo ensillaron. Y él fue, y halló el cuerpo tendido en el camino, y el asno y el león que estaban junto al cuerpo; el león no había comido el cuerpo, ni dañado al asno. Entonces tomó el profeta el cuerpo del varón de Dios, y lo puso sobre el asno y se lo llevó. Y el profeta viejo vino a la ciudad, para endecharle y enterrarle. Y puso el cuerpo en su sepulcro; y le endecharon, diciendo: ¡Ay, hermano mío! Y después que le hubieron enterrado, habló a sus hijos, diciendo: Cuando yo muera, enterradme en el sepulcro en que está sepultado el varón de Dios; poned mis huesos junto a los suyos. Porque sin duda vendrá lo que él dijo a voces por palabra de Jehová contra el altar que está en Bet-el, y contra todas las casas de los lugares altos que están en las ciudades de Samaria. Con todo esto, no se apartó Jeroboam de su mal camino, sino que volvió a hacer sacerdotes de los lugares altos de entre el pueblo, y a quien quería lo consagraba para que fuese de los sacerdotes de los lugares altos. Y esto fue causa de pecado a la casa de Jeroboam, por lo cual fue cortada y raída de sobre la faz de la tierra.

Lo único que produce vida en el hombre, especialmente la vida eterna, es la Palabra de Dios. No hay vida en nada más. Como está escrito: …No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:4b. Si estamos e inclusive hasta respirando en este mismo instante, es porque la Palabra de Dios lo está haciendo posible. Vimos en el pasaje de hoy que, porque un profeta no fue celoso de lo que Dios le había mandado, murió por su desobediencia. La desobediencia siempre tiene consecuencias, especialmente cuando seamos juzgados.

Algunos puede que piensen, ¿Por qué le juzgo Dios si el otro profeta le había mentido? Porque nosotros no estamos supuestos a dejarnos llevar por lo que dicen lo demás, no importa quienes son. Finalmente, cada persona tiene que aprender a escuchar la Palabra de Dios por sí mismo. Y en este tiempo, aun mas todavía, porque hay muy poca verdad en todo lugar. Tenemos hoy más apostasía que nunca por el pecado que sobreabunda en el pueblo de Dios. Así que, hoy más que nunca hay que aferrarse a la Palabra de Dios y al Espíritu Santo. Y hoy menos que nunca las personas tienen la excusa de que ellos no conocen la voluntad de Dios. Hay Biblias por todos lados. Hoy hay hasta aplicaciones gratuitas para los teléfonos inteligentes. La Palabra de Dios ha sido esparcida por todo el planeta, y ya por muchos años. Hay que buscar de Su Palabra, porque escrito esta: Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. Oseas 4:6. Si no buscas del conocimiento de Dios hoy, es porque sencillamente lo estas desechando, y no por falta de acceso. Y hay que verificar todo lo que se predica. No se puede tomar todo como verdad, especialmente si suena atractivo. Vemos este mismo ejemplo en la Palabra: Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran asíHechos 17:10-11. Tienes que comprobar lo que se dice.

Hoy más que nunca hay que tener cuidado con los falsos evangelios y doctrinas de demonios, porque son muy sutiles y atractivos. ¿Cuál es la mentira más grande que existe hoy en la gran mayoría de nuestras iglesias? Que nosotros no seremos juzgados por nuestros hechos. Pero sí, TODOS nosotros daremos cuenta delante de Dios por todos nuestros hechos. No se dejen engañar. Esto dice la Palabra: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31. Esto también dice la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, por tu propio bien, aprende a escuchar a Dios por ti mismo, a través del Espíritu Santo y al estudiar Su Palabra, y por supuesto, obedécele. No quieras saber en el juicio final que viviste equivocadamente. Y no cometas la equivocación de creer que la vida aquí es algún tipo de indicador de cómo estás delante de Dios. El que hace la voluntad de Dios puede encontrarse con grandes desafíos hoy. Y también, si una persona es prosperada aquí no quiere decir que está bien delante de Dios. Así que, ¿le estás obedeciendo al Señor para vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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El sacrificio que sí agrada a Dios - Levítico 9:1-7, 22-24

Basado en Levítico 9:1-7, 22-24 (Versión Reina Valera 1960)  

En el día octavo, Moisés llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel; y dijo a Aarón: Toma de la vacada un becerro para expiación, y un carnero para holocausto, sin defecto, y ofrécelos delante de Jehová. Y a los hijos de Israel hablarás diciendo: Tomad un macho cabrío para expiación, y un becerro y un cordero de un año, sin defecto, para holocausto. Asimismo un buey y un carnero para sacrificio de paz, que inmoléis delante de Jehová, y una ofrenda amasada con aceite; porque Jehová se aparecerá hoy a vosotros. Y llevaron lo que mandó Moisés delante del tabernáculo de reunión, y vino toda la congregación y se puso delante de Jehová. Entonces Moisés dijo: Esto es lo que mandó Jehová; hacedlo, y la gloria de Jehová se os aparecerá. Y dijo Moisés a Aarón: Acércate al altar, y haz tu expiación y tu holocausto, y haz la reconciliación por ti y por el pueblo; haz también la ofrenda del pueblo, y haz la reconciliación por ellos, como ha mandado Jehová. Después alzó Aarón sus manos hacia el pueblo y lo bendijo; y después de hacer la expiación, el holocausto y el sacrificio de paz, descendió. Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron al pueblo; y la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo. Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros.

¿Por qué Dios estableció los sacrificios, para comenzar, como ofrendas por el pecado, para paz entre El y Su pueblo, para que se revelara Su presencia? Fue establecido para que el hombre entendiera el precio del pecado. Cuando el hombre cayó en el pecado en el huerto del Edén, algo grande cambio, hubo algo que sucedió que cambiaría para mal todas las cosas, tanto en el planeta, como en la naturaleza, y claro, hasta en el estado carnal del hombre, y su eternidad. Cuando el hombre peco, trajo maldición sobre todo lo bueno que había creado Dios. Y cada vez que seguimos pecando, especialmente voluntariamente (porque pecamos hasta sin darnos cuenta), perpetuamos más y más esa maldición sobre la tierra, lo queramos reconocer y aceptar responsabilidad por aquello, o no. No porque no se quiera aceptar algo invalida su efecto. Por eso es que, no podemos echarle toda la culpa a Adán y a Eva, si nosotros también seguimos haciendo tanto o peor que ellos, porque heredamos la naturaleza del pecado en nuestros miembros. Entonces, Dios estableció los sacrificios, como comienzo, para que el hombre áprendiera que su pecado en si tiene un precio muy grande, para que viera el sufrimiento de los animales inocentes al morir por sus maldades, ver al inocente morir por el culpable. Estos sacrificios no eran momentos de regocijo, sino momentos solemnes y tristes, donde el sacerdote sentiría por unos instantes el dolor de los animales cuando los sacrificaban.

Ahora bien, bendito sea el Dios de toda misericordia que ya estos sacrificios no son necesarios, y en realidad, nunca era el plan para que fueran permanentes. Este fue siempre Su voluntad, y ahora más que nunca como resultado del sacrificio de Su unigénito Hijo, Jesucristo: Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:16-18. La manera que se manifiesta la gracia de Dios es a través del arrepentimiento y la conversión, al hacer cosas que son dignas de El. Ahora, algunos dirán: ¿Pero no somos salvos por gracia nada más, por lo que hizo Cristo en la cruz? Y diría que, sí, que eso es el fundamento de nuestra salvación, pero debe haber un producto de esa fe, algo como resultado, si en realidad existe tal fe. Porque el sacrificio del Señor por sí solo no puede hacer nada en nuestra vida si nosotros no lo hacemos nuestro y no producimos algo como resultado. Esta es la voluntad de Dios, y el sacrificio que Dios sigue buscando de cada uno de nosotros, como está escrito: Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle. Marcos 12:28-34. Noten que el Señor confirmo lo que respondió el escriba, que el amar a Dios y al prójimo eran siempre de más valor que todos los holocaustos y sacrificios. Y el amor se demuestra con acción, no con palabras. Por eso que la fe sin obras está muerta. Una persona puede decir todo lo quiera de su fe, pero si no hay obras que cumplan la verdadera voluntad de Dios en su vida, de nada sirve tal fe.

Entonces, sí hay algo que se debe ofrecer a Dios. ¿Qué dice la Palabra al respecto? ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 6:15-23. Entonces, ¿Cuál es la ofrenda que Dios busca? El sacrificio de nuestro libre albedrio, de dejar de someter nuestra única pertenencia (el libre albedrio, nuestra voluntad) al pecado y someterla a El, darle nuestro libre albedrio para amarle y servirle a El, para hacer Su voluntad en la tierra. Ese es el sacrificio que Dios ha buscado desde el comienzo, desde que creo al hombre, porque fuimos hechos para El, para Su gloria, para Su propósito, como está escrito: Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10. Así que, ¿Sigues sacrificando tu única pertenencia al pecado y a la muerte, o a Dios que lo ha dado todo por ti, y lo ha dado sin ningún tipo de obligación? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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La necesidad de un líder espiritual - Éxodo 14

Basado en Éxodo 14 (Versión Reina Valera 1960)  

Habló Jehová a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él acamparéis junto al mar. Porque Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado. Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová. Y ellos lo hicieron así. Y fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía; y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva? Y unció su carro, y tomó consigo su pueblo; y tomó seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos. Y endureció Jehová el corazón de Faraón rey de Egipto, y él siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa. Siguiéndolos, pues, los egipcios, con toda la caballería y carros de Faraón, su gente de a caballo, y todo su ejército, los alcanzaron acampados junto al mar, al lado de Pi-hahirot, delante de Baal-zefón. Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová. Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto. Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco. Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo. Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquellos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros. Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo. Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios, y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios. Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería. Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno. Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda. Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo.

En este pasaje vemos algo muy claro, que debe haber un líder espiritual para que Dios se manifieste en poder y gloria aquí en la tierra. Dios obviamente hace todas las cosas, pero con el complemento de una persona que decide realmente creerle a Dios, buscar de Dios, e inste a otros hacer lo mismo. Ese es el tipo de persona que es necesaria para que halla ese complemento para ver a Dios obrar. Dios no va a obrar de otra manera, si no hay tal fe, tal deseo de seguir e instar a otros a seguir.

Una vez se me pregunto, ¿Por qué no vemos los milagros que habían antes? Y la respuesta fue: por la abundancia del pecado. Es pecado no solamente hacer las cosas inmorales de las cuales habla la Biblia, sino también, la falta de fe, la falta de obediencia a la Palabra de Dios, y claro también, por seguir cosas y creencias que no están afines con el Espíritu Santo y la Palabra de Dios. Todo eso es pecado también, y muchas veces, hasta mas grave que los que otros que se consideran malos o feos, porque, aunque todo pecado es injusticia, delante de los ojos de Dios hay diferencias en consecuencias y ofensa. Todos seguimos pecando, aun estando en Cristo, porque somos seres imperfectos, pero hay diferencias entre un pecado y el otro. Pero los pecados más grandes delante de Dios es la falta de fe y la cobardía, dos cosas que estaban totalmente ausente en la vida de Moisés mientras Dios estaba visiblemente obrando.

Cuando Moisés tuvo su encuentro con Dios, hubo algo que paso dentro de él, algo que lo transformo, una fe que nació que fue inconmovible. De allí en adelante, por su fe, Dios hizo grandes cosas a través de Moisés. Y Moisés, por su fe, enfrento a naciones enteras, desde Faraón y los egipcios, hasta los rebeldes dentro del pueblo de Israel. Moisés no fue cobarde. Y su fe no estaba basada en sus deseos, como muchos falso profetas y maestros enseñan hoy. La fe de Moisés estaba arraigada a la voluntad de Dios, a los designios de Dios. Moisés nunca trato de convertir a Dios en su siervo como se hace muy comúnmente hoy, sino todo lo contrario, él buscaba cumplir la voluntad de Dios y obedecerla. Esa es verdadera fe, de creerle a Dios y obedecerle, y de instar a otros a hacerlo. Moisés nunca se doblego ante Faraón, no porque era un rebelde, sino porque su confianza y obediencia estaban totalmente sujetas a Dios. Moisés se sometió a Dios bajo su propia voluntad, decidió a través de su libre albedrio seguir al Señor Dios como su Dios, y seguirle y hacer como se le mandaba, le costará lo que lo costará. De eso se trata de ser un líder espiritual. No son los hombres que escogen a estos lideres. Estos lideres emergen por sí mismos muchas veces, cuando ellos deciden por el Señor. Esos son los que necesitamos hoy más que nunca. Esto también dijo otro líder: Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. Josué 24:15. Así que, ¿has decido ser líder donde tu estás para que la gloria de Dios se manifieste? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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Siendo dirigidos por el Espíritu - Romanos 12:9-21

Basado en Romanos 12:9-21 (Versión Reina Valera 1960)  

El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

Lo que produce vida en nosotros individualmente, no solo es la vida eterna, sino también, una vida distinta mientras estemos en este mundo, cumpliendo la Palabra de Dios. Como el propio Señor lo dijo: …No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:4b. Absolutamente todo, hasta nuestra existencia diaria depende de la Palabra de Dios. En nada más hay vida. Todo lo demás es solo una ilusión. Pero, en conjunto con la Palabra de Dios, tiene que estar la guía del Espíritu Santo. Esto debe suceder en toda persona creyente, que realmente desea que su vida eterna comience aquí y prosiga, debe estar tanto la Palabra de Dios como la guía del Espíritu Santo. Y ambas son interdependiente. La Palabra de Dios es el conocimiento de la verdad, pero el Espíritu Santo es el que debe guiar la aplicación de tal verdad.

La Palabra de Dios, lo que nos da el conocimiento que necesitamos, habla del Espíritu Santo, el cual es la tercera Persona de la Santa Trinidad, como está escrito: Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 1 Juan 5:7. Así que, debemos obtener la guía de El, como también nos muestra Su fiel ejemplo el propio Señor: Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu… Mateo 4:1a. Por eso que el Apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu enseño esto: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Gálatas 5:16-17.

Así que, lo que leímos al principio, es obviamente la Palabra de Dios, y debemos aplicarla a nuestra vida, pero sujeto a lo que guie el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el que tiene que decirnos como y cuando, y que aplica en cada situación, y no nuestra carne. ¿Por qué? Porque, aunque una persona haya entregado su vida al Señor, el pecado todavía mora en su carne, y está sujeta a nuestros sentidos. Esa conexión del mundo visible a nuestra carne a través de los sentidos es lo que todavía nos asedia, y no nos ayuda a ver las cosas claras. Ese es el lado práctico del asunto, y por eso es que el Apóstol Pablo nos aconseja a que no nos dejemos llevar por la carne. Es parte de nuestra naturaleza buscar lo que es agradable y atrayente al momento, dejándose llevar por los placeres y malos deseos. Los sentidos y la carne no saben lo que es espiritual, lo que permanece para siempre, sino solo lo terrenal, lo temporal, finalmente, lo carnal. Si deseamos lo eterno, lo inconmovible, entonces debemos dejarnos guiar más bien por aquello. Hay una sola cosa, o más bien, una sola Persona que es inconmovible y eterna, y ese es Dios, y aún más exactamente, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, tres personas, pero un solo Dios, tal como leímos antes.

Entonces, habiendo dicho esto, ¿Qué es lo que debe guiarnos para comenzar a tener de este Espíritu Santo, y que El nos guie efectivamente? Esto dice la Palabra: El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Proverbios 1:7. Debemos tomar a Dios en cuenta en todo, y con toda reverencia (lo que significa: temor), comenzando hasta con las cosas más básicas. ¿Qué piensa Dios de mí? ¿Cómo puedo llegar a hallar gracia delante de este Dios que es inconmovible? Si deseamos pertenecerle a Dios, debemos pedirle a que sea nuestro Señor. Esto dice la Palabra: Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:8-10. Entonces, si aceptas a Jesús como Señor, lo debes tratar como tal. Si El es el dueño, entonces solo Su voluntad debe ser hecha. Después de todo, si nosotros ni conocemos, ni aún menos entendemos las cosas eternas de Dios, ¿Cómo pensamos que podremos llegar por nosotros mismos, y por nuestra propia opinión? Por lo tanto, debemos pedirle al Señor que nos muestre Su camino, y claro está, que muchas veces va a ir totalmente en contra de lo que pensamos y sentimos, por el pecado que todavía tenemos. Entonces, debemos dejarnos llevar por El, y que Su voluntad sea hecha. Porque escrito esta: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21.

¿Qué ejemplo podemos ver de esto? Al Apóstol Pablo. Este es su testimonio: Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Hechos 9:1-6. Pablo hizo lo más sabio de su vida, cambio de rumbo, y se humillo ante Dios y le trato como el Señor que es. Por eso que el también escribió: Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor. Filipenses 2:12. Y ¿Por qué con temor y temblor? Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Por lo tanto, si deseas el bien para ti, aférrate a la Palabra de Dios y busca la guía del Espíritu Santo. Así que, ¿Qué está guiando tu vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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El juicio venidero - Salmo 58

Basado en Salmo 58 (Versión Reina Valera 1960)  

Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres? Antes en el corazón maquináis iniquidades; hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la tierra. Se apartaron los impíos desde la matriz; se descarriaron hablando mentira desde que nacieron. Veneno tienen como veneno de serpiente; son como el áspid sordo que cierra su oído, que no oye la voz de los que encantan, por más hábil que el encantador sea. Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas; quiebra, oh Jehová, las muelas de los leoncillos. Sean disipados como aguas que corren; cuando disparen sus saetas, sean hechas pedazos. Pasen ellos como el caracol que se deslíe; como el que nace muerto, no vean el sol. Antes que vuestras ollas sientan la llama de los espinos, así vivos, así airados, los arrebatará él con tempestad. Se alegrará el justo cuando viere la venganza; sus pies lavará en la sangre del impío. Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay galardón para el justo; ciertamente hay Dios que juzga en la tierra.

Vemos que, Dios juzga en la tierra, o sea que existe un tal juicio de Dios. Y si nos dedicamos a buscar en toda la Palabra de Dios, veríamos que este tal juicio de Dios es mencionado en muchos lugares. Por lo tanto, tendríamos que decir que, sí es verdad que hay tal juicio, y es cuando toda persona dará cuentas. Es posible que, mientras tanto, veamos también aquí en la tierra juicios menores que ejecute el Señor, pero no siempre suceden, sea por misericordia, para dar oportunidad hasta en el último momento a los impíos, para que se conviertan y se vuelvan de sus malos caminos, o porque tiene reservado ese eterno castigo para ellos después del juicio final. Pero, sea cuando sea, hay un juicio final. Porque esto dice la Palabra: Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. Apocalipsis 20:11-15. Y también dicen las Escrituras: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Hebreos 9:27.

Ahora bien, muchos cristianos piensan que este gran juicio de Dios esta solo reservado para los que rehusaron creer en el Señor. Pero eso no es así. Tanto como antes, y ahora aún más, sabemos a través de las Escrituras que todos daremos cuenta por todos nuestros hechos delante de Dios en ese gran juicio final. Vemos aun mas claro que en el pasaje de hoy, el escritor no se refiere ni a los páganos, ni a los incrédulos, sino mas bien, a la congregación. A ellos es que él se enfrenta y clama por el juicio de Dios, por aquellos que dentro de la congregación hacen maldad. Así que, estas son personas que no ignoran la Verdad de Dios y los principios Bíblicos.

Ya sé que muchos dirán: Eso está en el Antiguo Testamento, y ya no aplica. Y también otros dirán: Pero si Dios lo ha perdonado todo a través del sacrificio de Cristo, ¿Cómo seremos juzgados entonces? Y, ¿no es por gracia la salvación de Dios, y ya no importa las obras, sean buenas o malas? Y así habrá muchas otras equivocadas ideas, todas fundamentadas sobre malas doctrinas y falsas enseñanzas, las cuales llevan mucho tiempo siendo muy populares. Y claro, ¿Por qué no han de ser populares si le quitan cualquier responsabilidad al creyente, y les da la libertad (o mas bien, el libertinaje) para hacer como quieran, con la expectativa que, de cualquier manera, hagamos lo que hagamos, todo va a estar bien? Estas enseñanzas son las que alimenta tanto la frialdad y la tibieza que existe en el pueblo de Dios hoy. Y la Biblia dice muy claro que Dios vomitara de Su boca a los tibios, o sea, al que quiera estar bien con El y con el diablo, con Dios y con el mundo, por ser nada más que religiosos.

Cuando el Apóstol Pablo compartía el Evangelio con los incrédulos, también hablaba de la justicia, del dominio propio, y del juicio venidero, como esta escrito: Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. Hechos 24:24-25. Y como era de esperar, igual como no gustará escuchar hoy, Felix no quiso aceptarlo. Y si Pablo le compartió a un gentil incrédulo acerca de la fe y esas otras cosas, aún sin convertirse todavía, ¿Cuánto más aplicaría a nosotros que decimos ser pueblo de Dios, a los que dicen conocer la verdad? Esto dice la Palabra en el Nuevo Testamento (para evitar la duda, y dejar claro que esta más que vigente en la gracia): Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31. Y: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10.

Entonces, ¿Por cuál mal David pide justicia y clama a Dios? Al que le hace daño a su hermano. En la indiferencia también hay maldad, como el que usa de la mentira para sacarle a su hermano. Toda maldad en contra del hermano es altamente castigable delante de Dios, como está escrito: Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. 1 Juan 3:15-16. Y también dijo el Señor directamente: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Si Dios no le permitirá entrar en Su reino a los que hacen cosas buenas con malas intenciones, ¿Cuánto mas no le permitirá a una persona que de alguna manera u otra solo busca dañar a su hermano, a su prójimo? Dios juzgará a todos, juzgará nuestros hechos, religiosidad, falta de amor, finalmente, por no buscar hacer Su voluntad en la tierra. Así que, ¿Qué pasará contigo en el gran juicio de Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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Los males pueden dar lado a cosas buenas - Ester 2:1-18

Basado en Ester 2:1-18 (Versión Reina Valera 1960)  

Pasadas estas cosas, sosegada ya la ira del rey Asuero, se acordó de Vasti y de lo que ella había hecho, y de la sentencia contra ella. Y dijeron los criados del rey, sus cortesanos: Busquen para el rey jóvenes vírgenes de buen parecer; y ponga el rey personas en todas las provincias de su reino, que lleven a todas las jóvenes vírgenes de buen parecer a Susa, residencia real, a la casa de las mujeres, al cuidado de Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres, y que les den sus atavíos; y la doncella que agrade a los ojos del rey, reine en lugar de Vasti. Esto agradó a los ojos del rey, y lo hizo así. Había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín; el cual había sido transportado de Jerusalén con los cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a quien hizo transportar Nabucodonosor rey de Babilonia. Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya. Sucedió, pues, que cuando se divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a muchas doncellas en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres. Y la doncella agradó a sus ojos, y halló gracia delante de él, por lo que hizo darle prontamente atavíos y alimentos, y le dio también siete doncellas especiales de la casa del rey; y la llevó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las mujeres. Ester no declaró cuál era su pueblo ni su parentela, porque Mardoqueo le había mandado que no lo declarase. Y cada día Mardoqueo se paseaba delante del patio de la casa de las mujeres, para saber cómo le iba a Ester, y cómo la trataban. Y cuando llegaba el tiempo de cada una de las doncellas para venir al rey Asuero, después de haber estado doce meses conforme a la ley acerca de las mujeres, pues así se cumplía el tiempo de sus atavíos, esto es, seis meses con óleo de mirra y seis meses con perfumes aromáticos y afeites de mujeres, entonces la doncella venía así al rey. Todo lo que ella pedía se le daba, para venir ataviada con ello desde la casa de las mujeres hasta la casa del rey. Ella venía por la tarde, y a la mañana siguiente volvía a la casa segunda de las mujeres, al cargo de Saasgaz eunuco del rey, guarda de las concubinas; no venía más al rey, salvo si el rey la quería y era llamada por nombre. Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían. Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado. Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti. Hizo luego el rey un gran banquete a todos sus príncipes y siervos, el banquete de Ester; y disminuyó tributos a las provincias, e hizo y dio mercedes conforme a la generosidad real.

El libro de Ester nos relata eventos muy interesantes e históricos, hechos reales que sucedieron en el reino de los Medos y los Persas, el reino más poderoso del mundo en su época. Y en el libro de Ester vemos algo que sucedió que probablemente los indoctos verían como sencillo y sin importancia, especialmente considerando la mentalidad de hoy. Sucedió que la reina Vasti desafió al rey Asuero, sin ninguna razón, sino solo por altivez y orgullo, porque al parecer, se aprovechó de la buena voluntad del rey para con ella, y lo trato como un débil por la bondad de él. Este asunto no era cosa sencilla porque cualquier debilidad que se viera en aquel entonces en tal autoridad, no solamente interferiría con el reino internamente, sino también con su establecido poder. En aquel entonces, cualquier señal de debilidad del rey podía hasta animar a un enemigo a atacar. Así que, este supuesto problema de parejas (como lo verían hoy) pudiera haber sido un desastre donde miles de miles hubieran muerto, si el rey no hubiera reaccionado sabiamente ante la inexcusable arrogancia de una mujer. La injusticia y la necedad tienen consecuencias.

No obstante, hay muchas veces que cosas que vemos como malas, pueden dar lado a que sucedan cosas buenas, pero todo depende de cómo reaccionamos a esas circunstancias. Un mal puede dar lado a un bien. Y esto no es asunto de pensar positivo, o de psicología, porque nuestros pensamientos o disposiciones no determinan la realidad. O sea, nuestra opinión no controla la realidad como muchos piensan. El universo no obedece a nuestra opinión, sino más bien, se rige por Alguien mucho mayor que nosotros, por Dios. Sé que se habla mucho del asunto de que nuestras opiniones no controlan la realidad, pero es que es un mal muy común, especialmente hoy en día. Como ejemplo, la reina Vasti pensó que su arrogancia y altivez no tendría consecuencias, pero si las tuvo. Ella fue reemplazada, porque el sabio rey no iba a dejarse dominar por la reina y arriesgar posibles problemas internos, ni aun menos correr el riesgo del bienestar de su reino. Así que, el mal dió lugar a algo bueno, dió lugar a que Vasti fuera reemplazada por una mujer superior, y el rey lograra tener una digna y excelente reina, una mujer que no debilitaría su reino, sino que ayudaría a prosperarlo aún más, hacerlo un reino aún más justo. Y así, Dios uso este evento para traerle el bien no solo a una mujer que fue huérfana (por lo cual sufrió grandes males cuando niña), sino que lo uso para hacerle el bien a Mardoqueo, a todo el pueblo de Israel dentro del reino, y también al reino del rey Asuero. Así que, este mal dió lugar a mucho bien.

¿Qué aprendemos con esto? Que cuando cosas malas suceden, pueden dar lugar a que vengan mejores cosas, cosas que ni aún imaginaríamos. Pero, todo depende no necesariamente en que pensamos, sino más bien, en quién confiamos. Si confiamos en Dios, y le seguimos, Dios puede volver hasta las cosas más dolorosas en grandiosas y hasta eternas. Por ejemplo, los discípulos no entendieron antes que muriera el Señor, que tenía que suceder tal sacrificio, para el bien de ellos y de toda la humanidad. Dios saco un eterno provecho del horror de la cruz, porque a través de Su muerte nos da la oportunidad de tener vida eterna. Del sacrificio más horrendo de toda la historia, que Dios mismo murió por el hombre, salió vida, sanidad, y eterna gloria. En mi propia vida, sucedieron muchos males a una edad muy temprana. Todo lo que conocía y era precioso para mí se estaba destruyendo, y no podía hacer nada al respecto. Pero Dios en Su gran misericordia se presentó en mi vida, y me dió la oportunidad de conocerle a través Su evangelio, y pude tomar esa decisión de aferrarme a El, y hacerle el Señor de mi vida. Y de esos males salió mi más grande bendición: la vida eterna con un eterno propósito, porque eso es lo que Señor hace cuando le tomamos como tal. La cruz de Cristo también produjo vida en mí. Si tienes dificultad, dolor, y desesperación, por cosas malas que te hallan sucedido, toma esa oportunidad que se te está dando para buscar de Dios, y hacer a Jesucristo el Señor de tu vida para que tú también puedas volver tus males en introducciones para el bien que solo puede dar el Dios Todopoderoso a través del Señor Jesucristo. Así que, ¿Estás buscando del Señor para convertir tus males en bienes, o buscas solucionarlas a tu manera para que sigas de mal en peor, aborreciendo así tu propia alma? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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No pongas tu mira en lo corruptible - 1 Corintios 15:35-58

Basado en 1 Corintios 15:35-58 (Versión Reina Valera 1960)  

Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

Probablemente el desafío más grande que tenemos aquellos quienes hemos escogido seguir al Señor, es el asunto de cambiar nuestro enfoque de lo terrenal a lo espiritual. Y este asunto es muy lógico porque todos nacimos y vivimos solo conociendo este mundo, y nada más. Es lo único que ha estado mostrándonos, por decir, nuestros sentidos. Este mundo es lo único que conocemos. Pero bendito sea Dios que nos creó, e hizo también con otras cosas darnos la habilidad de ir más allá de lo terrenal. Y eso es en lo cual nos debemos enfocar.

Me imagino que muchos preguntarán, ¿Cuál es el problema en enfocarnos en lo de aquí y ahora si tú mismo dices que esto es lo único que conocemos? El problema, como leímos hoy, es que lo terrenal es corrupción, y lo que se corrompe no dura para siempre, sino que algún día terminará. Debemos concentrarnos más bien en lo incorruptible, en lo eterno, aunque no sea algo con lo cual estamos familiarizados. El problema con enfocarnos solo en lo terrenal, en lo corruptible, es que finalmente todo eso nos llevará solo a la muerte, a la muerte eterna. Esto dice la Palabra: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Gálatas 6:7-9. El preocuparse solamente de la carne solo producirá corrupción y finalmente, muerte. Pero el que siembra para el Espíritu segará vida eterna, si no desmaya, porque esto se debe seguir hasta el final.  

Este es probablemente el principal problema que muchos llamados creyentes tienen, en que a pesar de que profesan creer en el Señor, su mira, su atención, su esfuerzo está solo en lo terrenal, en lo corruptible. Siguen viviendo para lo que solo termina en muerte a pesar de decir que creen en Aquel que da vida. Es más, la gran mayoría buscan de Dios solamente para resolver sus problemas cotidianos y para que El les sirva al presente. Y piensan que, porque envuelven a Dios en sus vidas de alguna manera, que también tendrán la vida eterna, aunque ese no sea su enfoque. Y esto es un grave error. Si una persona se enfoca principalmente en lo terrenal, en lo corruptible, eso es lo que segará, no importa que fe profese tener. Su supuesta fe será en vano, porque como recién leímos, Dios no puede ser burlado. Nadie puede utilizar a Dios, aunque parezca al momento que están consiguiendo lo que quieren. Muchos juzgan estar bien con Dios cuando piensan que las cosas le salen como quieren, pero lo que se da aquí y ahora no tiene nada que ver con lo que sucederá en el gran juicio de Dios. Y es por eso que es tan apremiante cambiar de pensamiento, y dejar a un lado el presente y ver hacia el futuro eterno, porque es la única manera que sí obtendrán la vida eterna. De otra manera, solo seguirán su rumbo hacia el infierno. Siempre hay que recordar que la realidad no se controla con nuestra opinión. Y ningún ser humano es Dios, ni puede forzar a Dios a hacer lo que él o ella quiera.   

¿Qué debiera suceder entonces en nuestra vida? Debe haber un cambio drástico, de enfocarse en el mundano a lo celestial, de lo terrenal a lo espiritual, y de lo corruptible, a lo incorruptible. Esto dice la Palabra: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:1-2. Debe haber una renovación de nuestro entendimiento, y esto solo sucede con un completo arrepentimiento y conversión de todo pecado, y un total volverse o un cambio de todo lo que se opone a Dios. Esto es lo principal: sin arrepentimiento, sin una conversión total y genuina, nunca podrás nacer de nuevo en Cristo y que el Espíritu Santo entre en tu vida. Esta transformación o renovación de entendimiento no lo podemos hacer solos. Necesitamos al Eterno Dios y Padre que obre en nuestra vida a través de Su Espíritu Santo. Y el final debe ser muy obvio, sacar nuestra mira de lo corruptible y ponerla sobre el Incorruptible, en Cristo, como está escrito: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2. Cristo debe volverse en nuestro enfoque principal, nuestra meta, la razón de nuestro existir. No quiere decir que lo demás no importa, pero sí significa que Dios tenga la prioridad, y que busquemos que Su voluntad sea hecha principalmente. Si puedes lograr eso en tu vida, si podrás estar firme y constante, creciendo en la obra del Señor, lo que es necesario, efectivamente obtendrás la vida eterna. Así que, ¿Dónde tienes puestos los ojos? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El progreso espiritual - 1 Corintios 15:1-22

Basado en 1 Corintios 15:1-22 (Versión Reina Valera 1960)  

Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. Porque o sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído. Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.

En esta iglesia de los Corintios había serios problemas, problemas con cosas muy básicas en la fe. Y muchos de ellos, aunque confesaban creer en el Señor, no estaban permaneciendo en la fe que conlleva a la vida eterna, sino estaban enfocados en otras cosas mucho menores. Estaban poniendo en duda una de las cosas mas precisas de la fe en Cristo, la resurrección. Y a raíz de esa duda, solamente se enfocaban en la vida cotidiana. Vivian para el aquí y ahora y nada más; y buscaban de Dios solamente para resolver las cosas del presente. No había ni una verdadera fe, ni aún menos, un progreso espiritual, sino todo lo contrario, un estancamiento que no conlleva a nada bueno.

Por suma desgracia, las cosas se repiten, y hoy en día existe este problema mas que nunca dentro de la iglesia universal de Dios. Hoy en día más que nunca, la gran mayoría de los supuestos creyentes sufren de estos mismos problemas, poniendo en duda la resurrección, y totalmente enfocados solamente en que Dios le resuelva sus problemas o necesidades presentes, o hasta que les cumpla sus deseos superficiales, y nada más. Hay graves problemas de fe. ¿Cómo puedo decir esto? Porque es solo cuestión de observar las cosas que hace el supuesto pueblo de Dios. Si uno quiere saber la fe que tiene una persona, solo observen sus acciones. Hoy en día, la gran mayoría de los supuestos siervos de Dios están mas preocupados de hablar y enseñar cosas para complacer a las masas, que lo que realmente enseña la Palabra. Y ¿para qué? Porque quieren vivir bien, quieren construir templos hechos por manos de hombres, quieren la admiración de la gente, y ejercer un control sobre los simples e indoctos. Y también, la gran mayoría de los supuestos creyentes buscan de Dios para solo resolver sus problemas, para solucionar el aquí y ahora nada más, y claro, que Dios le sirva también para conseguir sus metas, y cumplirle sus deseos. En fin, no hay tal vista en la resurrección, en el juicio venidero donde todos daremos cuenta, no hay una fe verdadera, y ni aun menos, un progreso espiritual. Así que, por lo tanto, no hay vida, sino solo un enfoque en el mundo terrenal y temporal. Y como lo dijo el Apóstol Pablo: Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. ¿Por qué? Porque todo en este mundo desaparecerá, se consumirá, no quedara nada, y eso es lo que también pasara con cada persona que no piensa en el reino de Dios y solo esta enfocado en este mundo. Toda persona será juzgada según la fe que tiene.

¿A qué nos llama Dios? Por el bien nuestro, a creer que sí hay tal resurrección de los muertos, y que hay una vida eterna por lo cual se debe luchar, porque si no se lucha por ella, si no se retiene, y se vive tal fe en Cristo, entonces no se obtendrá la vida eterna. Damas y caballeros, se debe luchar por retener una fe viva y verdadera, y si es necesario, hasta morir por esa fe, tal como lo hicieron esos grandes de la fe que vieron al Señor Jesucristo resucitado. Esto dice la Palabra: Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 2 Pedro 1:3-11. Pero, si no hay fe porque no se cree realmente en la resurrección, y no se vive por esa vida eterna, sino solo por las cosas del mundo, ¿se podrá añadir lo demás que es necesario para que se otorgue amplia y generosa entrada en el reino de Dios? No. Es imposible. Nada se puede construir que resista la prueba, la tentación, y la tribulación si no esta el buen fundamento de la fe en Cristo. Por lo tanto, lo mismo que se le dijo a estos Corintios aplica para hoy: Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? 2 Corintios 13:5.

¿Por qué es tan importante vivir una real fe en Cristo? Porque es lo único que nos impulsará a hacer la voluntad del Padre en nuestras vidas. Porque si no se cree algo genuinamente, entonces ¿cómo se luchará por aquello? Los únicos que podrán entrar en el reino de los cielos son los que se dedican a hacer la voluntad del Padre, como está escrito: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, ¿Dónde esta tu fe? Y ¿si esta en Cristo, estas progresando en El para hacer lo necesario para poder entrar en el reino de Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Dejando un legado espiritual solido - 2 Timoteo 1:1 – 2:10

Basado en 2 Timoteo 1:1 – 2:10 (Versión Reina Valera 1960)  

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor. Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor. Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero. Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo. Acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio, en el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; más la palabra de Dios no está presa. Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.

Hay personas que se preocupan y se esmeran por dejar un legado tras ellos. Hay personas que desean dejar un legado para la raza humana, sea un gran logro científico, o matemático, o médico, o hasta en forma de arte como música, o pintura. Hay personas que desean dejar un impacto en algunas personas, sean en sus hijos o familias, o seres queridos. Hay personas que se esmeran en dejar una empresa o un negocio tras ellos para que otros subsistan después que hallan partido. Un ser que ve más allá de su persona esta preocupado por dejar algo tras ellos, para los que queden después que hallan partido, y no necesariamente son personas espirituales o con conocimientos divinos.

Ahora, ¿es malo preocuparse por dejar algo tras uno para el bien de los que queden después de ellos? Claro que no. Es bueno que un ser humano se preocupe por dejar algo bueno tras ellos, sea un padre o una madre que se preocupe por bienestar de su familia después que parta, o personas dedicadas a cosas nobles que ayuden a sus semejantes de alguna manera. De cualquier manera, dejar algún tipo de bien para alguien más, después de su partida es admirable. Y seria de gran valor para la humanidad si hubieran más personas que pensaran en el bienestar de su prójimo en vez de pensar en ellos mismos. Vivimos en un mundo muy egoísta hoy en día. Y aún peor, hay demasiado egoísmo dentro de la iglesia de Dios. Entonces, es bueno preocuparse de dejar un legado bueno tras uno, pero tenemos que pensar en la duración y el impacto de lo que se deja atrás, o sea, de cuál es el mayor bien. Sabemos que todo en este mundo es temporal. Todo lo que podemos detectar con nuestros sentidos dejará de ser algún día. Aunque vayamos a otros planetas, como algunos piensan, para el bien de la humanidad, hay algo que nunca cambia, y eso es, que todo ser humano morirá en algún momento. Así que, no importa todo lo que nos esmeremos, si dejamos cosas atrás que solo impactan el mundo temporal, así también será el aporte, temporal, limitado, finito.

Entonces, pensando en esta manera, ¿Qué es el mejor legado que cualquier persona puede dejar atrás suyo para su semejante? Lo eterno, lo divino, lo que perdurará para siempre. En esto pensaba y se dedicó el Apóstol Pablo, como pudimos leer. Y para poder hacer lo mismo, debemos mirar a Dios, porque Dios es el único Ser eterno que existe, tal como está escrito: Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Hebreos 13:8. El propio Señor Jesucristo se enfocó en esto mismo por el bien de todos nosotros. El Señor si sanó a los enfermos, alimento a las multitudes, libero a los endemoniados, e inclusive, levanto hasta los muertos, pero Su enfoque principal fue el compartir la Palabra de Dios y el cumplir con el sacrificio que nos daría a todos la vida eterna. El nos dió la vida eterna y el propósito que viene con aquello (porque el propósito para la vida eterna es para hacer la voluntad de Dios). El Señor no tuvo hijos físicos, pero si dejo un eterno legado tras El, como está escrito: Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores. Isaías 53:10-12.

Hubo otro que también dejo un legado, aunque tuvo muy poca vida física después de su conversión, y ese fue el ladrón de la derecha. Esto dice la Palabra: Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; más este ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lucas 23:39-43. Este hombre no tuvo años para poder hacer cosas para el Señor como lo hizo Pablo, pero con sus pocos momentos, ejerció una fe increíble, y hasta justificó y defendió públicamente a Dios mismo, estando el Santo en Su peor momento físico. No hay otro que pudiera haber dejado mayor legado de fe que este hombre. Pudo ver a Dios plenamente aún en Su momento más difícil. Así que, ¿Qué legado dejaras tu? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El Señor es un Dios de orden - 1 Corintios 14:26-40

Basado en 1 Corintios 14:26-40 (Versión Reina Valera 1960)  

¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o solo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden.

Hay muchas cosas que se pueden ver en este pasaje, cosas que son muy controversiales dentro de nuestras iglesias, y hasta en la sociedad que vivimos hoy. Pero nos sujetaremos al tema principal, y especialmente al que le concierne a cada creyente en Cristo, el asunto del orden. Hoy en día, y más que nunca, hay mucho desorden en la iglesia universal de Dios, tanto a nivel congregacional como a nivel familiar y personal. Y claro debiera ser que lo que produce tal desorden es el pecado. Demasiados supuestos creyentes en Cristo tienen sus vidas en tal desorden que se han vuelto totalmente inservibles para el Señor, y eso es un grave problema. Y por desgracia, muchos de los que creen servir a Cristo son los que están en los peores problemas de desorden, y de tal manera que creen que ejercen un ministerio para el Señor, pero en realidad, el Señor lo ve con desagrado lo que se está haciendo, porque sencillamente está mal.

El primer problema que podemos ver es el asunto del desorden dentro de las cosas del ministerio. Hay muchas personas que están envueltas en un supuesto servicio para el Señor, pero no por las razones correctas. Muchos desean sobresalir humanamente, llamando la atención. Otros hacen las cosas por razones alternativas como para lucrar con las cosas de Dios, para sacar provecho, de alguna manera u otra. Hay personas que también se envuelven en las cosas de Dios para sentir que pueden ejercer dominio sobre los demás, por algún complejo de liderazgo o hambre de poder que tengan. Otros se ponen a hacer cosas que lucen espirituales hasta por entretención, para tener algo que hacer, y nada más. La gran mayoría de las personas finalmente se introducen y participan en las cosas del Señor, pero por razones totalmente ajenas a la voluntad de Dios. Y eso sencillamente no sirve de nada, sino todo lo contrario, es tropiezo para el ministerio, para los demás, y claro, ya que Dios sabe todas las cosas, también para el mal de ellos mismos, porque serán juzgados. Esto dice la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. El todo para Dios no consta de lo que hacemos nada más, sino por qué hacemos las cosas. Eso es lo más importante para Dios. ¿Cuál es nuestra motivación o nuestra intención? Si no se hace por las razones correctas, entonces ya hay un desorden que no conlleva a nada bueno.

El otro problema de desorden que existe es dentro de muchos de los hogares cristianos, que las cosas no están sujetas a Dios, sino más bien, la mayoría de los hogares cristianos se están sujetando a las cosas del mundo, a las influencias satánicas que a lo que Dios dice. Muchos de los padres no están siendo cabezas espirituales en sus casas. Muchas de las mujeres viven en un libertinaje y desorden moral también. Los hijos están siendo criados a la manera del mundo, sea porque los padres mismos lo están criando así, o porque dejan que el sistema del mundo crien a sus hijos en la escuela, o través de los medios, u otras cosas y personas en el ambiente del mundo. Pero por desgracia, hay muy pocas familias que observan los principios de Dios para conducir sus hogares a como Dios manda. Entonces, ¿es algún misterio porqué hay tantos divorcios, tantos hogares rotos, hijos de creyentes que hasta se suicidan, o hijos en tanto desorden? Muchos hogares se dicen ser cristianos, pero llevan sus cosas como si no existiera Dios, y como si no viniera tal juicio delante del Dios Todopoderoso donde todos daremos cuenta por nuestras acciones. En rendidas cuentas, todo desorden es producto de la influencia satánica seguida por el alimentar los deseos de la carne, el pecado.    

Ahora, ¿Por qué finalmente es importante hacer las cosas en orden? Porque Dios es Dios de orden, y si deseamos complacer a Dios, debemos vivir una vida de orden delante de Dios, para la gloria de El, y para poder servirle genuinamente, porque ese es el todo del hombre, el amar y servir a Dios por sobre todas las cosas, y el amar a nuestro prójimo como a uno mismo. Esto dijo el propio Señor: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. Marcos 12:29-31. Este debe ser el propósito de nuestro existir, y la razón por lo cual hacemos todo en la vida, tanto espiritualmente, como lo secularmente, o como lo personalmente. Y si esto no es ni la razón o el motivo por lo cual se hacen todas las cosas, entonces hay desorden, y Dios juzgará todo desorden porque es pecado.

Algunos puede que digan: ¿Cómo puedo poner mi vida en orden? Muy fácil. Trata al Señor Jesucristo como lo que es, como el Rey de reyes y Señor de señores, y busca de Su sabiduría. El tiene que ser Señor, lo cual significa que se hacen las cosas como El dice, y no como nosotros creemos. La Palabra misma nos dice esto: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. Santiago 1:5-8. No dudes que hay Dios, porque sí hay, un Dios Todopoderoso que juzgará todas las cosas según Su verdad, y no según nuestras opiniones, ni aún menos, según los pensamientos del mundo y del enemigo. Por lo tanto, mi consejo es que no te dejes llevar por el desorden del mundo y del diablo porque todos daremos cuenta delante de Dios, y lo único que importará en aquel momento es que Dios apruebe lo que hicimos. El Señor es Dios, y siempre lo será. Así que, ¿Tienés tu vida en orden delante de Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La salvación es una carrera que se corre hasta el final - 1 Corintios 9:24 – 10:12

Basado en 1 Corintios 9:24 – 10:12 (Versión Reina Valera 1960)  

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado. Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.

Lo interesante del asunto es que el Apóstol Pablo compara la salvación o el obtener una corona incorruptible a una carrera en un estadio. ¿Por qué hará esa comparación? Porque él, inspirado por el Espíritu Santo, da a conocer que el obtener la salvación es algo que toma mucha dedicación, sacrificio, y determinación, y claro, que tiene que ver con algo que se debe adoptar como un estilo de vida. Para poder entender bien el asunto, hay que entender de que exactamente se trata este correr físico a que él se refiere.

Para comenzar, debemos ver que se está hablando de una competencia. Y cuando hay competencia, debe haber un entrenamiento, una preparación, muchas distintas cosas para que una persona pueda sobresalir de los demás. En una competencia para correr, no se trata de juntar a un montón de personas sin acondicionamiento o hasta a novatos, sino de atletas profesionales, para que pueda haber una genuina competencia. Piensen esto. ¿Podrá hacerle frente una persona que ni entrena, ni come bien, ni acondiciona su cuerpo, que este sobrepeso, a otra persona que vive una vida metódica, que esta robusta, fuerte, entrenando todos los días, en su mejor forma física? Por supuesto que no. No es ni siquiera una competencia. Y por eso, que en competencias legitimas, hay cosas básicas que debe tener un atleta, requisitos rudimentarios que debe cumplir para ser admitido en una carrera. El Señor lo mira de la misma manera el asunto, y por eso reitera este mismo concepto en otro pasaje, como está escrito: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2.

¿A qué viene todo esto? A que sencillamente, una persona no alcanza la salvación, la vida eterna, o la corona de la vida porque hizo algún tipo de oración en un momento dado y nada más, o porque hace ciertas cosas y otras no, o porque cree ser algo sin serlo genuinamente. Una persona no llega a la inmortalidad que solo Dios puede dar, por ser religioso, o ser una buena persona, o por decir que cree en Cristo. La salvación solo se obtiene si en realidad una persona comienza una real y genuina relación con el Todopoderoso a través del Señor Jesucristo y retiene y vive esa fe hasta su último aliento, o sea una persona que sea fiel hasta el final. En el pasaje que leímos hoy, el Apóstol Pablo habla de su propia entrega y su lucha por su fe en Cristo, y que hasta él pudiera haber sido eliminado si no se esmeraba legítimamente. Si Pablo mostraba que pudiera pasar eso en su propia vida, una persona que sí dedico toda su vida al Evangelio, que sufrió persecuciones, fue encarcelado, fue azotado, y hasta llego a morir por unos instantes después de ser apedreado, ¿Qué significará esto para nosotros? ¿Podremos tomar la salvación tan livianamente? ¿Es en realidad tan fácil el asunto de llegar a la vida eterna? Es imposible. Si Pablo temía, cuidaba y hasta luchaba por su fe en Cristo, nosotros también debemos hacer lo mismo. Este mismo consejo dió el apóstol: Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor. Filipenses 2:12.

Por eso que también escribió de aquellos que no cuidaron de serles fiel a Dios, a los que cayeron en el desierto. El mismo los pone como ejemplo de fracaso. Aunque eran parte del pueblo de Dios, no llegaron a la tierra prometida. Y ténganlo muy claro, si Dios termino con ellos en el desierto, no era para recompensarlos con la vida eterna después. Fueron acortados sus días en este mundo y llegaron más apresuradamente al castigo eterno. Si ellos que eran del pueblo escogido de Dios no fueron perdonados, ¿Qué quedará para la gran mayoría de nosotros que por naturaleza somos completamente ajenos a las promesas celestiales? Nosotros los gentiles no tenemos nada que ver con lo que sigue siendo el pueblo santo de Dios. Hemos sido solamente añadidos, injertados al olivo real, solo a través de la misericordia, bondad, y gracia de Dios. Esto dice la Palabra, en una advertencia muy clara para aquellos que piensan que pueden abusar de la gracia de Dios: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31.

La salvación no es algo que se puede tomar livianamente. Y claro debiera ser, que no se puede jugar con Dios. La recompensa de la vida eterna será solo para aquellos que no solamente creen en el Señor Jesucristo, sino que buscan hacer la voluntad de Dios en todo aspecto de su vida. Si una persona no busca cumplir la voluntad del Padre en su vida, en respuesta a la gracia que le ha sido otorgada, no vera la vida eterna, sino que lo más cerca que llegara a ver de Dios, es Su trono en el juicio, y después al infierno eterno. Hoy más que nunca se debe tomar a Dios en serio, porque el final no será bueno, ni en este mundo temporal, y aún peor, en el castigo eterno. Sé sabio, y corre la carrera que debes correr para llegar a obtener la vida eterna a través del Señor Jesucristo. Así que, ¿Estás corriendo hacia Dios hoy? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La responsabilidad de conocer la verdad - 2 Reyes 1:1-17a

Basado en 2 Reyes 1:1-17a (Versión Reina Valera 1960)  

Después de la muerte de Acab, se rebeló Moab contra Israel. Y Ocozías cayó por la ventana de una sala de la casa que tenía en Samaria; y estando enfermo, envió mensajeros, y les dijo: Id y consultad a Baal-zebub dios de Ecrón, si he de sanar de esta mi enfermedad. Entonces el ángel de Jehová habló a Elías tisbita, diciendo: Levántate, y sube a encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y diles: ¿No hay Dios en Israel, que vais a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón? Por tanto, así ha dicho Jehová: Del lecho en que estás no te levantarás, sino que ciertamente morirás. Y Elías se fue. Cuando los mensajeros se volvieron al rey, él les dijo: ¿Por qué os habéis vuelto? Ellos le respondieron: Encontramos a un varón que nos dijo: Id, y volveos al rey que os envió, y decidle: Así ha dicho Jehová: ¿No hay Dios en Israel, que tú envías a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón? Por tanto, del lecho en que estás no te levantarás; de cierto morirás. Entonces él les dijo: ¿Cómo era aquel varón que encontrasteis, y os dijo tales palabras? Y ellos le respondieron: Un varón que tenía vestido de pelo, y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero. Entonces él dijo: Es Elías tisbita. Luego envió a él un capitán de cincuenta con sus cincuenta, el cual subió a donde él estaba; y he aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte. Y el capitán le dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho que desciendas. Y Elías respondió y dijo al capitán de cincuenta: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, que lo consumió a él y a sus cincuenta. Volvió el rey a enviar a él otro capitán de cincuenta con sus cincuenta; y le habló y dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho así: Desciende pronto. Y le respondió Elías y dijo: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, y lo consumió a él y a sus cincuenta. Volvió a enviar al tercer capitán de cincuenta con sus cincuenta; y subiendo aquel tercer capitán de cincuenta, se puso de rodillas delante de Elías y le rogó, diciendo: Varón de Dios, te ruego que sea de valor delante de tus ojos mi vida, y la vida de estos tus cincuenta siervos. He aquí ha descendido fuego del cielo, y ha consumido a los dos primeros capitanes de cincuenta con sus cincuenta; sea estimada ahora mi vida delante de tus ojos. Entonces el ángel de Jehová dijo a Elías: Desciende con él; no tengas miedo de él. Y él se levantó, y descendió con él al rey. Y le dijo: Así ha dicho Jehová: Por cuanto enviaste mensajeros a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón, ¿no hay Dios en Israel para consultar en su palabra? No te levantarás, por tanto, del lecho en que estás, sino que de cierto morirás. Y murió conforme a la palabra de Jehová, que había hablado Elías…

De acuerdo a Pew Research Center en el 2010, ellos encontraron que habían más de 2.2 billones de cristianos en el mundo, personas que profesaban tener algún tipo de fe en Cristo. En aquel entonces, ellos estimaban que precisamente en este año (2023), habría una cifra que superaría 2.6 billones de personas. Este es el número de personas que se estimaba que no solamente tendrían un conocimiento de quien es Cristo, sino aún más, que profesarían tener fe en El. Así que, ¿Cuántos podríamos decir que conocen del Evangelio de Dios, que puede que no profesen tener fe en Cristo, pero saben de lo que se trata el asunto? Y tendríamos que decir que tienen que haber muchas personas más que los 2.6 billones que se estiman tener tal fe en el mundo. Yo personalmente he conversado con algunas personas que no profesan tener fe en Cristo, que son de otras religiones o hasta ateos, y saben lo que es el pecado y que el unigénito Hijo de Dios vino a este mundo para pagar por los pecados de toda la humanidad, lo cual es el centro del Evangelio. Entonces, un gran número de personas en el mundo no solamente saben que existe un Dios, sino que también, que Su Cristo vino a morir por todo el mundo para que pudieran obtener perdón por sus pecados y tener la vida eterna.

Pero ¿Qué se hace con este conocimiento? Temo decir que, tanto la gran mayoría de las personas que profesan tener fe en Cristo, como las que tienen solo el conocimiento del Evangelio, no le toman ningún peso al asunto. Es un conocimiento nada más. Pero no va más allá el asunto en sus vidas. Y de allí, muchos de los que dicen creer, sí creen, pero solo por conveniencia o a su manera. En rendidas cuentas, el gran número de personas que conocen de la verdad no significan mucho, porque no hay una fe real. Y ¿Qué diría Dios al respecto? Dios tiene mucho que decir, y gran responsabilidad hay delante de Sus ojos por la verdad. Para comenzar, y hasta para las personas que no profesan tener fe en Cristo, pero saben de Su verdad, dice esto la Palabra: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Romanos 1:20-21. Entonces, ya hay juicio sobre los que tienen tal conocimiento, pero lo rechazan. La Palabra también dice esto: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Juan 3:36.

Y entonces, tendríamos que ver, ¿y qué de los que dicen creer, pero viven sus vidas a la manera del mundo, y no hacen la voluntad de Dios? Ahí hay un peor problema, aún más juicio de parte de Dios. Esto dice la Palabra: Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno. 2 Pedro 2:20-22. Y esto también dice la Palabra: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. Hebreos 10:26-27. Entonces, vemos a plenitud que el saber la Verdad y no seguirla como tal tiene grandes consecuencias, si nunca se llega a un arrepentimiento genuino. El juicio de Dios ya ha comenzado, pero será aún peor en la eternidad donde ya no hay más oportunidad para salvación, si una persona nunca se convierte al Señor como corresponde. Esto debemos tener presente: Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. 1 Juan 2:16-17. El rey Ocozías sabía quién era Dios, pero opto buscar en el mundo para sus respuestas. La gran mayoría hoy tienen su corazón puesto en el mundo, y sus intenciones no son buenas a pesar de tener el conocimiento del Evangelio. Y esto dice la Palabra: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. Por eso que el consejo divino es: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Hechos 3:19. Así que, ¿Qué harás con el conocimiento del Evangelio? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Somos definidos por nuestras relaciones - Filemón 1:17-25

Basado en Filemón 1:17-25 (Versión Reina Valera 1960)  

Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no decirte que aun tú mismo te me debes también. Sí, hermano, tenga yo algún provecho de ti en el Señor; conforta mi corazón en el Señor. Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo. Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido. Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones por Cristo Jesús, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.

El dicho: Dime con quien andas, y yo te diré quién eres, es un viejo refrán con mucha sabiduría, pero El que aclaró este obvio concepto fue Dios mismo mucho antes. En la Palabra dice así: ¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? Amos 3:3. Finalmente, tanto el dicho como lo que Dios dice vienen al mismo punto: Si algunas personas mantienen una relación íntima, es porque están de acuerdo, y están a fines el uno con el otro, y dependiendo del asunto, esto puede ser algo bueno, pero también, puede ser algo muy malo. Las personas con las cuales nos relacionamos definen lo que somos, y el libre albedrio es lo que da lado a entender esto.

Para comenzar, todos somos libres tanto como para escoger lo que queramos creer como con quien queramos mantener una relación. Nadie hace nada a la fuerza, por decir. Algunos pueden que alegen algo extremo: Pero si una persona tiene que estar con otra porque le es necesario, como una situación de vida o muerte, ¿Qué debe hacer? Y puedo responder así: Cuando Cesar le decía a los cristianos que tenían que reconocerle como señor, ¿debieran haberle reconocido como tal para salvar sus propias vidas? Y la respuesta es: No. Si hubieran reconocido a Cesar como Señor, entonces hubieran blasfemado y hubieran renunciado a la fe en Cristo. Siempre hay una opción, aunque no nos gusten las opciones que tenemos. El confesar y retener nuestra fe en Cristo es igual a las relaciones que escogemos mantener, somos libres para escoger, y aunque la muerte sea parte de la elección, si eso es el precio que se ha de pagar, así sea. Todos somos libres para escoger y siempre hay opciones para hacer lo correcto, aunque el precio se vea muy alto. Finalmente, esto debemos preguntarnos cuando viene al asunto de escoger por cosas que interfieren con nuestra eternidad: ¿Qué precio tiene mi alma? Y esto se puede referir tanto a las decisiones que tomemos para confesar nuestra fe, como también, para las relaciones que decidimos tener.

Ahora, habrán personas que dirán: ¿Tanto importan las relaciones que decido tener, que hasta definen mi propia salvación? Y la respuesta es: Sí. Esto dijo el propio Señor: No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Mateo 10:34-39. ¿Qué significa esto? Que finalmente Cristo debe ser el que tome el primer lugar en nuestras vidas. Si tenemos que elegir entre un ser querido que rehúsa seguir a Cristo y el Señor, la elección siempre debe ser por el Señor, sea la relación que sea, nos cueste lo que nos cueste. Nuestro primer amor, nuestra prioridad, siempre debe ser el Señor, si deseamos alcanzar la vida eterna y tener acceso al eterno reino de Dios. Vemos las relaciones que tuvo y hasta defendió el Apóstol Pablo, personas que realmente se convirtieron al Señor, que cambiaron, y que estaban dedicando sus vidas para el servicio del Señor. Epafras, Marcos, Aristarco, Demas, y Lucas eran todas personas totalmente dedicadas al Señor, e inclusive habían hasta sufrido prisión por su fe en Cristo. Estas eran las relaciones que Pablo tenia, hasta este Filemón a quien le escribía, intercediendo por Onésimo que una vez fue ladrón y hasta le robo a Filemón, pero que se había convertido y dejado sus malos caminos atrás para seguir al Señor.

Ahora bien, ¿con quienes son lo que debemos tener cuidado y tomar distancia? Esto dice la Palabra: Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros. 1 Corintios 5:9-13. Los que seguimos al Señor debemos hacer tal como el Señor hizo. El Señor les dio la oportunidad a las personas de conocer el Evangelio, de saber el camino a la salvación, a todos los pecadores, y por eso que El les hablaba, para que se convirtiesen, pero no para seguir una relación con personas que no querían creer. Y este es el problema que hay hoy en el pueblo de Dios, que siguen teniendo relaciones con personas que no desean convertirse, con personas que conocen la verdad, pero prefieren seguir enlodados en el pecado, y justifican retener esas relaciones porque son seres queridos, sean familiares o amistades. Y eso no puede ser, sea la relación que sea. Hay tal cosa como el pecado de cohecho, o sea, que una persona apoye el pecado de otra persona por virtud de que sigue con ellos, hagan lo que hagan. Esto dice la Palabra: Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican. Romanos 1:28-32. Si retienes una relación con una persona que rehúsa arrepentirse, y que conoce el juicio de Dios, también serás tomado tan culpable como ellos, porque con retener esa relación, estas aprobando lo que hacen. Esto dice la Palabra: ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Santiago 4:4. Así que, si un llamado creyente sigue teniendo una relación con una persona que vive en la práctica del pecado, conociendo la verdad, también se constituye enemigo de Dios, porque esa persona desea seguir en el mundo, y en los caminos del mundo conscientemente. Entonces, ¿Acaso un enemigo de Dios puede heredar o entrar en el reino de Dios? No. Es imposible. Tus relaciones finalmente determinan que eres y lo que realmente crees. Así que, la pregunta es sencilla, ¿Quién eres? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El Señor está mirando - Efesios 5:15 - 6:9

Basado en Efesios 5:15 - 6:9 (Versión Reina Valera 1960)  

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido. Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas.

En esta vida, tenemos todos tipos de relaciones, sean relaciones personales, o relaciones de trabajo, o hasta relaciones temporales, como cuando vamos a una tienda a comprar comida, o cuando vamos al trabajo la mayoría de los días de la semana, con los que conducen alrededor de nosotros, o van caminando al lado de nosotros. Hay relaciones que durarán toda una vida, y hay relaciones que durarán minutos o hasta segundos, pero todos tenemos todo tipo de relaciones con distintas personas. Hasta en este mundo tan cibernético que vivimos hoy en día, se hacen relaciones o vínculos con personas conocidas, y con personas totalmente desconocidas a través de las redes sociales. Finalmente, el ser humano no puede evitar tener relaciones con sus semejantes, sean con muchos o con muy pocos, siempre va a haber algún tipo de relación con alguien.

En el pasaje de hoy, vemos ciertos ejemplos que nos da la Palabra para saber lidiar con algunas de estas distintas relaciones. Vemos que nos habla como debemos actuar con otros creyentes, en el matrimonio, entre padres e hijos, y con nuestras relaciones de trabajo. Vemos que, dependiendo de la relación, debe haber edificación, amor, sujeción, honra, obediencia, respeto, y trato decente. En cada situación, hay algo primordial que debe suceder. Entre hermanos o creyentes en Cristo, debe haber edificación y sometimiento. Entre un matrimonio, el hombre debe amar a su esposa, y la esposa debe someterse a su esposo. Debo aclarar, ¿el amar a una esposa consta de malcriarla? No. Dios nos ama y debemos ver en que consiste el amor a través de lo que El hace con nosotros, y no de lo que se nos ocurre hacer a nosotros. Y también, ¿El sujetarse a un esposo significa que debe hacer todo lo que le pida? Tampoco. En la sujeción no hay implicación ni de abuso, ni aún menos, seguir a otra persona en cosas que no agradan a Dios. Así que, ni en el amor del uno con el otro, ni en la sujeción del uno con el otro, hay lugar ni para el aprovechamiento, o la manipulación, o el abuso, o nada que se le asemeje. Está muy claro que el modelo para el matrimonio es Cristo y su iglesia. Entre padre e hijos, los hijos deben honrar a sus padres, lo cual no consiste tampoco en hacer cosas que van en contra del Señor, pero sí en obediencia, y también en cuidado. Y porque uno se casa no quiere decir que debe abandonar a sus padres, porque la honra es por toda la vida. El matrimonio no debe interferir en nada en cuanto a honrar a los padres como muchos tienen por costumbre hoy en día. Y claro, los padres deben criar a sus hijos como Dios también lo hace con nosotros, especialmente en consejo, y Dios no malcría, ni deja que un hijo haga como le parezca. Y ¿Qué podemos decir entre amos y siervos, o jefes y supervisores y empleados? Y el que es dueño de un negocio, si lo lleva bien, es siervo de muchos amos, porque cada cliente es su amo.

Y todo esto nos lleva a lo más importante, a la razón que debemos tener para hacer todo en esta vida, en especial, si deseamos realmente conseguir la vida eterna y las recompensas que solo Dios puede dar. Sobre cada relación, sea la que sea, debemos siempre tener en mente que Dios es el que está mirando, y que nos va a juzgar según hagamos. En eso consiste la verdadera fe: en que Dios existe, y que El es quien es, y que debemos hacer como El dice, nos cueste lo que nos cueste, porque El finalmente juzgará a cada uno de nosotros, especialmente a los que decimos creer en El. La verdadera fe no consta de nada más. Esto dice la Palabra: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Hay algo que todos debemos tener muy claro, y eso es que Dios nos hizo y nos salvó para que le sirvamos, para hacer Su voluntad. Esto dice la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Algunos pensarán: Soy hijo de Dios, y eso me hace salvo. Y sí, el ser hijo de Dios nos dá la salvación, pero un hijo que no hace la voluntad del Padre no heredará la vida eterna. Si uno se considera hijo de Dios, entonces debe vivir para servir al Padre tal como Cristo lo hizo. Esto dice la Palabra: Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve. Malaquías 3:16-18. Nuestra fe consta de servir a Dios, de hacer Su voluntad, de dedicarnos a Sus negocios, y no a los nuestros. Dios está mirando todo y nos juzgará según nuestras obras. Así que, ¿vives atentamente tu vida consiente de que Dios te está mirando, y que te juzgará según todas tus intenciones y hechos, algún día? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Amando al Señor - Lucas 18:18-30

Basado en Lucas 18:18-30 (Versión Reina Valera 1960)  

Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo Dios. Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido. Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.

El mensaje de hoy es el más sencillo que puede haber, tan sencillo que hasta un niño lo puede entender, pero a la misma vez, es el más difícil de poder vivir porque pone al hombre en la encrucijada, de escoger entre amar a Dios más allá de todo lo demás. La gran mayoría de las personas fallan en su fe precisamente por este asunto, y no llegarán a entrar en el reino de Dios precisamente porque no pueden llegar a lo que tienen que llegar, a lo que Dios demanda de cada persona, porque Dios sí tiene una demanda. El asunto es que a pesar de que la salvación es totalmente gratuita, porque no se puede comprar ni trabajar por ella, sino que solo es por gracia, no obstante, el lograr entrar en el reino de Dios sí tiene un precio, y esto es lo que está tratando el Señor. Hay una obra (porque indudablemente consiste de acción) que deber haber en nuestra vida sobre toda obra, sobre todo lo que pueda existir, y es: el amar a Dios por sobre todas las cosas.

Hay cosas muy profundas en este pasaje, en sus detalles, que nos llevan a entender lo que debe suceder en cada persona, si desea legítimamente llegar a heredar u obtener la vida eterna. El asunto comienza con la pregunta que hace este hombre principal: ¿qué haré para heredar la vida eterna? La palabra que usó tiene que ver con una acción, y la acción es una obra. Su pregunta es muy sencilla, pero también, increíblemente profunda. Lo más interesante del asunto es que el Señor le corrige el llamarle bueno, y que Dios es el único bueno, pero no le dice nada al respecto de corregirle el concepto de la obra. El Señor no le dice: Hombre, la vida eterna no consiste de obras. Y aún más peculiarmente, por decir, el Señor lo lleva a recordar la ley, a los Diez Mandamientos. Cualquiera que hoy en día que cree que la salvación es solo por la fe y la gracia de Dios diría que el Señor está equivocado en apuntar hacia la ley, pero tenemos que decir que el Señor Jesucristo no está equivocado, sino más bien, los que han cambiado el verdadero camino a la salvación, los que han convertido el seguir a Cristo en una religión hueca, sin fruto, y sin valor. Han convertido lo verdadero en algo intangible, y por eso es que tenemos lo que tenemos hoy en día, un grande grupo de personas que creen que tendrán la vida eterna solo porque dicen algunas palabras y profesan tener algún tipo de creencia, pero sin ningún tipo de sustancia en sus vidas, finalmente, sin la obra que debe haber en cada uno que desea realmente heredar o entrar en el reino de Dios. Y el Señor viendo que este hombre si ha cumplido mucho de la ley, lo lleva al fundamento de la ley, a la razón, para comenzar, porque existe la ley, al primer mandamiento. Escrito esta: Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. Deuteronomio 6:4-9. Este es el todo de la ley porque es el fundamento para toda la ley. Y el propio Señor reitero este punto y lo volvió a establecer como el primer mandamiento, como también está escrito:  Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:29-30. Por lo tanto, el que diga que la ley ya no aplica, y que no hay que hacer nada más después de una supuesta decisión, con todo respeto, esta abismalmente muy equivocado. Porque el Señor también dijo: No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. Matthew 5:17-18.

Y para reforzar más el asunto, el Señor hizo estas declaraciones y aclaraciones, para que nos quede muy claro este asunto de que debemos cumplir la ley, el primer mandamiento, el amar (acción, obra) a Dios sobre todas las cosas: No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Mateo 10:34-39. Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Lucas 14:25-33. Por eso, la única persona que heredará la vida eterna es la persona que vive este concepto: Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Romanos 14:8. ¿Por qué Dios exige esto? Porque es justo. El nos creó, nos hizo, nos dá el aliento y la vida, el palpitar de nuestros corazones, y a través de Cristo, nos da la vida eterna, sin que la merezcamos, sin ningún tipo de obligación, librándonos así del infierno eterno. A El le debemos todo. Entonces, el asunto es muy sencillo: ¿Amás al Señor como se lo merece para poder tener la vida eterna que El solo puede dar? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La injusticia en contra de Dios - Juan 15:18-25

Basado en Juan 15:18-25 (Versión Reina Valera 1960)  

Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.

La justicia es algo que de alguna manera u otra todos anhelamos. Todo ser humano desea que sean justos con ellos, sin excepción. Hasta los seres más despreciables e injustos desean que los demás sean justos con ellos. ¿Cómo sé esto? ¿Creen que al mentiroso le gusta que le mientan? ¿Creen que al ladrón la agrada que le roben? ¿Al adultero le gusta que lo engañen? Creo que van entendiendo, que, en fin, a nadie, especialmente a aquellos que le hacen el mal a los demás no les gusta que les hagan males a ellos. Y si es así el asunto, ¿Por qué entonces las personas le hacen cosas a los demás que no les gusta que se las hagan a ellas?

Para poder responder a esta pregunta, hay que entender que algo existe, que existe tal cosa como el pecado. No hay otra causa por lo cual una persona le hace daño a otro ser. No hay otra explicación. Entonces, ¿de dónde proviene el pecado? La Palabra de Dios lo explica de esta manera: Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad… 2 Tesalonicenses 2:7a. La iniquidad es un misterio para nosotros. Un misterio, no es algo que no tenga explicación. Existe una explicación, pero la respuesta no la tenemos porque va más allá de nuestras capacidades al momento. No obstante, porque no sabemos la exactitud de donde salió algo, no quiere decir que no exista. Hay tantas cosas que el ser humano no comprende, ni desea creer, pero son, sin importar si lo quieran creer o aceptar. La realidad es la realidad. Dios es Dios no importa si el ser humano lo quiera aceptar o no. Dios creo todo, lo quieran aceptar o no. Si desean creer que todo esto es un resultado de un accidente cósmico, y que todos venimos de los primates, eso no lo hace verdad. Entonces, pase lo que pase, quieran creer lo que quieran creer, se sepa o no su origen, el pecado existe y es muy visible su existencia porque su efecto final es la muerte, como está escrito: Porque la paga del pecado es muerte… Romanos 6:23a. Por eso que cada uno de nosotros, sin excepción, morirá algún día.

Este es otro asunto que revela que, sí sabemos, sin excepción, que el pecado existe, porque cada persona tiene una conciencia. Cada ser humano nace con una conciencia, con algo dentro de sí que le dice cuando está haciendo el mal, o peca. Esto vemos por ejemplo en las Escrituras: Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Juan 8:3-11. Cada una de estas personas, los escribas y los fariseos, incluyendo la adultera, tenían una conciencia, sin excepción. Y fueron acusados todos por sus conciencias, especialmente los que vinieron a tentar al Señor. Ellos sabían que lo que estaban haciendo era malo, porque para comenzar, faltaba un personaje en la escena, la otra persona con quien estaba adulterando la mujer. La ley es muy clara en esto, como está escrito: Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos. Levíticos 20:10. ¿Dónde estaba el adultero? Entonces, sus conciencias los acusó de engaño, de mentira, y de la injusticia de querer castigar a un solo culpable, y por supuesto, todo con el fin de tratar de tentar a Dios mismo con pecado, sobre pecado. Entonces, toda persona sabe cuándo hace el mal. Puede que varios, y ahora más que nunca, han tratado de cauterizar sus conciencias, porque, aunque saben lo que es malo, prefieren amar la maldad que hacer el bien. Y esto nos lleva al punto principal.

Ya sabemos que, por alguna razón u otra, la gran mayoría escoge hacerle mal a su prójimo, y muchas veces, hasta sin razón. Pero ¿a Quién es que se le hace más injusticia, y especialmente sin ningún tipo de razón? A Dios. El hombre en general hace la más grande injusticia en contra de Aquel que no se merece ninguna injusticia. Muchos le asignan la culpa del pecado a Dios, y Dios no es responsable porque todos hemos escogido por el pecado. Dios permitió que existiera el pecado, para que exista la habilidad de poder escoger, porque le dió a todo ser, comenzando por los ángeles, libre albedrio. Este misterio de iniquidad existió antes del propio diablo, pero no porque existiera, quería decir que tenía que escoger por aquello. El diablo o Satanás, o Lucero, como antes era conocido, no tenía que rebelarse en contra de Dios, pero escogió hacerlo. Los demonios, o los ángeles caídos, un tercio de las huestes celestiales, no tenían que escoger seguir al diablo en su maldad, pero lo hicieron. Adán y Eva no tenían que comer del fruto prohibido, pero escogieron desobedecer y pecar en contra Dios y contra sí mismos, y gracias a eso, tenemos lo que tenemos hoy. Y claro está, todos tenemos de alguna manera u otra los males que tenemos, sea por el pecado nuestro, o por el pecado de los que nos rodean, o por el pecado de los que nos precedieron, pero el pecado es culpable por el pecado de la creación, y no por Dios. ¿Qué mal hizo Dios? ¿Crearnos? ¿Darnos libre albedrio? ¿Darnos la habilidad de vivir y existir? Y ahora, ¿Darnos la oportunidad de tener la vida eterna a través del sacrificio de Su Unigénito Hijo en la cruz? ¿De qué mal podemos acusar a Dios? No obstante, se le paga Su bondad con maldad, con rebelión, y hasta con odio al Ser que solo nos ha hecho el bien. El vacío que siente el incrédulo en su corazón no es solo la falta de Dios, sino su conciencia acusándole que está pecando en contra de Dios, al no reconocerle como lo que El es, y al no tratar de reconciliarse con el Único que le hecho todo el bien posible. Por eso dice el Señor: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Hechos 3:19. Te exhorto a practicar este simple concepto, primero para con Dios y después con tu prójimo: Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Lucas 6:31. Se justo con Dios y con tu prójimo. Así que ¿seguirás siendo injusto con Dios y con tu prójimo, y así buscando tu propia perdición eterna? O, ¿buscarás del Señor y amarle como se lo merece, para obtener la vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El candelero de oro - Éxodo 37:17-24

Basado en Éxodo 37:17-24 (Versión Reina Valera 1960)  

Hizo asimismo el candelero de oro puro, labrado a martillo; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores eran de lo mismo. De sus lados salían seis brazos; tres brazos de un lado del candelero, y otros tres brazos del otro lado del candelero. En un brazo, tres copas en forma de flor de almendro, una manzana y una flor, y en otro brazo tres copas en figura de flor de almendro, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salían del candelero. Y en la caña del candelero había cuatro copas en figura de flor de almendro, sus manzanas y sus flores, y una manzana debajo de dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, conforme a los seis brazos que salían de él. Sus manzanas y sus brazos eran de lo mismo; todo era una pieza labrada a martillo, de oro puro. Hizo asimismo sus siete lamparillas, sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro puro lo hizo, con todos sus utensilios.

El candelero del tabernáculo tiene muchos significados, cosas que son muy profundas, aún en sus detalles. Pero no sería muy buena idea profundizar en los detalles porque muchas veces nos enfocamos tanto en los detalles que perdemos de vista lo principal, lo esencial, lo que más importa y que nos incumbe. Hay muchas personas que se enfocan tanto en los detalles irrelevantes, que pierden de vista la verdad y terminan por dejar a un lado lo obvio de Dios y lo necesario para sus vidas. O sea, es como enfocarse en el dedo de una persona que apunta hacia el cielo, que, si uno solamente pone la mira en eso, pierde de vista toda la gloria celestial a la cual está apuntando. Por eso que a veces, es bueno ver detalles, pero también, a veces no merita la pena porque hay cosas que son mucho más apremiantes a nuestras personas.   

En referencia al candelero, sí, veremos ciertos aspectos, o hasta cosas posiblemente obvias que importan demasiado en el esquema total, y aplican a nuestra persona indudablemente. Lo primero es que el propósito del candelero era de dar luz a los que entraban en el lugar donde estaba situado, cuyas personas eran muy limitadas y específicas, porque después que fue hecho y puesto en su lugar, casi nadie podía verlo porque estaba en el lugar santo del tabernáculo, y solo los sacerdotes lo veían. Lo segundo que lo que lo hacía muy único era que fue hecho de oro puro. No fue hecho como muchas otras cosas del propio templo que fueron cubiertas en oro. El candelero se esculpió de un pedazo de oro puro, labrado a martillo. Y lo tercero era que el candelero tenía 7 brazos, o sea, 3 ramas a cada lado del brazo del centro, y con el brazo de centro eran 7 en total, lo cual simboliza el número de divinidad.

Ahora bien, ¿Qué entonces simbolizaba este candelero tan especial y único, el menora como se le llama en hebreo? Sencillamente era una representación de Dios mismo, porque tenía el numero divino en sus brazos, porque era de oro puro, Santo, y porque Dios es la luz eterna. Esto dijo el propio Señor: Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12. Entonces, ¿Qué es el propósito obvio del Señor para el mundo? El es el que alumbra con Su luz al mundo entero, más allá de lo físico y perdurable, lo cual también depende de Su Persona, como está escrito: Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:15-17. El es la Luz de la vida, de la eternidad, de la razón y la sabiduría, de la justicia, y todas las cosas que pueden ser consideradas como luz divina. Su luz es única en todo el universo. Ni siquiera la estrella más grande se puede comparar a la luz de Dios, especialmente lo que significa para nosotros. Si una persona no tiene la luz de Dios en su vida, aunque pueda ver físicamente, sigue en oscuridad espiritual aparte de Dios, no vera la vida eterna. Si una persona muere sin Dios dentro de sí, será condenado a la oscuridad eterna después del gran juicio donde no quedará ni la memoria de su existencia. Sera como si nunca hubiera existido.  

¿Qué otra cosa pudiéremos ver a través de esto? Que este candelero o menora también aparece en el Nuevo Testamento, en el libro del Apocalipsis. Pero en esta ocasión, viene a ser símbolo de las 7 iglesias del Apocalipsis, como está escrito: …Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Apocalipsis 1:11-13. Y ¿Quiénes son los que componen estas iglesias? Nosotros. Lo increíble del asunto es que el simbolismo del candelero comienza con Dios, con alguien Supremo y Santo, y termina con personas imperfectas y no puras como nosotros. Esto dijo aún más el propio Señor, con referencia a la luz: Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:14-16. Entonces, ¿Cómo puede ser esto?

El amor, los designios, y las intenciones de Dios son realmente un misterio. ¿Cómo un Ser tan único pudiera querer convertir cosas o seres tan imperfectos, limitados, y con tan poco valor como nosotros en algo como El? Esto es una de esas cosas que sencillamente debiéramos apreciar, agradecer, y buscar corresponder a tal amor y bondad. No hay una lógica que puede ayudarnos a entender tales cosas, y por eso que tenemos la bendición de la fe. La fe nos ayuda a aceptar y apreciar tales cosas, y también, a través de esa misma fe, poder llegar a ser lo que El quiere hacer de nuestras vidas. El quiere hacernos tan precioso y únicos como ese candelero, para mostrar Su luz al mundo entero, para que, a través de nosotros, el mundo pueda conocerle, y así seguir perpetuando Su misericordia de generación en generación hasta que El decida que todo esto necesita terminarse y proseguir al universo eterno que El tiene preparado para aquellos que le aman. Entonces, ¿Qué nos debiera enseñar esto? Que necesitamos de El para poder convertirnos a Su semejanza, considerando que nos está dando la oportunidad a algo que antes de Cristo era imposible. La cruz de Cristo rompió el velo del templo para hacer totalmente accesible lo que era antes tan sagrado e inaccesible, de un candelero que solo podían ver ciertos hombres, a convertirnos a nosotros en parte de ese eterno candelero que está diseñado para dar la luz de Dios a todo el mundo, a toda criatura, por toda la eternidad, algo que nunca se apagará ni dejará de ser, solo por el poder y la misericordia de Dios. Entonces, ¿sigues en oscuridad eterna, o serás parte de la luz eterna de Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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