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Sufriendo por el Evangelio - Apocalipsis 2:8-11

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Basado en Apocalipsis 2:8-11 (Versión Reina Valera 1960)

Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.

Todo tiene un precio que pagar, y no estamos hablando de dinero necesariamente. Y el que diga lo contrario, no entiende la realidad. Por ejemplo, para poder ser un profesional o llegar a metas que superan a los demás, hay que hacer sacrificios. La persona que desea ser un gran profesional necesita trabajar duro durante su formación en la escuela, para poder aprender bien lo necesario. Después tiene que ir a una universidad y completar varios años de estudio y pagar mucho dinero, y su afán por la carrera solo comienza así porque tiene que seguir adquiriendo experiencia, tiene que seguir estudiando, tiene que seguir sacrificándose con su tiempo, con sus bienes, y hasta sacrificar sus relaciones personales para poder seguir excediendo en su profesión. Cuando se lucha por cosas buenas, se paga un precio. Cuando se cometen errores o se hacen estupideces, también se paga un precio. Nada es gratis.

Como ejemplo supremo, el don de la salvación, lo que Dios hizo a través de Cristo es gratuito para nosotros, pero el precio que Dios pago fue incalculable. Dios Padre dió a Su Hijo unigénito como sacrificio por toda la humanidad, lo más preciado de Su Persona. El Señor Jesús pago el precio de dejar Su reino, Su sublime y santa posición, para poder tomar nuestra humilde semejanza, vivió en la pobreza, y sufrió lo indecible cuando murió de la manera más horrible que un ser humano pudiera morir. Y no solo eso, sino también, para poder hacer la obra completa, para poder triunfar sobre la muerte, tuvo que bajar hasta las profundidades de la tierra, al seno de Abraham, al Seol, para rescatar de allí los que eran dignos, y también para testimonio a los que estaban ya enfrentando su perdición eterna, y de allí resucitar. Todavía no logro comprender porque Ellos harían tales cosas por seres tan insignificantes como nosotros, pero eso solo habla aún más de la grandeza, de la bondad, y del amor de ellos.  

Ahora bien, la salvación, el poder nacer de nuevo en Cristo es por gracia, pero dentro de sí mismo sí tiene un precio también. Si hay que pagar algo, y algo costoso para nosotros mismos, y si fuere dinero nada más (no que la salvación se puede comprar), sería muy sencillo. Estamos hablando de cosas aún mayores y más importantes que lo material cuando hablamos del precio que se podría pagar por el Evangelio de Cristo, y de esto leímos hoy. Es muy probable que muchos de los que están leyendo esto, o van a sufrir persecución, o ya están sufriendo algún tipo de persecución por su fe en Cristo, especialmente considerando todas las distintas personas de diferentes naciones en el mundo que ven este ministerio. Esto nos dice el Señor en Su Palabra: Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33. El sufrir legítimamente por el Evangelio, y digo “legítimamente” porque el sufrir por el Evangelio no tiene nada que ver con una persona ser desagradable, odiosa, inapropiada, o poco sabia, ni aun menos, sufrir por errores y pecados cometidos, sino más bien, porque está pasando malos momentos por mostrar las características de Cristo en Su vida, por ser fiel a las enseñanzas de la Palabra, finalmente por amar a Dios sobre todas las personas y cosas. Cuando sufres por el Señor, eso no te hace ni menos cristiano, ni que tienes un problema con tu fe, ni cualquier cosa así, sino todo lo contrario. Por algo nos dio amplio aviso el Señor, que tendríamos aflicción en el mundo por seguirle fielmente. Esto es lo que también dicen las Escrituras: …mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Hebreos 11:35b-40. Como seguidores de Cristo, vamos a sufrir persecución en los últimos tiempos, los cuales ya los estamos viviendo hoy, como también está escrito: Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Mateo 24:3-13. Así que, tendremos aflicción, sufriremos persecución, y viviremos tribulación. No hay duda. Pero, hay que perseverar hasta el fin para poder lograr la meta, hay que terminar la carrera, hay que serle fiel al Señor hasta nuestro último aliento, pase lo que pase, cueste lo que cueste. Hay que estar dispuesto a sufrir por el Evangelio.

Ahora, puede que se pregunten, ¿Quiénes son estos de la sinagoga de Satanás? Para poder responder, vemos esto: Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Mateo 16:21-24. Pedro tuvo un muy mal momento, pero por su propio bien, se arrepintió y salió de ese mal camino, y llego a serle fiel al Señor hasta su muerte. Pero, toda persona que apoya las cosas de la carne, y especialmente enseñan cosas que ponen a la carne y las cosas de este mundo como prioridad sobre Dios son de la sinagoga de Satanás. Así que, piensa bien a lo que te estas exponiendo, y, sobre todo, lo que estas siguiendo y apoyando, porque puedes estar muy lejos de la verdad, aunque parezca algo bueno, positivo, inspirante, etc. Entonces, debes hacerte esta pregunta: ¿Eres de la sinagoga de Satanás o estas realmente luchando, sufriendo, y pagando el precio por el Evangelio de Cristo para poder llegar a la recompensa eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La transformación - Efesios 4:17-24

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Basado en Efesios 4:17-24 (Versión Reina Valera 1960)

Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

¿De que en realidad consta la fe en Cristo? ¿Consta de solamente creer? Tengo que decir de acuerdo con el completo consejo de Dios a través de Su Palabra, que el creer en el Señor es solo parte del asunto, y que hay mucho más que considerar y hacer, especialmente si hay una verdadera fe. La verdadera fe consta de acciones, las cuales vienen a raíz de una genuina fe en Cristo, no se trata de un simple creer nada más. Esto es lo que nos sigue aconsejando la Palabra: Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:18-20. Así que, si los demonios creen y hasta tiemblan, ¿Qué debiera haber entonces en nosotros? ¿Qué obra debemos hacer para poder ir más allá de un sencillo creer?

Para poder entender esto aún más claramente, hay que entender primero que es lo que Dios hizo a través del sacrificio de Su Hijo en la cruz. ¿Cuál fue el verdadero propósito de Dios a través de Su sacrificio? La Biblia nos enseña esto: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17. El propósito de Dios es transformar y renovar lo caído, lo que el pecado había afectado. Dios desea que lo que no sirve en nuestras vidas termine para que comience lo nuevo, lo eterno, haciéndonos así a través de Cristo nuevas criaturas. Este es un versículo muy popular en nuestra comunidad cristiana, pero muchas veces no se aplica como corresponde. La aplicación de este principio tiene que ver con el hecho que una persona debe vivir una nueva vida, dejar de hacer lo que hacía antes, ser realmente transformados, y no como un tapa bocas (por decir) para que no venga a relucir su pasado. Sino más bien, todo lo contrario, debemos siempre recordar lo que éramos antes de Cristo, tener memoria de donde nos sacó el Señor, y poder compararlo al presente, para poder ver si en realidad hemos sido transformados, o si estamos sencillamente tratando de adoptar una nueva religión o algo superficial, porque el seguir a Cristo va más allá de la moralidad y de hacer lo correcto.

Ahora bien, cuando nos convertimos al Señor, al arrepentirnos de todos nuestros pecados, y hacerle el Señor de nuestras vidas, ¿no queda nada más por hacer? Y la respuesta es: Si. Queda todo por delante. Cuando nacemos de nuevo en Cristo, es solo el comienzo. Por algo el propio Señor lo explico como un nacimiento, porque es un nuevo comienzo, es un comienzo de un largo camino que hay que emprender para poder llegar al final. Por eso que la Palabra nos insta a no andar como los otros gentiles, a no andar en vanidad, a no tener corazones endurecidos, a no perder la sensibilidad, y a no entregarnos a la lascivia. Se nos insta a despojarnos del viejo hombre lo cual implica un proceso. Cuando comenzamos a seguir a Cristo, entramos en un proceso de transformación. Cuando primero llegamos al Señor, por nuestra genuina conversión, hay un cambio radical al comienzo, o a lo menos, un cambio significativo en nuestra manera de pensar. Pero, eso no quiere decir que ya fuimos hechos perfectos instantáneamente, hablando de una manera práctica. Queda el proceso de seguir cambiando, de seguir siendo transformado, mientras seguimos al Señor, porque la verdadera fe en Cristo consta de seguir al Señor, no de decir que uno cree y nada más. La Palabra nos sigue diciendo esto: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Gálatas 5:15-17. Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:1-2.

Entonces, ¿Cómo debe seguir esta transformación en Cristo? Lo principal es que el todo de la transformación, o sea la razón por lo cual se hace siempre, debe ser porque amamos al Señor, y nada más. Esto no se trata de un mejoramiento personal, o de alcanzar metas humanas, o un cambio de estilo de vida. El seguir a Cristo y el dejarse transformar por El a través de la obra del Espíritu Santo siempre tiene que estar basada en nuestro amor por El. Cuando ese es el fundamento, entonces se puede seguir adelante como mismo dice la Palabra: Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Efesios 5:25-27. La Palabra de Dios es lo que nos lava y nos purifica, la cual debe ser parte de nuestro caminar diario con el Señor. Dios a través de Cristo en nuestra vida busca una relación, no una religión, y no necesariamente ni siquiera la moralidad. Y como la relación que El busca, El usa Su Palabra para hablarnos, para poder decirnos lo que debe pasar en nuestras vidas. Por eso que, de nuevo, la razón por lo cual todo se hace debe ser el amor hacia Dios, y nada más. Así que, la Palabra es la clave, porque dice así: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17.

Entonces, la transformación en Cristo tiene un gran propósito para el hombre, porque se trata de ahondar nuestra relación con Dios y así ser hechos útiles para Su obra, porque El quiere que seamos parte de lo que El quiere llevar a cabo en la tierra y también en la eternidad, porque este mundo no es ni siquiera ni la sombra del porvenir. Por eso que también nos insta así Su Palabra: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2. Así que, ¿Estás viviendo una vida transformada en Cristo, por amor al Señor, por tu propio bien, y por el bien de los demás? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Dios le da la oportunidad a todos - 1 Samuel 9:1-19

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Basado en 1 Samuel 9:1-19 (Versión Reina Valera 1960)

Había un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjamita. Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo. Y se habían perdido las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis a Saúl su hijo: Toma ahora contigo alguno de los criados, y levántate, y ve a buscar las asnas. Y él pasó el monte de Efraín, y de allí a la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, y no las encontraron. Cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que tenía consigo: Ven, volvámonos; porque quizá mi padre, abandonada la preocupación por las asnas, estará acongojado por nosotros. El le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino. Respondió Saúl a su criado: Vamos ahora; pero ¿qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué tenemos? Entonces volvió el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto daré al varón de Dios, para que nos declare nuestro camino. (Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.) Dijo entonces Saúl a su criado: Dices bien; anda, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios. Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas doncellas que salían por agua, a las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente? Ellas, respondiéndoles, dijeron: Sí; helo allí delante de ti; date prisa, pues, porque hoy ha venido a la ciudad en atención a que el pueblo tiene hoy un sacrificio en el lugar alto. Cuando entréis en la ciudad, le encontraréis luego, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, por cuanto él es el que bendice el sacrificio; después de esto comen los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora le hallaréis. Ellos entonces subieron a la ciudad; y cuando estuvieron en medio de ella, he aquí Samuel venía hacía ellos para subir al lugar alto. Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo: Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí. Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste gobernará a mi pueblo. Acercándose, pues, Saúl a Samuel en medio de la puerta, le dijo: Te ruego que me enseñes dónde está la casa del vidente. Y Samuel respondió a Saúl, diciendo: Yo soy el vidente; sube delante de mí al lugar alto, y come hoy conmigo, y por la mañana te despacharé, y te descubriré todo lo que está en tu corazón.

Si entendemos este pasaje, podemos ver que Dios da increíbles oportunidades, y muy desprevenidamente. Vemos a este Saúl que sencillamente salió a buscar algunas asnas que su padre Cis había perdido (en aquel entonces, los animales tenían gran valor material). Así que, este Saul salió obedeciendo a su padre para poder recuperar parte de sus bienes: sucedió un imprevisto, una necesidad, y algo estaba pasando que a lo menos ni Saúl, ni Cis tenían ni idea, algo en el trasfondo, y está perdida de animales era solo lo que abría la puerta (por decir) a un gran evento, y este mismo evento debiera abrirnos los ojos para poder entender que no tenemos ni idea de lo que pasa a nuestro alrededor, y porqué está pasando, y que no tenemos ningún tipo de control sobre todo eso, porque la gran mayoría de las cosas son invisibles o desconocidas para nosotros.     

Ahora bien, algunos dirían, y por su mismo desconocimiento: Yo nunca he recibido tal oportunidad de ser algo tan importante. Pero, la realidad es que, sí es muy posible que hallás recibido tales oportunidades, y muchas veces, y de distintas formas. Podrían replicar: ¿Cómo, cuándo, a dónde…? Y por supuesto, la respuesta está en la Palabra de Dios. Para comenzar a ver esto, Dios se presenta personalmente a cada ser humano a través de muchas maneras y de distintas formas, como está escrito: Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Romanos 1:18-21. Todo lo creado habla de Dios, de Su magnificencia, de Su poder, de Su persona. El problema es que se toma a tan poca cosa todo lo creado porque se prefiere creer que lo creado, o es un accidente cósmico, o sencillamente es, y nada más, y se toma por asentado. Y como nadie puede ni controlar, ni hacer nada al respecto con todo eso, se toma como algo cotidiano y común (increíble, ¿no?). Se toma como cosas sin importancia el salir del sol que El permite que salga, el aire que respiran nuestros pulmones que El permite que este, el palpitar de nuestros corazones que El permite que suceda, la gravedad del planeta que el sostiene con Su presencia para que no salgamos volando por el espacio, y así sucesivamente. Como está escrito: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17.

Puede que siga un poco más el asunto de cuestionar el valor del tal llamado de Dios, lo cual, tal incredulidad lleva en si su propio castigo, porque no estamos hablando de la invitación de un ser humano, sino de Dios. Para responder a eso, la Palabra nos enseña esto, el cual es el propósito del Señor con todo ser humano, como está escrito: Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Apocalipsis 5:9-10. Cuando Dios nos llama para seguirle, El nos está realmente invitando a ser Sus reyes y sacerdotes, a ser seres de gran nivel en un lugar que supera este mundo temporal, el cual se extiende hacia lo eterno. Dios siempre está buscando a las personas para que le reconozcan y para que se conviertan a El para poder transformarlos en estos reyes y sacerdotes, y El permite imprevistos o situaciones que interrumpen lo cotidiano, para hacer su invitación aún más fuerte, yendo aún más allá de las grandezas diarias que El usa para hablarnos a través de ellas. En fin, ¿Cuáles son tus asnas perdidas, las cosas que están afectándote en alguna manera? ¿Lograrás entender el llamado de Dios cuando estos imprevistos surjan, y, le podrás hacer caso a El para seguirle hacia cosas mayores, o seguirás ensimismado en encontrar tus asnas perdidas y perder la oportunidad a la grandeza eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El amor lo es todo - Apocalipsis 2:1-7

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Basado en Apocalipsis 2:1-7 (Versión Reina Valera 1960)

Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

¿Cómo puede Dios decirle a una iglesia que esta haciendo cosas buenas, a una iglesia que ha hecho todo lo que ha hecho por amor al nombre de Dios, y que se arrepientan porque han caído? ¿Cómo pueden estar equivocados haciendo tantas cosas buenas y admirables? El asunto que tiene Dios con esta iglesia, y aun más exactamente, con las personas individualmente (porque una iglesia no consta de un edificio delante de Dios, sino de personas), es que se han olvidado de lo más esencial, del fundamento de todo; del amor. Puede que digan: pero ¿cómo es esto si la propia Palabra esta diciendo que han hecho todo lo que han hecho por amor al nombre de Dios? Para poder explicar el asunto, hay que ir aun un poco mas profundo.

Lo primero que hay que establecer es que el verdadero amor (no el amor del mundo, porque eso no sirve para nada) es algo que tiene que fluir de una persona. Y la única manera que ese amor puede fluir o emanar de una persona, es que la persona haya nacido en Dios, que conoce a Dios. Esto es lo que nos enseñan las Escrituras: Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 1 Juan 4:7-8. Entonces, esto va más allá de las acciones, consiste de algo mucho más profundo y divino. La Biblia también nos enseña que un ser puede ser capaz de cosas increíbles, pero que le puede faltar lo principal, y también nos enseña como realmente es este amor divino, como está escrito: Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1 Corintios 13. ¿Pueden ver que el amor del cual habla la Biblia es muy distinto a lo que dice el mundo lo que es amor? Sencillamente, el verdadero amor de Dios nunca va a apoyar el pecado, porque no hay contradicciones en Dios. La fornicación, no es amor. El adulterio, no es amor. Los desvíos sexuales, no son amor. El llamar lo malo bueno y lo bueno malo, no es amor. El amor que proviene de Dios es algo que siempre va a alinearse con los principios Bíblicos, y supera todos los límites, aún lo impensable. ¿Cuándo se iban a imaginar los judíos que el mismo Ser que hizo los grandes milagros a través de Moises y Elías iba a ser el mismo que tomaría nuestra forma humana tan humilde y dejarse ser crucificado para que toda la humanidad tuviera la esperanza del perdón de sus pecados y la promesa de la vida eterna? ¡Jamás! ¡No cabe en nuestra lógica! Y ese mismo amor es el cual debe emanar y fluir a través de los que han nacido de nuevo en Cristo. Debemos tomar Sus mismas características e intenciones.

Ahora bien, el segundo punto. El amor que debe emanar del nacido de nuevo no se trata tanto de sentimientos, sino de una decisión y de una dirección. O sea, no solamente consta de tener este amor en la vida de uno, sino la manera que se ve su genuinidad es a través de la dirección hacia donde es dirigido. Esto es lo que nos enseña la Palabra: Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle. Marcos 12:28-34. El amor tiene que ser dirigido directamente hacia Dios, y cuando eso sucede, entonces todo lo demás comienza a caer en su sitio, en el orden que Dios manda. Si yo amo a Dios, entonces haré lo que El me manda, lo entienda al momento, o todavía no, y lo primero que debo hacer al amar a Dios, es amar a mi prójimo. Mi amor por Dios tiene que ser la razón por lo cual hago todo en la vida, por lo cual busco cumplir lo que me manda. ¿Cómo es que comienza ese amor? Al comenzar a reconocer y agradecer lo que hizo el Todopoderoso por nosotros, y sin ningún tipo de obligación. Dios decidió amar al hombre. Dios no tenía que ni que sufrir, ni aún menos, morir por la humanidad. Hay que pesar y valorar lo que hizo por seres tan insignificantes y malos (porque eso es lo que todos somos). Dios murió por ti y por mí. Escrito esta: Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:10.

Entonces, finalmente, lo que a Dios más le interesa es la razón, el motivo, lo que esta muy dentro de cada ser humano, como está escrito: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. Esto es lo que Dios ve y le importa, si El es directamente la razón por lo cual hacemos las cosas. Así que, ¿puede ver Dios que la intención de tu corazón, la razón por lo cual haces todo en la vida es porque le amas con todo tu ser? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Las reacciones a Cristo - Hechos 13:42-52

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Basado en Hechos 13:42-52 (Versión Reina Valera 1960)

Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas. Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia. Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.

¿Por qué hay tanta diferencia entre las personas en la manera que reaccionan a la Verdad de Dios? En el pasaje de hoy, vimos a distintas personas reaccionar de diferentes manera. Vemos a los discípulos, a los religiosos, a los judíos, a los gentiles, a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y también vemos a una muchedumbre. Y entre todo eso, hubo distintas reacciones, algunos determinados en su fe en Cristo, a otros que también creyeron, pero vemos a los judíos religiosos que no querían creer, a estas mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad que no creyeron tampoco, y también al gran grupo de personas, posiblemente gran parte de la muchedumbre de la cual se menciona que también no creyeron, porque una masa de personas expulsaron a los discípulos, no solo un par de personas. En lo mas mínimo, tanto las mujeres piadosas y distinguidas, los principales de la ciudad, y parte de la muchedumbre puede que no hayan tenido los mismos sentimientos de los judíos religiosos, pero suficiente incredulidad para poder ser influenciados por lo malo. ¿Qué es lo que determina estas distintas reacciones?

El primer punto que pudiéramos ver es, si es Dios quien determina esto. Y se puede decir claramente que Dios no es el que determina si una persona se salva o se pierde, por mucho que argumenten varias personas que existe la predestinación general. Se puede argumentar que la Palabra de Dios da lado para creer que ciertos personajes a través de la historia puede que hallan sido predestinados para perdición, pero eso se trata de un muy selecto grupo de personas, no toda la humanidad. Para comenzar a tocar este tema, Dios no hizo el fuego eterno para el hombre. Esa no era Su intención, como está escrito: Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Mateo 25:41. La intención de Dios siempre fue tratar de salvar al mundo, a la humanidad, y el fuego eterno fue originalmente preparado para lo irredimible, para el diablo y sus ángeles (los ángeles caídos, o demonios), pero no para el hombre. La Palabra nos enseña que Dios amo al mundo, lo cual incluye a todo ser humano, sin excepciones, y lo amo de tal manera que dió a Su Hijo unigénito, como esta escrito: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16. La Palabra ahonda aún más en el asunto de que Dios desea que todos lleguen al conocimiento de la Verdad cuando nos enseña que hasta debemos orar por todos los hombres, como esta escrito: Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. 1 Timoteo 2:1-4. Y hay mucho más que se puede citar que ayuda a concluir que:  …no hay acepción de personas para con Dios, y que El desea que todos sean salvos. Entonces, no se le puede echar la culpa a Dios por la incredulidad de las personas.

Entonces, ¿Quién decide si cree o no? Y la respuesta es: la persona; tu. Cada ser humano determina si desea creer o no, tan sencillo como eso. Cada ser humano tiene la potestad del libre albedrio, y ese es la razón por lo cual existe este lugar que conocemos, con todas sus imperfecciones y problemas. El mundo es solo la antesala a lo eterno, el lugar donde todo se decide, si una persona escoge creer y vivir para siempre o no. Así que, este lugar y lo que hacemos en él, es de suma importancia. Este mundo no es un lugar donde se puede vivir irresponsablemente, porque mientras tú estas aquí, tu estas determinando con tus acciones lo que finalmente va a suceder contigo en la eternidad. En esta parte de la Palabra es donde nos debemos enfocar para ver cierto detalle, donde dice: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Así que, una persona se juzga a si misma de no ser digna de la vida eterna, al rechazar a Cristo y a Su Verdad. Este es el gran error que muchos cometen, al pensar que Dios tiene que cambiar Su manera de proceder, lo eternamente establecido, para acomodarle a ellos sus opiniones y sus caprichos, finalmente, que Dios tenga que justificar su maldad y decir que lo malo que hacen esta bien. Es como decir: yo no quiero escalar la montaña, pero si quiero estar en su cima, entonces, yo quiero que la montaña se ponga debajo de mis pies sin que yo tenga que hacer nada. Suena ridículo, pero eso es lo que se le esta exigiendo al Dios Todopoderoso quien creo e hizo todas las montañas del mundo, y aun mas allá, hasta el universo. Entonces, no es Dios quien se tiene que acomodarse al hombre, sino mas bien, es el hombre quien tiene que conformarse a Dios y a Su Verdad. Esa es la decisión.

Entonces, ¿qué es lo que produce la decisión en cada persona, si decide creer o no? Eso está entre el raciocinio de la persona, de desear entender las avasallantes e irrefutables pruebas de que Dios es Dios y hay que obedecerle, y el pecado que mora en nosotros mismos, que también es parte de nuestra persona. Es una batalla interna y solo puede haber un vencedor, no hay empates, y la Palabra nos enseña que él que venza en si mismo al pecado que le asedia es el que logra heredar las cosas de Dios, como está escrito: El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. Apocalipsis 21:7-8. Entonces, debieras preguntarte, ¿manda más dentro de mí lo que sé y entiendo de Dios y de Su Palabra, o mi cobardía, mi incredulidad, mis abominaciones, etc.? ¿Cuál es tu reacción a Cristo, lo cual te juzga si eres digno o no de la eternidad? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Valorando el sacrificio de Cristo - Hebreos 10:11-25

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Basado en Hebreos 10:11-25 (Versión Reina Valera 1960)

Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

¿Entendemos realmente lo que el Señor ha hecho por nosotros? Y ¿vivimos nuestra vida de tal manera que demuestra que valoramos Su gran obra por nosotros? Si observamos nuestra conducta en general como grupo, sería difícil decir que Su obra es valorada. Para comenzar, hay mucha corrupción dentro de la iglesia universal de Cristo, desde los que predican y enseñan hasta los más nuevos. Sencillamente, no nos vemos bien como grupo. Es realmente triste. Sabemos que ninguno de nosotros seremos perfectos hasta que lleguemos a la meta, pero si se debiera ver a lo menos algo de Cristo en nuestra vida, lo suficiente para estimular a otros a desear creer y seguir al Señor. Así es como debiéramos afectar a las personas que nos rodean, a pesar de sus pecados y cuán perdidos estén. Nosotros somos los que debemos ser sal y luz en el mundo, aquellos que decimos creer y seguir a Dios. El grave problema que yo creo que ha sucedido en el pueblo de Dios es que se ha infiltrado mucho el pecado en la iglesia, y por eso que las malas doctrinas que apoyan más las cosas de la carne y el pecado que los propósitos y la voluntad de Dios se han vueltos más populares, hemos perdido el rumbo como grupo. Estamos tan enfocados en desear lo de aquí y de ahora, que nos hemos hecho aún más problemáticos que el mundo que nos rodea. El mundo ya no puede ver la diferencia entre ellos y nosotros. Casi todos los creyentes desean que sus vidas sean cómodas y placenteras, igual que también el mundo. La gran mayoría de los supuestos seguidores de Cristo desean no tener problemas con nadie, igual que el mundo. Y en general, mucho del llamado pueblo de Dios no se preocupa por las necesidades de sus semejantes, también el mundo. Y finalmente, el cristiano solo busca cumplir su voluntad y satisfacer sus deseos, y claro, como también las personas del mundo. Entonces, ¿cuál es la diferencia? Ninguna. No hay diferencia entre el uno y el otro. Y, si no hay diferencia, ¿qué incentivo tiene la persona incrédula de buscar creer en Cristo? Ninguno.

El desvío se ha producido porque sencillamente como grupo en general, no entendemos muy claramente el sacrificio del Señor, y como resultado, no valoramos lo que Dios ha hecho por nosotros. No estamos con los ojos puestos en la meta, sino más bien, estamos más deseosos en escuchar cosas que alimenten nuestra carne que lograr comprender y valorar lo que produce vida, la Obra de Dios. Pero, eso no quiere decir que nos tenemos que quedar en ese camino. Dios siempre nos insta a cambiar, a volvernos de nuestros malos caminos, a entender Su voluntad y poder cumplirla. Entonces, ¿Qué debe suceder? Tenemos que volver a la base de la fe en Cristo, al porqué de las cosas, la razón por lo cual debemos seguir al Señor. Y la única manera de que eso suceda es que renovemos, o entendamos aún más claramente lo que Dios ha hecho por nosotros.

Para poder entender lo que Dios hizo por nosotros, tenemos que ver dónde estábamos antes de conocer a Cristo, cual era (o todavía es, si no has llegado realmente a nacer de nuevo en Cristo) nuestro trasfondo. La Biblia nos enseña esto: Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:9-10. He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá. Ezequiel 18:4. Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23. Así que, éramos enemigos de Dios. Esa era nuestra realidad (y todavía es tu realidad si no has llegado a una verdadera fe en Cristo). Y toda persona, sea que haya pecado poco o mucho, sus almas estaban muertas, totalmente sujetas al castigo del pecado. Cuando el pecado entro en el mundo con Adán y Eva, el destino de todo ser humano se convirtió en morir en el infierno por toda una eternidad. Esa es la verdad, porque todos los que hemos pecado de alguna manera u otra, estamos totalmente destituidos de la gloria de Dios. Nosotros no teníamos ni acceso ni al cielo, ni a la eternidad, ni a ninguna de las promesas de Dios por nosotros mismos. Esa era nuestra realidad antes de Cristo. Así que, absolutamente nadie tiene nada ni de que sentirse orgulloso, ni aún menos, merecedor de lo que Dios ha hecho.

Esto es lo que Dios ha hecho: Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 6:23. Merecíamos la muerte, pero Dios nos hizo un gran regalo a través del Señor. Aun siendo enemigos de Dios, el Señor nos trató como amigos, como también está escrito: Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. Juan 15:13-15. ¿Qué más se puede desear? ¿Cabe algo más o puede algo tener más prioridad que este hecho en nuestra vida? Si realmente entiendes esto, no es posible.

Y finalmente, se nos menciona que un día se nos aproxima, y ese es el día del juicio. Cristo hizo y termino todo, pero ahora, cada ser humano tiene que cumplir la voluntad de Dios en su vida a través de Cristo para poder lograr obtener lo prometido. Si fuere de otra manera, ¿para qué exhortarnos? Porque también escrito esta: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Hebreos 12:1-3. Así que, ¿vives tu vida de tal manera que demuestras que valoras el sacrificio que Cristo hizo por ti? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La base para la fe - Juan 4:46-54

Basado en Juan 4:46-54 (Versión Reina Valera 1960)

Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis. El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea.

El creer en el Señor a través de señales y prodigios tiene problemas en sí, y no pueden ser el fundamento de nuestra fe en el Señor, y por varias razones. La gran mayoría de las personas, y desgraciadamente, muchos de los que dicen ser creyentes tienen este problema, de que esperan que Dios les demuestre a través de señales y prodigios a ellos personalmente, Su existencia y poder como condición para que ellos puedan creer.  

El primer problema que tiene este asunto, de exigirle a Dios señales y prodigios tiene que ver con un sentido demasiado grande de altivez y arrogancia, y es muy fácil determinar esto porque si alguien le tiene que comprobar algo a alguien más, es porque se cree merecedor de recibir tal prueba. O sea, al exigirle a Dios a que haga algo especial para que ellos puedan creer pone a Dios en una posición de servicio, como si Dios, se convierte en Dios, si El recibe su sello de aprobación por decir. ¿Puede un ser humano exigirle a un ser como Dios una prueba de que El es real? Pensemos en lo absurdo y lo totalmente fuera de lugar del asunto, qué, si se ve bien, esto se puede categorizar como un insulto hacia Dios. Pongámonos en la posición de Dios por un momento: Los cielos y la tierra y todo el universo cuentan de Mi gloria, todo lo visible e invisible sabe que soy el Todopoderoso, y las potestades eternas que Yo he creado, me reconocen y me adoran por lo que soy, y ¿Yo tengo que comprobarle de alguna manera a esta persona, a un ser que es menos que nada, que Yo Soy el que soy? ¿Entienden lo ridículo y lo totalmente fuera de lugar que es la exigencia? Esto por ejemplo es lo que dice la Biblia al respecto: Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar. Mateo 12:38-42. Así que, si una persona desea cometer el absurdo de cuestionar la existencia de Dios, piense bien a Quien está poniendo en tela de juicio y aténgase a las consecuencias, si no te vuelves de este tipo de pensamiento.

El otro problema que viene con esperar que Dios compruebe Su existencia y Sus capacidades con señales y prodigios es que no es un buen fundamento para la fe. La razón es porque sean lo sean esas señales y prodigios, ya que se manifiestan en este mundo temporal, también son temporales por naturaleza. Como ejemplo, se puede decir que el milagro más grande (físicamente hablando) que hizo el Señor en la tierra fue el levantar a los muertos, y la Biblia nos cuenta de que Jesús hizo esto en distintas ocasiones. La más clara y definitiva fue cuando levantó a Lázaro, porque no solamente resucito a Lázaro, sino hay que tomar en cuenta que Lázaro ya llevaba días de muerto. No obstante, y claro, fue algo grandioso, pero Lázaro finalmente volvió a morir. Lázaro no está vivo hoy físicamente hablando. Entonces, aunque fue algo grandioso, fue algo temporal. Así que, ¿Cómo se puede tomar algo temporal como fundamento para lo que debe ser eterno? En otras palabras, ¿de qué me sirve a mi que mi fe en el Señor este fundamentada en algo temporal? ¿De que sirve creer en algo que no va a asegurar mi eternidad si tengo la misma prueba con Lázaro de que él volvió a morir? Y lo mismo se puede decir de los panes y los peces, de los leprosos que sano, de los cojos que hizo caminar, de los ciegos que hizo ver, etc. Finalmente son todas cosas temporales, que, sí cuentan de la gloria de Dios, de la veracidad del Señor Jesús, y de la obra del Espíritu Santo, pero tienen un resultado limitado, y posiblemente, el hombre podría llegar a duplicar esas cosas de alguna manera, sea a través de la medicina, de la ciencia, y de la tecnología.

El otro problema que puede surgir es: Y si Dios no responde de la manera que uno desea, con un milagro, ¿Qué entonces? Por ejemplo, el Apóstol Pablo no fue sanado de su aguijón. El Apóstol Juan murió de viejo en una cárcel. El Apóstol Pedro murió crucificado de cabeza. Muchos de los profetas tuvieron muy tristes finales humanamente hablando, como esta escrito: …mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido… Hebreos 11:35b-39. ¿Qué entonces? ¿Estos seres no tuvieron suficiente fe y por eso que terminaron como terminaron? Por eso que hay que tener mucho cuidado con lo que se escucha y lo que se usa como base para la fe porque es muy fácil dejarse llevar por la apostasía (por doctrinas de demonios), por lo que se distorsiona de la Palabra de Dios (el diablo usa la Palabra para poder hacer parecer la mentira en verdad). Personas mas fieles que estos y de los otros tantos de los que cuentan las Escrituras no los abran jamás. Y ¿Qué entonces? Sencillamente no se debe basar la fe en Dios en cosas que se sujeten a nuestro criterio, en lo temporal, sino mas bien, en lo eterno, en el Señor solamente. Escrito esta: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Hebreos 11:1-2.

El más grande milagro y señal que nos ha dejado el Señor que más nos sirve a nosotros mismos es la muerte y la resurrección de Jesús Cristo, El cual ahora en este momento esta sentado a diestra del Padre quien da vida eterna al que en El crea y le siga fielmente hasta el final, pase lo que pase (aunque no salgan las cosas como uno desea). La base de nuestra fe debe ser solamente el Señor porque El es el Todopoderoso y el Dios Eterno. El es la resurrección y la vida. Y cuando todo lo temporal pase, El es el único que permanece por los siglos de los siglos, y el Único que nos puede dar la vida que tanto necesitamos e importa: la vida eterna. Así que, ¿qué es la base de tu fe? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Buscando estar listo para el día de Cristo - Filipenses 1:1-11

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Basado en Filipenses 1:1-11 (Versión Reina Valera 1960)

Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia. Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo. Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

¿Cuándo llegamos a nacer de nuevo en Cristo, ya no hay nada más que hacer? Mucha controversia a habido a través del tiempo acerca de qué, si se pierda la salvación o no, si las buenas obras cuentan o no después de recibir a Cristo, y si seremos juzgados por nuestros buenos o malos hechos después de llegar a Cristo. Es entendible que haya mucha controversia y por dos sencillas razones: porque el diablo busca producir confusión en lo sencillo y lo obvio para tratar de extraviar de la verdad a los santos, y por el pecado que todavía mora dentro de nosotros, aún después de haber nacido de nuevo en Cristo. Nuestro pecado siempre va a tratar de asediarnos, hasta el último momento, hasta nuestro último aliento. El diablo y nuestra naturaleza pecaminosa son una terrible combinación. Para poder llegar a respuestas sólidas, tenemos que acudir a la Palabra de Dios, en conjunto con la guía del Espíritu Santo.  

Lo primero que podemos ver es a través de lo que creía de sí mismo el propio escritor de la carta, el Apóstol Pablo (claro, inspirado por el Espíritu Santo). Se puede decir muy seguramente que Pablo fue una vida ejemplar de lo que significa no solamente creer en Cristo, sino también, de lo que significa seguir fielmente al Señor, y de tal fidelidad que le costó hasta su vida. Y hacia su final físico, Pablo entrego su vida voluntariamente por el Evangelio, por su fe en Cristo, porque Pablo sencillamente no hubiera muerto decapitado por su fe si la hubiera negado. Esto era lo que dijo el propio Pablo de su fe y de su caminar mucho antes de morir por el Evangelio: Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante. Filipenses 3:8-13. Así que, Pablo nunca pensó que el recibir la salvación era cuestión de tiempo, sino más bien, creyó que era algo por lo cual todavía se tenia que luchar, se tenia que seguir adelante. Entonces, si Pablo expresaba que le quedaba un camino por delante y una lucha por pelear para poder llegar a la meta, ¿eso no aplicaría a nosotros también, que todavía no hemos llegado y que queda mucho esfuerzo por delante? Porque si fuera de otra manera, que la salvación sencillamente consta de sentarse a esperar, y de vivir nuestra vida como queramos, ¿para qué entonces tanto esfuerzo de Pablo? Y ¿para qué nos instaría a hacer lo mismo? ¿Por qué tendría que él orar por estos Filipenses de la manera que lo hacía?

La respuesta es muy sencilla: la salvación que se puede obtener a través de la gracia de Dios no se trata de un sencillo esperar y de hacer lo que se nos plazca, sino todo lo contrario. El tener y seguir la fe en Cristo tiene que ver con luchar por ella, y usar el don de la salvación de Dios para lo que Dios desea que lo usemos. No es algo que se pone sobre un estante, o se usa como adorno, o es un símbolo de estatus. Estos son los errores que se comenten cuando no se busca fielmente en la Palabra de Dios, para poder lograr entender y hacer la voluntad de Dios, como nos guía a hacer Su Espíritu Santo. Porque escrito esta: Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. Oseas 4:6. Para poder saber la voluntad de Dios, como pueblo del Altísimo, y poder individualmente convertirnos capaces para la obra, tenemos que creer Su Palabra, y cumplirla en nuestras vidas, como también está escrito: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17. Este es el primer y constante paso que debe tomar todo aquel que ha decidido seguir a Cristo, para poder abundar en lo necesario.

El seguir a Cristo para poder llegar a lo prometido consta de permanecer precisamente en Cristo y de hacer las cosas para El, porque también se nos enseña esto: Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Juan 15:5-8. Aquí es donde todo comienza a concordar, porque para que una doctrina pueda ser sana, tiene que concordar con la plenitud de las Escrituras.

La salvación tiene un fin, un propósito, un porqué, como también se nos explica en lo siguiente: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10. También dice esto la Palabra: Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen. Apocalipsis 14:12-13. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Así que, ¿estás viviendo tu vida de tal manera que estés listo para el día de Cristo, viviendo para la gloria y alabanza de Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Siendo Fiel - 2 Timoteo 1

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Basado en 2 Timoteo 1 (Versión Reina Valera 1960)

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor. Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Efeso, tú lo sabes mejor.

Vivimos en una era que todo se desea inmediatamente, o sea, todo tiene que ser al instante y a la medida. Muchos han titulado este fenómeno que estamos viviendo como la sociedad microondas. La idea detrás de ese dicho es que como muchos de Uds. saben, el microondas supuestamente cocina todo mucho más rápido que la cocina tradicional o en el fuego. En vez de esperar varios minutos u horas, muchas cosas en el microondas se cocinan en pocos minutos o hasta se calientan en segundos. Y nos hemos puesto tan impacientes, que estamos a la espera hasta de los segundos mientras van pasando y abrimos la puerta del microondas antes que suene el reloj, porque sencillamente hasta los segundos se nos convierten en una eternidad. Muchas personas quieren que se les de todo y enseguida. Sencillamente, no hay paciencia para nada.

Este asunto de querer todo inmediatamente y como uno quiere, se traduce a casi todo aspecto de la vida, como cuando los jóvenes ingresan a sus primeros empleos, y quieren que se les comience pagando muy bien, y que le vayan subiendo enseguida, en vez de esperar con el tiempo mientras van adquiriendo experiencia, porque lo interesante es que muchos de ellos quieren mucho dinero, pero saben hacer muy poco. También esta impaciencia se traduce a los matrimonios. A la primera señal de dificultad, el matrimonio se termina. En EU, la gran mayoría de los divorcios ocurren dentro de los primeros 8 años. De acuerdo a Wilkinson y Finkbeiner (un bufete de abogados en California), el 50% de todos los matrimonios terminan en divorcio, aunque el porcentaje a disminuido un poco porque muchas personas están optando por vivir en pareja. En EU, un divorcio ocurre cada 13 segundos. Siguiendo esa estadística, ocurren 9 divorcios durante el tiempo que le toma a una pareja recitar sus votos de matrimonio (como 2 minutos). Y hay un sinfín de otros ejemplos de impaciencia y falta de dedicación.

Este problema finalmente se traduce a las cosas que tienen que ver con el Señor. Hoy en día se predica un evangelio donde Dios prácticamente tiene que dar como un servicio al cliente, y claro, cuando y como el cliente lo quiere. Y si Dios no hace las cosas como desean, lo abandonan y buscan de otras cosas que si piensan que les pueden cumplir sus deseos. Es por este tipo de comportamiento y disposición que muchas personas abandonan la fe, o crean un tipo de creencia sujeto a su propia opinión, pero sencillamente no hay una fidelidad hacia el Señor. Prácticamente, la gran mayoría de las personas hacen como quieren y desean, pero están lejos de permanecer fieles al Señor. Es más, y como vimos en el pasaje de hoy, vimos todas las distintas personas que se mencionan. Vimos como hubo personas que abandonaron a Pablo como todos los que estaban con él en el Asia, de los cuales eran Figelo y Hermógenes. El Señor aclaró las cosas así: Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Mateo 7:13-14. El problema que encuentran muchos es: al trascurrir el tiempo, y cuando comienzan a encontrar desafíos en el camino. El asunto es que es más fácil seguir las cosas del mundo, y hacer aquellas cosas que llevan a la perdición como leímos recién. A nadie le gusta la dificultad, y lo bueno cuesta mucho trabajo, esfuerzo, esmero, dedicación, y si, hasta sacrificio. Muchos pierden la paciencia con el tiempo, y por muchas distintas razones. Muchos abandonan el Camino cuando ven que hay que hacer lo que dice el Señor, en vez de hacer lo que ellos quieren. Muchos dejan las cosas de Dios cuando se ve largo y duro lo que queda por delante, cuando las cosas se ponen difíciles, cuando comienza la persecución o el vituperio, cuando Dios supuestamente no cumple las peticiones como se desean, o cuando las cosas del mundo se comienzan a ver mas apetecibles que las cosas del Señor. Sencillamente, dejan el camino angosto porque otras cosas superan cualquier sentimiento o idea que tengan de Dios. Y muchas veces se comete el error de pensar que abandonar al Señor consta de negar la fe por completo. El abandonar al Señor consta también cuando no se le sigue. Ese es también el real abandono, porque hay que caminar e ir en pos del Señor, hay que seguirle, como está escrito: El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. Mateo 10:37-38. El Señor siempre esta de camino, haciendo distintas cosas, y para poder estar con El, hay que seguirle, no solamente creer en El, y aún menos, quedarse estacionario y pensar que Dios dejara Su camino por uno. Esto es muy distinto a lo que se predica comúnmente.

Y como final, veamos el otro grupo de personas que, si siguieron al Señor, y permanecieron fieles hasta el fin. Vimos que este Timoteo se convierte en uno de los lideres principales de la iglesia local, pero gracias a la fidelidad de su abuela Loida, y de su madre Eunice. Al ver esto, comprendemos que la fidelidad crea una cadena a través del tiempo, la que comenzó el Señor y fue seguido por los Apóstoles y los discípulos, y esos llevaron a otros al Señor al permanecer fieles, y así sucesivamente hasta ahora. Si permanecemos fieles al Señor hasta que se cumpla nuestro tiempo aquí, formaremos parte de la gran cadena que desea formar Dios a través de la eternidad, que lo que hacemos aquí permanece por siempre en la perpetuidad y delante del gran trono de Dios. Entonces, ¿has pensado lo importante que es para ti, y para los que te rodean, que puedas permanecer fiel al Señor todos los días de tu vida, cumpliendo Su gran y eterno propósito? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Viviendo un estilo de vida de obediencia - 2 Samuel 2:1-7

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Basado en 2 Samuel 2:1-7 (Versión Reina Valera 1960)

Después de esto aconteció que David consultó a Jehová, diciendo: ¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá? Y Jehová le respondió: Sube. David volvió a decir: ¿A dónde subiré? Y él le dijo: A Hebrón. David subió allá, y con él sus dos mujeres, Ahinoam jezreelita y Abigail, la que fue mujer de Nabal el de Carmel. Llevó también David consigo a los hombres que con él habían estado, cada uno con su familia; los cuales moraron en las ciudades de Hebrón. Y vinieron los varones de Judá y ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá. Y dieron aviso a David, diciendo: Los de Jabes de Galaad son los que sepultaron a Saúl. Entonces envió David mensajeros a los de Jabes de Galaad, diciéndoles: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis hecho esta misericordia con vuestro señor, con Saúl, dándole sepultura. Ahora, pues, Jehová haga con vosotros misericordia y verdad; y yo también os haré bien por esto que habéis hecho. Esfuércense, pues, ahora vuestras manos, y sed valientes; pues muerto Saúl vuestro señor, los de la casa de Judá me han ungido por rey sobre ellos.

Uno de los graves problemas que existe hoy en día en el cristianismo es la falta de obediencia a Dios. Y lo que el diablo ha usado para poder llevar este gran mal a cabo son las malas doctrinas que ha infiltrado usando a muchos de los llamados ministros y predicadores de Dios, con todo lo que tiene que ver con el abuso y mal uso de la gracia y el amor de Dios. En muchos lugares se enseña de la gracia y el amor de Dios como una licencia para pecar, como que la gracia y el amor de Dios no tiene nada que ver con obedecer y vivir una vida que glorifique a Dios. Le podemos echar mucho la culpa al diablo (y él es culpable), pero también existe una gran atracción a este mal. Entonces, se cumple el mismo mal que se produjo en el jardín del Edén con Satanás, Adán y Eva. El diablo tentó al hombre con algo que parecía la verdad para hacerlo caer, pero tanto a la mujer y al varón le pareció agradable y apetecible esta falsa verdad que les estaba vendiendo, y así cayeron precisamente en el pecado del cual estamos hablando hoy, el pecado de la desobediencia, lo cual envuelve muchas cosas.

Para comenzar, la desobediencia nunca trae nada bueno, por mucho amor y gracia que Dios derrame. En realidad, la desobediencia produjo la caída del hombre, y si no hay una obediencia hacia Dios y hacia lo que El manda, toda la gracia y el amor de Dios no puede arreglar las consecuencias del pecado de la desobediencia. Porque escrito esta: ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Romanos 6:15-16. Lo que tenemos que entender es que somos seres creados por Dios, y fuimos hechos para servicio, y como tal, lo que escogemos hacer con nosotros mismos es lo que terminamos sirviendo, y así, nos convertimos en siervos y esclavos de lo que hacemos. Y como recién nos explicó la Palabra, si le obedecemos a Dios, entonces somos esclavos (por amor) de Dios, pero si servimos al pecado, entonces nos convertimos en esclavos del pecado y al que le pertenece el pecado. Entonces, ¿podrá salvarnos la gracia y el amor de Dios si escogemos servir al pecado y al diablo?

Esto es algo que también nos enseña la Palabra de Dios: Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 1 Juan 5:1-4. Y este es el más grande mandamiento y la perfecta voluntad de Dios que debemos cumplir a través de Jesucristo: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Marcos 12:29-31. No hay amor hacia Dios si se desea desobedecer.

Como principio de obediencia hacia Dios, la misma obediencia que nos salva es cuando nos arrepentimos y nos convertimos de todos nuestros pecados, y reconocemos y hacemos a Jesús el Señor de nuestras vidas, y esto no puede pasar de palabras nada más, sino tiene que ser con todo el corazón, y esto es solo el comienzo, como lo explica la Palabra, que cuando venimos a Cristo nacemos de nuevo en Cristo, y como nacimiento, uno tiene que crecer y desarrollarse para convertirse en lo que Dios desea. Esta es la voluntad de Dios también: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17. Fuimos salvos por la gracia y el amor de Dios, pero para que hagamos lo que perpetua la vida, para toda buena obra, no para hacer lo que se nos plazca y aún menos, volver al pecado que causo nuestra muerte espiritual para comenzar. Este es el gran error que se enseña como verdad, que el amor de Dios consiste en que Dios perdone todas nuestras desobediencias y rebeliones sin arrepentimiento, y que nos sirva para lo que queramos. Y este es el mismo error que se enseña como amor también, que el amar al prójimo consiste no darle el consejo de Dios y dejarlo que se hunda en su pecado, y aún más, apoyar las cosas malas que hacen. El amor nunca puede consistir en apoyar el pecado y en no hacer nada cuando uno ve que otro ser se destruye en su decadencia. Cristo murió en la cruz no para darnos lo que queremos, no para cumplir nuestros caprichos, ni aun menos, para que sirvamos al pecado de alguna manera, sino más bien, murió y fue resucitado para que podamos tener vida eterna, y para que seamos hechos libres para hacer esas cosas que producen vida.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con el pasaje de hoy? Y así, tenemos que leer esto: Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de éste, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel. Hechos 13:21-23. David no fue un hombre sin pecado, pero en gran parte de su vida, vivió un estilo de vida de obediencia a Dios, buscando hacer lo que le placía a Dios, y apoyando a aquellos que hacían lo mismo. Y Dios lo guiaba porque él buscaba hacer la voluntad de Dios, no su propia voluntad. El entendía que el Señor era Señor y que su deseo era hacer lo que su Señor deseaba. Este mismo concepto existe hoy, especialmente como producto de la muerte y sacrificio de nuestro Señor. La gracia y el amor de Dios se mostró en la cruz para que nosotros podamos pertenecerles al Señor a través de la fe, para hacernos parte de Su reino, y para poder vivir una vida libre del poder del pecado y llevar acabo la voluntad de Dios. Así que, ¿vives un estilo de vida de obediencia al Señor, buscando hacer Su voluntad? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La Misericordia de Dios - Jonás 3-4

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Basado en Jonás 3-4 (Versión Reina Valera 1960)

Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré. Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino. Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo. Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal. Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida. Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto? Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad. Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera. Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó. Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida. Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte. Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?

Es fácil recordar al profeta Jonás por lo que le paso por su desobediencia, porque a él fue que se lo trago un gran pez por no querer hacer la voluntad de Dios. ¿Cuál fue el problema de Jonás? ¿Por qué no quiso ir a Nínive? La razón es muy simple. Nínive era la capital del imperio Asirio en aquel tiempo, uno de los imperios más despiadados, y el enemigo principal de Israel. Eran gente muy sanguinaria y hambrienta de poder, y dentro de su propia civilización, eran muy decadentes con mucho paganismo, como muchos de los reinos de aquel entonces. Sencillamente, le eran muy despreciables y por muchas razones. Pero, el Señor siempre ha sido un Dios misericordioso, y ama a todo ser humano, y en lo más mínimo, desea darles la oportunidad de arrepentirse a todos, de alguna manera u otra. Y El tiene aún más misericordia cuando existe la ignorancia, cuando las personas sencillamente no han tenido una buena y clara oportunidad de conocerle.

El asunto es que Dios ama increíblemente al ser humano. El no es el Dios que muchos piensan como cruel, como el que está listo para castigar y no saber contener Su ira. Si eso fuere verdad, nadie existiría en este momento. La ira de Dios es algo muy terrible, porque se trata del Todopoderoso del universo. Pero, dentro de Su increíble Ser también hay un increíble amor y misericordia, y El desea el bien de todos, hasta del que nos parece el más malo de todos. Nadie está lejos de la misericordia de Dios. Como está escrito: Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo vivirá. ¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? Ezequiel 18:21-23. El siempre da lugar para que allá arrepentimiento. Dios no espera que seamos perfectos aquí (porque es imposible), sino más bien, desea arrepentimiento y conversión, que allá en lo más mínimo un deseo de cambiar cuando uno es confrontado con nuestro pecado. Eso es lo que busca Dios en el ser humano.

¿Cuál debiera ser nuestro incentivo para ayudar a todos venir al Señor, aún a nuestros enemigos? A nadie le gusta saber esta realidad, pero aquí viene, lo que era nuestra realidad antes de haber nacido de nuevo en Cristo: Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Efesios 2:1-3. Sea que hallamos pecado poco o mucho antes de venir a Cristo, todos éramos hijos de ira, muertos en nuestros pecados, y muy lejos de Dios, y en realidad, enemigos de Dios. Y si Dios tuvo misericordia de nosotros siendo como éramos, El también desea tener misericordia de aquellos que están tan perdidos como nosotros lo estuvimos. ¿Los que hemos llegado a Cristo antes somos mejores que lo demás que todavía no han llegado? De ninguna manera.

El error de Jonás fue creerse más merecedor de la misericordia de Dios que los de Nínive. Y este también es el error que cometen muchos creyentes, al olvidarse de donde los saco Dios, de lo que eran antes de venir a Cristo. Ninguno de nosotros éramos buenos, ni todavía lo somos. Sencillamente, no hay lugar para ningún tipo de orgullo o sentido de superioridad. Y es por eso que debemos hacer como Cristo hizo, aún con nuestros enemigos, porque el Señor le dio hasta oportunidad a Judas Iscariote, a que se arrepintiera de su mal camino, sabiendo todos los pensamientos de Judas y hasta el mal que él hacía estando con ellos, porque Dios lo sabe todo. Este es el trabajo y responsabilidad de todos los que hemos llegado a Cristo: Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Mark 16:15-16. ¿Puede ser inconveniente o difícil compartir el Evangelio? ¡Claro que sí, y mucho! Pero, de esa manera llego a nosotros. A muchos les costó mucho esfuerzo, dolor, y hasta sus vidas para que yo pudiera llegar a Cristo, para que podamos tener lo que tenemos hoy. Y claro, ¿Qué podemos decir de lo que hizo el Señor por nosotros, para que nosotros pudiéramos tener la oportunidad de ser salvos? Así que, ¿formarás parte de la misericordia de Dios, para que otros también puedan tener la oportunidad de la salvación, cueste lo que cueste? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Dios recompensa la fidelidad - Genesis 39

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Basado en Genesis 39 (Versión Reina Valera 1960)

Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo. Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia. Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió. Cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera, llamó a los de casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros. Vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces; y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió. Y ella puso junto a sí la ropa de José, hasta que vino su señor a su casa. Entonces le habló ella las mismas palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera. Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor. Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.

¿Sale todo bien cuando hacemos el bien? En el aquí y en el ahora, a veces si, y, a veces no. El hacer la voluntad de Dios aquí en la tierra no asegura que todo saldrá bien aquí. Hay muchos que enseñan que, si una persona tiene suficiente fe podrá lograr muchas cosas aquí en la tierra, aún cosas imposibles, y que todo le saldrá bien. En eso es lo que basan la fe. Si estamos leyendo la misma Biblia, entonces eso no es cierto. El que te salgan las cosas bien aquí no quiere decir que tu fe es fuerte, y el que te salgan las cosas mal aquí no quiere decir que no tienes fe o que Dios te ame menos. Hay muchas cosas que se enseñan como verdad y en realidad, no son verdad. La verdad es que el hacer las cosas bien aquí en la tierra y tener mucha fe no garantiza que las cosas salgan bien aquí y ahora, y por eso que nuestro enfoque no necesariamente debe ser el aquí y el ahora, porque si nos enfocamos solamente en el aquí y en el ahora, si puedes perder la fe o malentender la fe, lo cual te llevaría a un camino que está muy lejos del Señor. En el camino hacia la perdición se pueden encontrar muchas cosas que se parecen a la verdad.  

Para comenzar, hoy vimos una parte de la vida de José, fue una persona de ejemplo de fe y de fidelidad al Señor, quien sufrió muchas veces por hacer el bien. Si conocen la historia, José fue vendido como esclavo (aunque algunos lo querían matar), sus hermanos, porque le era fiel al Señor, y porque lo envidiaban. Después de ser vendido, lo compro Potifar. Le fue mas o menos bien por un tiempo (aunque era un esclavo), pero esta vez, fue acusado injustamente de tratar de violar a la mujer de Potifar. Y de ahí, fue encarcelado. Comenzó a salir adelante (por decir), en la cárcel, aunque no solamente era esclavo ahora, sino también, un reo, sin ningún tipo de derecho ni de valor como ser humano. Y resumidamente y después de ciertos eventos, al final, Dios permite que José subiera al poder, y le usa con Faraón para ayudar a Egipto y a su propio pueblo. Pero, José tuvo muchos sube y bajas, momentos muy desagradables, y en ningún momento vemos que José no fue fiel, sino todo lo contrario, muchas de sus desgracias eran ocasionadas por su fidelidad a Dios.

Esto es lo que en realidad enseña la Palabra de Dios: Teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu. 1 Pedro 3:16-18. Es posible pasar tiempos duros (humanamente hablando) cuando cumplimos la voluntad de Dios, cuando somos fieles, porque también está escrito: Mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Hebreos 11:35b-40.

Entonces, ¿dónde debiera estar nuestra vista puesta para poder permanecer en Cristo aún dentro de los tiempos duros que pueda que suframos por hacer la voluntad de Dios? Escrito esta: Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 1 Corintios 15:16-20. La fe en Cristo no es necesariamente ni para este mundo, ni aún menos, ser usada para las cosas del mundo, sino más bien, la fe en Cristo y el serle fiel es para la resurrección, para la eternidad. Así que: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:19-21. Entonces, ¿Le serás fiel al Señor, pase lo que pase, para que puedas llegar a lo que realmente importa? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Jesús transforma a aquellos que le siguen - Hechos 26:1-23

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Basado en Hechos 26:1-23 (Versión Reina Valera 1960)

Entonces Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo. Pablo entonces, extendiendo la mano, comenzó así su defensa: Me tengo por dichoso, oh rey Agripa, de que haya de defenderme hoy delante de ti de todas las cosas de que soy acusado por los judíos. Mayormente porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia. Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio pasé en mi nación, en Jerusalén, la conocen todos los judíos; los cuales también saben que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo. Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio; promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nuestras doce tribus, sirviendo constantemente a Dios de día y de noche. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos. ¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos? Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras. Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los principales sacerdotes, cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el templo, intentaron matarme. Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder: Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles.

Todos los que hemos nacido de nuevo en Cristo comenzamos como algo totalmente diferente. Vemos en el pasaje de hoy como el Apóstol Pablo relata su conversión, y lo que él hacía antes de venir a Cristo, y como Dios los transformó y lo convirtió en algo totalmente distinto, totalmente contrario a lo que él era. Saulo (o Pablo), era un hombre extremadamente religioso, hasta el punto de sentir tal celo por su religión que hasta persiguió a la iglesia, y encarceló y consintió en la muerte de muchos (como consintió en la muerte de Esteban). El no hacia lo hacía porque le gustaba hacerle el mal a las personas, como algunos erróneamente han supuesto. Antes de Cristo, Pablo era un hombre poderoso, con gran respaldo político, muy educado, de la aristocracia hebrea, ciudadano Romano, y posiblemente, como tal, hasta rico. Pero, al ver sus escritos y relatos, vemos a un ser totalmente distinto, que llego a dejar todo por esta nueva fe en Cristo, que la historia nos cuenta que hasta viajo más de 10,000 millas (16,000 km) pregonando este Evangelio, y llego hasta ser decapitado por Cristo, al final. De ser alguien poderoso, rico, y fuerte, termino en otra fe, y humanamente hablando, pobre, perseguido, y hasta morir prematuramente. ¿Qué puede llegar a causar tal transformación en una persona? y aún más, ¿llevarlo a tal reverso que muchos lo verían como locura y hasta indeseable, especialmente comparándo su vida a lo común de la cristiandad de hoy en día?

El asunto es muy sencillo. Tuvo un encuentro con Dios, con Jesucristo. Y cuando tuvo ese encuentro, hubo una transformación en su manera de sentir y de pensar, algo paso en el centro de su ser en esos instantes que le llevo a ser una persona totalmente distinta. En vez de seguir su camino persiguiendo a la Iglesia, cambio de rumbo, hubo un arrepentimiento y conversión instantánea. En ese momento, Pablo sintió que encontró algo, o Alguien, mucho más grande que lo que él pensaba y creía. Se encontró con Alguien de mucho más valor y poder que su abolengo humano, sus poderes humanos, su riqueza humana, y hasta sus creencias religiosas. Se encontró totalmente superado por Dios, y todo lo que él era y tenía lo abandonó por Alguien a quien él estimo como más grande y digno, como el mismo lo dijo: Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe. Filipenses 3:7-9.

¿Cualquiera puede llegar a esto? Y la respuesta es: ¡Sí! Todos aquellos que deseen realmente conocer a Dios pueden hacerlo a través de Jesucristo. Pablo hacia lo que hacía antes de Cristo porque pensaba que estaba sirviendo a Dios, y Cristo salió a su encuentro para poder ayudarle a tomar el camino correcto. Dios trata de hacer lo mismo con todos nosotros, de alguna manera u otra. El problema es que muchos están tan enfocados en otras cosas que se pierden de ver el resplandor de la gloria de Dios. ¿Creen que no han tenido la oportunidad que tuvo Pablo? Se equivocan. ¿No ven el resplandor del sol o no escuchan las grandes obras del Creador, o no sienten la fragancia de Su creación? Todos nuestros sentidos nos hacen capaces de sentir la gloria de Dios, día tras día, y la muerte y resurrección del mismo Cristo en que creyó Pablo, es el mismo que tenemos hoy en día. El asunto es sencillamente que no hay un verdadero arrepentimiento y conversión en muchos, porque buscan más bien justificar su pecado y su amor por el mundo en vez de apreciar la grandeza del Dios Todopoderoso, el mismo Jesús que Pablo vió en el camino a Damasco. Muchos están más contentos o siguen buscando las migajas de este siglo. Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Hechos 3:19.

Cuando te das la oportunidad de ver la gloria de Dios a través de Jesucristo, y llegas a un verdadero arrepentimiento y conversión, entonces comenzarás a entender que era lo que motivaba a este Pablo (que también me motiva a mí); y Dios comenzará un gran cambio en tu vida, como está escrito: Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Gálatas 5:24. Así que, ¿hás decido abandonar tu pecado y seguir realmente a Cristo para ser transformado por El? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El Verdadero Ministerio - Hechos 13:1-12

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Basado en Hechos 13:1-12 (Versión Reina Valera 1960)

Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante. Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús, que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios. Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.

¿De que consta el verdadero ministerio en el Señor? ¿Hay que dejar o abandonar todo para servir al Señor realmente? Puede que sí, o puede que no. ¿Hay que ir a un seminario o una escuela especial para poder prepararse para el ministerio? Puede que sí, o puede que no. ¿Tiene que una persona ir a un lugar lejos para poder servir al Señor realmente? Puede que sí, o puede que no. ¿La única manera que una persona puede servir al Señor es si es reconocido por alguna institución cristiana con credenciales establecidas? Puede que sí, o puede que no.

Para poder entender lo que realmente es el verdadero ministerio, hay que ir a la Biblia, y ver lo que realmente dice Dios, no lo que dicen los hombres, porque ese es el problema principal que existe comúnmente: que las personas se dejen llevar por la opinión humana en vez de ver lo que Dios dice a través de Su Palabra. Esto fue lo que dejo establecido el propio Señor: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Mateo 28:19-20. ¿Qué significa “haced discípulos”? El asunto de hacer discípulos es, primero que nada, llevarle el Evangelio a personas que no conocen al Señor, que todavía no han podido establecer esa relación personal con Dios a través de Jesucristo. Ese es el primer paso, porque el segundo, para poder cumplir con el asunto de hacer discípulos tiene ver con el propio significado de la palabra discípulo, que significa: un seguidor. Y claro, el hacer a una persona un discípulo de Cristo es ayudarle a no solamente creer en el Señor, pero también, ayudarle a que siga al Señor, que adopte el estilo de vida que enseña la Palabra de Dios. Dios no desea solamente creyentes, y no nos mandó a hacer creyentes nada más (porque creer en el Señor y seguirlo son dos cosas totalmente distintas). Esto es lo que dice la Palabra acerca del creer: Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:18-20. Así que, el llegar a creer en Cristo solamente no es gran cosa, y no es lo que te salva, porque o si no, los demonios serian salvos (lo cual es imposible). La salvación viene a través de creer y seguir a Jesus, convertirse en Su discípulo, el hacer lo que El nos enseña. Así que, el verdadero ministerio tiene que ver con todo lo concerniente de hacer discípulos para el Señor, el ayudar a las personas a llegar a Cristo, o ayudarlos a seguir a Cristo, o ambas cosas. Ese es el verdadero ministerio, el servicio que el Señor realmente busca.

Es un error pensar que uno tiene que dejar todo para servir el Señor. Dios quiere que le sigamos, y que El sea El que diga lo que se debe o no hacer. Pablo, por ejemplo, trabajaba para mantenerse, y, es más, lo hizo como ejemplo, como está escrito: Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan. 2 Tesalonicenses 3:6-12. Así que, el dejar nuestro empleo no es un requisito Bíblico. Para la gloria del Señor, yo mantengo mi propio empleo secular (que muchas veces demanda entre 50-60 horas a la semana, y a veces hasta más) para poder seguir el ejemplo Bíblico, y no para hacerme rico tampoco (estoy lejos de eso).  

¿Qué debiera ser finalmente el verdadero ministerio? Así lo explica la Palabra: Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. 1 Pedro 1:13-19. El verdadero ministerio consta de estar dispuesto para lo que el Señor desee, si en realidad es el Señor de tu vida (porque El es El que debe mandar, y no nosotros), y obedecerle en hacer discípulos para Cristo, y que El diga cómo y cuándo, sea en tu trabajo, en tu escuela, con tu familia, con tus vecinos, con tus amistades, con seres totalmente desconocidos; que estés dispuesto y que seas obediente, como lo estuvieron esos grandes hombres y mujeres que nos precedieron en la fe, que gracias al Señor, y a ellos, tenemos lo que tenemos hoy. Si no fuera por su obediencia y disposición al Señor, yo no conocería hoy al Señor como le conozco y le trato de seguir y servir hasta que El venga por mí. Así que, ¿estás cumpliendo con el verdadero ministerio, a pesar de los desafíos que puede que encuentres en el camino? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Murmurando en contra de Dios - Éxodo 16:1-3

Basado en Éxodo 16:1-3 (Versión Reina Valera 1960)

Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

¿Entiendes que Dios ve y escucha todo, y sabe aún hasta lo mas profundo de tu ser? Dios lo sabe todo. ¿Cómo es que puedo dar tal afirmación? Porque la Palabra lo dice. Para comenzar, la Palabra de Dios es más que una colección de palabras y pensamientos escritos a través de los siglos por hombres inspirados por Dios. La Palabra de Dios es una persona, la persona de Cristo, como esta escrito: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Juan 1:1-2. El Verbo, o la Palabra es parte de la Divina Trinidad, y Juan lo revela como el Señor Jesús. Así que, estableciendo este principio fundamental es que podemos establecer lo siguiente, como también está escrito: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. Hebreos 4:12-13. Entonces, se habla de la Palabra de Dios en un sentido personificado porque se esta refiriendo a una persona, la persona del Señor. Por lo tanto, la Palabra de Dios, o más bien, el Señor penetra hasta partir el alma y el espíritu de una persona, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón, y, todo está manifestado en Su presencia, desnudas y abiertas. El lo sabe absolutamente todo.

En el siguiente pasaje, podemos ver este principio en acción, por decir, como está escrito: Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada. Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús. Lucas 6:6-11. Aquí vimos que El conocía sus pensamientos, y entendía toda intención que tenían porque se puede ver en Su proceder. Y claro, ellos se llenaron de furor por todas esas razones, porque se dieron cuenta que lo sabia todo, y que no tenían ni la más mínima excusa para llevar acabo precisamente lo que deseaban llevar a cabo, sus planes fueron frustrados completamente. Como un paréntesis, y como más aclaración de todo lo que sabia el Señor de sus planes, los escribas y fariseos no podían llegar y matar al Señor, tenia que ser hecho de tal manera para que ellos se vieran como buenos, para sentirse justificados públicamente, y para que nadie se diera cuenta de sus verdaderas intenciones.

Ahora bien, volviendo al pasaje principal de hoy, volvemos a ver el asunto de murmurar o hablar mal del Señor, porque eso es lo que significa la murmuración: de reclamar o hablar mal de alguien, y hacerlo con procederes encubiertos. Después que Dios había hecho grandes proezas, milagros, señales con poder supernatural, para poder liberarlos del poder de Egipto, donde habían sido esclavos por siglos, con amos rígidos, duros, e implacables, los cuales los hicieron construir esas grandes pirámides que vemos hoy en día, con duro trabajo, a filo de espada y con azotes, con sangre y muerte, ¿se atreven a reclamar de que Dios no estaba haciendo las cosas bien, y que estaban mejor en Egipto? ¡Que increíble injusticia y tan falsa acusación! ¿De verdad que estaban mejor en Egipto? ¡Bajo ningún punto! ¡La falta de apreciación y agradecimiento no tenia limites! Y este asunto de murmurar y de reclamo en contra de Dios hastío a Dios, en conjunto con sus otros pecados. Por eso que rondaron el desierto por 40 años, hasta que la generación que salió de Egipto termino toda en el desierto. Por sus rebeliones y reclamos, un viaje que le hubiera tomado 9 meses si hubieran caminado una milla (1.6 km) por día nada más, les tomo 40 años. ¿Entienden que el asunto de reclamar de Dios, de hablar mal de El, de murmurar solo trae mas problemas? Y ¿Por qué pasa esto? Porque si no hay un corazón que reconozca realidades, y de darse cuenta de todo lo que ha hecho el Señor, sigue haciendo el Señor, y hasta ha determinado hacer el Señor con aquellos que le aman, sencillamente no se recibirá ni el bien aquí en la tierra, ni aún menos, en la eternidad. ¿Cómo puede Dios recompensar a aquellos que no ven como bendición y bien lo que El hace? ¿Cómo puede Dios dar el bien si todo lo que El hace se ve como malo, o como algo inferior?

El asunto es que no debemos tentar al Señor, ni tampoco murmurar como muchas veces tenemos la tendencia de hacer (si somos sinceros), porque escrito esta: Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 1 Corintios 10:9-11. Y esto es Nuevo Testamento, no Antiguo Testamento, para aquellos que alegan que ya las cosas del Antiguo Testamento no tienen validez hoy en día. Se nos dio escrito el pasado para aprender de aquello, y aplicar lo que aprendimos de aquello ahora, y en el futuro. Esto es lo que tenemos que tener en cuenta antes de murmurar: Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Isaías 55:8-9. Y yo más bien diría que tenemos que tener cuidado con pensar mal de Dios, habiendo aclarado todo lo que se ha aclarado, porque no solo El sabe cuándo se habla mal de El, sino también, ya que sabe y conoce aún lo más profundo de tu ser, sabe tus pensamientos e intenciones, porque también está escrito: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10.

Así que, si no buscas mas bien aprender y entender todo lo que Dios ha hecho, hace, y piensa hacer con los que le aman, no te va a ir muy bien. Pero, si buscas sentir y pensar bien de Dios, viendo la realidad, de que El te ama, y solo desea tu bien, aunque no lo entiendas al momento porque sencillamente no tienes la capacidad de saber lo que El sabe, entonces sí obtendrás lo que El tiene para ti ahora, y aún más importante, lo que tiene para ti después, en la eternidad. Entonces, ¿Seguirás murmurando en contra de Aquel que, mas tarde o más temprano, te dará según las intenciones de tu corazón? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La dispensación de la Gracia de Dios a traves de la fe - Romanos 9

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Basado en Romanos 9 (Versión Reina Valera 1960)

Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén. No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes. Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles? Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada. Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente. También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo; porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud. Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes. ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo, como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; y el que creyere en él, no será avergonzado.

Blaise Pascal dijo una vez: El creer es una sabia apuesta; dado que la fe no pueda ser comprobada ¿Qué daño vendrá sobre ti si apuestas a su verdad y compruebas que es falsa? Si ganas, lo ganas todo; y si pierdes, no pierdes nada. Apuesta entonces, sin duda, de que El (Dios) existe. En el pasaje de hoy se puede malentender el asunto de que supuestamente Dios es el que crea a las personas con sentimientos ya predeterminados, y desde cierto punto de vista, puede ser posible, pero en casos muy selectos, no como generalidad. Hay que tomar la plenitud de la Palabra de Dios para poder llegar a muchas repuestas, no basar o fabricar una ideología solo basándose en unos pocos versículos. De otra manera, sería una irresponsabilidad y una gran injusticia. Y aún más, si se sacan las cosas de Dios fuera de su contexto, del contexto de la Biblia en Su plenitud, el más afectado no es Dios (bajo ningún punto), sino más bien, las personas que se dedican a hacerlo y los que escuchan o leen lo que esas personas fabrican. Por eso que no puedo enfatizar suficientemente, que cada persona debe leer y estudiar la Palabra de Dios, no como una disciplina intelectual, sino a través de la fe y la iluminación del Espíritu Santo que solo viene a través de un nuevo nacer en Cristo. La fe finalmente justifica todo el proceder de Dios, y es la que abre la puerta a la plenitud de la gracia de Dios.

Lo primero es tratar de entender la fe y su gran valor. Dios siempre a sujetado Sus cosas a la fe, y no al intelecto humano, y aún menos, a las capacidades carnales. Todo lo contrario. Todos los que alcanzaron grandes galardones y promesas en el Antiguo Testamento fue todo en base a la fe, comenzando por el padre de la Fe: Abraham. ¿Por qué sujetar todo a la fe? Porque es algo que está al alcance de todo ser humano. Para tener fe, no necesitas tener ni gran educación, ni dinero, ni poder, ni nada de lo que el mundo establece como requisito. Cada ser humano tiene la capacidad de la fe y la ejerce a cada momento, consciente o inconscientemente, tomando muchas cosas por asentadas por esa misma fe que ejerce. Hasta los niños pequeños tiene la capacidad de tener fe. Y es más, Dios nos aconseja que necesitamos tener fe como la de un niño. Por ejemplo, ¿sabes lo que hicieron con tus frutas y vegetales antes de comprarlas y comértelas? Imposible para la mayoría. No obstante, retienes un empleo para poder pagar por ellas, vas al mercado a comprarlas, y te las comes sin grandes preguntas o dudas. Se hace lo mismo con las medicinas. No hay muchas preguntas, y sencillamente se toman. Hay una confianza impresionante con muchas cosas que casi nada se sabe. Entonces, si tienes esa capacidad, tienes la capacidad de poder entender, comprender, y hasta aceptar a Dios y lo que El enseña, tienes absoluto libre acceso a la gracia de Dios con la facultad de fe que tienes y ejercitas. No eres parte del grupo de personas que posiblemente fue hecho para otras cosas. El asunto es: ¿Qué haces con tu fe? ¿Sobre qué pones tu fe entonces? Ese es más bien el asunto.

Dios ha dado su pequeño empuje (por decir) a que, por un tiempo, por el complemento de la misma dureza de corazón de Israel de no desear aceptar a Jesús como Mesías, que nosotros los gentiles, los que no teníamos antes acceso por razones similares a las cosas de Dios (también por el increíble endurecimiento de corazón de nuestros antepasados), ahora podemos disfrutar de la dispensación de la gracia de Dios a través de la fe en Cristo. Pero no hay que confiarse en que esa puerta permanezca abierta por mucho tiempo, porque la oportunidad terminará en un momento determinado cuando se cumplan las Escrituras e Israel comience a volver sus ojos al verdadero Mesías, y ya está pasando, la higuera ya ha comenzado a florecer. Estamos ya aproximándonos cada vez más al final, y todo lo que vemos lo está demostrando. La Palabra finalmente nos insta de esta manera: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11:6. Así que, ¿estas ejerciendo la fe que tienes para poder aprovechar la dispensación de la gracia de Dios, o la estas usando para otras cosas que no tienen mucho valor? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El juicio de Dios viene - Joel 2:1-17a

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Basado en Joel 2:1-17a (Versión Reina Valera 1960)

Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones. Delante de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto del Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape. Su aspecto, como aspecto de caballos, y como gente de a caballo correrán. Como estruendo de carros saltarán sobre las cumbres de los montes; como sonido de llama de fuego que consume hojarascas, como pueblo fuerte dispuesto para la batalla. Delante de él temerán los pueblos; se pondrán pálidos todos los semblantes. Como valientes correrán, como hombres de guerra subirán el muro; cada cual marchará por su camino, y no torcerá su rumbo. Ninguno estrechará a su compañero, cada uno irá por su carrera; y aun cayendo sobre la espada no se herirán. Irán por la ciudad, correrán por el muro, subirán por las casas, entrarán por las ventanas a manera de ladrones. Delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor. Y Jehová dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo? Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación para Jehová vuestro Dios? Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella.

El libro de Joel es corto, pero muy aplicativo para nosotros, especialmente en estos momentos que estamos viviendo como grupo e individualmente, porque la Biblia tiene en Su plenitud muchos propósitos: el contar lo que sucedió en el pasado y dejar escrita las experiencias y las consecuencias de los que fueron afectados, y como eso se relaciona a nosotros individualmente hoy, y principalmente, la manera de la cual Dios usa para poder hablarnos como grupo e individualmente. Sencillamente, la Palabra de Dios se cumplió antes, se cumple ahora, y se cumplirá en el futuro. La Palabra de Dios fue, es, y siempre será; sin excepciones, no importa todo lo que muchos traten de hacer en contra de ella, sea tratando de hacerla desaparecer, o tomando de un lado o de otro, o tratando de cortarla en pedazos, o tratando de desfigurar o cambiar Su sentido con supuestas mejores traducciones o actualizaciones. No importa lo que trate de hacer el ser humano, Dios llevará acabo Sus designios con o sin la aceptación del hombre. La gran pregunta es: ¿Cómo se cumplirá la Palabra de Dios en tu vida? Y ¿experimentaras Su juicio o Su gracia?

El pueblo de Israel en general que salió de Egipto posiblemente pensó que su pecado y rebelión no iban a ser tomados en cuenta, a pesar de las grandes maravillas que Dios hizo para liberarlos de las manos de Faraón. Pero en realidad, y la historia lo cuenta, que su rebelión y sus malos caminos hicieron que cayese juicio sobre ellos, como esta escrito: Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 1 Corintios 10:1-11.

El mensaje de Joel fue muy parecido al de los demás profetas, el cual era de predecir el mal que vendría si no había un cambio definitivo de corazón. Hay varias cosas que se pueden creer que profetizo Joel, y especialmente considerando cuando se cree que se escribió el libro. El profeta Joel dio su mensaje al pueblo de Judá aproximadamente 835 años antes de Cristo, antes de la conquista babilónica. Así que, predijo que habría una plaga de langostas, el cual no se sabe si literalmente sucedió o no. Pero, hay que tener algo en mente, que las visiones o los mensajes que muchas veces tenían los profetas eran literales o de cosas figurativas que más o menos explicarían los hechos que vendrían a acontecer. Una cosa si es segura, y desgraciadamente se cumplió aún más horriblemente de lo que pudiera haber sucedido con una plaga de langostas, y eso fue la conquista babilónica. El pueblo de Judá no se arrepintió como debiera haberlo hecho y si vino una devastación la cual nunca se imaginaron. Tomaron la misericordia de Dios como profecías que quedaron sin cumplirse o poco creíbles. Nunca pensaron que vendría ese tan horrendo día que verían el cumplimiento de la Palabra de Dios no solo de lo que hablo Joel, sino también de los demás que Dios uso para decirles, vez tras vez, año tras año, que cambiaran sus caminos, que se arrepintieran de sus pecados, y que se volvieran a su Dios. La táctica babilónica históricamente hablando era un ataque increíblemente veloz y avasallante, como el de una langosta, hombres muy diestros y ágiles que sabían montar a caballo como otros no sabían, y que usaban armas de fuego. Todo lo que tocaba el ejercito quedaba en llamas y cenizas, y todo ser que encontraban era muerto. No dejaban nada a su paso, solo cadáveres y una tierra completamente consumida y devastada.

Habiendo leído esto, ¿cometeremos el error de que seremos la excepción? ¿Pensaremos que la gracia de Dios invalida Su santidad, y las expectativas que El tiene para aquellos que dicen ser Su pueblo? No creo que sería muy sabio el cometer tales errores y asumir tan erróneamente. Muchas cosas pueden sucedernos que nos devasten como grupo o individualmente, sea por el pecado de muchos, o por el pecado individual, o porque sencillamente vivimos en un mundo que está lleno de pecado. Y son afectados tanto los justos como los injustos. Pero el asunto es, que el juicio de Dios viene. Desgraciadamente veremos días aún peores de los que estamos viendo, si como grupo no buscamos de corazón al Dios Vivo. Así que, ¿serás de aquellos que serán parte responsable por el juicio de Dios que viene, o de los que se arrepintieron buscando la gracia y la misericordia divina? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Las instrucciones de Dios son para nuestro beneficio - Levítico 11:1-23

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Basado en Levítico 11:1-23 (Versión Reina Valera 1960)

Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciéndoles: Hablad a los hijos de Israel y decidles: Estos son los animales que comeréis de entre todos los animales que hay sobre la tierra. De entre los animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis. Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos: el camello, porque rumia pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis por inmundo. También el conejo, porque rumia, pero no tiene pezuña, lo tendréis por inmundo. Asimismo la liebre, porque rumia, pero no tiene pezuña, la tendréis por inmunda. También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendréis por inmundo. De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto; los tendréis por inmundos. Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas: todos los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos, estos comeréis. Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en el mar y en los ríos, así de todo lo que se mueve como de toda cosa viviente que está en las aguas, los tendréis en abominación. Os serán, pues, abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis sus cuerpos muertos. Todo lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas, lo tendréis en abominación. Y de las aves, éstas tendréis en abominación; no se comerán, serán abominación: el águila, el quebrantahuesos, el azor, el gallinazo, el milano según su especie; todo cuervo según su especie; el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán según su especie; el búho, el somormujo, el ibis, el calamón, el pelícano, el buitre, la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y el murciélago. Todo insecto alado que anduviere sobre cuatro patas, tendréis en abominación. Pero esto comeréis de todo insecto alado que anda sobre cuatro patas, que tuviere piernas además de sus patas para saltar con ellas sobre la tierra; estos comeréis de ellos: la langosta según su especie, el langostín según su especie, el argol según su especie, y el hagab según su especie. Todo insecto alado que tenga cuatro patas, tendréis en abominación.

¿Han pensado alguna vez porque Dios se ha preocupado hasta de decirnos lo que nos conviene comer o no comer? ¿Por qué Dios se ocuparía de distintos detalles como estos? La Palabra de Dios, en Su plenitud, es el completo consejo de Dios para el hombre, desde Genesis hasta Apocalipsis. O sea, sencillamente la Palabra de Dios también tiene Su lado práctico, donde Dios le dice al hombre que hacer para que tenga el mayor provecho posible. Como el Padre Celestial que es, El nos da Su instrucción por muchas razones (no perdamos el foco, de que este mensaje se trata de comida nada más).

El primer punto es que el Señor nos dió Su Palabra para el bien del hombre, no para el bien de Si mismo. El Señor no es el que sale perdiendo si no se sigue Su consejo. Somos nosotros lo que salimos perdiendo. Esto es algo primordial que muchas personas no entienden. El que obedezcamos o no a Su Palabra aquí en esta tierra no afecta en lo más mínimo Su reino, porque Su reino ni siquiera es de aquí, como está escrito: Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Juan 18:36. Así que, el que nosotros sigamos o no las cosas de Dios, no impacta en lo más mínimo ni Su reino, ni Su soberanía, ni Su existencia. Esto es lo que nos enseña la Palabra: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios [no Dios] sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17. Entonces, la Palabra de Dios, Su consejo es solo para el bien nuestro. Somos finalmente libres para hacer todo lo que queramos en este lugar, pero todo tiene su consecuencia, como también está escrito: Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. 1 Corintios 10:23.

El segundo punto tiene que ver con el propósito que tiene la Palabra, o más bien con nuestra obediencia a ella. Este mundo es solo la antesala a cosas más grandes y duraderas. El propósito que tiene este mundo es ver de lo que es capaz una persona, nada más; si una persona entiende, o no lo que necesita entender para seguir hacia lo próximo. Esto es lo que dijo el Señor: Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Juan 3:12. O sea, si no queremos ni entender, ni menos, obedecer a lo sencillo de lo presente, ¿Cómo entonces podremos entender y aún formar parte de cosas más grandes? Es como un niño que no quiere aprender que dos más dos son cuatro. ¿Cómo se le enseñará a un niño que no desea aprender a sumar, el multiplicar, el dividir, algebra, geometría, etc.? Entonces, ¿Qué hace Dios con personas que ni desean aceptar, ni entender que El es Dios, que ni desean amarle o seguirle, que nunca le toman en serio, y claro, sin ningún tipo de deseo de obedecer? Su Palabra lo explica aún más claro a través de esto: Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 25:14-30. Si una persona desea ser inútil ¿Qué más queda por hacer?

El Señor nos da Su consejo a través de la Palabra para ver que somos y que hacemos con ella, si deseamos ser aptos o no, si apreciamos Su amor y Su enseñanza, o si sencillamente queremos hacer nuestra voluntad nada más, lo cual nunca nos llevará ni a Dios, ni a lo que El tiene preparado para aquellos que le aman. Entonces ¿buscás entender y seguir las instrucciones de Dios, por tu propio bien? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Dios y las autoridades humanas - Lucas 20:20-26

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Basado en Lucas 20:20-26 (Versión Reina Valera 1960)

Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador. Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César. Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron.

Antes de compartir este mensaje, se hará una aclaración. El propósito y la razón por lo cual existe este ministerio y su servidor es para estar dedicados a compartir de Jesucristo y Su Verdad con el mundo. El único estandarte que se mantendrá alzado, con la ayuda de Dios, es precisamente del Señor y de todo lo que respalde Sus cosas. Por lo tanto, y la Santa Biblia como fundamento, con el pensamiento de que todos (sin excepción) tendremos que rendir cuentas ante el Altísimo algún día, se compartirá y se apoyará precisamente las cosas de Dios, y no los conceptos de este mundo y de la sociedad. Así que, si hay desacuerdo o descontento con el contenido, no estarán necesariamente contendiendo con personas y sus opiniones, sino con Dios mismo y el consejo que nos da a través de Su Palabra. En otras palabras, no se enojen con el mensajero, porque nosotros no escribimos la Palabra de Dios, sino solamente la tratamos de compartir con la mayor fidelidad posible, por el bien de cada persona que lea o escuche lo que se comparte. El Señor solo desea nuestro bien. En fin, el tema es este: para poder complacer a Dios y cumplir Su voluntad en esta tierra, no estamos llamados a rebelarnos a las autoridades y a desearles algún tipo de mal, sino todo lo contrario.

Para poder entender esto mejor, hay que considerar el contexto histórico en el cual el Señor Jesús mismo nos habló en este pasaje. El Imperio Romano fue el imperio que más destrucción y dura imposición puso sobre todo lo que conquistaba. El Imperio Romano conquisto la gran mayoría de su territorio ni con diplomacia, ni con amistad, sino todo lo contrario, lo conquisto con guerra, con sangre y muerte, con el avance de su ejército y sus legiones. Y cuando reinaba sobre los distintos pueblos, era implacable e inflexible. Y con todo esto, había que rendir tributo y pagar impuestos, como leímos en el pasaje de hoy. El propio Hijo de Dios pago impuestos. Entendiendo todo este contexto, el Señor jamás hablo ni de rebelarse contra Roma, ni de desestabilizar su autoridad, ni siquiera de hacer algún tipo de resistencia. Todo lo contrario, dijo y enseño: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Entendiendo esto, ¿hay alguna razón Bíblica que justifique lo contrario hoy, teniendo condiciones extremadamente distintas a las de aquel entonces? Sencillamente no hay justificación. Dios nunca hablo ni de desafiar a las autoridades, ni de rebelión, no importando ni lo implacable ni lo injustas que sean. Esto es lo que enseña la Palabra de Dios: Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Romanos 13:1-8. Y esto es lo que sigue aconsejándonos el Señor, y en lo que sí nos debemos ocupar: Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres. Tito 3:1-8.

Y si hay injusticias hechas por cualquiera, sin excepciones, esto fue lo que enseño el Señor: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Mateo 5:43-48.

Y finalmente, Pablo es el ejemplo más grande que tenemos de alguien que fue usado grandemente por el Señor después de haberse convertido. Por eso es que Dios busca la transformación del pecador. Siguiendo vean un pequeño relato de Pablo como autoridad judía antes de venir a la fe en Cristo: Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras. Hechos 26:9-11. ¿Qué hubiera sucedido si uno de los cristianos de aquel entonces hubiera matado a Pablo en venganza por todos los males que él hizo? Ni tendríamos mucho de la Biblia que tenemos hoy, y aún menos, muchos de nosotros no conoceríamos al Señor. La gloria es del Señor, pero la vasija que Dios uso fue Pablo, para su recompensa eterna (porque todo lo que hacemos para el Señor tendrá su recompensa en la eternidad).

Así que, ¿respetas la autoridad de Dios al respetar y orar por aquellos que ejercen autoridad sobre ti? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Caminando hacia Jesús - Colosenses 3:1-11

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Basado en Colosenses 3:1-11 (Versión Reina Valera 1960)

Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.

Creo que todos los que hemos llegado a Cristo tenemos el deseo de llegar al cielo para estar con El, ¿verdad? Y si es así, debemos entonces entender lo que eso implica. El asunto es que, para poder llegar, necesitamos entonces tener la mirada puesta en El, y buscar lo que le pertenece. Pero, si hay una indecisión, si hay dudas, si en realidad no hay un deseo real, entonces ¿Cómo se llegara? Y este es el grave problema que hay hoy en día dentro del pueblo de Dios, que dice creer, que dice seguir a Cristo, pero lo que se dice y lo que se hace son dos cosas totalmente distintas. Lo que se habla no concuerda con lo que se hace, y en rendidas cuentas, lo que importa es lo que se hace. Y aún mayor problema, se predica muchas veces un evangelio mezclado con mundanidad que aporta para esta indecisión que las personas tienen. Muchas veces, se enseña un evangelio mundano para poder atraer a las masas que desean esto y lo otro también. Pero, para seguir a Cristo, no puede haber este titubeo, esta tibieza, este coqueteo con uno y con otro. La doctrina que muchas veces se comunica ayuda a criar un pueblo espiritualmente adultero y fornicario, y si entendemos lo que leímos hoy, sencillamente no podemos vivir la vida de esta manera. En fin, sea que lo prediquen o lo sigan, tanto el que enseña para sacar provecho como el que le gusta vivir ese estilo de vida, si les gusta la basura, entonces basura tendrán. Pero, para que este ministerio pueda cumplir el propósito de Dios, tenemos que dar el consejo de Dios con la misma esperanza que Dios mismo tiene, que, si hay algunos que sencillamente no conocen la verdad de Cristo, o aquellos que desean arrepentirse de sus malos caminos, que ambos puedan encontrarse con esa Verdad y que la vivan para que puedan realmente llegar a lo anhelado.  

El primer punto es que es necesario dejar atrás el deseo de lo material, porque lo material es precisamente eso: material. Y como es material, más tarde o más temprano se ira. Y ¿cómo podemos poner nuestra confianza y nuestro deseo en algo superficial y temporal? La Biblia nos enseña esto: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:19-21. Cuando te sientes a comer con algún señor, considera bien lo que está delante de ti, y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito. No codicies sus manjares delicados, porque es pan engañoso. No te afanes por hacerte rico; sé prudente, y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo. Proverbios 23:1-5. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. 1 Timoteo 6:6-11. No hay necesidad para una gran discusión teológica del asunto. La Palabra es muy clara. Hay que tener cuidado con esforzase más de lo debido por lo material. ¿Tenemos que trabajar? ¡Por supuesto que sí! El Evangelio de Cristo no enseña: ni la flojera, ni la irresponsabilidad. Pero, hay que sencillamente luchar, con la guía del Señor, por lo que se necesita, no por lo que se desea, lo cual son dos cosas totalmente distintas.

Aparte de lo material, debemos dejar atrás todo lo demás que consiste en las obras de la carne, o los deseos pecaminosos. Porque de nuevo, si deseamos realmente llegar al reino de Dios, entonces ¿para que seguir deseando lo de aquí? ¿Para qué tener los ojos puestos en las cosas del mundo? La Palabra también nos enseña esto: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:19-21. Si no dejamos las obras de la carne atrás, sencillamente no heredaremos el reino de Dios. Por mucho que una persona diga que quiere estar con el Señor, si sus hechos, su estilo de vida demuestra otra cosa, no hay manera de que lleguen al cielo. Este es el grave peligro con lo malo que se enseña, un evangelio que justifica el pecado, y que también usa malamente la Palabra de Dios para enseñar como conseguir cosas terrenales. El enfoque de toda enseñanza sana siempre, el 100%, debe guiar hacia Cristo, y hacia Su reino, tiene que concordar con la plenitud de la Palabra de Dios. No se pueden usar las cosas de Dios para lograr metas terrenales, porque por mucho que sean conceptos Bíblicos los que se emplean, la meta es otra, y eso ni glorifica a Dios, ni aún menos, beneficia el alma y el espíritu de una persona. Si se lucha por lo terrenal, si la meta es lo temporal, eso mismo recibirás, ni más, ni menos. Porque escrito esta: Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. Mateo 16:25-27.

Si deseamos llegar a la meta eterna, a Jesús, entonces tenemos que caminar hacia El, y nuestro estilo de vida deben ser las cosas de El, y que se empleen estando enfocadas en El, como también está escrito: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. Gálatas 5:22-25. Nadie puede desafiar lo universalmente establecido, que solo se siega lo que se siembra. Así que, ¿estás caminando hacia Jesús o hacia otra cosa? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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