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El Señor está mirando - Efesios 5:15 - 6:9

Basado en Efesios 5:15 - 6:9 (Versión Reina Valera 1960)  

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido. Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas.

En esta vida, tenemos todos tipos de relaciones, sean relaciones personales, o relaciones de trabajo, o hasta relaciones temporales, como cuando vamos a una tienda a comprar comida, o cuando vamos al trabajo la mayoría de los días de la semana, con los que conducen alrededor de nosotros, o van caminando al lado de nosotros. Hay relaciones que durarán toda una vida, y hay relaciones que durarán minutos o hasta segundos, pero todos tenemos todo tipo de relaciones con distintas personas. Hasta en este mundo tan cibernético que vivimos hoy en día, se hacen relaciones o vínculos con personas conocidas, y con personas totalmente desconocidas a través de las redes sociales. Finalmente, el ser humano no puede evitar tener relaciones con sus semejantes, sean con muchos o con muy pocos, siempre va a haber algún tipo de relación con alguien.

En el pasaje de hoy, vemos ciertos ejemplos que nos da la Palabra para saber lidiar con algunas de estas distintas relaciones. Vemos que nos habla como debemos actuar con otros creyentes, en el matrimonio, entre padres e hijos, y con nuestras relaciones de trabajo. Vemos que, dependiendo de la relación, debe haber edificación, amor, sujeción, honra, obediencia, respeto, y trato decente. En cada situación, hay algo primordial que debe suceder. Entre hermanos o creyentes en Cristo, debe haber edificación y sometimiento. Entre un matrimonio, el hombre debe amar a su esposa, y la esposa debe someterse a su esposo. Debo aclarar, ¿el amar a una esposa consta de malcriarla? No. Dios nos ama y debemos ver en que consiste el amor a través de lo que El hace con nosotros, y no de lo que se nos ocurre hacer a nosotros. Y también, ¿El sujetarse a un esposo significa que debe hacer todo lo que le pida? Tampoco. En la sujeción no hay implicación ni de abuso, ni aún menos, seguir a otra persona en cosas que no agradan a Dios. Así que, ni en el amor del uno con el otro, ni en la sujeción del uno con el otro, hay lugar ni para el aprovechamiento, o la manipulación, o el abuso, o nada que se le asemeje. Está muy claro que el modelo para el matrimonio es Cristo y su iglesia. Entre padre e hijos, los hijos deben honrar a sus padres, lo cual no consiste tampoco en hacer cosas que van en contra del Señor, pero sí en obediencia, y también en cuidado. Y porque uno se casa no quiere decir que debe abandonar a sus padres, porque la honra es por toda la vida. El matrimonio no debe interferir en nada en cuanto a honrar a los padres como muchos tienen por costumbre hoy en día. Y claro, los padres deben criar a sus hijos como Dios también lo hace con nosotros, especialmente en consejo, y Dios no malcría, ni deja que un hijo haga como le parezca. Y ¿Qué podemos decir entre amos y siervos, o jefes y supervisores y empleados? Y el que es dueño de un negocio, si lo lleva bien, es siervo de muchos amos, porque cada cliente es su amo.

Y todo esto nos lleva a lo más importante, a la razón que debemos tener para hacer todo en esta vida, en especial, si deseamos realmente conseguir la vida eterna y las recompensas que solo Dios puede dar. Sobre cada relación, sea la que sea, debemos siempre tener en mente que Dios es el que está mirando, y que nos va a juzgar según hagamos. En eso consiste la verdadera fe: en que Dios existe, y que El es quien es, y que debemos hacer como El dice, nos cueste lo que nos cueste, porque El finalmente juzgará a cada uno de nosotros, especialmente a los que decimos creer en El. La verdadera fe no consta de nada más. Esto dice la Palabra: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Hay algo que todos debemos tener muy claro, y eso es que Dios nos hizo y nos salvó para que le sirvamos, para hacer Su voluntad. Esto dice la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Algunos pensarán: Soy hijo de Dios, y eso me hace salvo. Y sí, el ser hijo de Dios nos dá la salvación, pero un hijo que no hace la voluntad del Padre no heredará la vida eterna. Si uno se considera hijo de Dios, entonces debe vivir para servir al Padre tal como Cristo lo hizo. Esto dice la Palabra: Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve. Malaquías 3:16-18. Nuestra fe consta de servir a Dios, de hacer Su voluntad, de dedicarnos a Sus negocios, y no a los nuestros. Dios está mirando todo y nos juzgará según nuestras obras. Así que, ¿vives atentamente tu vida consiente de que Dios te está mirando, y que te juzgará según todas tus intenciones y hechos, algún día? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Amando al Señor - Lucas 18:18-30

Basado en Lucas 18:18-30 (Versión Reina Valera 1960)  

Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo Dios. Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido. Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.

El mensaje de hoy es el más sencillo que puede haber, tan sencillo que hasta un niño lo puede entender, pero a la misma vez, es el más difícil de poder vivir porque pone al hombre en la encrucijada, de escoger entre amar a Dios más allá de todo lo demás. La gran mayoría de las personas fallan en su fe precisamente por este asunto, y no llegarán a entrar en el reino de Dios precisamente porque no pueden llegar a lo que tienen que llegar, a lo que Dios demanda de cada persona, porque Dios sí tiene una demanda. El asunto es que a pesar de que la salvación es totalmente gratuita, porque no se puede comprar ni trabajar por ella, sino que solo es por gracia, no obstante, el lograr entrar en el reino de Dios sí tiene un precio, y esto es lo que está tratando el Señor. Hay una obra (porque indudablemente consiste de acción) que deber haber en nuestra vida sobre toda obra, sobre todo lo que pueda existir, y es: el amar a Dios por sobre todas las cosas.

Hay cosas muy profundas en este pasaje, en sus detalles, que nos llevan a entender lo que debe suceder en cada persona, si desea legítimamente llegar a heredar u obtener la vida eterna. El asunto comienza con la pregunta que hace este hombre principal: ¿qué haré para heredar la vida eterna? La palabra que usó tiene que ver con una acción, y la acción es una obra. Su pregunta es muy sencilla, pero también, increíblemente profunda. Lo más interesante del asunto es que el Señor le corrige el llamarle bueno, y que Dios es el único bueno, pero no le dice nada al respecto de corregirle el concepto de la obra. El Señor no le dice: Hombre, la vida eterna no consiste de obras. Y aún más peculiarmente, por decir, el Señor lo lleva a recordar la ley, a los Diez Mandamientos. Cualquiera que hoy en día que cree que la salvación es solo por la fe y la gracia de Dios diría que el Señor está equivocado en apuntar hacia la ley, pero tenemos que decir que el Señor Jesucristo no está equivocado, sino más bien, los que han cambiado el verdadero camino a la salvación, los que han convertido el seguir a Cristo en una religión hueca, sin fruto, y sin valor. Han convertido lo verdadero en algo intangible, y por eso es que tenemos lo que tenemos hoy en día, un grande grupo de personas que creen que tendrán la vida eterna solo porque dicen algunas palabras y profesan tener algún tipo de creencia, pero sin ningún tipo de sustancia en sus vidas, finalmente, sin la obra que debe haber en cada uno que desea realmente heredar o entrar en el reino de Dios. Y el Señor viendo que este hombre si ha cumplido mucho de la ley, lo lleva al fundamento de la ley, a la razón, para comenzar, porque existe la ley, al primer mandamiento. Escrito esta: Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. Deuteronomio 6:4-9. Este es el todo de la ley porque es el fundamento para toda la ley. Y el propio Señor reitero este punto y lo volvió a establecer como el primer mandamiento, como también está escrito:  Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:29-30. Por lo tanto, el que diga que la ley ya no aplica, y que no hay que hacer nada más después de una supuesta decisión, con todo respeto, esta abismalmente muy equivocado. Porque el Señor también dijo: No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. Matthew 5:17-18.

Y para reforzar más el asunto, el Señor hizo estas declaraciones y aclaraciones, para que nos quede muy claro este asunto de que debemos cumplir la ley, el primer mandamiento, el amar (acción, obra) a Dios sobre todas las cosas: No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Mateo 10:34-39. Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Lucas 14:25-33. Por eso, la única persona que heredará la vida eterna es la persona que vive este concepto: Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Romanos 14:8. ¿Por qué Dios exige esto? Porque es justo. El nos creó, nos hizo, nos dá el aliento y la vida, el palpitar de nuestros corazones, y a través de Cristo, nos da la vida eterna, sin que la merezcamos, sin ningún tipo de obligación, librándonos así del infierno eterno. A El le debemos todo. Entonces, el asunto es muy sencillo: ¿Amás al Señor como se lo merece para poder tener la vida eterna que El solo puede dar? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La injusticia en contra de Dios - Juan 15:18-25

Basado en Juan 15:18-25 (Versión Reina Valera 1960)  

Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.

La justicia es algo que de alguna manera u otra todos anhelamos. Todo ser humano desea que sean justos con ellos, sin excepción. Hasta los seres más despreciables e injustos desean que los demás sean justos con ellos. ¿Cómo sé esto? ¿Creen que al mentiroso le gusta que le mientan? ¿Creen que al ladrón la agrada que le roben? ¿Al adultero le gusta que lo engañen? Creo que van entendiendo, que, en fin, a nadie, especialmente a aquellos que le hacen el mal a los demás no les gusta que les hagan males a ellos. Y si es así el asunto, ¿Por qué entonces las personas le hacen cosas a los demás que no les gusta que se las hagan a ellas?

Para poder responder a esta pregunta, hay que entender que algo existe, que existe tal cosa como el pecado. No hay otra causa por lo cual una persona le hace daño a otro ser. No hay otra explicación. Entonces, ¿de dónde proviene el pecado? La Palabra de Dios lo explica de esta manera: Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad… 2 Tesalonicenses 2:7a. La iniquidad es un misterio para nosotros. Un misterio, no es algo que no tenga explicación. Existe una explicación, pero la respuesta no la tenemos porque va más allá de nuestras capacidades al momento. No obstante, porque no sabemos la exactitud de donde salió algo, no quiere decir que no exista. Hay tantas cosas que el ser humano no comprende, ni desea creer, pero son, sin importar si lo quieran creer o aceptar. La realidad es la realidad. Dios es Dios no importa si el ser humano lo quiera aceptar o no. Dios creo todo, lo quieran aceptar o no. Si desean creer que todo esto es un resultado de un accidente cósmico, y que todos venimos de los primates, eso no lo hace verdad. Entonces, pase lo que pase, quieran creer lo que quieran creer, se sepa o no su origen, el pecado existe y es muy visible su existencia porque su efecto final es la muerte, como está escrito: Porque la paga del pecado es muerte… Romanos 6:23a. Por eso que cada uno de nosotros, sin excepción, morirá algún día.

Este es otro asunto que revela que, sí sabemos, sin excepción, que el pecado existe, porque cada persona tiene una conciencia. Cada ser humano nace con una conciencia, con algo dentro de sí que le dice cuando está haciendo el mal, o peca. Esto vemos por ejemplo en las Escrituras: Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Juan 8:3-11. Cada una de estas personas, los escribas y los fariseos, incluyendo la adultera, tenían una conciencia, sin excepción. Y fueron acusados todos por sus conciencias, especialmente los que vinieron a tentar al Señor. Ellos sabían que lo que estaban haciendo era malo, porque para comenzar, faltaba un personaje en la escena, la otra persona con quien estaba adulterando la mujer. La ley es muy clara en esto, como está escrito: Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos. Levíticos 20:10. ¿Dónde estaba el adultero? Entonces, sus conciencias los acusó de engaño, de mentira, y de la injusticia de querer castigar a un solo culpable, y por supuesto, todo con el fin de tratar de tentar a Dios mismo con pecado, sobre pecado. Entonces, toda persona sabe cuándo hace el mal. Puede que varios, y ahora más que nunca, han tratado de cauterizar sus conciencias, porque, aunque saben lo que es malo, prefieren amar la maldad que hacer el bien. Y esto nos lleva al punto principal.

Ya sabemos que, por alguna razón u otra, la gran mayoría escoge hacerle mal a su prójimo, y muchas veces, hasta sin razón. Pero ¿a Quién es que se le hace más injusticia, y especialmente sin ningún tipo de razón? A Dios. El hombre en general hace la más grande injusticia en contra de Aquel que no se merece ninguna injusticia. Muchos le asignan la culpa del pecado a Dios, y Dios no es responsable porque todos hemos escogido por el pecado. Dios permitió que existiera el pecado, para que exista la habilidad de poder escoger, porque le dió a todo ser, comenzando por los ángeles, libre albedrio. Este misterio de iniquidad existió antes del propio diablo, pero no porque existiera, quería decir que tenía que escoger por aquello. El diablo o Satanás, o Lucero, como antes era conocido, no tenía que rebelarse en contra de Dios, pero escogió hacerlo. Los demonios, o los ángeles caídos, un tercio de las huestes celestiales, no tenían que escoger seguir al diablo en su maldad, pero lo hicieron. Adán y Eva no tenían que comer del fruto prohibido, pero escogieron desobedecer y pecar en contra Dios y contra sí mismos, y gracias a eso, tenemos lo que tenemos hoy. Y claro está, todos tenemos de alguna manera u otra los males que tenemos, sea por el pecado nuestro, o por el pecado de los que nos rodean, o por el pecado de los que nos precedieron, pero el pecado es culpable por el pecado de la creación, y no por Dios. ¿Qué mal hizo Dios? ¿Crearnos? ¿Darnos libre albedrio? ¿Darnos la habilidad de vivir y existir? Y ahora, ¿Darnos la oportunidad de tener la vida eterna a través del sacrificio de Su Unigénito Hijo en la cruz? ¿De qué mal podemos acusar a Dios? No obstante, se le paga Su bondad con maldad, con rebelión, y hasta con odio al Ser que solo nos ha hecho el bien. El vacío que siente el incrédulo en su corazón no es solo la falta de Dios, sino su conciencia acusándole que está pecando en contra de Dios, al no reconocerle como lo que El es, y al no tratar de reconciliarse con el Único que le hecho todo el bien posible. Por eso dice el Señor: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Hechos 3:19. Te exhorto a practicar este simple concepto, primero para con Dios y después con tu prójimo: Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Lucas 6:31. Se justo con Dios y con tu prójimo. Así que ¿seguirás siendo injusto con Dios y con tu prójimo, y así buscando tu propia perdición eterna? O, ¿buscarás del Señor y amarle como se lo merece, para obtener la vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El candelero de oro - Éxodo 37:17-24

Basado en Éxodo 37:17-24 (Versión Reina Valera 1960)  

Hizo asimismo el candelero de oro puro, labrado a martillo; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores eran de lo mismo. De sus lados salían seis brazos; tres brazos de un lado del candelero, y otros tres brazos del otro lado del candelero. En un brazo, tres copas en forma de flor de almendro, una manzana y una flor, y en otro brazo tres copas en figura de flor de almendro, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salían del candelero. Y en la caña del candelero había cuatro copas en figura de flor de almendro, sus manzanas y sus flores, y una manzana debajo de dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, conforme a los seis brazos que salían de él. Sus manzanas y sus brazos eran de lo mismo; todo era una pieza labrada a martillo, de oro puro. Hizo asimismo sus siete lamparillas, sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro puro lo hizo, con todos sus utensilios.

El candelero del tabernáculo tiene muchos significados, cosas que son muy profundas, aún en sus detalles. Pero no sería muy buena idea profundizar en los detalles porque muchas veces nos enfocamos tanto en los detalles que perdemos de vista lo principal, lo esencial, lo que más importa y que nos incumbe. Hay muchas personas que se enfocan tanto en los detalles irrelevantes, que pierden de vista la verdad y terminan por dejar a un lado lo obvio de Dios y lo necesario para sus vidas. O sea, es como enfocarse en el dedo de una persona que apunta hacia el cielo, que, si uno solamente pone la mira en eso, pierde de vista toda la gloria celestial a la cual está apuntando. Por eso que a veces, es bueno ver detalles, pero también, a veces no merita la pena porque hay cosas que son mucho más apremiantes a nuestras personas.   

En referencia al candelero, sí, veremos ciertos aspectos, o hasta cosas posiblemente obvias que importan demasiado en el esquema total, y aplican a nuestra persona indudablemente. Lo primero es que el propósito del candelero era de dar luz a los que entraban en el lugar donde estaba situado, cuyas personas eran muy limitadas y específicas, porque después que fue hecho y puesto en su lugar, casi nadie podía verlo porque estaba en el lugar santo del tabernáculo, y solo los sacerdotes lo veían. Lo segundo que lo que lo hacía muy único era que fue hecho de oro puro. No fue hecho como muchas otras cosas del propio templo que fueron cubiertas en oro. El candelero se esculpió de un pedazo de oro puro, labrado a martillo. Y lo tercero era que el candelero tenía 7 brazos, o sea, 3 ramas a cada lado del brazo del centro, y con el brazo de centro eran 7 en total, lo cual simboliza el número de divinidad.

Ahora bien, ¿Qué entonces simbolizaba este candelero tan especial y único, el menora como se le llama en hebreo? Sencillamente era una representación de Dios mismo, porque tenía el numero divino en sus brazos, porque era de oro puro, Santo, y porque Dios es la luz eterna. Esto dijo el propio Señor: Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12. Entonces, ¿Qué es el propósito obvio del Señor para el mundo? El es el que alumbra con Su luz al mundo entero, más allá de lo físico y perdurable, lo cual también depende de Su Persona, como está escrito: Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:15-17. El es la Luz de la vida, de la eternidad, de la razón y la sabiduría, de la justicia, y todas las cosas que pueden ser consideradas como luz divina. Su luz es única en todo el universo. Ni siquiera la estrella más grande se puede comparar a la luz de Dios, especialmente lo que significa para nosotros. Si una persona no tiene la luz de Dios en su vida, aunque pueda ver físicamente, sigue en oscuridad espiritual aparte de Dios, no vera la vida eterna. Si una persona muere sin Dios dentro de sí, será condenado a la oscuridad eterna después del gran juicio donde no quedará ni la memoria de su existencia. Sera como si nunca hubiera existido.  

¿Qué otra cosa pudiéremos ver a través de esto? Que este candelero o menora también aparece en el Nuevo Testamento, en el libro del Apocalipsis. Pero en esta ocasión, viene a ser símbolo de las 7 iglesias del Apocalipsis, como está escrito: …Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Apocalipsis 1:11-13. Y ¿Quiénes son los que componen estas iglesias? Nosotros. Lo increíble del asunto es que el simbolismo del candelero comienza con Dios, con alguien Supremo y Santo, y termina con personas imperfectas y no puras como nosotros. Esto dijo aún más el propio Señor, con referencia a la luz: Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:14-16. Entonces, ¿Cómo puede ser esto?

El amor, los designios, y las intenciones de Dios son realmente un misterio. ¿Cómo un Ser tan único pudiera querer convertir cosas o seres tan imperfectos, limitados, y con tan poco valor como nosotros en algo como El? Esto es una de esas cosas que sencillamente debiéramos apreciar, agradecer, y buscar corresponder a tal amor y bondad. No hay una lógica que puede ayudarnos a entender tales cosas, y por eso que tenemos la bendición de la fe. La fe nos ayuda a aceptar y apreciar tales cosas, y también, a través de esa misma fe, poder llegar a ser lo que El quiere hacer de nuestras vidas. El quiere hacernos tan precioso y únicos como ese candelero, para mostrar Su luz al mundo entero, para que, a través de nosotros, el mundo pueda conocerle, y así seguir perpetuando Su misericordia de generación en generación hasta que El decida que todo esto necesita terminarse y proseguir al universo eterno que El tiene preparado para aquellos que le aman. Entonces, ¿Qué nos debiera enseñar esto? Que necesitamos de El para poder convertirnos a Su semejanza, considerando que nos está dando la oportunidad a algo que antes de Cristo era imposible. La cruz de Cristo rompió el velo del templo para hacer totalmente accesible lo que era antes tan sagrado e inaccesible, de un candelero que solo podían ver ciertos hombres, a convertirnos a nosotros en parte de ese eterno candelero que está diseñado para dar la luz de Dios a todo el mundo, a toda criatura, por toda la eternidad, algo que nunca se apagará ni dejará de ser, solo por el poder y la misericordia de Dios. Entonces, ¿sigues en oscuridad eterna, o serás parte de la luz eterna de Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Es necesario permanecer - 2 Pedro 2

Basado en 2 Pedro 2 (Versión Reina Valera 1960)  

Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme. Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos; y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores, mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor. Pero estos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aún mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores. Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad, y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta. Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre. Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció. Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.

Si entendiéramos bien este pasaje, y que está escrito para los creyentes, entenderíamos que hay que tener mucho cuidado con el desvío o la apostasía, porque nadie esta libre de caer. Hay muchos que creen y hasta predican que una persona, a la hora que aceptó a Cristo, ya no tiene nada mas de que preocuparse. Pero, eso no es así. Si uno a llegado a Cristo, o ha nacido de nuevo, como lo explicó el propio Señor, ese es solo el comienzo de un largo viaje. No es cuestión de aceptar a Cristo, y nada más, porque por desgracia, eso es parte del desvío que existe hoy en día en muchos lugares. Para poder ser salvo y obtener la vida eterna que Dios tiene para los que le aman, es necesario permanecer.

El primer problema que puede surgir con un creyente que toma la salvación como algo seguro, o como algo que no depende de su propia decisión de permanecer, ahí está precisamente el asunto, al confiarse, al no tener cuidado con lo que escucha o sigue, porque el diablo esta siempre dedicado a hacer caer precisamente a los creyentes. El creyente es el que mas propenso esta al ataque del enemigo. ¿Cómo puedo decir esto? Muy fácil. Si el diablo trató de tentar al Señor mismo muchas veces mientras estaba en esta tierra, ¿cómo no va a tratar de tentar a uno de nosotros? Y ¿creen que trato de tentar al Señor en vano? El diablo tentó al Señor porque el Señor podía escoger. El diablo no es estúpido. El asunto es que Dios nunca quita el libre albedrio. El Señor era libre para hacer como El quisiera, de ceder al enemigo, o de seguir los designios del Padre. Como leímos, los ángeles también tienen libre albedrio porque, aunque estaban en su estado sin pecado, cayeron, y siguieron al diablo. Y también, como está escrito, estos falsos profetas y maestros surgen (y seguirán surgiendo) del pueblo de Dios que se desvía de la verdad, por no permanecer. Porque, ¿Qué dice de estos? Que: …aún negarán al Señor que los rescató. ¿A quién rescató (sentido pasado) el Señor? ¿Al incrédulo? No. Aquí habla de personas convertidas que cayeron en la tentación, y se volvieron en agentes del mal, por ceder a sus concupiscencias y al pecado que todavía moraba en ellos. Porque también dice: Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad… Así que, el convertido si puede caer, porque, aunque se haya convertido, siempre es libre para escoger, porque Dios no fuerza a nadie. Todo esta basado en el amor, y en el amor, no hay obligación. Hay personas que desgraciadamente, por su deseo mas fuerte al mundo y al pecado, se dejan seducir por el error, y terminan conformándose con las migajas ilusionarías de este mundo.

Por eso es que no hay que confiarse, y tenemos que cuidar de nuestra salvación, eligiendo siempre la voluntad del Padre, celosos por Su Verdad. Esto también dice la Palabra: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Juan 15:1-6. Así que, es necesario no solamente convertirse al Señor, pero también, llevar fruto, finalmente, hacer la voluntad del Padre con nuestras vidas, porque esto también dicen las Escrituras: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. La única manera que entraremos en Su reino es haciendo la voluntad del Padre, pero porque le amamos, y no con otras intenciones. Dios lo sabe todo y juzgará a Su pueblo. Así que, ¿estás permaneciendo fiel en el Señor para lograr obtener Su salvación, o estas dejándote llevar por cosas que lucen como la verdad que alimentan tu carne? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Perseguido por el Evangelio - Hechos 24

Basado en Hechos 24 (Versión Reina Valera 1960)  

Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo. Y cuando este fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo: Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia, oh excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar con toda gratitud. Pero por no molestarte más largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu equidad. Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. Intentó también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a nuestra ley. Pero interviniendo el tribuno Lisias, con gran violencia le quitó de nuestras manos, mandando a sus acusadores que viniesen a ti. Tú mismo, pues, al juzgarle, podrás informarte de todas estas cosas de que le acusamos. Los judíos también confirmaban, diciendo ser así todo. Habiéndole hecho señal el gobernador a Pablo para que hablase, este respondió: Porque sé que desde hace muchos años eres juez de esta nación, con buen ánimo haré mi defensa. Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; y no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en el templo, ni en las sinagogas ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan. Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas. Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo, no con multitud ni con alboroto. Ellos debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra mí tienen algo. O digan estos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando comparecí ante el concilio, a no ser que estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros. Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de este Camino, les aplazó, diciendo: Cuando descendiere el tribuno Lisias, acabaré de conocer de vuestro asunto. Y mandó al centurión que se custodiase a Pablo, pero que se le concediese alguna libertad, y que no impidiese a ninguno de los suyos servirle o venir a él. Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. Esperaba también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él. Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.

A través de este pasaje, vemos que hay momentos difíciles y muy injustos que se pueden atravesar por el Evangelio. Es muy probable que en algún momento de nuestras vidas suframos por hacer el bien, por cumplir la voluntad de Dios. El que diga que seguir a Cristo es fácil, y que solo consta de prosperidad, de sanidades, y de triunfos en este mundo, o miente, o no tiene idea de lo que se trata realmente el seguir a Cristo. Porque esto mismo dijo el propio Señor: Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos. Marcos 13:9. Así que, más tarde o más temprano, habrá siempre algún tipo de persecución por el Evangelio. El Evangelio es gratuito, pero se tiene que pagar un precio por El.  

Pero, es muy probable que muchos dirán al saber esto: ¿Cuál es el incentivo entonces de hacer la voluntad de Dios si es muy probable que suframos por aquello aquí y ahora? Lo que el cristiano tiene que entender, si en realidad quiere ser salvo, es que este mundo es temporal. Este mundo y todo lo que en él hay pasará, y nuestra vida es solo un momento en comparación a la eternidad. Sé que esto se siente como si fuera largo, y que las circunstancias aquí pueden ser muy difíciles con el solo hecho de subsistir, pero, no obstante, todo esto se va a ir algún día. Todo esto terminará. Entonces, si somos lógicos y sabios, ¿Qué debiéramos siempre tener en mente? ¿Dónde pasare la eternidad? ¿Qué pasará conmigo en el gran juicio de Dios? Por eso que el propio Apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, y por su propio convencimiento, escribió esto: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Romanos 1:16-17. La fe es el incentivo principal que debemos tener, la certeza de que, si cumplimos la voluntad de Dios aquí en la tierra, cueste lo que cueste, obtendremos la vida eterna a través de Jesucristo. Tenemos la inmortalidad en nuestras manos si bien le obedecemos a Dios, a pesar de las circunstancias que nos toque vivir. Esto dice la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21.

Ahora bien, ¿Cómo sabemos que el predicar el Evangelio es necesario? Esto dice la Palabra de Dios: Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. 1 Timoteo 2:1-4. Dios quiere que todos sepan la Verdad, de por lo menos escucharla, y claro está, porque quiere que todos los hombres sean salvos, sin excepción. Pero ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Romanos 10:14-15. Por lo tanto, esto también dice la Palabra: Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. 1 Pedro 2:11-12. Así que, si deseas obtener la vida eterna, suelta los deseos de la carne, deja el pecado atrás, y sométete al Señorío de Jesucristo, enfrentando cualquier circunstancia por el Evangelio, para que cuando llegue tu momento delante del trono de Dios, que Dios mismo diga: …Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Mateo 25:21b. Así que, ¿deseas vivir bien en este mundo temporal y perder tu alma para siempre, o, decidirás sufrir por estos instantes por el Evangelio, pero después, vivir eternamente gozando de las dadivas que solo el Todopoderoso Rey y Dios del universo puede dar? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La verdadera gratitud y adoración - Salmo 107:1-22

Basado en Salmo 107:1-22 (Versión Reina Valera 1960)  

Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia. Díganlo los redimidos de Jehová, los que ha redimido del poder del enemigo, y los ha congregado de las tierras, del oriente y del occidente, del norte y del sur. Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino, sin hallar ciudad en donde vivir. Hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos. Entonces clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Los dirigió por camino derecho, para que viniesen a ciudad habitable. Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta. Algunos moraban en tinieblas y sombra de muerte, aprisionados en aflicción y en hierros, por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová, y aborrecieron el consejo del Altísimo. Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones; cayeron, y no hubo quien los ayudase. Luego que clamaron a Jehová en su angustia, los libró de sus aflicciones; los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, y rompió sus prisiones. Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque quebrantó las puertas de bronce, y desmenuzó los cerrojos de hierro. Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión y a causa de sus maldades; su alma abominó todo alimento, y llegaron hasta las puertas de la muerte. Pero clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina. Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres; ofrezcan sacrificios de alabanza, y publiquen sus obras con júbilo.

¿Cuál es la verdadera alabanza y adoración que Dios busca? ¿Serán necesariamente canciones lo que en realidad agrada al Altísimo? ¿Serán palabras bonitas y halagadoras, y música entretenida lo que desea el Señor? ¿Serán los espectáculos que se hacen hoy en distintos lugares con luces, y gritos, y aplausos lo que realmente desea Dios? Si no hay algo genuino en el corazón, si solo son palabras y música, y entretención, Dios lo aborrece, como esta escrito: …Este pueblo de labios me honra; más su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran... Marcos 7:6b-7a. La verdadera gratitud y adoración a Dios se demuestra con cosas que van mucho más allá de lo superficial y pasajero.

Esto es lo que Dios mismo dice lo que realmente desea: Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. Oseas 6:6. Y esto también dice la Palabra:  Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. 1 Samuel 15:22-23ª. Así que, claramente podemos ver que Dios no necesariamente busca lo que las masas piensan que son manifestaciones de gratitud y alabanza y adoración. Dios desea como adoración la misericordia con el prójimo, que busquemos conocer Quien es El y lo que es Su voluntad. Dios desea obediencia y que le prestemos atención, que finalmente hagamos Su verdadera voluntad, porque esto también esta escrito: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Esto es muy distinto a lo que se enseña o se demuestra hoy en día en nuestras congregaciones. Por desgracia, hay mucho desvío y confusión, y por eso que tenemos lo que tenemos hoy, un pueblo que ni siquiera está convencido el mismo de la verdad de Dios. Y si el llamado pueblo de Dios no sabe ni practica la verdadera voluntad de Dios, ¿Cómo conocerá el mundo a Dios? Por eso es que no vemos gran diferencia entre la iglesia y el mundo, porque mucho de la iglesia sigue en el mundo, nada mas con un distinto membrete y distintas costumbres.    

Con lo primero que hay que comenzar es con el “porqué” Dios merece una verdadera gratitud y adoración. El es Dios, y no hay nada ni nadie mas alto que El. Esto es lo primero. Lo siguiente debiera ser porque El nos creó, y por Su voluntad es que seguimos vivos. Nada ni nadie puede ni existir ni subsistir sin Dios, como está escrito: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17. Y esto es muy importante entender y creer, porque si no estas vivo, entonces no puedes llegar a conocer el valor de lo siguiente, de que Dios nos dió la oportunidad de tener la vida eterna, por Su gracia, a través de Su sacrificio, a través de la muerte y la resurrección del Señor Jesucristo, lo cual es lo culminativo del porqué El merece toda nuestra gratitud y adoración. Si una persona no esta plenamente convencida de estas razones, temo decir que todavía no conoce a Dios y no sabe lo que realmente es la fe. El Señor merece todo porque sin El, nada tendríamos y nada seriamos, y aún más, si no fuere por Su salvación, nuestro destino sería el infierno donde solo hay oscuridad, sufrimiento, soledad, y dolor eterno. Por eso es que, si una persona no aprecia las cosas que Dios ha hecho, y esta mas enfocada en si misma y en otras cosas, sigue en ese camino hacia el infierno.

Entendamos una cosa. El Señor Jesucristo es nuestro modelo para seguir, y El cumplió la voluntad de Dios a la perfección. Y ya que es así, veamos Su vida, y lo que hizo, o mas bien, lo que nunca hizo, (porque se nos dejo escrito lo que necesitamos saber, así que, no hay ni necesidad, ni razón para especular de lo que hizo o no hizo el Señor). ¿Está escrito que el Señor canto alabanzas con las masas? ¿Está escrito que se hizo alguna vez un concierto de música? ¿Esta escrito de que el Señor le haya dicho a Sus discípulos: Es necesario que le enseñen al mundo como cantar a Dios, y como saber tocar instrumentos para honrarle? Sencillamente nunca paso, y si nunca paso, ¿Qué estamos haciendo entonces nosotros? No digo que el cantar y alabar a Dios es malo, pero, no es lo que Dios realmente busca y desea, no es Su prioridad, bajo ningún punto. Y si no es Su prioridad, ¿porque se ha hecho una prioridad, y se le ha dado tanta preeminencia? ¿Por qué se ha convertido en el foco de la gran mayoría de las congregaciones? Hasta lo que yo sé, Cristo debe seguir siendo nuestro modelo.

Esto dice la Palabra cuando tiene que ver con las cosas que debemos estar haciendo: En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. 1 Juan 4:10-11. Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Lucas 10:25-28. Entonces, si quieres realmente agradecerle al Señor y adorarle como se lo merece, amaló con todo lo que eres, y ama a tu prójimo como a ti mismo, y el amor se demuestra con hechos, no con palabras. Así que, ¿vives una vida que demuestra plenamente tu agradecimiento y adoración al Señor? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La moralidad sexual - Deuteronomio 22:13-30

Basado en Deuteronomio 22:13-30 (Versión Reina Valera 1960)  

Cuando alguno tomare mujer, y después de haberse llegado a ella la aborreciere, y le atribuyere faltas que den que hablar, y dijere: A esta mujer tomé, y me llegué a ella, y no la hallé virgen; entonces el padre de la joven y su madre tomarán y sacarán las señales de la virginidad de la doncella a los ancianos de la ciudad, en la puerta; y dirá el padre de la joven a los ancianos: Yo di mi hija a este hombre por mujer, y él la aborrece; y he aquí, él le atribuye faltas que dan que hablar, diciendo: No he hallado virgen a tu hija; pero ved aquí las señales de la virginidad de mi hija. Y extenderán la vestidura delante de los ancianos de la ciudad. Entonces los ancianos de la ciudad tomarán al hombre y lo castigarán; y le multarán en cien piezas de plata, las cuales darán al padre de la joven, por cuanto esparció mala fama sobre una virgen de Israel; y la tendrá por mujer, y no podrá despedirla en todos sus días. Mas si resultare ser verdad que no se halló virginidad en la joven, entonces la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la apedrearán los hombres de su ciudad, y morirá, por cuanto hizo vileza en Israel fornicando en casa de su padre; así quitarás el mal de en medio de ti. Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel. Si hubiere una muchacha virgen desposada con alguno, y alguno la hallare en la ciudad, y se acostare con ella; entonces los sacaréis a ambos a la puerta de la ciudad, y los apedrearéis, y morirán; la joven porque no dio voces en la ciudad, y el hombre porque humilló a la mujer de su prójimo; así quitarás el mal de en medio de ti. Mas si un hombre hallare en el campo a la joven desposada, y la forzare aquel hombre, acostándose con ella, morirá solamente el hombre que se acostó con ella; mas a la joven no le harás nada; no hay en ella culpa de muerte; pues como cuando alguno se levanta contra su prójimo y le quita la vida, así es en este caso. Porque él la halló en el campo; dio voces la joven desposada, y no hubo quien la librase. Cuando algún hombre hallare a una joven virgen que no fuere desposada, y la tomare y se acostare con ella, y fueren descubiertos; entonces el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta piezas de plata, y ella será su mujer, por cuanto la humilló; no la podrá despedir en todos sus días. Ninguno tomará la mujer de su padre, ni profanará el lecho de su padre.

Estamos viviendo en un tiempo donde nuestra sociedad está más sexualizada que nunca. La verdad es que todo hoy en día envuelve sexo, y de tal manera que muchas personas son hasta incapaces de tener relaciones platónicas. Luce que la única manera de poder expresar cariño o aprecio por otra persona es a través de un encuentro sexual. Y lo peor del asunto es que no estoy hablando de las personas incrédulas, sino de los llamados creyentes en Dios, los que dicen creer en Dios, estos viven una vida completamente entregada a la inmoralidad sexual, desde los pastores, predicadores, y ministros, hasta las personas más nuevas en la fe, muchos están viviendo gobernados por la inmoralidad sexual. Muchos llamados creyentes están practicando la fornicación y el adulterio a plenitud. Y esto en el pasado era malo delante de los ojos de Dios, y ahora sigue siendo pecado delante de Dios, y aún más, y será vista su práctica como pecado cuando sea Su juicio sobre toda la humanidad.

Como leímos al principio, la inmoralidad sexual, tanto la fornicación (las relaciones sexuales afuera del vínculo del matrimonio) y el adulterio (el engaño dentro del matrimonio) eran altamente sancionadas por Dios. Tal era el asunto para Dios que los que hacían tales cosas tenían que ser muertos. ¿Cuál es la diferencia entre aquel entonces y ahora, bajo la dispensación de la gracia de Dios? Qué, como creyentes, no estamos aquí para apedrear a los que hacen el mal, pero esto sigue siendo pecado delante de Dios. Y puede que no sufra una persona la pena de muerte física aquí en la tierra en manos de los hombres, pero si una persona mantiene este estilo de vida, será condenado a vivir en el infierno por toda una eternidad, si no se arrepiente y se convierte de estos pecados. La penalidad final sigue siendo la misma, si una persona no deja de practicar tales cosas. Lo puede justificar y aplaudir la sociedad todo lo que quiera, pero la sociedad y sus leyes no tienen ninguna potestad en el gran juicio de Dios, y esto es lo que muchos creyentes, o escogen no creer o ignoran voluntariamente. Pero, estén muy seguros, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios, como está escrito: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:19-21. Quieran verlo como lo quieran ver, sea que una persona nunca fue salva, o que perderá la salvación, una persona que practica tales cosas sencillamente no heredará el reino de Dios, o no se le permitirá entrar en Su reino. Porque el único que puede heredar es un hijo, y aquí el pasaje habla de que no “heredarán” el reino de Dios, así que, mediten eso.

¿Qué más dice la palabra de Dios acerca del asunto en el Nuevo Testamento (ya que muchos erróneamente toman el Antiguo Testamento como algo del pasado)? Esto dice la Palabra: Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 1 Corintios 6:17-19. Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Mateo 5:27-29. Así que, tanto la fornicación y el adulterio, hasta el codiciar a otra persona fuera del matrimonio es condenable delante de Dios, y una persona corre el riesgo de ser condenada eternamente, porque el propio Señor dijo esto mismo: …y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Entonces, ¿Qué debe hacer el creyente, especialmente dentro de la dispensación de la gracia de Dios? Arrepentirse y convertirse de tales cosas, dejar de hacerlo completamente, dejar de practicarlo, y aún menos, excusar tales pecados. Esto mismo vemos cuando le llevaron al Señor a la mujer adultera para que precisamente fuere apedreada: Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Juan 8:7-11. Así que, ¿buscarás hacer la voluntad de Dios con tu vida, o seguirás haciendo cosas que ponen tu salvación en grave peligro? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Los ciegos que escogen seguir siendo ciegos - Juan 9:13-41

Basado en Juan 9:13-41 (Versión Reina Valera 1960)  

Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Él les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos. Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta. Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo: ¿Es este vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que este es nuestro hijo, y que nació ciego; pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él. Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador. Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? Él les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos? Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ese, no sabemos de dónde sea. Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ese oye. Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si este no viniera de Dios, nada podría hacer. Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron. Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.

La ceguera es algo muy difícil y limitante, especialmente si una persona ha sido ciega desde nacimiento. Algunos estudios demuestran que no solamente no tienen ninguna referencia del mundo físico que les rodea en su conciencia, sino también, ya que no pueden ver nada, son muy limitados en sus sueños visuales y en su imaginación. O sea, la ceguera afecta prácticamente todo en su vida, todo lo que tiene que ver con el contenido visual, sea en la conciencia o en la inconciencia. ¿Qué es finalmente lo que no permite que una persona vea? Dos cosas o dos maneras. En lo referente a la ceguera física, es cuando una persona no puede ver porque a sus ojos les falta la capacidad de poder detectar la luz, el poder tener la capacidad de ver como las cosas son definidas visualmente por la luz. Y en lo referente a lo externo, o sea, cuando el asunto está fuera del cuerpo, es cuando una persona no tiene problemas con su vista, pero está en un sitio donde no hay luz, o sea, está en plena oscuridad. Es posible tener buena visión, y estar en un lugar donde no te sirve porque sencillamente no hay nada de luz.

Vemos esta historia de este ciego de nacimiento que sanó el Señor, que tuvo todas las limitaciones que mencionamos antes. Era un hombre que nunca había experimentado la dicha de poder ver como la mayoría de las personas que lo rodeaban, porque la mayoría de las personas podían ver en su tiempo, como también hoy. No obstante, fue un gran milagro físico que hizo el Señor. Pero el milagro se extendió aún más allá, a lo espiritual, a lo que realmente importa. El hombre que era ciego, a través del milagro que recibió, pudo ver al Señor como tal, como Señor, y así, no solo lograr ver lo físico, pero también, pudo obtener el más grande milagro, la visión espiritual o la luz de la salvación.

Ahora bien, el hombre que nació ciego no tuvo la elección de ser ciego cuando nació. O sea, en ningún momento dentro del vientre pudiera haber pensado o dicho: Seria buena idea ser ciego y mendigar para sobrevivir, y tener todo tipo de desventajas en el mundo. Pero, cuando el Señor se le presento, se presentó todo tipo de elecciones. Si leemos un poco antes, se dejó untar en los ojos el lodo hecho por el Señor. También eligió lavarse, tal como el Señor le mando. Y después de eso, escogió sufrir el acoso, el juicio, y hasta la expulsión de los fariseos. El hubiese podido fácilmente, para quedar en paz con los religiosos, haber negado que el Señor le hizo el milagro, pero no lo hizo. ¿Por qué? Porque no solamente escogió valorar lo que le fue hecho, sino escogió valorar más a la Persona que se lo hizo que a los demás que no habían hecho nada por él. ¿Por qué estaba mendigando? Porque hasta sus padres lo dejaron a la deriva. ¿Qué habían hecho los religiosos por él? Nada de lo que podemos ver. El hombre supo escoger, valorar lo que realmente valía la pena, y valoró al Señor como lo más precioso de su propia vida.

Y bueno, muchos dirían: Si Dios me hiciera tal milagro personalmente, yo haría lo mismo. Pero el grave problema es que el Señor hace milagros a cada instante a cada uno de nosotros, y aquí entra la ceguera voluntaria, de la misma ceguera que sufrían los religiosos. Vimos antes que la otra manera que una persona no puede ver nada es si está en un sitio de oscuridad. Y una persona escoge o salir de ese sitio de oscuridad cuando se presenta el Señor, o quedarse en él, igual que estos fariseos. Los fariseos prefirieron honrar más a Moisés (que nunca habían visto en persona, ni conocieron sus hechos en persona), que honrar al Rey de reyes y Señor de Señores que estaba delante de ellos, El cual que no solamente había sanado a las multitudes, pero hasta había resucitado a varios muertos ya en aquel entonces. Hay personas que sencillamente prefieren quedar en la ceguera de que todo se lo deben al Señor, hasta el respirar de sus pulmones, y el latir de sus corazones, y sí, hasta la luz de la mañana que ven todos los días, el mismo que le servirá para juicio si no se arrepienten, como está escrito: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:20. Y ¿Qué podríamos decir de Su amor a través de la cruz, y de Su resurrección? Todas estas cosas son irrefutables personalmente, si solo existe el deseo de querer ver la Verdad. Así que, ¿Quieres seguir en tu ceguera voluntariamente al permanecer en la oscuridad, o escoger ver y tratar al Señor como lo que El es, y así recibir la luz eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El juicio venidero - Mateo 25:31-46

Basado en Mateo 25:31-46 (Versión Reina Valera 1960)  

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

¿Todos tendremos que dar cuentas ante el trono del Señor al final? El asunto es que sí, que cada persona, no importa de donde sea, quien sea, rico, pobre, de estudio, analfabeto, convertido o incrédulo, absolutamente todos tendremos que dar cuentas delante del trono del Señor por nuestros hechos, sin excepción. Sé que este concepto va en contra de mucho de lo que se enseña en nuestra comunidad cristiana hoy en día, pero finalmente, nos tenemos que guiar por la Palabra de Dios, y no por lo que nos parezca, o por nuestros gustos. Hay mucha evidencia dentro de Su Palabra que nos enseña que todos tendremos que dar cuentas. Y es por eso qué, dedicarse a escuchar cosas agradables y fáciles puede ser un grave error, porque el precio por seguir un error es muy serio, y puede tener consecuencias eternas si permaneces en eso. Si quieres ser sabio, mejor asegúrate que estas en la verdad antes de llevarte una grave sorpresa al final. Temo decir que habrán muchas personas sorprendidas en el juicio final.

¿Qué ideas erradas hay hoy en día? Bueno, para comenzar, hay muchos que piensan que lo único que una persona necesita tener para heredar o obtener entrada al reino de Dios es creer en Dios y nada más. Hay otros que dicen que somos salvos por gracia y nada más, y que las obras no importan, que ya no significan nada. Y hay otros que creen lo opuesto, que lo único que importa es ser una buena persona y hacer buenas obras, y que uno estará bien con eso. Entre los más liberales, hay aquellos que creen que todos somos hijos de Dios, y que el amor de Dios es tan grande que al final, El nos va a perdonar a todos, hagamos lo que hagamos, y creamos lo que creamos. Hay otros que piensan que ya todo esta predeterminado y que no hay nada más que hacer, y que solo hay que seguir el camino trasado, tratando a Dios como cosas del destino. Y la lista es muy larga para tantas otras ideas y cosas que las personas prefieren creer como verdad, y basar su futuro eterno sobre cosas con nada o muy poco fundamento.

Ahora bien, ¿cuál finalmente es la manera que podremos heredar o obtener la vida eterna? Lo primero y más fundamental es: Quien. Muchos ven a Dios como un dios universal, o que todas las religiones llevan al mismo Dios. Y si hablamos de religiones, hay muchas religiones que tienen muchos dioses, no uno solo. Los antiguos griegos y romanos, por ejemplo, eran politeístas, o creían en muchos dioses. Así que, el asunto de que todas las religiones llevan al mismo Dios no puede ser. Lo otro que contradice ese concepto es que, si fuera todo el mismo dios, sería un dios con problemas psicológicos muy grandes, porque sufriría de tener distintas personalidades. ¿Cómo un dios le puede decir a un grupo de personas una cosa, y el mismo dios decirle algo distinto a otro grupo de personas? Sencillamente no puede ser. Y si fuere así, no valdría la pena seguirle porque sería cambiante, caprichoso, e inconstante, en lo más mínimo. Y no se puede confiar en un ser de esa índole. Cuando hablamos de Dios, del Dios judeocristiano, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob, estamos hablando de la Santa Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo, como lo dice la Palabra: Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 1 Juan 5:7.

Cuando entiendes de “Quien” se trata el asunto, entonces todo lo demás comienza a tomar forma y a definirse. Así que, ¿qué tenemos que hacer para heredar la vida eterna? Esto dice la Palabra de Dios, lo cual reiteró el mismo Señor: Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Lucas 10:25-28. ¿Qué nos dice esto? Esto nos describe un camino claro. Lo primero: que el Señor debe ser primero en todo, y que debemos amarle por sobre todas las cosas y con todo lo que somos, y hacer como El nos dice, como el Señor que debe ser de nuestras vidas. Y lo segundo, a raíz de lo primero o porque amamos al Señor, y queremos obedecerle, es que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. La razón por lo cual hacemos todo debe ser por el Señor, especialmente cuando ayudamos a las personas que en realidad tienen necesidades. De eso se trata la verdadera fe, de que nuestra creencia es tan fuerte en el Señor que le amamos por sobre todas las cosas, y que buscamos cumplir Su voluntad, cualquiera que sea, a pesar de las circunstancias. Esto también dice la Palabra: Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:14-20.

Así que, ¿Estarás realmente listo o lista para el juicio venidero? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La gracia y la ley - Gálatas 5:1-18

Basado en Gálatas 5:1-18 (Versión Reina Valera 1960)  

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor. Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda toda la masa. Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; más el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea. Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros. Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

Desde que el Señor vino a este mundo para establecer el nuevo pacto a través de Su Persona, ha habido mucha confusión en el hombre sobre qué es lo que debe hacer una persona para ser salvo, para poder lograr la vida eterna. Pero lo que hay que dejar bien en claro es que no es la culpa de Dios, porque El no es Dios de confusión, sino de Verdad, de luz, y de vida. Entonces, ¿Cuál es el problema? Nosotros. El ser humano, cuando es guiado por su carnalidad, por sus propias ideas, y no es humilde y sensible a Dios, es el que produce estas controversias y confusiones, porque la Verdad es la Verdad, pero todo depende de cómo una persona quiera oírla, si esta realmente dispuesta a escucharla, o si tiene otras intenciones. Pero, tan sencillamente, no hay controversias en la sana doctrina de Cristo, en lo que El nos enseñó. Dios ofrece un solo Camino, exacto, preciso, para poder llegar a la vida eterna, pero el hombre (y claro, a través de la tentación del diablo) es el que crea otros caminos, otras ideas, y da a luz a la confusión y el desvarío.

Lo primero que debiéramos ver es el asunto de que si en realidad Cristo vino a acabar con la ley. Veamos primero que es esta ley. La ley son todos los mandamientos que se nos dieron antes de que viniera el Señor a la tierra, y fue dada a través de Moisés, para que el pueblo de Dios pudiera tener la mejor vida posible en esta tierra. Y dentro de esa ley, había mandatos que eran señales o practicas carnales o simbólicas, como este asunto de la circuncisión. La circuncisión era una señal física que Dios estableció como parte de esa ley. Y si lo vemos medicamente, también es una practica muy buena de higiene para el hombre, para poder evitar ciertas complicaciones que pueden afectar al hombre y la mujer. Pero el Señor dijo esto: No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Mateo 5:17. Entonces, ¿hay una contradicción entre lo que dijo el Señor y lo que enseña aquí Pablo en Gálatas? Por supuesto que no. Cristo no vino a abrogar o quitar lo fundamental de la ley, lo cual, sí produce vida eterna, sino lo físico, lo que en realidad no impacta al alma del hombre, y a eso es lo que se refiere Pablo. Por eso que esta práctica de la circuncisión ya no es necesaria, porque era algo externo, físico, algo que en sí, no tiene nada que ver con el alma de una persona. Igual que el asunto de que si es el Sábado el día correcto para adorar a Dios, y para el descanso. El propio Señor trabajó, por decir, el Sábado en varias ocasiones, pero claro, para hacer cosas que eran la plena voluntad de Dios, no para enriquecerse, o para otras cosas. Entonces, ¿es el Sábado o el Domingo tan importante como para definir la eternidad de una persona? No. Lo que importa es que una persona se congregue con otras personas para adorar a Dios, como era la costumbre del Señor (porque El es nuestro ejemplo), y la misma creación, lo cual Dios creo, nos enseña que tener un día de descanso regularmente es bueno para la salud.

Entonces, ¿Qué es la gracia que tanto el Señor y Pablo enseña? El verdadero cumplimiento de la ley a través de la Persona del Señor Jesucristo. La ley es simplemente la instrucción que Dios nos da a través de Su Palabra para que sepamos que hacer para poder heredar o tener vida eterna. Esto por ejemplo dice la Palabra: Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo Dios. Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Lucas 18:18-25. Y esto también dice la Palabra: Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. Lucas 10:25-37. Entonces, ¿Qué vemos claramente? Que todo lo que tiene ver con el amar a Dios y amar al prójimo en la ley sigue tan vigente como cuando Dios lo mando. Y que, si no amas al Señor por sobre todas las cosas, haciendo como El manda, ni amas a tu prójimo como a ti mismo, no heredarás u obtendrás la vida eterna. Y que, en rendidas cuentas, la fe sin obras es muerta, porque el amor solo se puede mostrar a través de la acción, a través de la obra. Así que, ¿vives la gracia de Dios a través de Jesucristo para vida eterna, o sigues tus propias ideas siguiendo y observando cosas que de nada sirven? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La responsabilidad de ser padres - Números 3:1-4

Basado en Números 3:1-4 (Versión Reina Valera 1960)  

Estos son los descendientes de Aarón y de Moisés, en el día en que Jehová habló a Moisés en el monte de Sinaí. Y estos son los nombres de los hijos de Aarón: Nadab el primogénito, Abiú, Eleazar e Itamar. Estos son los nombres de los hijos de Aarón, sacerdotes ungidos, a los cuales consagró para ejercer el sacerdocio. Pero Nadab y Abiú murieron delante de Jehová cuando ofrecieron fuego extraño delante de Jehová en el desierto de Sinaí; y no tuvieron hijos; y Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio delante de Aarón su padre.

Tener hijos es algo bonito, y claro, si se tienen por buenas razones. Hay personas que piensan que los hijos se debieran tener cuando dos personas se aman, y que estos hijos sean el fruto de su amor, y eso es bonito. Hay otros que tienen hijos con los deseos de que sean como extensiones de ellos mismos, y de poder darle todo lo que ellos no pudieron tener, y eso no es malo tampoco. Hay otros que tienen hijos para que los hijos puedan lograr metas y sueños que ellos no pudieron obtener, y en sí, eso no es malo tampoco. Y claro, hay personas que tienen hijos por accidente, o por tratar de retener a una pareja, o por desgracia, para conseguir cosas que desean, y estas no son razones muy buenas para tener hijos. Los hijos en fin vienen por distintas razones, algunas son buenas, y otras no buenas, pero cualquiera que sea la razón, comienza una gran responsabilidad, la cual comienza en el momento de la concepción (porque de allí comienza la responsabilidad, no cuando dejan el vientre de la madre). Y como toda responsabilidad, hay que dar cuentas, y El que va a exigir cuentas es nada menos que Dios, y de Dios, nadie se escapa, como está escrito: Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en Su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. Hebreos 4:13.

Ahora bien, ¿Cuáles son las cosas que los padres (hablando de madre y padre) le deben a sus hijos? No solamente delante de Dios, sino también delante de la sociedad, le deben las cosas esenciales como comida, ropa, un lugar adonde vivir, y cuidados. Estas son las cosas físicas que sencillamente deben estar para una persona que no se lo puede proveer a sí misma. Pero también en conjunto con eso, lo que más le deben no es necesariamente una carrera universitaria, o darle para sus gustos y deleites, o ni siquiera dejarle bienes materiales. Lo que más les deben a un hijo es la instrucción, y aún más preciso, el darle el pleno conocimiento de Dios, y de implantar el temor de Dios en ellos. Eso es un deber. Cualquiera diría: Pero yo ni se de Dios, ni sé Quién es, ¿Cómo le puedo dar algo así a mi hijo? Y ahí viene lo que incumbe a toda responsabilidad. Tienes que tú buscar de Dios para poder darle a tu hijo como corresponde. Debes tener tu propia relación con Dios para poder impartir ese conocimiento a tu hijo o hija, y esa es una responsabilidad, y como toda responsabilidad, hay que luchar por eso. ¿No te cuesta esfuerzo cumplir con un trabajo, pagar cuentas y deudas, mantener un lugar adonde vivir, tener para comer, y también tener para poder comprar ropa y medicinas si son necesarias? Claro que sí. Entonces, también hay que ponerle esfuerzo a buscar de Dios, buscar saber Quién es Dios, y lograr tener esa relación que necesitas, como está escrito: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Mateo 7:7-8. Así que, todo esto implica acción (obra). Si buscas a Dios, lo hallarás. Si llamas a Dios, El te abrirá. Porque, en fin, solamente porque no sabes o conoces de algo, no te libera de la responsabilidad que le debes a tus hijos. No hay excusa. Tal como no hay excusa para no saber de que existe un Dios, porque El esta en todas las cosas, como también dice la Palabra: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:20. Así que, nadie tiene por donde escaparse ni de Dios, ni de su responsabilidad como padre para ante Dios.

Se ha mencionado que los padres tienen una responsabilidad de darle a conocer a sus hijos de Quien es Dios. Y podrán preguntar, ¿Dónde dice eso la Biblia? Esto dice: Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. Deuteronomio 6:4-9. Esto sigue vigente hasta el día de hoy. Los padres están supuestos a enseñarle a sus hijos a amar al Señor con todo su ser, y tienen que darle esta instrucción y conocimiento siempre, desde que están en el vientre, porque de allí dice la Palabra que llama a todo ser humano, desde el vientre, como está escrito: …Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios. Salmo 22:10b. Los padres tienen que repetirle a sus hijos cuantas veces sea posible, y tener cosas que le recuerden esto a su alrededor. Esto no es una buena idea, sino un mandato. Porque también dice la Palabra: He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Salmo 127:3a. Nada ni nadie en este mundo te quita esta responsabilidad ante el Dios Todopoderoso.

¿Qué fue entonces lo que paso con los hijos de Aaron? Esto sucedió: Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová. Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló. Levítico 10:1-3. Y también: A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida. Ezequiel 33:7-9. Se les había dado las instrucciones que necesitaban, pero hicieron como les parecía, y pagaron caro el asunto. Y Aarón no fue culpado porque él les dijo lo que tenía que ser, o si no, también Aarón hubiera perecido con sus hijos. Los padres cumplen con su responsabilidad finalmente cuando hacen como Dios manda.

El tener hijos no es un juego, y una persona no debe hacer como le parecen las cosas, sino como Dios manda, si en realidad quiere hacer la voluntad del Padre, lo cual es lo que permite que tengamos vida eterna a través del Señor Jesucristo. Como también dice la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, ¿cumples tu con responsabilidad ante Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Las causas de la desobediencia - 1 Samuel 15:1-24

Basado en 1 Samuel 15:1-24 (Versión Reina Valera 1960)  

Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos. Saúl, pues, convocó al pueblo y les pasó revista en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez mil hombres de Judá. Y viniendo Saúl a la ciudad de Amalec, puso emboscada en el valle. Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos y salid de entre los de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos; porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto. Y se apartaron los ceneos de entre los hijos de Amalec. Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto. Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron. Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche. Madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un monumento, y dio la vuelta, y pasó adelante y descendió a Gilgal. Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová. Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos? Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos. Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di. Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel? Y Jehová te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal. Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey. Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado,

Como todas las cosas, nada pasa porque si nada más. Siempre hay razones por lo cual las cosas suceden, hay motivos o intenciones que producen acciones en cada persona. Y este asunto de la desobediencia no es la excepción. Las personas no desobedecen porque si nada más, y especialmente cuando se trata de la Palabra de Dios. En este pasaje podemos ver claramente las causas por las cuales Saul desobedeció a la Palabra del Señor, dada a través de Samuel. Todo lo que hacemos tiene una razón, algo que lo produce. Así que, este Saul tuvo sus razones.

Pero antes de ver la causa de la desobediencia, hay algo que se debe ver, el porqué la Palabra de Dios es importante seguirla, a pesar de que haya un mensajero físico o un intermediario. El asunto es que Dios nos habla directamente hoy a través de Su Palabra que es la Santa Biblia. A la hora que una persona lee o escucha algo de la Biblia, está leyendo o escuchando algo que viene directamente de Dios para uno. No es una coincidencia cuando se refiere a eso, e inclusive en los lugares más inesperados. Sea que uno este sentado en una iglesia (cualquiera que sea), o vea un letrero en la carretera, o escuche una canción, o la vea o escuche en una película, o hasta la vea en un partido de futbol americano (porque es casi infaltable el cartel de Juan 3:16 en cada partido en las gradas), es Dios el que te está hablando. Y también, sea quien sea el mensajero, aun hasta un ministro, o pastor, o maestro que este desviado, si está leyendo o diciendo la Palabra pura de Dios (ignorando el desvío que trate de llevar a cabo, por supuesto), es finalmente Dios quien está hablando. Esto mismo dijo el Apóstol Pablo: Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún. Filipenses 1:15-18. Entonces, la Palabra de Dios es la Palabra de Dios, de cualquier manera que venga, y es necesario escucharla en Su pureza y hacer lo que dice por el propio bien de uno, porque finalmente, la Palabra de Dios es para nuestro bien. Por lo tanto, este Saul debió haber escuchado y obedecido a Samuel, no porque Samuel estaba dando un parecer, sino porque Dios le hablo a Saul a través de Samuel.

Ahora bien, ¿Cuál era la razón por lo cual Saul desobedeció? Y la Palabra lo relata y también revela la más grande causa que se puede ver en una acción. Lo primero que podemos ver es la confesión de Saul, donde le dice a Samuel que, quebranto el mandamiento de Jehová porque le temió al pueblo. Saul le tuvo más temor a otros seres humanos iguales a él que al Dios Todopoderoso que le dió todo, y que quería hasta establecerlo como rey. Y en el otro lugar que vemos la raíz principal, es cuando vuelve a Carmel y se levanta un monumento para sí mismo después de la batalla. ¿Qué dice eso? Que, en vez de darle la gloria a Dios, Saul se glorió a sí mismo. Por lo tanto, podemos ver que el ídolo de Saul era su propia persona, y por eso que él no quería desafiar al pueblo, porque él finalmente ansiaba la honra de ellos para sí mismo. Entonces, la conclusión más clara a la que se puede llegar es que la razón por lo cual Saul desobedeció a Dios, es porque él creía ser igual a Dios. Y desgraciadamente, esa es la razón por lo cual toda persona desobedece finalmente a Dios, porque se cree igual a Dios. En vez de buscar hacer la voluntad de Dios, la persona busca hacer su propia voluntad. Por eso que Dios mismo denomina que la rebelión es como el pecado de adivinación, y la obstinación como la idolatría, porque una persona toma los rasgos del mismo diablo cuando le desobedece a Dios. Y claro debiera ser, que el que se enfrenta en contra de Dios perderá eternamente, igual que el diablo. Nada bueno sale de rebelarse en contra de Dios y de Su Palabra.

Así que, la pregunta de hoy es muy sencilla, especialmente si una persona le está desobedeciendo a Dios, y rebelándose en contra de Su Palabra: ¿Crees ser igual a Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Cuando Dios permite que aparezcan los opresores - Salmo 74

Basado en Salmo 74 (Versión Reina Valera 1960)  

¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado? Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, la que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia; este monte de Sion, donde has habitado. Dirige tus pasos a los asolamientos eternos, a todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario. Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas; han puesto sus divisas por señales. Se parecen a los que levantan el hacha en medio de tupido bosque. Y ahora con hachas y martillos han quebrado todas sus entalladuras. Han puesto a fuego tu santuario, han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra. Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra. No vemos ya nuestras señales; no hay más profeta, ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo. ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre? ¿Por qué retraes tu mano? ¿Por qué escondes tu diestra en tu seno? Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; El que obra salvación en medio de la tierra. Dividiste el mar con tu poder; quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas. Magullaste las cabezas del leviatán, y lo diste por comida a los moradores del desierto. Abriste la fuente y el río; secaste ríos impetuosos. Tuyo es el día, tuya también es la noche; tú estableciste la luna y el sol. Tú fijaste todos los términos de la tierra; el verano y el invierno tú los formaste. Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová, y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre. No entregues a las fieras el alma de tu tórtola, y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos. Mira al pacto, porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia. No vuelva avergonzado el abatido; el afligido y el menesteroso alabarán tu nombre. Levántate, oh Dios, aboga tu causa; acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día. No olvides las voces de tus enemigos; el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

Lo que primero que pudiéramos ver es quien y cuando fue escrito este Salmo. Este Salmo no lo escribió el rey David, sino que, fue escrito por Asaf, uno de los tres músicos principales de adoración de la tribu de Levi que vivió durante el reinado del rey David. ¿Por qué es importante esto? Porque mucho de lo que escribe aquí Asaf o es de tiempos muy antiguos, o es profético. A lo que se refiere a tiempos antiguos, Asaf escribe de los monstruos marinos (o grandes serpientes marinas como lo especifican más las Escrituras en el hebreo) y del leviatán, los cuales fueron criaturas que existieron antes del diluvio. Y claro debiera ser, que Asaf no vió estas criaturas ni estos hechos en persona. La otra persona que hablo del leviatán era Job, y se cree que el libro de Job es el libro más antiguo de la Biblia, que fue escrito mucho antes que Moisés escribiera el Genesis. Y cuando Asaf cuenta de que han puesto fuego al santuario, y que las sinagogas han sido quemadas, y que no hay más profeta, es imposible que él este hablando de su presente. Durante el tiempo del Rey David, cuando Asaf vivió, nunca sucedieron tales cosas. Sino todo lo contrario. El vivió durante el tiempo del completo establecimiento del reino de Israel, y hasta de Jerusalén como su capital. Entonces, ¿Qué significa todo esto?

Para poder entender esto mejor, habría que comenzar por lo futuro, o sea, por los desastres que sí viviría Israel mucho después que muriera Asaf. Si una persona escuchó esta canción de Asaf en su momento, dirían algunos que estaría loco, o que sencillamente no vive una realidad. Pero, lo que Dios hace es que le revela a Asaf lo que pasaría con Israel cuando se iba a apartar de El. Ahora, uno tiene que preguntarse: ¿Por qué Dios permitiría (o permite) que los enemigos destruyan a Su pueblo? Dios permite que los enemigos hagan lo que quieran cuando el pueblo se olvida de El, cuando abandona a Dios. Esto dijo el Señor: Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán… …Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos; por un camino saldrás contra ellos, y por siete caminos huirás delante de ellos; y serás vejado por todos los reinos de la tierra. Y tus cadáveres servirán de comida a toda ave del cielo y fiera de la tierra, y no habrá quien las espante. Deuteronomio 28:15, 25, 26. Así que, la gran mayoría de las veces, Dios permite que los enemigos de Su pueblo prevalezcan en contra de ellos porque sencillamente le han dado la espalda a Dios. Y esto fue lo que sucedería con Israel y los Asirios, y después con Judá y los Babilonios. Y claro, Dios permitió que Roma viniera y destruyera a Jerusalén en el año 70DC porque el pueblo de Israel no reconoció la visita de Su Mesías. En vez de exaltarle como tal, le crucificaron, y le mataron, y ni las autoridades religiosas o gubernamentales se arrepintieron de su gran mal. El Señor tenia que ser muerto, pero ay de los que se prestaron para hacerlo y no se arrepintieron.

Ahora, ¿Por qué hablar de un pasado tan lejano? Porque la fe solo se puede fortalecer al recordar los hechos de Dios en el pasado, y especialmente, al recordar cosas que superan las circunstancias del presente (o del futuro). Los enemigos que se levantarían en el futuro serian muchos, muy fuertes y poderosos, pero Dios había hecho antes grandes proezas en contra de seres mucho más horribles y gigantescos. El Señor había destruido seres que superaban exponencialmente a los enemigos que vendrían después. Esta es la razón por lo cual nunca podemos olvidar los pasados hechos del Altísimo, porque alimentan nuestra confianza en El. Hay dos cosas que tienen que ver con este aspecto, y son: Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Romanos 10:17. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Hebreos 13:8. En la Palabra de Dios tenemos las riquezas de Sus hechos, de Sus grandes proezas, y de sus inmensas misericordias, porque Dios actúa por misericordia (no hay nada que le obligue a hacer algo). Y ¡bendito sea el Señor que El nunca cambia!

Entonces, ¿Cómo aplican estas cosas a nosotros hoy? Que debemos siempre tener en mente, especialmente a aquellos de nosotros que seguimos al Señor, que nunca nos podemos olvidar del Señor, nunca darle la espalda, porque o si no, nos sucederán grandes males. Esta es la razón por lo cual tenemos muchos de nuestros problemas hoy, porque muchos que habían conocido a Dios le han dado la espalda, se han infatuado en su pecado y rebelión en contra de Dios, y le han abandonado por cosas de mucho menos valor, y así insultando Su grandeza. Por desgracia, mucho del pueblo de Dios se vende por cosas muy pequeñas y temporales, vende su relación con Dios muy baratamente. Pero, si uno se arrepiente de toda su maldad, de su infidelidad con el Señor, Dios puede volver a tener misericordia, y puede hacer grandes cosas, El puede actuar a nuestro favor y hacer grandes proezas, tales como los que hizo antes. El Señor es Dios celoso, pero también, es misericordioso y bueno para con aquellos que buscan Su rostro y principalmente, le aman. Y el más grande enemigo que necesitamos que venza El por nosotros, es la muerte y la consecuencia eterna del pecado. El lo ha vencido en la cruz, pero nosotros tenemos que tratarle como el Señor que es para que El pueda efectivamente vencer a estos enemigos en nuestras vidas individualmente. No se trata de decirle “Señor”, sino de tratarle como Señor. Así que, ¿Necesitas que Dios lidie con tus opresores? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La gracia de Dios - Levítico 17

Basado en Levítico 17 (Versión Reina Valera 1960)  

Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel, y diles: Esto es lo que ha mandado Jehová: Cualquier varón de la casa de Israel que degollare buey o cordero o cabra, en el campamento o fuera de él, y no lo trajere a la puerta del tabernáculo de reunión para ofrecer ofrenda a Jehová delante del tabernáculo de Jehová, será culpado de sangre el tal varón; sangre derramó; será cortado el tal varón de entre su pueblo, a fin de que traigan los hijos de Israel sus sacrificios, los que sacrifican en medio del campo, para que los traigan a Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión al sacerdote, y sacrifiquen ellos sacrificios de paz a Jehová. Y el sacerdote esparcirá la sangre sobre el altar de Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión, y quemará la grosura en olor grato a Jehová. Y nunca más sacrificarán sus sacrificios a los demonios, tras de los cuales han fornicado; tendrán esto por estatuto perpetuo por sus edades. Les dirás también: Cualquier varón de la casa de Israel, o de los extranjeros que moran entre vosotros, que ofreciere holocausto o sacrificio, y no lo trajere a la puerta del tabernáculo de reunión para hacerlo a Jehová, el tal varón será igualmente cortado de su pueblo. Si cualquier varón de la casa de Israel, o de los extranjeros que moran entre ellos, comiere alguna sangre, yo pondré mi rostro contra la persona que comiere sangre, y la cortaré de entre su pueblo. Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona. Por tanto, he dicho a los hijos de Israel: Ninguna persona de vosotros comerá sangre, ni el extranjero que mora entre vosotros comerá sangre. Y cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran entre ellos, que cazare animal o ave que sea de comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra. Porque la vida de toda carne es su sangre; por tanto, he dicho a los hijos de Israel: No comeréis la sangre de ninguna carne, porque la vida de toda carne es su sangre; cualquiera que la comiere será cortado. Y cualquier persona, así de los naturales como de los extranjeros, que comiere animal mortecino o despedazado por fiera, lavará sus vestidos y a sí misma se lavará con agua, y será inmunda hasta la noche; entonces será limpia. Y si no los lavare, ni lavare su cuerpo, llevará su iniquidad.

Hay muchos supuestos creyentes que piensan: ¿Para qué leer y estudiar el Antiguo Testamento, si ya el viejo pacto paso, y nada de eso importa? Y es necesario decir a través de la enseñanza del propio Espíritu Santo que el ignorar el Antiguo Testamento es un grave error, el cual es completamente perjudicial a la verdadera fe en Cristo. Es imposible desechar el Antiguo Testamento, porque dentro de El se encuentra parte del completo consejo de Dios, y también la sustancia de lo que vino a reiterar y cumplir el Señor a través de Su Persona. Es más, los más grandes mandamientos que todavía siguen vigentes y están como ordenanza para que el creyente llegue a ser salvo fueron dados en el Antiguo Testamento, tal como lo dijo el Señor mismo: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. Marcos 12:29-31. Así que, tendría que decir que, si una persona excluye el Antiguo Testamento, está cometiendo apostasía.

Ahora bien, ¿estoy diciendo entonces que hay que volver a las practicas antiguas, las que se enseñaron a través de Moisés? No necesariamente. Hay cosas que Dios en Su infinita sabiduría y misericordia ha cambiado, o hasta ha pasado por alto porque sucedieron cosas muy claves a través de la vida, la muerte y la resurrección del Señor Jesucristo, tales cosas que cambiaron el rumbo de prácticamente todo lo que en realidad importa, lo eterno. Se dice muy fácil y se trivializa muy rápidamente lo que paso en la cruz y en Su resurrección, y eso es un grave error. Tal es el error porque este hecho de no entender lo que paso a ayudado a formar un grupo de personas muy malagradecidos, e insensibles a las cosas de Dios. Y tengo que decir que, si no hay una verdadera convicción en una persona, no podrán superar el juicio de Dios. Por desgracia, lo más cerca que llegaran estas personas al reino de Dios es cuando sufran el juicio de Dios, y de allí, ser echados al infierno. Así que, es un problema muy serio.

Lo que debiéramos ver a través del pasaje de hoy y de lo que se práctica hoy en día, es que todos pecamos, y muy comúnmente, aún estando en Cristo. Ese es parte de la función (si se pudiera decir de esa manera), de la ley de Dios, o del Antiguo Pacto, de ayudarnos a entender lo que es malo y bueno. Como sabrán, todo el mundo, sin excepción matan animales para comer, y ninguno es traído al tabernáculo o templo de Dios como ofrenda de paz. Y claro está, el matar animales, sea para comida u otras cosas, se hace por comercio y también para los ídolos y los demonios (porque todavía siguen estas prácticas), pero nunca como para Dios. Y también, no se puede llevar nada al tabernáculo o al templo de Dios porque no existen. Así que, por varias razones, este mandato que dió Dios es quebrantado a cada momento. Entonces, ¿Qué debiera suceder con este conocimiento? Dos cosas: el entender que pecamos a cada momento (porque este es un solo ejemplo), y en distintas maneras, lo sepamos o no, y eso debiera producir arrepentimiento y conversión, y, si una persona ha sido perdonada por Dios, tomarle el peso de Su gracia, y que lo seguimos experimentando a cada instante, sepamos o no lo malo que seguimos haciendo. Dios, en Su gracia cambio la condena por este pecado a través de la cruz de Cristo (porque el quedar excluido o ser cortado del pueblo de Israel significaba que una persona quedaba excluida de todas las promesas y bendiciones de Dios). Y Dios mismo fue El que cambio esto al cumplir esta profecía: Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Mateo 24:1-2. Esta profecía se cumplió en al año 70 DC, cuando el Imperio Romano destruyó el templo, y literalmente no dejo piedra sobre piedra, para extraer todo el oro y las piedras preciosas que eran parte de los muros. Entonces, a lo único que nos podemos aferrar, sea por nuestra ignorancia, o dependencias, y hasta para sobrevivir, es al Señor y a lo que El hizo en la cruz.

Entonces, si logramos entender lo que se tenía que hacer antes, y lo que Dios ha hecho a través de la persona de Cristo, en lo más mínimo, debiera crecer a diario un grande y profundo agradecimiento hacia Dios que solo debiera culminar en una sola cosa: amar a Dios. Y eso es lo que nos lleva a la ley de Dios, y a la manera que llegaremos al reino de Dios, cumpliendo ese primer mandamiento, amando a Dios con todo lo que somos. La salvación de Dios es un regalo, pero el precio es incalculable: la vida y la sangre de Dios mismo en la persona de Jesucristo. Y esto se cumplirá si una persona no llega a amar al Señor como corresponde (porque el amor se ve en las obras): El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene. 1 Corintios 16:22. Si una persona no llega a amar al Señor como lo dice Su Palabra, no tendrá vida eterna. Así que, ¿Entiendes la gracia de Dios, y de tal manera para poder llegar a amarle por sobre todas las cosas? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El único constante en el universo - Salmo 107:31-43

Basado en Salmo 107:31-43 (Versión Reina Valera 1960)  

Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Exáltenlo en la congregación del pueblo, y en la reunión de ancianos lo alaben. Él convierte los ríos en desierto, y los manantiales de las aguas en sequedales; la tierra fructífera en estéril, por la maldad de los que la habitan. Vuelve el desierto en estanques de aguas, y la tierra seca en manantiales. Allí establece a los hambrientos, y fundan ciudad en donde vivir. Siembran campos, y plantan viñas, y rinden abundante fruto. Los bendice, y se multiplican en gran manera; y no disminuye su ganado. Luego son menoscabados y abatidos a causa de tiranía, de males y congojas. Él esparce menosprecio sobre los príncipes, y les hace andar perdidos, vagabundos y sin camino. Levanta de la miseria al pobre, y hace multiplicar las familias como rebaños de ovejas. Véanlo los rectos, y alégrense, y todos los malos cierren su boca. ¿Quién es sabio y guardará estas cosas, y entenderá las misericordias de Jehová?

Hay muchas personas que tienen distintas opiniones sobre porqué suceden las circunstancias en esta vida. Hay, por ejemplo, quienes piensan que les va a ir según como hacen las cosas, o sea, piensan que a una persona le va a ir bien si se esfuerza, si se dedica a lo que va a hacer, y si es responsable. Y claro, piensan que lo opuesto también es verdad, y sí, puede haber cierta verdad en eso. Hay quienes piensan que, en esta vida, todo se trata de oportunidades, o hasta de suerte, que haga lo que haga una persona, todo se dará o no por sí solo. Si vamos por los que asocian las circunstancias con cosas espirituales, hay muchos creyentes que piensan que todo les saldrá bien si tienen suficiente fe en Dios. Hay otros que asocian sus circunstancias con la manera que ellos creen como Dios los ve, o sea, si a una persona le está saliendo bien las cosas, es porque Dios los está bendiciendo porque ellos son mejores que los demás, y viceversa. Hay creyentes que piensan que las circunstancias se dan dependiendo de lo que se hace bien o mal, o sea, que si hacen bien, que Dios los está bendiciendo por sus buenas obras, o si le va mal a una persona, es porque hay algo que está mal, o Dios lo está castigando. En fin, podríamos ver todo tipo de ideas, porque puede haber muchas razones de porqué las circunstancias son las que son, pero ¿cuál es el único constante en todo esto?  

Lo primero que debiéramos ver, y si realmente nos guiamos por lo obvio (aunque a veces lo obvio no es tan obvio para todos, porque todo depende de cómo una persona quiera ver las cosas) es que a través de los sube y bajas, o buenas circunstancias o malas circunstancias, como las que leímos en el pasaje, es que hay un solo constante en todo esto, y ese es el Señor. Vayan bien las cosas, o vayan mal las cosas, Dios es el único que no cambia, y El que está envuelto en todo lo que pasa, lo que vemos como bueno y lo que vemos como malo. Así que, si Dios es el único que no cambia, y El que permite todo, y claro, El que estará allí al final cuando todo esto termine, tanto para cada persona, como universalmente, ¿vale la pena enfocarse tanto en las circunstancias, o en lo que sucede al presente? Ahora, no quiere decir que lo que suceda ahora no importa, porque sí importa, y mucho, especialmente lo que hacemos individualmente y porque hacemos o no hacemos las cosas, A lo que me refiero es que pase lo que pase, siempre debemos tener en mente a Dios, y que El es el que más importa en todo esto. Y si nos enfocamos en El, entonces nos debiera importar supremamente lo que El va a hacer al final con nosotros, basado en lo que hacemos durante este tiempo pasajero y temporal. Esto, por ejemplo, enseño el Señor: Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá… …Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá. Lucas 12:35-40, 42-48. Así que, importa mucho lo que pasa en el presente, pero lo que más importa es como nos ve Dios. Y noten que el Señor está hablando de siervos, o sea, de aquellos que no solamente le pertenecen al reino, sino a los que le sirven. Entonces, este asunto de que muchas personas creen y predican de que no daremos cuenta de nuestras acciones como creyentes es completamente falso. Y si Dios juzgará los hechos de aquellos que le sirven, ¿cuánto más Dios no juzgará a aquellos quienes lo desprecian, o no hacen nada por El, o no le toman en serio o en cuenta? ¿Qué hará Dios con aquellos que, conociendo la verdad, no la siguen, sino hacen como les parece? El camino espacioso que se predica en realidad es una puerta estrecha.

Esto es lo que debemos siempre tener en mente, especialmente como creyentes, a través de las circunstancias que nos toquen, sean buenas o desagradables: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. Gálatas 6:7-8. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, si te encuentrás en buenas circunstancias, siempre piensa que Dios te pedirá cuentas, y que te juzgará según hiciste durante esas buenas circunstancias o en circunstancias difíciles, o en diversos problemas. Este es el fin del asunto: a Dios no le importará tanto las circunstancias, sino lo que hacemos en ellas, y si en todo eso buscamos amarle por sobre todas las cosas, estando sujetos a Su Señorío o no. El mundo se ira, pero el Señor siempre será Señor, y de El depende nuestra eternidad, y El determinará nuestro futuro según nuestro corazón y nuestros hechos. Así que, ¿Qué es lo que el Señor vé en tu corazón y en tus hechos en todo esto? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Le perteneces a quien tu sirves - 1 Corintios 6:12-14

Basado en 1 Corintios 6:12-14 (Versión Reina Valera 1960)  

Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.

Podemos ver muchas cosas en este pasaje, cosas que nos ayudan a determinar cómo es que debemos vivir mientras estamos en este cuerpo temporal, porque a Dios le interesa sobremanera lo que hacemos con nuestra vida, con nuestros cuerpos. Hay un vínculo muy importante entre lo que hacemos con nuestra vida y si lo que hacemos será aceptable a Dios para dejarnos heredar Su reino o entrar en la vida eterna, (porque las cosas no son tan sencillas como muchos prefieren creer). Lo que decidimos hacer, tanto la intención del corazón como nuestras acciones determinarán donde pasaremos la eternidad. Por lo tanto, es necesario tener muy en cuenta estas cosas, por el propio bien nuestro.

El primer asunto es que la Palabra de Dios en Su plenitud es el completo consejo de Dios para el hombre. O sea, la Palabra es para nuestro beneficio, y no para el de Dios. No hay nada que afecte a Dios. Dios y Su reino, todo lo que le pertenece es inconmovible y eterno. Por ejemplo, si una persona decide aborrecer a Dios y desestimar lo que El dice, no cambia la realidad de que Dios seguirá siendo Dios. Por lo tanto, si una persona no desea obedecerle a Dios, sencillamente se daña a sí misma, pero Dios queda ileso. Así que, si una persona desea el bien para sí misma, la lógica o su propio raciocinio la debiera llevar a pensar que le conviene buscar de Dios, y a obedecerle.

Lo próximo que veremos es este asunto, de que tenemos la potestad de hacer todo lo que deseemos, porque tenemos libre albedrio, pero que no todo conviene. Y, es más, que hay que tener cuidado cuando nos dejamos dominar por las cosas. El adoptar la fe en Cristo no significa que seremos perfectos enseguida. Todavía tenemos que lidiar con nuestro pecado, con lo que mora dentro de nuestro ser. Pero la gran diferencia que debiera haber en nuestra vida como creyentes es que nunca debe haber la práctica del pecado. Cuando practicamos el pecado, ahí es que una persona se está dejando dominar, y eso es un problema muy grave. Tal es el problema de que si una persona, no importando la fe que profese tener, sino llega a dominar ese mal en el Señor, no podrá entrar en el reino de Dios. Esto dice la Palabra: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:19-21. ¿Quién es el que hereda? Un hijo. Entonces, si la Palabra dice que una persona no heredará el reino de Dios si practica el pecado, lo que está diciendo es que, por muy hijo que sea, si se deja dominar de nuevo por el pecado, no entrará en el reino de Dios. Dios es amor, pero también es Santo, así que, El perdona, pero con el fin de que dejemos atrás el pecado, paso a paso, día a día, buscando hacer Su voluntad, y no dejándonos dominar de nuevo por lo mismo que causo nuestra perdición para comenzar. Esto dice la Palabra: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:7.

Hay algo que debemos tener siempre en mente, especialmente como creyentes en Cristo, que somos seres creados, Dios nos creó para sí mismo. Cuando estábamos perdidos en nuestros pecados, estábamos totalmente aparte del propósito de nuestro existir, y claro, lo inservible se bota. El infierno es un basurero eterno básicamente. Pero, Dios decidió darnos la oportunidad para que nuestro propósito de existir pudiera ser posible de nuevo a través de la cruz de Cristo, para que pudiéremos volver a nuestro propósito original. Esto dice la Palabra: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10. La predestinación que tantos confunden, consta de que cada uno de nosotros fue hecho y creado para Dios y para cumplir Su voluntad. Y El dá la oportunidad a cada ser a través del Señor Jesucristo a volver a ese plan original, bajo el libre albedrio. Así que, una persona decide si vuelve o no a ese plan original a través de Jesucristo.

Y este es un asunto relacionado que debemos siempre tener en cuenta, que como los seres creados que somos, fuimos hechos para servir. Y si una persona no sirve a Dios, entonces sirve a Satanás y al pecado, aunque piense que se está sirviendo a sí misma. Esa es nuestra realidad. Tu sirves a alguien, quieras creerlo o no, y solo hay dos lados, dos opciones: Dios o el diablo. No hay un intermedio. Así que, también se puede determinar que tú le perteneces a quien tú decides servir. Si le sirves a Dios, le perteneces a Dios. Pero, si sirves a la carne y al pecado, le perteneces a eso, y finalmente le perteneces al diablo. Esto dice la Palabra al respecto: Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Efesios 2:1-5.

Ahora, se puede entender, por ejemplo, la verdadera razón por lo cual se inventó la llamada teoría de la evolución, y es para justificar la rebeldía y el orgullo del hombre, para sentirse que no le debe nada a nadie y para hacer como le parece. Y mucho del ser humano prefiere creer que vino de un accidente cósmico, y de un primate, que pensar que le debe todo al Santo Ser que lo creo, quien sigue permitiendo que exista (porque si respiramos y nuestros corazones palpitan, es porque Dios lo permite), y que de El y de Su verdad depende si una persona vive eternamente o muere en el infierno para siempre. Cuando una persona no le obedece a Dios, adopta este mismo sentir, y finalmente se condena a sí misma a pertenecerle a Satanás, no importa la fe que profese tener (porque Dios nos juzgará por la intención de nuestro corazón y por nuestros hechos, y no por lo que decimos). Esto es lo que dijo el propio Señor: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, ¿A quién sirves? ¿A Dios, o a el diablo? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La carne - 2 Corintios 10:1-6

Basado en 2 Corintios 10:1-6 (Versión Reina Valera 1960)  

Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros, mas ausente soy osado para con vosotros; ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne. Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.

Muchas veces, y la gran mayoría, casi siempre ve como problemas cosas que realmente no son problemas, y viceversa, cosas que son realmente problemáticas como cosas buenas o sin asunto. Pero el asunto es que debemos entender lo que realmente puede ser un problema, y lo que nos puede afectar infinitamente. No debemos pensar que nuestros peores problemas son las malas circunstancias, u otras personas, o ni siquiera el diablo y sus demonios (aunque todo esto son factores). El peor problema que tenemos es la carne, y para ser aún más exacto, nuestra carne o carnalidad, hasta literalmente hablando. Este es nuestro enemigo número uno, nuestro peor problema.

A través de la Palabra, Dios nos advierte de distintas maneras de cómo debemos tener cuidado con la carne, y que no podemos confiar en la carne, y que no debemos seguir la carne, y que no debemos tomar decisiones basadas según la carne, en fin, Dios siempre pone gran alerta a todo lo que tiene que ver con la carne. Por ejemplo, tan sencillamente no podemos confiar en la carne, o en las cosas de la carne, como está escrito: Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. Jeremías 17:5-8. Así que, tan sencillamente, si una persona confía en la carne, trae la maldición sobre sí misma. ¿Por qué pasa esto? Por dos razones. Porque Dios castiga todo lo que esta basado en la carne, y lo ha denominado maldición, pero también, porque la consecuencia natural que produce la carne es maldición. Esto también dice la Palabra al respecto: Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. Gálatas 6:8. Entonces, Dios enseña que, si una persona invierte en la carne, o se preocupa solo en complacer la carne, el fruto, o el producto será corrupción.

El Señor también nos dice que la carne promueve la debilidad, y es por eso que no debemos depender de ella. Esto mismo dijo: Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Mateo 26:41. Así que, la carne es algo que nos hace débiles, no nos ayuda a enfrentar las circunstancias, ni aún menos, las tentaciones, o las pruebas, y claro, hasta la tribulación. Lo espiritual o las cosas divinas son las que nos ayudan a ser fuertes, para poder resistir cualquier problema, y claro, ayudarnos a entrar en el reino de Dios. Por eso que la Palabra también dice esto: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:16-21. Entonces, tan sencillamente, no podemos ni depender de la carne en ninguna manera, no podemos buscar satisfacer los deseos de la carne, y claro, no podemos darle rienda suelta a los deseos de la carne, porque o sino, no podremos entrar en el reino de Dios, y eso si es un grave problema, un problema eterno que no tiene remedio.

El asunto es que, si nos dejamos llevar por la carne, fracasaremos en hacer la voluntad de Dios. Y este problema puede surgir en cualquier momento, el cual es el peor problema. El mejor ejemplo que tenemos donde se nos demuestra que no podemos bajar la guardia es en lo que paso con el Apóstol Pedro. Esto leemos: Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo. Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. Mateo 16:13-26. Así que, todo puede cambiar en cuestión de momentos si no tenemos cuidado con la carne, si nos dejamos llevar por ella. Porque esto también reitera la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. La carne va totalmente en contra de Dios y de Su voluntad, y si nuestra vida se vuelve en una colección de cosas carnales, ¿podrá Dios dejarnos entrar en Su reino? Por eso que todo evangelio o doctrina que esta basado, o busca complacer la carne y de buscar los placeres de esta vida son maldición. Todo lo que tiene a la carne como centro, o como fin de complacer a la carne, es maldición. Así que, ¿tu vida y tu fe está basada en la carne o en el Señor y en hacer Su voluntad para vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El verdadero mensaje del Evangelio - Gálatas 1:1-14

Basado en Gálatas 1:1-14 (Versión Reina Valera 1960)  

Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos), y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.

¿Hay tal cosa como muchas perfecciones, o varias verdades? ¿La opinión de cada persona dicta la realidad del universo? Hoy en día, y gracias a nuestra supuesta evolución, existen muchas más ideas aceptadas como verdad que antes. Y por supuesto, gracias a la comunicación, todas esas ideas se transmiten a todo el mundo en cuestión de segundos. Y añadiéndole a eso, muchas personas forman distintas opiniones al tomar o mezclar distintas ideas que recogen en el camino, y forman su propia opinión, y ya que la sociedad en general apoya el libertinaje, se siente más que autorizada para pensar y creer que su verdad rige de alguna manera el universo, la eternidad, etc. En fin, la gran mayoría de las personas adoptan su propia creencia, su propia verdad, y viven de esa manera, pensando que el universo está sujeto a ellos.  

Por desgracia, las cosas no son muy distintas en el cristianismo, y como podemos leer en el pasaje de hoy, no es nada nuevo tampoco. Siempre ha habido, hay, y habrá este asunto de desviar y corromper la Verdad. Hoy en día, en todas nuestras iglesias, hay personas que crean su propio evangelio, su propia cristiandad, desde el más erudito hasta el más nuevo, la gran mayoría de las personas crean su propio evangelio. Y claro, las razones varían y son muchas, pero los que producen tal desvío son los mismos de siempre: el diablo y la carnalidad de las personas. Tan sencillamente, y esto debiera ser una verdad irrefutable para todo creyente, especialmente si se están guiando por la Palabra de Dios, que hay una sola Verdad porque hay un solo Dios: Dios Padre, Dios Hijo (Jesucristo), y Dios Espíritu Santo, y estos Tres son Uno. Y hay una sola Palabra de Dios: la Santa Biblia. Sé que este pensamiento se opone a lo que la gran mayoría piensa, pero no hay tal cosa como muchas verdades o muchos evangelios, o muchas maneras de ser salvo, porque el Espíritu Santo es uno solo, y es uno solo el mensaje de salvación que imparte. Por lo tanto, y con todo respeto, nuestras opiniones no dictan la realidad del universo, ni Dios tampoco va a tomar nuestro parecer cuando estemos delante del trono más imponente y temible que existe cuando tengamos que dar cuentas. El día del juicio será algo como jamás se ha experimentado. Y en ese momento Dios juzgará a cada uno según Su Verdad, y no según opiniones. Y para los que se desvían de la Verdad, o sencillamente no aceptan la Verdad de Dios, será el día más horrible de su existencia, porque lo más cerca que llegarán a Dios y al cielo es cuando se dicte su sentencia final a una eternidad de tormento y perpetuo dolor, un lugar donde nunca habrá ni paz, ni luz, ni amor, sino solo lo más horrible que puede existir. Por lo tanto, es extremadamente necio no alinearse con lo que Dios dice, porque el precio del error es muy grande.

Entonces, ¿qué es el Evangelio exactamente? Hay que ir a la Palabra de Dios para poder ver esto. Esto dice: Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Marcos 1:14-15. Estas cosas componen el Evangelio, tal como lo predico el propio unigénito Hijo de Dios: el arrepentimiento de todos los pecados, y la fe en el Evangelio, en Cristo Jesús. Esto también dice la Palabra: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado. Hechos 3:19-20. Y también dice esto la Palabra: Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:8-10. El Evangelio o la salvación de Dios consta del arrepentimiento y conversión de todos los pecados (no solo de algunos), y de aceptar a Jesús no como salvador, o profeta, o un buen hombre, sino como el Señor que es, y de vivir bajo Su Señorío.

Y esto nos lleva a lo culminativo. Hay que entender que, si una persona no vive bajo el dominio del Señor, haciendo Su voluntad (no entregado a la religiosidad), sencillamente no va a alcanzar la salvación. Y lo pueden ver de cualquier manera, sea que nunca fue salvo, o que será condenado en el juicio, porque la fe sin obras es muerta (esto es lo que dice la Palabra de Dios), como está escrito: Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Santiago 2:14-24. Y esto también dijo el propio Señor: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Entonces, el verdadero Evangelio o la salvación del hombre consta de estas tres cosas, especialmente para que Dios nos deje entrar en Su reino: Un arrepentimiento y conversión genuino y completo, El aceptar a Jesús como único Señor y la obra de la resurrección que Dios hizo a través de El, y de vivir sujeto a ese Señor, buscando hacer Su voluntad y no tu voluntad, hasta el día que respires tu último aliento. Así que, ¿vives el verdadero Evangelio de Dios o sigues el camino a la perdición? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Hay lugar para la imperfección - Lucas 7:18-29

Basado en Lucas 7:18-29 (Versión Reina Valera 1960)  

Los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas. Y llamó Juan a dos de sus discípulos, y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro? Cuando, pues, los hombres vinieron a él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro? En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí. Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están. Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él. Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan.

Uno pudiera preguntarse, ¿Cómo Juan el Bautista no pudo haber estado seguro de que Jesús era el unigénito Hijo de Dios, el Mesías? ¿No era este mismo Juan quien le bautizo en el Jordan, el cual vió al Espíritu Santo descender sobre El, y que hasta escucho la voz del propio Dios públicamente dando testimonio que Este era Su Hijo amado? ¿Qué le habrá pasado desde aquel momento hasta el momento cuando mando a sus discípulos a preguntarle? Hay una respuesta que justifica a Juan, y que también nos da un alivio muy grande. A pesar de que Juan fue el más grande entre todos los profetas, todavía seguía siendo un ser humano, y eso quiere decir que era imperfecto, que tenía debilidades con las cuales siguió lidiando hasta el día que respiro su último aliento.

El asunto de seguir al Señor, y de hallar gracia ante el Altísimo nunca tuvo que ver con la perfección. Tenemos grandes ejemplos en la historia que nos dan estas indicaciones, grandes hombres que alcanzaron la gracia de Dios, y que fueron seres muy especiales y preciados para Dios. Por ejemplo, Abraham no era perfecto. El cometió errores. Pero, eso no interfirió en que fuere el padre de la fe, y que el propio Dios lo llamara Su amigo. Moisés no fue perfecto, pero eso no interfirió en que estuviera delante de la presencia de Jehová de los Ejércitos, quien pudo ver a Dios cara a cara, y que también vendrá al final de los tiempos y ser uno de los dos testigos a quien Dios usará para ayudar a Su pueblo Israel, volverse a Cristo. Y ¿Qué podemos decir del Rey David? David no fue perfecto. Cometió errores también. Pero eso no interfirió con el propio Dios decir que había hallado a este David que era conforme a Su corazón, y que haría todo lo que El quería, y también, que este mismo David tuviera el gran privilegio de que de su descendencia iba a salir el Mesías, porque el Mesías tenía que ser Hijo de David. Estos hombres no eran perfectos, cometieron errores, pero no solo hallaron gracia ante el Dios Eterno, sino que alcanzaron grandes cosas que perdurarán por toda la eternidad para la gloria de Dios, pero también, para el beneficio eterno de ellos, lo cual están disfrutando en este mismo instante.  

Entonces, ¿Qué podemos entender a través de esto? Que Dios nunca impuso el peso de la perfección en el hombre. Ese nunca fue Su voluntad porque El mismo sabe que somos débiles, limitados, y claro, muy imperfectos. Este fue el gran error de los religiosos, y sigue siendo el error de cada persona que asume que lo que Dios busca es la perfección. Es verdad que Cristo murió para que fuéremos transformados, y cambiados, para ser nuevas criaturas en El, para dejar de hacer lo que produce la muerte, y hacer obras dignas de Su reino. A Dios sí le interesa lo que hacemos. Pero, hay algo más allá que Dios busca, y que sea por supuesto algo genuino y de corazón, y no de boca nada más, y es lo que nos ayuda a hallar gracia ante Dios, la misma gracia que encontraron estos grandes hombres que mencionamos antes, y lo mismo que nos ayudara a hacer lo que Dios desea, Su voluntad. Dios busca que le amemos por sobre todas las cosas. Esta es la verdadera voluntad de Dios. Esto es lo que dijo el propio Señor: No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Mateo 10:34-39. Y esto también leemos: Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Marcos 12:28-34a. Entonces, nos debe quedar muy claro que lo que Dios busca en nosotros es que le amemos y que le demos el lugar que El merece, el primer lugar, que le tratemos como el Señor que es. Esto tuvo en común Abraham, Moisés, David, y también, Juan el Bautista, el cual hasta dio su vida por hacer lo que Dios le mando a hacer y cumplió su ministerio, porque amó a Dios más que a su propia vida.

Por lo tanto, a través de esto es que entendemos que, en la fe hay lugar para nuestras imperfecciones, que es posible que cometamos errores (nunca un abuso de la gracia de Dios, porque eso Dios lo juzgara), pero que debe haber algo inmovible dentro de nosotros, que amemos a Dios por sobre todas las cosas, y que le tratemos como el Señor que debe ser en nuestras vidas, el buscar hacer Su voluntad y no la nuestra. De esta manera encontraremos gracia delante de Dios, a través de Jesucristo, y podremos hacer Su voluntad en la tierra, lo cual nos dará acceso a Su reino eterno. Esto último es lo que Dios usara para juzgarnos: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. Así que, ¿Qué ve Dios en tu corazón por El? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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