Comment

Sensibilidad a Dios - Daniel 2:1-30

Basado en Daniel 2:1-30 (Versión Reina Valera 1960)  

En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño. Hizo llamar el rey a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey. Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño. Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación. Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto lo olvidé; si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares. Y si me mostrareis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y favores y gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación. Respondieron por segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño a sus siervos, y le mostraremos la interpretación. El rey respondió y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el asunto se me ha ido. Si no me mostráis el sueño, una sola sentencia hay para vosotros. Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que pasa el tiempo. Decidme, pues, el sueño, para que yo sepa que me podéis dar su interpretación. Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo. Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne. Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia. Y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos. Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había. Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey. Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia. Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey. Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación. Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación. Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación? Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama: Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser. Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.

Este rey Nabucodonosor fue una persona real, y su reino fue entre 605 y 562 AC. Y tal fue su reino que no ha habido otro igual como él, no solo porque dominó al mundo conocido, sino por su increíble orden y estructura durante su reinado. Era un reino que estaba 100% sujeto a su rey, y que los mandatos del rey eran respetados por todos, tanto por el más grande como por el pequeño. Lo que el rey decía, eso se hacía, sin cuestionar y apremiantemente. Era algo sin precedentes, y algo totalmente imposible para hoy. El rey Nabucodonosor no solo gobernaba y era obedecido por ser el rey, por su poderío humano, sino porque había un profundo respeto en la gente que gobernaba. Y eso no era un accidente, sino porque era sabio y no débil, y porque no era hipócrita, ni tenía agendas alternativas (muy distinto a lo presente).

Pero este Nabucodonosor era una persona muy singular, a pesar de que venía de una nación pagana. Y su valor espiritual fue revelado al trascurrir el tiempo mientras Dios trataba con su vida. El comenzó de una manera, pero lo que estaba en lo más profundo de su ser no se desarrolló hasta después. Puede que digan los que tienen ciertos conocimientos de Nabucodonosor que él fue un hombre malo y perverso porque destruyó a la nación de Israel y a los pocos sobrevivientes que permitió vivir fueron tomados esclavos o entre los más pobres, dejados en la tierra para labrarla para su reino. Se podría decir esto, pero sería un grave error. Dios permitió que Nabucodonosor destruyese a todo Israel y Judá porque pecaron contra Dios hasta sobrepasar Su misericordia (Su misericordia es muy grande, pero no ilimitada). Dios le mando a Su pueblo sacerdotes y profetas por muchos años para que se volviesen de sus malos caminos, pero persistieron en su rebelión. Por lo tanto, esto sucedió, como está escrito: Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras, he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua. Jeremías 25:8-9.

¿Como podemos ver que Dios veía algo más en este rey? Su visión fue revelada no solo porque Daniel y sus amigos buscaron de Dios por su respuesta, sino que lo declaro Daniel: …para que entiendas los pensamientos de tu corazón. Dios le dió esa visión porque Nabucodonosor fue siempre sensible a Dios, aún cuando estaba en su paganismo. No era un hombre que estaba preocupado de deleites y de las vanidades de este mundo. Quería entender que pasaría en el futuro, y Dios se lo concedió, como también Dios lidio con él hasta que llegara su conversión, como él mismo lo declaró: Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia. Daniel 4:37. Así que, ¿Eres sensible a Dios, o buscas solamente satisfacer tus deseos en este mundo? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

Construcciones divinas - Éxodo 38:9-31

Basado en Éxodo 38:9-31 (Versión Reina Valera 1960)  

Hizo asimismo el atrio; del lado sur, al mediodía, las cortinas del atrio eran de cien codos, de lino torcido. Sus columnas eran veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. Y del lado norte cortinas de cien codos; sus columnas, veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. Del lado del occidente, cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, y sus diez basas; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. Del lado oriental, al este, cortinas de cincuenta codos; a un lado cortinas de quince codos, sus tres columnas y sus tres basas; al otro lado, de uno y otro lado de la puerta del atrio, cortinas de quince codos, con sus tres columnas y sus tres basas. Todas las cortinas del atrio alrededor eran de lino torcido. Las basas de las columnas eran de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata; asimismo las cubiertas de las cabezas de ellas, de plata; y todas las columnas del atrio tenían molduras de plata. La cortina de la entrada del atrio era de obra de recamador, de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; era de veinte codos de longitud, y su anchura, o sea su altura, era de cinco codos, lo mismo que las cortinas del atrio. Sus columnas eran cuatro, con sus cuatro basas de bronce y sus capiteles de plata; y las cubiertas de los capiteles de ellas, y sus molduras, de plata. Todas las estacas del tabernáculo y del atrio alrededor eran de bronce. Estas son las cuentas del tabernáculo, del tabernáculo del testimonio, las que se hicieron por orden de Moisés por obra de los levitas bajo la dirección de Itamar hijo del sacerdote Aarón. Y Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá, hizo todas las cosas que Jehová mandó a Moisés. Y con él estaba Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, artífice, diseñador y recamador en azul, púrpura, carmesí y lino fino. Todo el oro empleado en la obra, en toda la obra del santuario, el cual fue oro de la ofrenda, fue veintinueve talentos y setecientos treinta siclos, según el siclo del santuario. Y la plata de los empadronados de la congregación fue cien talentos y mil setecientos setenta y cinco siclos, según el siclo del santuario; medio siclo por cabeza, según el siclo del santuario; a todos los que pasaron por el censo, de edad de veinte años arriba, que fueron seiscientos tres mil quinientos cincuenta. Hubo además cien talentos de plata para fundir las basas del santuario y las basas del velo; en cien basas, cien talentos, a talento por basa. Y de los mil setecientos setenta y cinco siclos hizo los capiteles de las columnas, y cubrió los capiteles de ellas, y las ciñó. El bronce ofrendado fue setenta talentos y dos mil cuatrocientos siclos, del cual fueron hechas las basas de la puerta del tabernáculo de reunión, y el altar de bronce y su enrejado de bronce, y todos los utensilios del altar, las basas del atrio alrededor, las basas de la puerta del atrio, y todas las estacas del tabernáculo y todas las estacas del atrio alrededor.

¿Moisés hizo la construcción del tabernáculo solo? No. Hubiera sido imposible que un solo hombre juntara todo lo que se necesitaba, que tuviera todos los conocimientos para hacer las distintas obras, y que pudiera haber hecho toda la mano de obra. En este pasaje, vemos a Moisés como la autoridad espiritual del pueblo, pero también hubo un gran grupo de personas que se pusieron de acuerdo para la obra. Algunos son nombrados como Itamar, Bezaleel, y Aholiab, pero había otros que no están nombrados (pero Dios sí los conoce), y formaron parte de esta obra.

Ahora bien, el propósito de este mensaje no necesariamente es para inspirar construcciones materiales, y que grupos de personas deben comenzar a donar tiempo, dinero y esfuerzo como prueba de fe y fidelidad a Dios, como suelen hacer muchos supuestos lideres espirituales hoy, que están más enfocados en lo material y en lo temporal que en lo eterno de Dios. Y por mi profesión secular (como arquitecto y constructor, lo cual Dios me ha dado para no serle carga a nadie como Su ministro), tendría buena excusa para justificar e inspirar tales construcciones materiales.

¿De qué se tratará esto? De lo siguiente: El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Hechos 17:24-25. Debemos enfocarnos no en construir cosas materiales, sino más bien, en los templos que el Dios Omnipotente busca habitar, en los corazones de los hombres. Porque esto también dice Su Palabra: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. 1 Corintios 3:16-17. Los templos que le importan a Dios son las personas. Cada uno de nosotros que escoge seguir a Cristo, es un templo del Señor, y somos templos santos por la gracia y el perdón de Dios a través de las obras del Señor Jesucristo, por Su nacimiento, vida, muerte, resurrección, y ascenso a Su trono, a la diestra de Dios Padre.  

Entonces, parecido a la construcción del tabernáculo, Dios ha escogido que nosotros seamos los que construyamos sus templos aquí en la tierra. Y esto es un trabajo en grupo. Cada uno de nosotros tiene su lugar, su responsabilidad (porque Dios no fuerza a nadie). El Señor nos da la oportunidad para ser salvos y redimidos para poder volver al propósito para el cual nos creó, para que le sirvamos. Si alguien desea saber la respuesta de nuestro existir, esa es, fuimos creados y hechos para servir a Dios. Y por Su gracia, a pesar de nuestros pecados y rebeliones, El ha proveído para la restauración de nuestro propósito a través de la fe en Jesucristo, como está escrito: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10. Dios hizo al hombre para que le sirviera. Y por Su gracia, tenemos una nueva oportunidad para hacer juntos Su obra.

Y ¿a qué nos llama a hacer el Señor? Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Mateo 28:18-20. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. Santiago 1:27. Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Santiago 2:14-17. Tenemos mucho que hacer como discípulos de Cristo, y tenemos que hacerlo juntos bajo la dirección del Espíritu Santo. Pero si un llamado creyente está enfocado en su propia persona e intereses, faltará lo que corresponde. Así que, ¿Eres parte de la construcción divina, o sigues al diablo al solo pensar en ti? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

Las consecuencias del mal y la recompensa por hacer el bien - Salmo 36

Basado en Salmo 36 (Versión Reina Valera 1960)  

La iniquidad del impío me dice al corazón: no hay temor de Dios delante de sus ojos. Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos, de que su iniquidad no será hallada y aborrecida. Las palabras de su boca son iniquidad y fraude; ha dejado de ser cuerdo y de hacer el bien. Medita maldad sobre su cama; está en camino no bueno, el mal no aborrece. Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia, y tu fidelidad alcanza hasta las nubes. Tu justicia es como los montes de Dios, tus juicios, abismo grande. Oh Jehová, al hombre y al animal conservas. ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz. Extiende tu misericordia a los que te conocen, y tu justicia a los rectos de corazón. No venga pie de soberbia contra mí, y mano de impíos no me mueva. Allí cayeron los hacedores de iniquidad; fueron derribados, y no podrán levantarse.

Finalmente, ¿de qué se trata esta vida para la mayoría? Desde el punto de vista general humano, esta vida es para vivirla según les parece, básicamente con todo lo que tiene que ver con nuestra autocomplacencia. La mayoría de las personas hoy viven para sí mismos, para su propio beneficio. Y al momento, todo ser humano puede vivir como desea. Ahora, no hay un versículo que diga literalmente esta frase, pero su significado e implicación esta en toda la Biblia, lo cual llamamos: el libre albedrio. Y, con este libre albedrio viene el peso de la consecuencia, y hay una consecuencia general para cuando uno vive para vivir a su manera, más tarde o temprano.

El ser humano debe siempre tener en mente que puede vivir como desee, pero todo tiene consecuencias. No obstante, el que escoge hacer el mal muy interesantemente desea que su maldad no tenga ninguna mala consecuencia, sino todo lo contrario, desea que su maldad sea recompensada con bienestar. Veamos esto por un momento. El ladrón roba porque desea vivir bien y obtener todo lo que desea con el menor esfuerzo posible, y claro, que no sufra el castigo de la cárcel. Y, a ningún ladrón le gusta que le roben. El deseo del adultero es el mismo. Su deseo es tener sus encuentros sexuales con otras personas sin que nadie lo sepa, y sin malas consecuencias, que todo le salga como quiere. Y también, a ningún adultero le gusta que lo engañen, hasta a los más atrevidos y desvergonzados. Pasa lo mismo con todo el que busca hacer la maldad, como el que medita maldad sobre su cama, como dice la Palabra, para planear hacer todo lo que desea hacer y que no hallan consecuencias negativas. Desean usar su libre albedrio para conseguir y hacer todo lo que quieren sin ningún tipo de consecuencia, especialmente después que mueren. Su deseo es que todos sus malos hechos queden totalmente impunes. Sonará ilógico para algunos de nosotros, pero éste es el deseo de la gran mayoría. Y si no, ¿Por qué creen que existe tanta maldad en el mundo? ¿Creen que los que hacen maldad piensan en que sus malos caminos van a venir sobre sus propias cabezas algún día? Claro que no.

Ahora bien, ¿puede quedar la maldad impune si una persona escoge creer de esta manera? Como se ha dicho muchas veces, ni nuestras opiniones, ni nuestros deseos tienen algún tipo de poder para dictar o controlar la realidad. Puede que muchos piensen que están saliendo con la suya porque nada malo al parecer le está pasando al momento, como dicen las Escrituras: Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no solo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon (Malaquías 3:15), pero la verdad es que toda persona sufrirá las consecuencias de sus malos hechos, sea ahora en este mundo, o en el juicio venidero, sino se arrepiente de corazón y busca a tiempo al Altísimo. La Palabra es muy clara en esto, como dice: El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. Eclesiastés 12:13-14.

Entonces, si las cosas son así, ¿todo se trata de las obras que hacemos? Si y no. Las obras por sí solas no son el centro del asunto, aunque debe haber un producto. Lo primero que debemos entender es que somos seres creados por Dios, y como tales, fuimos hechos para servirle y obedecerle a Él. Entonces si tenemos un producto, deben ser cosas que El busca, y no lo que nos parece. Si vemos lo que sucedió al comienzo, cuando Dios hizo al hombre, El le dió tareas (obras) para hacer, como leemos: Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Génesis 2:15. Y también dice: Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo... Génesis 2:19-20a. Entonces, el hacer estas cosas no fue ocurrencia del hombre, sino que Dios se las dió para hacerlas. Pero ¿Qué hizo el hombre con su libre albedrío? Cuando se presentó la tentación, pecó en contra de Dios, y en vez de hacer la voluntad de Dios, desobedeció a Dios y le hizo más caso a la serpiente que no le dio nada, que a Dios a quien le debía absolutamente todo. Y, ¿Por qué desobedeció a Dios? Porque le agradó la propuesta de ser como Dios. Entonces, esto separó al hombre de Dios, y se perdió su propósito para existir. Se volvió inútil y perdió el propósito de su existir, lejano de todo propósito divino. Pero bendito sea Dios que Su gracia sobreabundó, y dió una manera para que el hombre volviera a la vida de nuevo, y al propósito del existir, con el cual fue hecho. Esto fue lo que sucedió: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10.

Entonces, algunos argumentarán, si somos salvos por gracia nada más, ¿Dónde entra la importancia de la obra? Si entendemos bien el pasaje anterior, entenderíamos que Dios nos salvó por su gracia, pero como producto de la fe y la gracia que nos fue dispensada, que el hombre comenzara de nuevo a hacer las buenas obras por las cuales Dios lo creo, como fue desde el comienzo. Entonces, a través de esto entendemos que la fe y la gracia debe rendir un producto para que haya vida eterna, como también dice: Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:17-20. Entonces, ¿Qué finalmente distingue la buena y la mala obra? Una sola cosa y eso es el hacer la voluntad del Padre. Sino se hacen las cosas buscando obedecer al Padre, entonces todo lo que se produce es mala obra, aunque luzcan ser cosas buenas. Esto dijo el Señor: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, ¿Vives para hacer la voluntad del Padre para recibir Su recompensa? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

¿Cómo es que nacemos de nuevo? - Hechos 19:1-7

Basado en Hechos 19:1-7 (Versión Reina Valera 1960)  

Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. Eran por todos unos doce hombres.

Vemos en este pasaje que hubo ciertas personas que se veían inconclusas con su fe, a pesar de que ellos fueron bautizados con el bautismo de Juan el Bautista, con el bautismo de arrepentimiento. ¿Qué era lo que les faltaba? La verdadera conversión no solamente consiste en el arrepentimiento, sino también, de una fe precisa en el Señor Jesucristo, porque hay que hacer cosas muy exactas para poder llegar a un verdadero cambio de vida, o como dijo el Señor, que una persona tenia que nacer de nuevo para poder entrar en el reino de Dios.

Para comenzar, tenemos que ver lo que explicó el Señor sobre el nuevo nacimiento, o de venir a tener una conversión genuina. Esto nos dicen las Escrituras: Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Juan 3:1-7. Así que, el Señor hablo acerca de nacer de agua y del Espíritu. ¿Qué significan ambas cosas? El nacimiento de agua consta del arrepentimiento de los pecados, o sea de lo que predico Juan el Bautista. Esto es primordial, esencial, y un completo requisito como primer paso para poder nacer de nuevo, o venir a una real conversión. No necesariamente significa que una persona tiene que sumergirse físicamente en el agua para que suceda, sino que el bautismo del arrepentimiento era un simbolismo de lo que debe suceder en una persona, que se debe arrepentir y convertir no solo de algunos pecados, sino de todos sus pecados, completamente, sin reservaciones, lo cual es la implicación del bautismo por emersión. Significa morir a uno mismo y a nuestros pecados, para ser lavados y levantados como personas totalmente nuevas. El bautismo de arrepentimiento es lo que prepara a una persona para la segunda parte, lo que le faltaba a esto discípulos que ni siquiera habían escuchado del Espíritu Santo.

¿Cuál es la segunda cosa que es esencial para nacer de nuevo, para que haya una verdadera conversión, lo cual le falto a los discípulos que encontró Pablo? El nacer del Espíritu. ¿Cómo sucede esto? Cuando una persona no solo viene a creer en Cristo, sino que, por la fe, entrega su vida al Señorío del Señor Jesucristo, creyendo con todo su corazón en El cómo Señor y Dios de su vida, y creyendo en Su muerte y resurrección. Esto dice la Palabra: Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:8-10. Entonces, uno tiene que ir más allá de aceptar al Señor como salvador. El es nuestro Salvador, pero El tiene que venir a ser Señor de nuestra vida, tenemos que hacerle el absoluto dueño de nuestras vidas. ¿Por qué? Por lo que El mismo explico: Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6. Tan sencillamente, si no le pedimos pertenecer a El, nunca seremos de El. Nadie nace siendo automáticamente hijo de Dios. La única manera que una persona puede venir a ser hijo de Dios es al recibir dentro de sí al Señor Jesucristo, como esta escrito: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Juan 1:12. Esto es lo que tiene que suceder para que una persona venga a nacer de nuevo legítimamente, o para tener una real conversión, para llegar a ser una nueva criatura, como también esta escrito: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17. Este es el completo Evangelio de Dios, la base de la sana doctrina. Esto fue lo que predico el propio Señor, como está escrito: Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Marcos 1:14-15.

Ahora, ¿falta algo más después de nacer de nuevo en Cristo? Y la respuesta según las Escrituras es, sí. El nacer de nuevo precisamente implica eso, un nuevo comienzo, pero es solo un comienzo. Uno tiene que vivir para hacer la voluntad de Dios. Después de venir a Cristo, uno no debe seguir viviendo la vida como quiera, o buscando cumplir sus deseos. Si una persona no busca hacer la voluntad de Dios, por mucho que se allá arrepentido, por mucho que confiese haber aceptado a Jesucristo como su Señor, si no hace la voluntad de Dios durante el tiempo que Dios mismo le dá para vivir después de su conversión, no entrará en el reino de Dios. Esto mismo dejo muy claro el propio Señor: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Esto es lo que se pierde dentro de las enseñanzas de hoy en día, porque muchos creen y enseñan que Dios está para cumplir nuestros sueños, para hacer lo queramos, como si fuese un genio divino. Pero esto va totalmente en contra de lo que enseña la Palabra. Esto dijo el Apóstol Pablo: Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Romanos 14:7-9. Y, ¿Cómo sabemos que debemos vivir para el Señor, y que no podemos quedarnos con una decisión y nada más? Esto también dió el apóstol como ejemplo y dejó como enseñanza: Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:13-14. Entonces, si Pablo no pudo decir que todavía lo había alcanzado ¿Qué quedará para nosotros? Entonces, no importa si una persona cree que la salvación se pierde, o que nunca fue salva una persona que vive para sí, si una persona no vive para hacer la voluntad de Dios, no entrará en el reino de los cielos. Esto lo dice Dios.

Así que, ¿estás viviendo para hacer la voluntad de Dios, o para hacer tu propia voluntad? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

¿Está bien nuestro corazón para con Dios? - Salmo 53:1-3

Basado en Salmo 53:1-3 (Versión Reina Valera 1960)  

Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, e hicieron abominable maldad; no hay quien haga bien. Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido que buscara a Dios. Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno.

¿En realidad las cosas están tan mal como dice la Palabra, que no hay quien haga el bien? Hay muchos que puede que no estén de acuerdo con esto, y pensarán que es una exageración. Hay personas que tienen la opinión de que hay personas buenas, y que no todos son criminales, por decir. Y también hay personas que dirían: No hay nadie perfecto, pero a que una persona sea mala, eso es otra cosa. En fin, muchos pueden diferir en opinión (porque al momento tienen ese derecho), pero todo depende del estándar que se use para medir (por decir).

Y aquí se revela uno de los problemas principales que existen hoy, de que vivimos en una sociedad que colectivamente ha determinado establecer sus propios estándares para el bien y para el mal. Hace no mucho tiempo atrás; o por virtud de que la mayoría de las personas creían en Dios de alguna manera, o por las enseñanzas de ciertas religiones cristianas (todos los que creemos en Cristo), había un temor en cruzar ciertos límites, y existía tal cosa como la vergüenza cuando se hacía algo malo (¿recuerdan que existía tal cosa como la vergüenza?). Sea por estigmas sociales o por enseñanzas religiosas, había límites. Y lo más notable de ese asunto era que si habían personas que no tenían buenos estilos de vida, pero no querían lo mismo para sus hijos; porque de nuevo, había a lo menos un cierto reconocimiento de lo que era pecado, aunque no eran religiosos. La prostituta no quería que su hija fuera prostituta. El ladrón no quería que sus hijos fueran ladrones. Los padres antes deseaban mejores vidas para sus hijos. Aún recuerdo esos días. Ahora, la gran mayoría de la sociedad ha tratado de abolir todo sentimiento de culpabilidad, y ha tratado de hacer desaparecer el concepto del pecado. Y en muchas de nuestras iglesias ya no se predica del pecado, ni del arrepentimiento, y de que debe haber un cambio de vida como prueba de conversión. Muchas de nuestras iglesias han optado por predicar de que Dios te acepta tal cual como eres, y usan el amor de Dios como pretexto. Y por supuesto, no existe ni la amonestación, o la disciplina dentro de la iglesia por el sencillo temor de qué los que van a la iglesia dejen de ir, y que los diezmos y las ofrendas aminoren. Y nadie que vive del ministerio desea eso. Muchos pueden decir: La sociedad era más hipócrita en aquel entonces. Y bueno, puede que sí, aunque no en todos los casos, pero la diferencia era que ni se glorificaba, ni había orgullo en el pecado. Hoy sí se glorifica el pecado y se enseña hasta el tener orgullo en vivir un estilo de vida pecaminosa. Y Dios advierte sobre estos problemas precisamente, como está escrito: ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! Isaías 5:20-21. Y esto nos lleva a nuestro próximo punto.

¿Quién es el que tiene derecho de decir lo que está bien y lo que está mal? Dios, el que creo todo. Dios es el único que tiene la potestad de establecer el estándar para el bien y para el mal. Es más, el hombre no fue el que creo la moralidad o la justicia. Eso proviene de Dios. Y muchas de nuestras leyes todavía toman raíz de lo que Dios estableció: No mataras, no hurtaras, no dirás falso testimonio, y así sucesivamente. Así que, la moralidad no le pertenece al hombre, bajo ningún punto.

Ahora, muchos dirían hoy: ¿Por qué debemos tomar en cuenta a Dios? ¡Qué importa lo que Dios piensa, si es que existe! Y, lo principal del asunto es que nuestras opiniones o deseos no son los que determinan la realidad. Nada de lo que sentimos, o pensemos, o hagamos afectará la realidad de que Dios es Dios, y que El juzgará a todo ser humano, a pesar de lo que quieran pensar. Muchos al parecer creen que hay tal cosa como democracia en el cielo y que nuestro favor afecta al Altísimo, pero eso no es así. Dios es Dios, y todo juicio le pertenece a El, y esto mismo se va a cumplir, no importa lo que escojan creer las personas: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Hebreos 9:27. Y también dice esto las Escrituras: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres… 2 Corintios 5:9-11a. Esto no se escucha mucho en la iglesia, ¿verdad? No obstante, cada uno de nosotros, sin excepción, va caminando hacia un juicio donde Dios juzgará a todo ser humano, y no hay nada que nadie pueda hacer para evitarlo. Independiente de tus creencias, de tu estatus económico o social, seas miembro de una iglesia, o estes dentro de un ministerio, todos vamos a dar cuentas delante del Juez del universo. Esto mismo enseñó el propio Señor: Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 25:14-30. Entonces, si Dios juzgará a sus siervos según lo que hayan hecho con su talento, y serán hasta echados en las tinieblas eternas si son hallados faltos ¿Qué quedara para el resto? Esto finalmente dice Dios: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. Entonces, ¿Está bien tu corazón delante de Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

La razón por lo cual predicamos acerca del Señor Jesucristo - Hechos 4:1-20

Basado en Hechos 4:1-20 (Versión Reina Valera 1960)  

Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil. Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera este haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.

¿Por qué es que se predicaba tanto de Cristo? Porque nunca ha habido otro ser como El en toda la tierra, ni desde la creación hasta ahora. Nadie ha hecho lo que El hizo. Ni ningún otro llamado dios, ni ningún profeta, no ha habido absolutamente nadie que se le iguale. Esto mismo le mandó a decir a Juan el Bautista cuando Juan mandó a preguntar por El: Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio. Mateo 11:4-5. Y el Apóstol Juan declaró que solo se escribió lo suficiente para que hubieran contundentes pruebas de que Jesús era (y es) Dios, el Mesías, como quedo escrito: Este es el discípulo [Juan] que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén. Juan 21:24-25. Así que, sencillamente Sus obras son únicas, y de tal poder que vencía a los demonios, y resucitó a muchos muertos aparte de Lázaro, al cual resucito después de cuatro días de haber muerto, cuando ya se pensaba que su cuerpo se estaba descompuesto. Sus obras son milagrosas y únicas.  

Lo otro que lo hace tan distinto y único es que El venció a la muerte. A pesar de que fue crucificado, y murió de la manera más cruel que un ser puede morir, sin que quedara alguna duda de Su muerte, al tercer día, el Padre le levantó de los muertos. Todos los otros lideres mundiales, o emperadores, o reyes, o lideres religiosos, como Buda o Mohamed, todos están en sus respectivas tumbas. Pero el Señor Jesucristo fue resucitado al tercer día de entre los muertos, y ascendió a los cielos a la diestra del Padre. Esto dice el recuento Bíblico: Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. Hechos 1:9-11. Y Esteban también declaró esto, momentos antes de morir:  Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Hechos 7:55-56.

Y, ¿Qué más nos ha hecho predicar tanto de este Jesucristo, al cual prácticamente todo el mundo conoce gracias a esa predicación? La manera que ha tocado nuestros corazones, y nos ha transformado el poder de Dios a través del nombre del Señor Jesucristo. Vemos, por ejemplo, los distintos relatos de todos aquellos que nos precedieron que no solamente vivieron para El, sino que contaron como privilegio haber sufrido por El, y hasta llegar a entregar sus vidas por su fe en El. Sabemos de estos mismos como Pedro y Juan que vivieron para el Señor, y a pesar de las prisiones y las persecuciones, nunca pudieron dejar de hablar del Señor, por ese mismo Señor que transformó sus vidas para siempre. Ellos vieron y experimentaron la gloria del Unigénito Hijo de Dios, del Mesías. También vemos la historia de Pablo, de ser un perseguidor de la Iglesia, y llegar a tener un encuentro con Cristo en el camino a Damasco, donde toda su vida cambio. El Señor lo transformo para siempre, de perseguir a la Iglesia de Cristo, a morir por ese mismo Cristo que lo cautivo con Su amor. El mismo predicaba esto: Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Romanos 14:8.

En fin, ¿Qué puedo decir yo? Bendito sea el Señor por siempre que tuvo misericordia de mí, y me salvó de mis pecados, y me ha hecho una nueva criatura en El, dándome la esperanza de la salvación eterna por Su gracia cuando yo merecía morir por mis pecados. Y no solo me dió la vida eterna, sino que también como este hombre que fue sanado, también me sanó a mi milagrosamente, cuando la ciencia había llegado a su límite, y he vivido todos estos años por el poder de Su Espíritu Santo. Al igual como los que me precedieron, le debo todo a El y ha cambiado mi vida para siempre. Y mi esperanza es serle fiel hasta que muera, o hasta que El venga por nosotros que realmente le amamos (porque Su venida está cerca).

Ahora ¿Puede Dios también tocar tu corazón y cambiar tu vida para siempre como nos ha pasado a tantos de nosotros? ¡Claro que sí! Solo tienes que arrepentirte y convertirte de todos tus pecados, y aceptar por fe al Señor Jesús como el Señor y Dios de tu vida, y seguirle fielmente, haciendo la voluntad del Padre desde ahora en adelante. Este es el Evangelio que nos esmeramos en predicar por todo el mundo, porque El es nuestra única esperanza. Así que, ¿Has tenido un real encuentro con Dios a través del Señor Jesucristo quien puede transformar toda tu vida para siempre? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

El matrimonio a la manera de Dios - 1 Corintios 7:1-5, 10-11

Basado en 1 Corintios 7:1-5, 10-11 (Versión Reina Valera 1960)  

En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia… …Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.

¿Quién fue el que invento o estableció el matrimonio, Dios o el hombre? Para aquellos de nosotros que creemos en el Altísimo y en lo que revela Su Palabra, creemos fielmente que fue Dios el que creo no solo al hombre, o a la raza humana, sino también la institución del matrimonio. Y ya que el asunto es así, entonces, ¿A quién debiéramos buscar para saber cómo es que debe ser el matrimonio? Si somos creyentes en Dios, ¿debiéramos dejarnos llevar por lo que dice la sociedad, por nuestras propias opiniones, o como debiera ser, de buscar de Dios para saber cómo es que debe trabajar esto mismo que El creo? Si hay algo de lógica, entenderíamos que nadie sabe más de como algo debe trabajar, sino que su Creador. Así que, si una persona realmente desea saber cómo ha de funcionar un matrimonio, debiera buscar al Señor, al Creador.

Para comenzar, en el libro de Genesis vemos como Dios creo el matrimonio. Esto leemos: Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras este dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Genesis 2:18-24. ¿Qué podemos ver con esto? ¿Cuántas personas debe haber para que un matrimonio funcione? Debe haber tres: Dios quien lo creo y lo formo, y un hombre y una mujer. Y esto es el primer problema por lo cual hoy muchos matrimonios no funcionan, porque sencillamente no está Dios. Dios es el que falta de alguna manera u otra. Si se une un matrimonio solo entre un hombre y una mujer, no va a trabajar como corresponde, por mucho que traten de hacerlo trabajar, y aunque luzcan felices, no está siendo formado como es debido. Dios hizo el matrimonio con el mismo propósito que todo lo demás, El lo creo todo, y todo lo hizo para El, para que le sirva a El, para que cumpla Su propósito. Así que, puede estar una pareja unida, aparentemente felices, pero si Dios no está, es un total fracaso. ¿Por qué puedo decir esto? Si dos personas no le pertenecen al Señor, ni aún menos, sino están haciendo ambas la voluntad de Dios, ¿Dónde terminan, en la gloria o en el infierno? Entonces, si dos personas terminan condenadas en el infierno por toda una eternidad, ¿puede decirse que ese matrimonio fue un éxito? No. Y si uno de ellos se salva y el otro se pierde, ¿Se puede decir que el matrimonio fue un éxito? No. Porque precisamente, el matrimonio se define como tal por la unión de dos personas, y teniendo a Dios como centro. Un matrimonio que funciona como Dios manda va a constar de dos personas unidas en Cristo, para que ambas juntas alcancen la vida eterna, por su dedicación a ayudarse el uno al otro para seguir al Señor juntos.

Ahora, si recordamos cuando entro el pecado en el mundo, precisamente fue con Adán y Eva, entenderemos que, si Dios no está dentro del matrimonio, todo se vuelve en un rotundo fracaso. Esto leemos: Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Genesis 3:1-9. Este fue el peor momento de este matrimonio, y no solo de ellos, sino de toda la raza humana, cuando entro el pecado en el mundo bueno que creo Dios. ¿Qué paso? Primero, ¿Dónde estaba Dios? ¿Dios se apartó del hombre? Imposible. El hombre y la mujer se apartaron de Dios, por alguna razón. ¿Qué fue lo otro que paso? La serpiente encontró a la mujer sola. Por alguna razón, o la mujer se puso a aventurar sola por allí, o el hombre la dejo sola, pero, de cualquier manera, estaban separados. Y en esa separación, entro la vulnerabilidad. Y en esa vulnerabilidad, la serpiente aprovecho el momento, y convenció a la mujer con cosas que desgraciadamente le fueron muy atrayentes, tanto como para llegar a desobedecer a Dios, y después, hacer caer a su esposo, Adán. Ambos cayeron. Si ambos juntos hubieran vuelto a Dios a tiempo, la historia de su matrimonio y de este mundo sería algo totalmente distinto.    

Y como final, esto enseñó el Señor: Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio. Mateo 5:27-32. La única razón por lo cual puede haber divorcio es por el acto (no el pensamiento) del adulterio. Pero también, si hay un arrepentimiento genuino del adultero, y un perdón genuino (porque para que el matrimonio trabaje, debe haber un acuerdo), Dios también puede restaurar y rehacer lo que el pecado destruye, si ambos ponen a Dios en Su lugar apropiado, en el centro de su matrimonio. Así que, ¿estas llevando a cabo la voluntad de Dios en tu matrimonio? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

El creer no es suficiente - Juan 8:31-59

Basado en Juan 8:31-59 (Versión Reina Valera 1960)  

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis. Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga. De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte. Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo? Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra. Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.

Leímos en este pasaje que comienza a hablar de unos judíos (o sea, los religiosos que eran hebreos) que creyeron en el Señor, y que después que el Señor y ellos hablaron, terminan tratando de apedrear al Señor. Y si el Señor no se hubiera escondido y salido del templo, lo hubieran matado. ¿Cómo se explica este extremo cambio en un grupo de personas, de creer para después querer matar al Señor? Cuando buscamos la explicación a través de la Palabra, podemos llegar a entender que no es tan difícil que haya tal transición repentina, por decir.

Uno de los pasajes que ayudan a aclarar este asunto se encuentra en el libro de Santiago, donde dice esto: Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:19-20. ¿Qué podemos ver aquí? Los demonios también creen, y hasta tiemblan, que es señal hasta de miedo. Ahora, ¿Eso quiere decir que porque los demonios creen y hasta tiemblan que podrán ser salvos? Por supuesto que no. Santiago aclara que la fe debe ir mucho más allá de un simple creer, sino que para que una fe sea válida para salvación, debe haber un producto, debe haber obras o acciones que demuestren tal fe que sea aceptable ante Dios para salvación. Esto también dijo el Señor: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, este pasaje define cuales son las obras que uno debe cumplir para alcanzar la salvación: el hacer la voluntad del Padre. Ese es el producto que debe tener la fe: el obedecer a Dios. Y esto obviamente no es lo que hacen los demonios, ni tampoco hicieron estos judíos que creyeron en el Señor. Porque claro debiera ser, y tal como lo dijo el Señor: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. El obedecer a Dios consta de permanecer en Su Palabra. Por eso que la Palabra de Dios no debe convertirse en algo intelectual o para alcanzar conocimiento nada más. Si no se vive la Palabra de Dios, haciendo como el consejo de Dios nos guía, entonces nunca cumpliremos la voluntad del Padre, y no hay salvación para aquellos que no escogen hacer la voluntad del Padre, porque de nuevo: …la fe sin obras es muerta.

Entonces, ¿Qué debe suceder en la vida de una persona para que su fe sea genuina? Esto cuenta la Palabra precisamente lo que paso con la gran mayoría de las personas durante Su venida a este mundo: En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Juan 1:10-12. El mundo no le conoció, ni los religiosos le recibieron. Creyeron en El estos judíos de los cuales leímos, pero sencillamente no le recibieron, nunca lo aceptaron como el Mesías, como el Unigénito Hijo de Dios. El recibir al Señor consta de un completo arrepentimiento y conversión de todos sus pecados (el gran propósito del ministerio de Juan el Bautista fue el bautismo de arrepentimiento), y claro, no solo creer sino recibir al Señor Jesucristo como el Señor en su corazón, rindiendo lo más profundo de nuestro ser. La verdadera fe comienza con esto, y prosigue en obedecer y hacer Su voluntad. Aquellos que reciben a Cristo son a los que les es dado la potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos judíos que creyeron, pero no le recibieron nunca abandonaron su verdadera posición, de ser esclavos e hijos del diablo. Esa es la verdad. Y si una persona no recibe al Señor como Señor, no está dejando la oscuridad atrás. Y al persistir en ese sentir y estado, llegará hasta a odiar a Dios en algún momento dado, por el dominio que el pecado sigue teniendo sobre él. Nunca llegarán al Señor.

¿Qué es finalmente la prueba de la verdadera fe? Esto dice la Palabra: Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Romanos 8:8-9. Si no vives y hasta mueres para el Señor, si fuere necesario, no estás haciendo la voluntad del Padre, y como tal no obtendrás la entrada a Su reino por mucho que digas: Señor, Señor. Así que, ¿Crees solamente en Cristo, o le has recibido como el Señor de tu vida para vivir y hasta morir por El? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

Una religión no es la respuesta - Juan 18:28-40

Basado en Juan 18:28-40 (Versión Reina Valera 1960)  

Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua. Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Respondieron y le dijeron: Si este no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie; para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir. Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito. Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos? Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a este, sino a Barrabás. Y Barrabás era ladrón.

¿Cómo es que los fariseos siendo tan religiosos no solamente tuvieron enemistad con el Señor, sino que hasta le llevaron a la muerte? Algunos pensarán que la muerte del Señor sencillamente tenía que suceder, para que se cumpliesen las Escrituras, y que todo lo que paso fue la voluntad de Dios. Y sí, es verdad, que todo tenía que cumplirse, porque todo lo que está escrito se cumple, de alguna manera u otra. Pero, también dice la Palabra misma: ¡Ay del mundo por los tropiezos!, porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Mateo 18:7. O sea, Cristo tenía que morir, pero cada uno escogió hacer lo que hizo por su propia voluntad, y no porque Dios los obligo, porque también está escrito: Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Mateo 18:8. Así que, todos, y especialmente los religiosos pudieran haber escogido hacer las cosas de una manera muy distinta. Entonces, ¿Cuál fue el problema?

El asunto es que la religión o las prácticas religiosas no te llevan a Dios. Y ¿Qué es la religión? Por definición, es: Un conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social, y de prácticas rituales, principalmente de la oración y el sacrificio para darle culto. Y esto era lo que observaban los fariseos. Ellos no seguían a Dios, sino que basaban su vida sobre creencias, sobre reglas y mandatos. Por lo tanto, aunque ellos pensaban que agradaban a Dios, ellos estaban muy lejos de Dios, porque el seguir a Dios no consta de hacer cosas religiosas, por muy buenas que luzcan. Las obras son vitales para le fe en Dios, pero Dios desea algo que va mucho más allá de simples obras y nada más. El asunto es que Dios mira y escudriña lo mas intimo del hombre, las intenciones del corazón. Esto dice la Palabra: Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:10. Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12. El Señor mismo habló de esto, al aclarar que el hacer cosas que lucen espirituales y hasta supernaturales no son muestra de verdadera fe, ni de que esas cosas aseguran la entrada al cielo, cuando dijo: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Y esto también dice la Palabra: Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 1 Corintios 13:1-3. ¿De qué amor está hablando aquí Pablo? ¿De sentimientos, de cosas pasajeras y emotivas? ¿De pasiones y deseos carnales? Absolutamente que no. El amor que hace que todo tenga valor delante de Dios es el genuino y puro amor hacia El Señor, como esta escrito: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. Marcos 12:29-31. Este amor por Dios debe ser la razón por lo cual hacemos todas las cosas. Este amor debe ser la raíz de todo en nuestra vida, la razón por lo cual amamos a nuestros seres queridos, como también debemos amar a nuestros enemigos, porque nuestro prójimo son todos aquellos que nos rodea. Esto también dijo Pablo: Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Romanos 14:8-9. Si el amor hacia Dios no es lo que nos rige para todo en nuestra vida, y la razón por lo cual hacemos todas las cosas, entonces estaremos en contra de Dios, como lo estuvieron los fariseos, que a pesar de sus practicas religiosas y estrictas, hicieron que mataran al Unigénito Hijo de Dios en la cruz. Ahora, por supuesto que cada uno de nosotros fue responsable por la muerte del Señor, porque murió por todos nuestros pecados, pero ellos fueron los precursores. Por lo tanto, nada se gana con la religiosidad. La base de todo debe ser el amor.

Ahora, ¿Cómo veremos más claro este asunto de que lo que Dios mas busca es que le amen? Nuestro mejor ejemplo es, David. Esto dijo el propio Dios: Quitado este [hablando de Saul], les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de este, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel. Hechos 13:22-23. David no fue perfecto, pero una cosa es muy cierta, que David amaba al Señor, y lo amaba de tal manera que Dios mismo estableció que el Mesías tenía que ser Hijo de David. Así que, ¿es el amar al Señor tu motivación para todo en la vida, en vez de una sencilla religión? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

Necesitamos aprender a ser justos con Dios - Juan 1:1-12

Basado en Juan 1:1-12 (Versión Reina Valera 1960)  

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Cuando hablamos de Dios, refiriéndonos al Dios verdadero ¿Entendemos realmente Quien es El? ¿Entendemos, por ejemplo, a la Santa Trinidad, a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo? Sé que puede ser un poco confuso entender este asunto, al hablar de un Dios trino, y que los Tres son Uno. Pero, no obstante, son tres Seres totalmente Dios e ilimitados en toda manera. Esto nos enseña la Palabra: Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 1 Juan 5:7. Entonces, debemos preguntarnos si logramos a lo menos poder aceptar este hecho, aunque no comprendamos exactamente como trabaja esto. Pero si no llegamos a creer en esto como corresponde, siempre tendremos una fe muy limitada y mal fundamentada, y eso nunca conllevará a nada bueno.

No obstante, Dios es Quien es, el Omnipotente, Omnipresente, y Omnisciente, Dios del universo, lo quieran creer las personas o no (porque este hecho no depende de las personas, sino que es una realidad). Y todo lo que existe fue creado y hecho por este Ser. Y no solo eso, sino que todo sigue existiendo y consistiendo y subsistiendo a través de este Dios del universo, tal como lo dijo el Apóstol Pablo: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17. Y claro, como tal, cuando Dios lo decida, todo lo que debe terminar, también terminará, y no hay nada que podamos hacer al respecto, porque de nuevo, estamos hablando de Dios.  

Lo otro que debemos entender, en conjunto con lo anterior, es lo que Dios hizo por nosotros. Dios nos amó inmerecidamente, y de tal manera, que mando a Su Unigénito Hijo, al Señor Jesucristo (Dios), a nacer, a vivir, a morir, y hasta resucitar al tercer día, todo por amor a nosotros, para que nosotros podamos tener la oportunidad de obtener el perdón de nuestros pecados y la vida eterna, tal como lo dice la Palabra: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. Juan 3:16-17. Esto también es un hecho, y uno irrefutable, que debe ser aceptado para que una persona pueda tener la fe correcta.

Ahora, ¿adónde vamos con todo esto? El asunto es que debemos aprender a ser justos con Dios, pero para poder ser justos con Dios, debe haber una fe correcta, porque si una persona no llega a tener la fe correcta, entonces nunca obtendrá ni el perdón de pecados, ni aún menos la salvación o la vida eterna. Sencillamente, el todo de la fe en Dios es precisamente aprender a practicar la justicia para con Dios. Por ejemplo, es injusto no reconocer la posición de Dios como tal, porque para nuestro propio bien, El (como la Santa Trinidad, y no como un Dios genérico) debe ser reconocido como tal, como Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo. Si no se cree en El como tal, entonces nunca habrá ni el verdadero respeto, ni temor, ni honor, etc., etc. que debe haber por El. Todo se lo debemos a El, hasta nuestro respirar, el palpitar de nuestros corazones, todas las llamadas funciones involuntarias del cuerpo (como lo llama la ciencia) y hasta el alma. Si no creemos en El cómo la autoridad que es, nunca le prestaremos ni la merecida atención, ni le obedeceremos, ni aún menos, darle el primer lugar del cual El es digno. Si El no es nuestro literal y efectivo Señor, entonces no le pertenecemos. Y si no le pertenecemos, ¿Qué entonces nos salvara de la ira venidera? Esto dice Dios: El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos. Malaquías 1:6-8.

 

Y también, si no reconocimos Su amor, la increíble Gracia que se demostró voluntariamente a través del Señor Jesucristo, nunca amaremos al Señor como nos manda la ley y los profetas, aquello que el propio Señor vino a reestablecer, como está escrito:   Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:29-30. Si no aprendemos a amar al Señor, no habrá ni perdón de pecados, ni salvación, ni vida eterna. Porque todo lo que Dios desea de nosotros va más allá de un simple creer y aceptar. El amor es necesario, es un requisito.

Entonces, para lograr ser justos con Dios, debemos hacerle y tratarle como el Dios y Señor que es, y, debemos amarle con todo lo que somos, y por sobre todas las cosas. El comienzo: Es la gracia de Dios, y después la fe. Pero esa fe debe culminar en un completo sometimiento a la autoridad de Dios (la Santa Trinidad) y en un perfecto amor por Dios (la Santa Trinidad). Esto dice la Palabra: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Juan 3:36. Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Romanos 10:9. El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene. 1 Corintios 16:22. Por lo tanto, debemos creer en el Hijo, confesarlo como Señor, y amarle como se lo merece, para poder evitar la ira de Dios, para poder ser salvo, y para dejar de ser anatema. Entonces, ¿Estás aprendiendo a someterte y amar a Dios como corresponde, buscando ser justo con El, por tu propio bien? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

La ceguera que viene por la falta de fe - Lucas 24:13-35

Basado en Lucas 24:13-35 (Versión Reina Valera 1960)  

Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.

¿Cuál es el verdadero problema que el hombre tiene para no poder llegar a tener la fe que necesita? ¿Es culpable Dios, porque Dios no le ha abierto los ojos o el entendimiento todavía, y por eso que no encuentra la manera de llegar a creer como corresponde? Muchos piensan eso, que el hombre no tiene la capacidad de creer, porque por alguna razón Dios es culpable de no haberle abierto el entendimiento todavía, y que todo este asunto de creer, y de fe, viene de Dios. Pero al ver este pasaje, podemos entender que el problema de fe no es de Dios sino del hombre.

La gran mayoría de las personas tienen un grave problema con la fe en Cristo, de que sencillamente no llegan a un completo convencimiento por alguna razón u otra. Hasta muchos de los supuestos creyentes, o llámese cristianos, increíblemente tienen este problema de fe. Y ¿Por qué puedo decir esto con tanta seguridad? Muy sencillamente. Observa la manera que viven sus vidas. La gran mayoría, e inclusive aquellos que profesan creer, viven de una manera como si Dios no existiera, y que este mundo es todo lo que hay, y que no hay nada más. De esa manera viven. Y así se encuentra por supuesto el incrédulo, y también la gran mayoría de los llamados creyentes.

¿Qué vemos en este pasaje? El propio Señor reprende a estos discípulos que estaban en el camino a Emaús. Esto les dice: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! Entonces, esto no suena como problema de Dios, de que Dios no le abrió el entendimiento, o no les dió la fe que necesitaban, sino que su ceguera venia de parte de su propia incredulidad, a pesar de ser discípulos. Y así todo, aún cuando el Señor los reprende, todavía no encontraban la manera de creer. Lo único que rompió su incredulidad, o los hizo darse cuenta de que era el Señor mismo que estaba delante de ellos, fue cuando partió el pan. Un hecho material lo hizo entrar en si, por decir. Es posible que el Señor allá tenido alguna manera singular de como partía el pan. No lo sabemos, pero sus entendimientos no se abrieron hasta ese momento. Y ellos mismos meditaban después de esto: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? ¿Qué quiere decir esto? Que sencillamente no ardieron sus corazones, no sintieron Su presencia, ni su revelación mientras estaba con ellos. ¿Por qué? ¿Era culpa de Dios? No. Era su propia incredulidad. ¿Cómo lo sabemos? Como lo declararon ellos mismos: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo… El Señor no era profeta. El Señor Jesucristo es Señor y Dios, y si una persona no llega a esa completa realización, no solo de palabra o intelectualmente, sino con un completo corazón, y literalmente tratando al Señor como el Señor de sus vidas, todavía está ciego. Y de nuevo, ¿eso es culpa de Dios, porque Dios no los ha iluminado? No. Escogieron no haber llegado a ese punto todavía. Y ese es el grave y universal problema que existe. Porque si una persona cree y tiene al Señor por Señor en sus vidas, ¿Están buscando hacer su propia voluntad o la voluntad de Dios? Si uno le tiene por Señor, entonces debiera vivir solo para buscar hacer Su voluntad. Pero el grave problema es que casi todos viven para hacer su propia voluntad.

Puede que diga alguien: ¿Por qué tú dices que la evidencia de verdaderamente creer en Cristo debiera constar de solo hacer Su voluntad? Y la respuesta es porque cuando llegas a esa convencimiento y aceptación, le has visto como lo que realmente es, y no queda ningún propósito ni nada más grande y digno que seguir que hacer lo que ese inmenso e infinito Ser te diga. Estamos hablando del Rey de reyes, y del Señor de señores, del Creador de los cielos y de la tierra, del que era, y es, y que ha de venir, el que juzgará a toda la humanidad por sus hechos. No hay nadie más grande, no hay nadie más importante, no hay nadie a quien le debamos más. Todo nuestro existir y nuestro futuro depende de El. Así que, es solo lógico que, si llegas creer en El como tal, que suceda un gran cambio de rumbo. Pero si no llegas a decidir y aceptarle como tal, nunca veras la gloria de Dios, y nunca tendrás ni la salvación ni la vida eterna que solo el verdadero Dios puede dar a través precisamente del Señor Jesucristo (Dios). Nunca agradarás a Dios porque escogiste no lograr tener esa fe, como está escrito: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 12:6.

En fin, no le queda nada al Señor para comprobarnos que El es Quien dice ser que es. Todo lo creado habla de El. Y la cruz demuestra Su amor por nosotros. Y hasta el palpitar de nuestros corazones, y el aire que respiramos depende solo de El. Es sencillamente tu decisión o ignorar la irrefutable evidencia del Señor y morir para siempre, o aceptar Su Verdad y vivir como tal para poder alcanzar la vida eterna. Así que, ¿Escoges creer y seguir al Señor, o escoges seguir en tu ceguera y morir de esa manera? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

Las consecuencias por desobedecer al Señor - 2 Samuel 1

Basado en 2 Samuel 1 (Versión Reina Valera 1960)  

Aconteció después de la muerte de Saúl, que vuelto David de la derrota de los amalecitas, estuvo dos días en Siclag. Al tercer día, sucedió que vino uno del campamento de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se postró en tierra e hizo reverencia. Y le preguntó David: ¿De dónde vienes? Y él respondió: Me he escapado del campamento de Israel. David le dijo: ¿Qué ha acontecido? Te ruego que me lo digas. Y él respondió: El pueblo huyó de la batalla, y también muchos del pueblo cayeron y son muertos; también Saúl y Jonatán su hijo murieron. Dijo David a aquel joven que le daba las nuevas: ¿Cómo sabes que han muerto Saúl y Jonatán su hijo? El joven que le daba las nuevas respondió: Casualmente vine al monte de Gilboa, y hallé a Saúl que se apoyaba sobre su lanza, y venían tras él carros y gente de a caballo. Y mirando él hacia atrás, me vio y me llamó; y yo dije: Heme aquí. Y me preguntó: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy amalecita. Él me volvió a decir: Te ruego que te pongas sobre mí y me mates, porque se ha apoderado de mí la angustia; pues mi vida está aún toda en mí. Yo entonces me puse sobre él y le maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la argolla que traía en su brazo, y las he traído acá a mi señor. Entonces David, asiendo de sus vestidos, los rasgó; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. Y lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por Jonatán su hijo, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, porque habían caído a filo de espada. Y David dijo a aquel joven que le había traído las nuevas: ¿De dónde eres tú? Y él respondió: Yo soy hijo de un extranjero, amalecita. Y le dijo David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová? Entonces llamó David a uno de sus hombres, y le dijo: Ve y mátalo. Y él lo hirió, y murió. Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido de Jehová. Y endechó David a Saúl y a Jonatán su hijo con esta endecha, y dijo que debía enseñarse a los hijos de Judá. He aquí que está escrito en el libro de Jaser. ¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas! ¡Cómo han caído los valientes! No lo anunciéis en Gat, ni deis las nuevas en las plazas de Ascalón; para que no se alegren las hijas de los filisteos, para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos. Montes de Gilboa, ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierras de ofrendas; porque allí fue desechado el escudo de los valientes, el escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite. Sin sangre de los muertos, sin grosura de los valientes, el arco de Jonatán no volvía atrás, ni la espada de Saúl volvió vacía. Saúl y Jonatán, amados y queridos; inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados; más ligeros eran que águilas, más fuertes que leones. Hijas de Israel, llorad por Saúl, quien os vestía de escarlata con deleites, quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro. ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! ¡Jonatán, muerto en tus alturas! Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán, que me fuiste muy dulce. Más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres. ¡Cómo han caído los valientes, han perecido las armas de guerra!

Uno de los problemas más grandes que puede tener el hombre con Dios es el pecado de la desobediencia. Es posible que Dios pueda tener misericordia de los males que hacen las personas, cuando no conocen la voluntad de Dios (lo cual es casi imposible no saber hoy). Pero cuando se sabe la voluntad de Dios, cuando Dios ha dado la instrucción necesaria (para eso está la Biblia), y es desobedecida, entonces vienen serios problemas. Dios sencillamente no tiene mucha tolerancia a la desobediencia. El es amor y muy misericordioso, pero finalmente, también es Dios y el Rey Supremo de todo el universo. Y como Rey, El es la suma autoridad, algo que no se rige ni por democracia, ni por votos, ni aún menos, por opinión humana, porque nada somos delante de El, ni tampoco nada podemos hacerle para afectar Su autoridad y posición en ninguna manera. Y esto es algo que el ser humano debe aceptar y regirse apropiadamente si desea ver el bien, especialmente en la eternidad.

Saúl trajo su propia destrucción sobre si y sobre los que le rodeaban, precisamente por su desobediencia. Saúl sabia cuál era la voluntad de Dios, pero opto por no obedecer, dejándose llevar por su propia opinión, o aún peor, por la opinión pública. Y aunque Dios le dio la oportunidad inmerecida de ser rey sobre Israel, le peso al Señor haber hecho tal cosa, no porque se equivocó Dios (porque Dios no se equivoca), sino porque le dio la oportunidad. Pero, en fin, y aquí vemos el libre albedrio en plena acción, Dios deja que nosotros tomemos nuestras decisiones, y eso es lo que dicta nuestro camino en esta tierra y lo que pasa con nosotros en la eternidad. Esto dice la Palabra sobre lo que sintió Dios con respecto a Saúl, después de sus desobediencias (porque no fue solo un incidente): Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. 1 Samuel 15:10-11a. Y en el siguiente pasaje veremos lo que colmó la paciencia de Dios, y podremos ver que, para Dios, nuestra obediencia es de suprema importancia: Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di. Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel? Y Jehová te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal. Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey. 1 Samuel 15:16-23.

El asunto es muy sencillo. Nosotros fuimos creados y hechos por Dios para un solo propósito, para hacer Su voluntad. Y aunque pecamos, Dios nos dio otra oportunidad (la última) por Su gracia a través del Señor Jesucristo de volver a ese propósito original. Pero, si desechamos este regalo de Dios que es para serle útil, no queda nada más por hacer. Y cada ser humano, sin excepción, dará cuentas delante del Dios Todopoderoso, sea quien sea, tengan lo que tengan, no hay poder ninguno que se oponga al juicio de Dios. Saúl era poderoso, pero su poderío quedo en nada, y murió él y afecto a su familia, y a una nación entera con su desobediencia. Todo tiene sus consecuencias aquí, pero aún más, en la eternidad. Por eso dice la Palabra: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Hebreos 9:27. Así que, ¿buscas obedecerle al Señor o sigues buscando hacer tu voluntad para causar tu propia destrucción? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

Un Verdadero Arrepentimiento y Conversión - Hechos 9:20-31

Basado en Hechos 9:20-31 (Versión Reina Valera 1960)  

En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que este era el Hijo de Dios. Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es este el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo. Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle; pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle. Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta. Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo. Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús. Y estaba con ellos en Jerusalén; y entraba y salía, y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los griegos; pero estos procuraban matarle. Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso. Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.

Cuando se toma una decisión para seguir a Cristo, no consta de seguir una religión, o de asumir ciertas prácticas, o de obedecer a ciertas reglas. Sino que se trata de algo más profundo, decisivo, y sobre todo, de un cambio de vida, de hacer que nuestra vida tome otro curso totalmente distinto al cual andábamos antes de someternos al Señor. Y cuando algo así sucede, debe haber algo muy visible, y hasta tangible que suceda en nuestras vidas. Finalmente, cuando ese momento genuinamente sucede, se trata de un encuentro con el Dios Todopoderoso a través de la fe en el Señor Jesucristo. Sencillamente, algo totalmente culminativo debe suceder, una transformación que remece los propios cimientos de nuestra vida.

¿Por qué debe haber algo tan notorio en nosotros con ese encuentro con Dios? Porque precisamente de eso se trata el asunto. Puede que no sea algo tan físicamente tangible o notorio como lo que le sucedió a Pablo, pero también, no tan lejano, y algo que no tiene nada que ver con los sentimientos o las emociones, sino con cosas más profundas y significativas. Para poder explicar este tipo de reacción que debe haber en nosotros, debemos primero responder una pregunta: ¿De Quién se trata este encuentro tan notable? De Dios. Dios no es un ser humano. El propio Señor Jesucristo, aunque haya tomado nuestra semejanza de hombre para poder cumplir con el sacrificio en la cruz, era (y es) más que un hombre. Es Dios, el Dios a través del cual Dios Padre creo todas las cosas. El es el Verbo el cual Dios usó para que las cosas fueran creadas. Esto dice la Palabra: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Juan 1:1-3. Cuando nosotros conocemos a ciertas personas especiales en nuestra vida, personas como tú y yo, queda una impresión muy profunda a veces. Por ejemplo, las personas que se casan recuerdan muy bien el primer momento que vieron a esa persona especial. Hay otros que se impresionan con conocer a un artista, o a un atleta, o a una persona rica, o a una persona altamente intelectual, y así sucesivamente. Pero si nos impresionamos con seres humanos que finalmente son de carne y hueso igual que nosotros, que un día están y al otro día perecen, ¿Cómo entonces debiera ser el encuentro con el Dios Todopoderoso, el Creador de los cielos y la tierra? ¿Comienzan a entender el asunto?   

Ahora bien, ¿Qué es lo que produce un real encuentro con Dios, lo que realmente puede transformar al ser humano? Un verdadero y genuino arrepentimiento y conversión, y eso nos pertenece totalmente a nosotros. El Señor siempre está tratando de tener encuentros con nosotros, y nos llama a salvación a cada momento. El problema es que estamos tan concentrados en nuestro propio pecado y voluntad que pasamos por alto a este increíble Ser, a pesar de todas las veces y de las distintas maneras que nos trata de llamar. El pecado es lo que nos ciega, a pesar de lo bueno y correcto que nos creamos. Tal es nuestra dureza de corazón que hasta ignoramos cosas como el brillo del sol de cada mañana, la increíble danza de los planetas que siguen su curso precisamente, y algo tan supuestamente sencillo como el respirar de nuestros pulmones y el palpitar de nuestros corazones, todos hechos posibles porque Dios sencillamente dijo que sean a través de Su Palabra. Esto dicen las Escrituras con respecto al arrepentimiento: Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre. Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados. Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Mateo 3:4-10. Dios llama. Dios trae convicción de pecado a través de Su Espíritu Santo. Dios nos provee de Su Palabra para que podamos entender. Dios es el que permite las circunstancias para ayudarnos a darnos cuenta de que le necesitamos, pero el responderle a Dios “apropiadamente” nos pertenece totalmente a nosotros. Y si no venimos a Dios con la disposición y el reconocimiento “correcto”, sencillamente, no hay cambio, no hay un nacer de nuevo, como Cristo lo explico. Esto dice la Palabra: Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Juan 3:3-7.

En Pablo hubo este muy notable arrepentimiento y conversión, y pudo nacer de nuevo, y de tal manera que las iglesias pudieron hasta tener un corto tiempo de paz, porque era Pablo quien perseguía a la iglesia. Su conversión no solo paró la persecución momentáneamente, sino que se convirtió en lo que Dios usaría para que llegará el Evangelio a nosotros hoy. Eso es lo que produce una verdadera conversión, lo que realmente puede transformar al hombre y hacer notoria la presencia del Señor Todopoderoso en la tierra. Así que, ¿Cómo has escogido corresponderle a Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

Lo que sucede cuando las personas rechazan al Señor - Mateo 23:34 – 24:2

Basado en Mateo 23:34 – 24:2 (Versión Reina Valera 1960)  

Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor. Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

Hay muchos que piensan que porque Dios es amor y muy misericordioso es que nunca tendrán que responder por sus pecados. Hay otros que piensan que, porque escogen no querer creer en Dios, que eso hace que Dios no exista, y por eso es que no tendrán que dar cuentas. Y hay otro grupo de personas que piensan que ya todo esta predeterminado en cada persona y que todo va a pasar tal cual, haga lo que haga, entonces también piensan que no serán juzgados porque, ¿Cómo juzgará Dios si El fue quien predestino todo? Y también, hay un grupo de personas que piensan que, si uno le presenta la Palabra de Dios a una persona, aunque esa persona sea rebelde, finalmente se va a convertir porque la Palabra de alguna manera va a cambiar su parecer, más tarde o más temprano, y apoyan este pensamiento en el siguiente pasaje: Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. Isaías 55:10. Pero, el asunto es que nada de lo mencionado es verdad, como lo podemos ver en Su Palabra.

Primero que nada, Dios sí es amor y muy misericordioso, pero, no obstante, eso no quiere decir que nunca hará justicia. No podemos errar. Dios es amor, clemente, y misericordioso, pero también es justo y hasta fuego consumidor. Escrito esta: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31. Dios es bueno y amoroso, pero también, castigará la burla y el rechazo, indudablemente. Entonces, hay un momento donde todos daremos cuentas.

Ahora, con referencia a los que “escogen” no querer creer en Dios, es totalmente ilógico pensar que la voluntad del hombre haga posible cambiar ciertas realidades inconmovibles en el universo. Para comenzar, somos seres totalmente débiles, limitados, y finitos. Somos como la nada delante de la naturaleza, y si eso es así (porque lo es), ¿Qué somos delante del Dios eterno y todopoderoso que sencillamente habló y fueron creadas las cosas? Entonces, ¿puede afectar nuestra humilde e insignificante opinión a Alguien como el Dios del universo? Imposible. Todo lo creado proclama la existencia de Dios porque El fue Quien lo hizo todo. Su creación habla de Su grandeza y Su infinidad. Y Su Palabra dice esto: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:20. Así que, es imposible no poder creer en Dios, que El es el que es. Ahora, si una persona “escoge” no querer creer, esa es otra historia, y tendrá un final no muy feliz. Será juzgado por su incredulidad.

Ahora bien, con el asunto de que la predestinación es una realidad, debo decir que hay tal cosa, pero con seres muy específicos en la historia. Pero la gran mayoría de nosotros tenemos libre albedrio, y eso es indudable si vemos la Palabra. Si hubiera tal cosa como la predestinación universal, los principales que serían predestinados serian el pueblo de Israel y no nosotros los gentiles, los cuales somos todos ajenos a las promesas dadas a Israel. Y especialmente si fuere tal predestinación, Dios lo hubiera hecho para la salvación de todo Israel. Pero vemos en la Palabra que no todos los de Israel llegaron a ver el bien. Es más, todo lo contrario, pocos se salvaron. Esto dice la Palabra: A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia. Deuteronomio 30:19. Entonces, si Dios le dice a Israel a que “escoja por la vida”, ¿Cómo podemos pensar que todos somos predestinados, y que no hay libre albedrio? Imposible. Todos tenemos libre albedrio, así que, si hacemos lo que hacemos con nuestras vidas, es solo por nuestra elección y no porque Dios lo predispuso así. Por lo tanto, daremos cuenta delante de Dios por lo que hicimos en esta vida.

El asunto es que la Palabra de Dios se cumple en nuestras vidas según como nosotros respondemos al Señor. Dios llama y le habla a toda persona desde que nace, y todos los días, hasta que dejamos de respirar nuestro último aliento. Innumerables son las veces y las maneras que Dios llama a cada ser humano. Pero esto dice la Palabra: Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. Mateo 22:14. Esto no se trata de que Dios escoge a quien será salvo, sino más bien, se trata de los que escogen responder a Su llamado. Por lo tanto, esto dice la Palabra: Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 1 Corintios 10:1-11. Y, ¿Qué fue lo que sucedió con lo que vimos al comienzo? La historia nos enseña que lo que profetizó el Señor acerca de la destrucción del templo ocurrió tal cual en el año 70 DC, cuando los Romanos destruyeron a Israel. Y ¿por qué sucedió? Porque el pueblo de Israel no valoró al Señor como tal, sino solo unos pocos. La Palabra se cumplió para juicio y no para bendición. Entonces, el asunto es sencillo: ¿Escogerás rechazar al Señor, o tratarás al Señor correctamente? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

1 Comment

Una vida de guerra - 1 Samuel 14:47 – 15:7

Basado en 1 Samuel 14:47 – 15:7 (Versión Reina Valera 1960)  

Después de haber tomado posesión del reinado de Israel, Saúl hizo guerra a todos sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba, y contra los filisteos; y adondequiera que se volvía, era vencedor. Y reunió un ejército y derrotó a Amalec, y libró a Israel de mano de los que lo saqueaban. Y los hijos de Saúl fueron Jonatán, Isúi y Malquisúa. Y los nombres de sus dos hijas eran, el de la mayor, Merab, y el de la menor, Mical. Y el nombre de la mujer de Saúl era Ahinoam, hija de Ahimaas. Y el nombre del general de su ejército era Abner, hijo de Ner tío de Saúl. Porque Cis padre de Saúl, y Ner padre de Abner, fueron hijos de Abiel. Y hubo guerra encarnizada contra los filisteos todo el tiempo de Saúl; y a todo el que Saúl veía que era hombre esforzado y apto para combatir, lo juntaba consigo. Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos. Saúl, pues, convocó al pueblo y les pasó revista en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez mil hombres de Judá. Y viniendo Saúl a la ciudad de Amalec, puso emboscada en el valle. Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos y salid de entre los de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos; porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto. Y se apartaron los ceneos de entre los hijos de Amalec.

Lo queramos o no, todo en esta vida se trata de una guerra, y cada uno de nosotros tiene su propia guerra. Desde que somos engendrados y concebidos, antes de salir del vientre de nuestras madres, ya estamos envueltos en la guerra. Muchos hoy en día ni siquiera sobreviven esa batalla porque sus propias madres se vuelven en sus peores enemigas, las cuales los matan antes que vean la luz del día. Así que, aún cuando comenzamos a existir, nos hacemos parte de un gran conflicto, y no hay nada que podamos hacer para evitarlo.

Ahora, ¿Esto será la voluntad de Dios? Podemos decir que, sí y que no. No: porque Dios no desea el mal, de ninguna manera. Dios es vida. Pero también, ya que entró el pecado en el universo por un ser que en vez de adorar a Dios decidió adorarse a sí mismo, y envidio a Dios, queriendo ser como El, entonces la voluntad de este, hizo que hubiera guerra, este ser que se rebeló en contra de Dios es el diablo. Muchos prefieren pensar que el enemigo no existe, pero desgraciadamente, sí existe y es nuestro peor enemigo, y claro, es el enemigo principal de Dios porque es Su opuesto. Pero bien, ya que existe el pecado, el cual ha dado lugar a la elección, Dios permite que haya guerra, porque Su deseo es probar al ser humano, individualmente, y ver con Sus ojos que es lo que cada uno de nosotros decide hacer. Como resultado, hay tal conflicto en este universo que existe una guerra que afecta toda existencia, y también cada uno de nosotros tenemos nuestra propia guerra con un sinfín de batallas.

Ahora bien, volviendo al pasaje de hoy, podemos ver lo que pasó con Israel, y lo que sigue pasando hoy, y lo que pasa con cada uno de nosotros. Para poder entender el presente de Israel, tenemos que ver el pasado. El problema que existe hoy es el mismo problema que existió hace mucho tiempo atrás. Cuando Israel llego a la tierra prometida por la mano de Dios, y Dios le entregó esa tierra a Israel, y sí, derrotaron a muchos reinos para tomar posesión de esa tierra, el problema que surgió, y por lo cual estuvo (y está hoy) rodeado Israel de enemigos, es porque dejo inconcluso lo que Dios les mando que hicieran. Uno puede decir: ¿Dios mando a deshacerse de pueblos enteros para darle como posesión la tierra a Israel? Y la respuesta es, sí. Y ¿Por qué lo hizo Dios? Porque Dios quería remover a pueblos que solo hacían el mal, totalmente dominados por el diablo. Dios nunca hace nada porque si nada más. Todo tiene un propósito. Y puede que algunos digan, ¿Por qué permite la destrucción si supuestamente es bueno y está lleno de amor? Porque en conjunto con ser amor y ser bueno, también es justo, y El no puede dejar a un lado Su justicia por Su amor y por Su bondad. Y la Palabra también nos dice que es fuego consumidor. Entonces, Dios le dió oportunidades para el arrepentimiento a esos reinos y pueblos que antes existieron en esos lugares, pero ellos decidieron servir al diablo antes que a Dios. Pero, al Israel desobedecer a Dios y dejar muchas cosas inconclusas, siempre vivieron rodeados de enemigos, los ancestros de los mismos enemigos que tienen hoy. Y igual que antes, estos enemigos solo desean una sola cosa, hacer desaparecer a Israel por completo. Por eso que es imposible que haya paz en el medio oriente, porque haga lo que haga Israel, ceda lo que ceda (como lo ha hecho por años), el deseo de sus vecinos es verlos desaparecer. Cuando Israel fue destruido por el imperio Romano y fueron dispersados los sobrevivientes, los que rodeaban a Israel se aprovecharon de la oportunidad y comenzaron a ocupar la tierra, y así fue que se formó este pueblo de Palestina, grupos de personas que sencillamente tomaron tierras que no les pertenecían. Y al cabo de la segunda guerra mundial, se cumplió la profecía, que Dios volvería a traer a Su pueblo Israel de nuevo a la tierra que El le había prometido. En 1948, Israel fue establecida una vez más, y la ocupación de los que se tomaron su tierra fueron sacados. Y esto nos lleva al conflicto que existe hoy. Esten de acuerdo o no, la tierra le pertenece a Israel, y sigue vigente hasta el día de hoy la promesa del Dios Soberano a Su amigo Abraham: Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Genesis 12:1-3.

Entonces, veamos como todo esto aplica a nosotros. En referencia a Israel, nuestra tarea como seguidores de Jesucristo es muy clara y sencilla: hay que apoyar y bendecir a Israel. Pero también, e igual que Israel, estamos en guerra (y no podemos dejar cosas sin terminar), por lo tanto, tendremos aflicción, tendremos muchas batallas, unas momentáneas y otras que duran años. Y todos los que están afines con nuestra fe en Cristo nos ayudarán y recibirán misericordia (como Dios hizo con los ceneos, a los que sí le mostraron misericordia a Israel). Pero, a los que se oponen buscando obedecer al pecado, finalmente al diablo, más tarde o más temprano, recibirán su castigo eterno. Mientras tanto, Dios nos dice: Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33. Pero, también dice la Palabra: Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 2 Corintios 4:7-10. Tendremos muchas batallas aquí, pero si vencemos nuestra guerra con Cristo, siéndoles fieles hasta final, tendremos la vida eterna que solo puede dar el Dios Eterno. Y lo mejor de todo, es que no estamos solos. Dios está con nosotros, si le honramos, como dice la Palabra: …porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. 1 Samuel 2:30b. Así que, ¿Cómo va tu guerra? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

1 Comment

1 Comment

Lealtad al Señor y a nuestro prójimo - 2 Timoteo 1

Basado en 2 Timoteo 1 (Versión Reina Valera 1960)  

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor. Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor.

Una de las cosas principales que se ve en este pasaje, es la lealtad, y por desgracia, la falta de lealtad también de algunas personas. Sin lealtad, nada bueno se alcanza, ni aún menos la salvación de Dios. Hay muchos que creen que, porque dicen creer en Dios o porque hacen ciertas cosas religiosas, o hasta porque hicieron una oración algún día, piensan que eso es suficiente para ir al cielo. Muchos se escudan en que, ya que no somos salvos por obras, concluyen que las obras tampoco valen de nada después de venir a Cristo. Pero de acuerdo a la Palabra, eso no es verdad, y está muy lejos de la voluntad de Dios. La verdadera fe en Cristo te lleva a hacer buenas obras que son las cosas que agradan al Padre. Tenemos que siempre recordar el que hace la voluntad del Padre, a ese le será otorgada entrada en el reino de Dios. Y la lealtad es una de las obras principales que son parte de la voluntad de Dios.

¿Qué es lo que hace la lealtad tan importante? Porque es parte de lo más preciado para Dios, el amor. La lealtad es el componente principal del amor, porque sin lealtad, es imposible entonces que haya amor. La lealtad o la fidelidad es lo que hace posible y visible el amor. Uno de los graves problemas hoy en día es que se ha perdido el significado del amor, y por eso que también hay muy poca lealtad. Se cree que el amor es un sentimiento y nada más. Pero el amor no es solo eso, sino algo mucho más profundo y significativo, en lo cual se basa lo más esencial del hombre, el libre albedrio, el poder escoger basado en algún tipo de raciocinio, lo cual debiera ser lo que nos separa del resto de la creación. Pero, hoy en día, el hombre se guía más por sus instintos, y por desgracia, ni siquiera por sus instintos naturales, sino contra naturaleza. La hembra no mata a sus cachorros, ni los animales buscan cambiar como nacieron, y si el animal mata, no mata por deporte o para poder tener mejores cosas, sino mata para sobrevivir, para comer, y para defenderse. Estos son unos pocos ejemplos en los cuales el ser humano difiere con otros en la naturaleza. Entonces, el amor y la lealtad son interdependientes, y son parte de lo esencial del hombre, y principalmente, para Dios su Creador.

El verdadero amor y la lealtad no son cosas que se dicen nada más, sino para que realmente signifique lo que debe significar, se deben ver a través de nuestros hechos. No sacamos nada con decirle a una persona que la amamos o que nuestra intención es serle fiel sin demostrarlo. Estas dos cosas solo se pueden comprobar visible y tangiblemente, y también, en el transcurrir del tiempo (porque lo verdadero no debe ser momentáneo o temporal). Y, ¿A quién le debemos lealtad? Si deseamos obtener la vida eterna, la Palabra de Dios nos enseña que debemos amar al Señor (y por virtud de que habla de amor, la lealtad o fidelidad está implicada) y a nuestro prójimo. Esto nos dice la Palabra: Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Mateo 22:34-40. Y como decíamos antes, el amor, la lealtad, y claro, la fe solo se ve a través de la obra, como también está escrito: Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:14-20. La verdadera lealtad se ve solo a través de los hechos y el tiempo, y esto glorifica a Dios.

Entonces, a ¿quiénes le debemos lealtad? Al Señor principalmente, porque El debe ser el fundamento de todo en nuestra vida, pero también, y como resultado, le debemos lealtad a nuestro prójimo. Y, ¿Quién es nuestro prójimo? ¿Es nuestra familia, nuestros seres queridos y nadie más? No. Esto dice la Palabra: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Mateo 5:43-48. A través de esto, Dios pone a nuestros enemigos en el mismo lugar de nuestro prójimo. Y, ¿cómo se muestra la lealtad hasta con nuestros enemigos? Dándoles la oportunidad a que también conozca el Evangelio de Dios a través de nuestros hechos, si tenemos una verdadera fe (porque los muertos no pueden guiar a los muertos a la vida). Entonces, ¿le estás demostrando lealtad a Dios y a tu prójimo? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

1 Comment

1 Comment

La injustica del hombre - Juan 19:1-16

Basado en Juan 19:1-16 (Versión Reina Valera 1960)  

Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó. Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas. Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él. Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre! Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta. Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene. Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a este sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone. Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata. Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César. Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron.

Al leer este pasaje, debiéramos preguntarnos: ¿El Señor fue crucificado porque Dios lo quiso así, o por la injusticia del hombre? Y si lo vemos a través de la plenitud de la Palabra, entenderíamos que sucedió por ambas razones. El sacrificio del Señor sí fue elaborado y diseñado por Dios mucho antes que sucediera. Por eso mismo que El mandó a través de Sus mensajeros a escribir de tales profecías, las cuales se cumplieron en la vida del Señor con gran exactitud. Desde que el hombre cayo en el pecado, vemos el anuncio de un sacrificio que envolvía la muerte de un ser inocente por la maldad del hombre. Esto dice la Palabra: Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Genesis 3:21. Dios mismo mató a un ser inocente (porque los animales no pecaron), para poder hacer las túnicas de pieles para el hombre. Así que, desde el principio, vemos el anuncio de lo que iba a cumplirse en la vida del Señor.

Ahora bien, sería muy fácil decir y aceptar para todos nosotros de que era algo que tenía que pasar, pasará lo que pasará, para que todos quedemos sin culpa, ¿verdad? Pero, no es así el caso. Hay que ver toda la ecuación, por decir, para poder entender todo lo que sucedió, y especialmente si queremos aprender lo necesario para beneficiarnos. Sí, es verdad que era el designio de Dios, pero también era totalmente la culpa del hombre la muerte y crucifixión del Señor. El asunto se cumplió tanto porque Dios lo quiso así, pero también, porque la maldad del hombre así también lo hizo posible. Esto dice la Palabra: Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades. Isaías 64:6-7. Y también dice esto: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Jeremías 17:9. Hubo maldad, de alguna manera u otra, en absolutamente todo ser humano que rodeo al Señor en ese momento. Entre Pilato que le importo más su relación con Cesar que hacer justicia; entre el poder de los soldados para hacer el mal; entre el pueblo que pidió que crucificaran al Señor por sencillamente dejarse llevar por la maldad de los demás; y hasta los mismos religiosos que decían estar tratando de cumplir la ley, todos pecaron. Lo último que tenían en mente los religiosos era cumplir la ley de Dios, porque hasta Pilato sabia sus reales intenciones, como quedo escrito: Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque sabía que por envidia le habían entregado. Mateo 27:17-18. Y, ¿Qué podríamos decir hasta de sus discípulos, que se preocuparon más de su propio bienestar antes que padecer juntamente con el Señor? Pedro le había declarado al Señor que hasta moriría por El sí fuere necesario. Y, ¿Qué hizo? Le negó, pero ¿Por qué el Señor le profetizo que le negaría, o porque el Señor sabía que lo iba a negar? Esto mismo nos debiera hacer pensar: ¿pasan las cosas porque Dios lo quiso así, o porque caen por su propia maldad y Dios simplemente sabe lo que va a pasar? Y no juzguemos duramente a nuestros antepasados, porque somos iguales.

Nada ha cambiado en el ser humano desde aquel entonces. Así que, ¿Qué debiéramos hacer? Y aquí entra lo práctico del evangelio. Lo primero que Dios nos enseña es, para que el hombre sea salvo, debe arrepentirse y convertirse de todos sus pecados delante de Dios, debemos comenzar totalmente 100% de nuevo. ¿Por qué? Porque todos somos pecadores y estamos totalmente corrompidos delante de Dios, y si no cambiamos esa condición, seguiremos practicando la injusticia a pesar de nuestras mejores intenciones. Yo mismo me convertí al Señor a los 7 años, y ya estaba corrompido, y tenía que comenzar de nuevo. Segundo, y tan necesario como lo primero, debemos hacer al Señor Jesucristo nuestro literal y efectivo Señor por la fe para que entre el Espíritu Santo en nuestras vidas. Y tercero, debemos dejarnos llevar por el Espíritu Santo y la Palabra de Dios, buscando hacer Su voluntad. ¿Por qué? Porque todavía estamos sujetos al libre albedrio con el cual Dios mismo nos hizo. Ese fue el gran cambio que sucedió en los apóstoles después que murió y resucito el Señor, que sí lo hizo capaces de hasta entregar su vida por el Señor. Pedro sí pudo por fin cumplir con su promesa de entregar su vida por Dios. Pero esto no pasa solo. Esto solo sucede entre el complemento del poder del Espíritu Santo en nuestras vidas y nosotros sometiendo nuestra voluntad a El. Esto dice la Palabra: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2. Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Lucas 13:23-25. Esto nos ayuda a entender que debemos vencer nuestro pecado, paso a paso, con la ayuda de Dios (por supuesto), porque la obra es necesaria para que podamos obtener a través de Cristo la vida eterna. Esto se debe cumplir en nosotros: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:29-30. Así que, ¿buscas hacer la justicia de Dios de corazón? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

1 Comment

Comment

La compasión de Dios - Marcos 8:1-8

Basado en Marcos 8:1-8 (Versión Reina Valera 1960)  

En aquellos días, como había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y si los enviare en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos. Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto? Él les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete. Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud. Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante. Y comieron, y se saciaron; y recogieron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas.

Hay muchos que cuestionan el amor y la compasión del Señor. Muchos preguntan o meditan dentro de su interior, si Dios es bueno o misericordioso, ¿Por qué permite que pasen tantas cosas malas en el mundo? ¿Por qué deja que el mal reine en el mundo? ¿Por qué El no contesta mis súplicas? Y por preguntas como estas, es que muchos justifican su incredulidad. Dios es juzgado a cada momento, y por distintas razones. Pero, para poder entender estas cosas, es necesario venir a entender ciertas realidades, y temo decir, que la realidad o la verdad no siempre es algo agradable para nosotros, pero la verdad es lo más importante porque Su verdad es lo que nos hará libres.

El asunto es que hay que entender posiciones, tanto la posición de Dios como la nuestra. Para comenzar, Dios es Dios, y para poder enfocar mejor las cosas, estamos hablando del verdadero y único Dios (porque hay muchos falsos dioses e ídolos). ¿Por qué hacer esta aclaración? Porque hay muchas personas que creen que todas las religiones conllevan al mismo Dios, lo cual es imposible, porque hay varias religiones que creen que hay muchos dioses y deidades. Y claro, si fuere el mismo dios, ¿Cómo le diría una cosa a un grupo de personas, y otra cosa a otro grupo de personas? En fin, estamos hablando del verdadero Dios, del Dios trino: Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo, el Dios de la Santa Biblia. Ahora bien, Dios es Dios, y como Dios, no hay nada ni nadie más alto que El en todo el universo. Nadie manda a Dios. Nadie le puede imponer nada a Dios, ni menos sujetarlo a algo. Como Dios, El es Soberano y puede hacer como le plazca, especialmente con toda Su creación. Y en conjunto con eso, hay que entender que, como Dios, El no le debe nada a nadie, ni aún menos, a la humanidad. El no tiene ninguna obligación con nadie. Así que, Dios puede hacer como quiera. Esa es la realidad.

Entonces, ¿Cuál es nuestra posición? Muy mala. ¿Por qué? Porque Dios creo e hizo al hombre para que le sirviera a El, para que cumpliera Sus propósitos. Y ¿Qué fue lo que hizo el hombre? Se rebeló en contra de Su Creador. En su libre albedrio que le otorgo Dios, en vez de seguir la razón de su existir, el hombre quiso ser como Dios, quiso ponerse en competencia con Dios. Eso fue lo que el diablo uso para poder tentar al hombre. Como está escrito: Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Genesis 3:1-6. Y puede que digan: Esa fue la culpa de Adán y Eva, y no fue mi culpa. Y posiblemente, no haya sido tu culpa, de como comenzó todo este problema, pero sí, cada uno de nosotros a pecado voluntariamente en contra de Dios, y con todo pecado que se comete se ofende a Dios, sin excepción. Esto dice la Palabra: Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23. Así que, aquí no hay nadie que no haya ofendido a Dios, al usar su libre albedrio para pecar en contra del Altísimo. Y la paga del pecado es la muerte, aún más exactamente, la perdición eterna, la muerte eterna, porque esto también está escrito: El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él. Ezequiel 18:20. Esta es nuestra realidad. Todos nosotros prácticamente hemos matado nuestras almas con nuestros hechos, y voluntariamente. El diablo solo puede tentar, pero nadie tiene la potestad de hacer al hombre pecar, ni aún menos el diablo, porque Dios nos dió libre albedrio.

¿Cuál es entonces nuestro deber, a pesar de nuestra naturaleza caída y contaminada con el pecado? Aunque hallamos pecado, eso no nos libera de la razón de nuestro existir. El pecado nos quita la recompensa que viene con servir a Dios, pero no nuestra obligación. El deber de todo ser humano es venir a reconocer a Dios, y a servirle independientemente si se salva o no, porque hasta el diablo un día tendrá que reconocer al Altísimo, e humillarse ante El, pero no para salvación ni para perdón, sino para honrar a Dios. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. Romanos 14:11. Puede que pregunten, ¿Cómo puede una persona saber de Dios si ignora muchas cosas? Y esto responde la Palabra: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:20. Entonces, si Dios dice que no hay excusa, es porque no hay excusa ni excepciones. Todo ser humano tiene la capacidad y los medios para poder saber que Dios existe y de lo que es capaz, y por lo tanto, sabe que hay que buscarle.

Entonces, ¿Cómo podemos ver la compasión de Dios? En todo. Si ya hemos establecido que Dios es Soberano, y que no le debe nada a nadie, y hemos expuesto nuestra mala posición delante de Dios, debiéramos poder ver muy claramente Su compasión, Su misericordia, Su gracia, y lo más grande, Su amor, porque Dios escogió amarnos a pesar de lo que somos y de lo que hemos hecho en Su contra. Dios hace llover sobre el justo y sobre el injusto. Dios le da vida a todo ser humano. Pero la más grande compasión es lo que hizo a través de Su Hijo Unigénito, el Señor Jesucristo. Como dice la Palabra: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:16. Esto es lo que hace a Dios tan bueno y grande, que a pesar de que solo hemos hecho cosas dignas de muerte, El escogió amarnos y darnos la oportunidad de poder obtener la vida eterna a través del Señor. Entonces, Su compasión va más allá de los panes y los peces. Hay algo infinitamente más grande que El nos ha dado que supera todo lo superficial y temporal que nosotros pensamos como debiera demostrar Su compasión. Así que, ¿Le correspondes a Dios con tu vida la grande e inmerecida compasión que El te ha demostrado, y que lo sigue demostrando diariamente? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

El Señor pesará nuestros corazones - Proverbios 21:2-8

Basado en Proverbios 21:2-8 (Versión Reina Valera 1960)  

Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; pero Jehová pesa los corazones. Hacer justicia y juicio es a Jehová más agradable que sacrificio. Altivez de ojos, y orgullo de corazón, y pensamiento de impíos, son pecado. Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza. Amontonar tesoros con lengua mentirosa es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte. La rapiña de los impíos los destruirá, por cuanto no quisieron hacer juicio. El camino del hombre perverso es torcido y extraño; más los hechos del limpio son rectos.

Vemos en este pasaje que Dios no solamente ve y juzga nuestros hechos, sino que también discierne nuestros pensamientos y pesa nuestros corazones. Si tenemos algún tipo de raciocinio y creencia en el Altísimo, estas cosas nos debieran producir un profundo temor. Pero, por desgracia, hoy más que nunca, el hombre escoge ser guiado por su propia opinión y pensamiento, y para su desgracia, su corazón esta muy lejos de Dios, e inclusive el corazón de aquellos que dicen creer en El. ¿Cómo puedo decir esto tan confiadamente? Al observar lo que la mayoría hace. La gran mayoría de las personas, e inclusive hasta los creyentes, viven hoy en día como se vivía en Israel hace mucho tiempo atrás, como dicen las Escrituras: En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. Jueces 21:25. Pero, debiéramos hacernos esta pregunta, ¿Quedará esta tendencia del hombre impune delante de nuestro Creador que hizo al hombre para que le sirviera?

La Palabra de Dios nos enseña que Dios sabe todas las cosas, y que juzgará todas las cosas, y que traerá toda justa consecuencia sobre el hombre si no se convierte de sus malos caminos. Escrito esta: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. Debe quedar claro que todo esta al descubierto delante de Dios, y que lidiara con todas las cosas justamente, especialmente con el corazón del hombre. Hay muchos que tratan de mostrar una vida religiosa, o una buena conducta de acuerdo a la opinión de la sociedad, pero esto no alinea con los pensamientos de Dios, ni con la razón por lo cual Dios creo e hizo al hombre, y ni aún menos, con el propósito y la razón por lo cual ha dado la oportunidad de la salvación a través de Cristo. Muchos piensan que Dios nos hizo para que vivamos nuestras vidas, por decir. Y con esto, justifican todo tipo de doctrina errónea. Dios no nos hizo para que hiciéramos como queramos. Dios no creo al hombre para que hiciera su propia voluntad. Ni aún menos, Dios Padre no mando a Su Hijo Unigénito a morir en una cruz para que el hombre siga haciendo como le plazca. Muchos confunden la fe con un sencillo creer en Dios y nada más, y que con esto basta. Pero no es así. Esto no es lo que enseña la Palabra de Dios. Y es necesario poder explicar esto una y otra vez porque si se sigue la mentira, o una aparente verdad, la gran mayoría van a tener un muy amargo momento en el juicio de Dios, cuyo castigo durará por toda la eternidad. Y la palabra “amargo” no comienza ni a describir lo que significa el castigo eterno. Habrán muchas sorpresas en el gran juicio de Dios, y para el mal de muchas personas.

Muchos creyentes piensan que ya no vivirán el juicio de Dios, y que todo será justificado a través de la fe en Cristo. Y sí, es verdad que la gracia y la fe en el Señor Jesucristo nos justificará en el gran juicio, pero solo si hicimos la voluntad del Padre. De otra manera, si no hay obras, y un corazón recto delante de Dios, entonces una supuesta fe en Cristo no salvara al hombre. Y aquí es donde hay que tener mucho cuidado, porque sencillamente, nadie puede engañar a Dios. Esto dice la Palabra: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Hebreos 9:27. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres… 2 Corintios 5:9-11a. Entonces, no hay como confundirse con estos pasajes, que absolutamente todos, los incrédulos y los creyentes, darán cuentas por sus hechos delante del Altísimo. Dios juzgará nuestros hechos, nuestros pensamientos, y hasta la intención de nuestro corazón. Todo estará expuesto delante de Su trono y de todo ser que rodea Su presencia. Y si esto no es razón suficiente para poder comenzar a tener algún tipo de temor y reverencia delante Dios, no sé que mas se puede decir. Pensar cualquier otra cosa es necedad, y la necedad no es excusable delante de Dios.

Entonces, ¿Cómo es que podemos llegar a tener un corazón digno delante de Dios? A través de un genuino y completo arrepentimiento y conversión de todo pecado, no solo de algunos. Y debemos aceptar al Señor Jesucristo por fe como el literal y efectivo Señor de nuestras vidas. Y esto conlleva a lo tercero, y lo fundamental de la fe en Cristo: el buscar hacer la voluntad del Padre. Y lo tercero es tan importante como el arrepentimiento y la conversión, y la fe en el Señor Jesús, porque sin esto, no puede haber salvación. El corazón no puede volverse en lo que se tiene que transformar sino vive el proceso de regeneración que consta mucho más que de un solo momento de confesión de fe. Por algo se llama el Camino, porque la verdadera vida cristiana consta de una manera vivir, y no de palabras, ni mucho menos, de una persona tratar de usar a Dios para conseguir lo que uno desea, como es muy común hoy en día. Esto es lo que hace tan engañoso el corazón de muchos, porque por un lado profesan seguir a Cristo, pero, por otro lado, buscan solamente de Dios para cumplir sus deseos y no los de Dios, mientras se esconden detrás de una supuesta fe. Esto dice la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. ¿Qué explica aquí? Qué, aunque uno haga cosas que aparentan como espirituales, no significa que su corazón esta con Dios, sino que puede estar muy lejos de Dios a pesar de sus hechos religiosos. Por eso, que es incapaz de hacer la verdadera voluntad de Dios, porque la verdadera voluntad del Padre es: de hacer buenas obras dirigidas por El, con un corazón de acuerdo al de Dios. Esto reiteró el Señor, lo cual debe ser el todo del hombre a través del Señor Jesucristo, especialmente, después de venir a Cristo: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:29-30. Esto es lo que debe ocurrir en la vida de cada creyente, y todo esto es posible a través del tiempo con la ayuda del Espíritu Santo, y la Palabra de Dios, si te dejas llevar por el Señor, si genuinamente buscas hacer Su voluntad diariamente. Este debe ser el sentir que debe tener nuestro corazón, igual como lo tuvo el Apóstol Pablo al convertirse al Señor: Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?... Hechos 9:6a. Así que, cuando Dios pese tu corazón en el gran juicio, ¿Qué será lo que verá Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment

Comment

La vida eterna es solo para aquellos que viven de acuerdo al Espíritu - Romanos 8:1-18

Basado en Romanos 8:1-18 (Versión Reina Valera 1960)  

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Unas de las grandes apostasías dentro de la iglesia de hoy en día es el concepto de que la salvación o la vida eterna se alcanza solo por el creer en Cristo. Y esta enseñanza es muy atractiva y conveniente (y eso es lo que la hace tan peligrosa) porque da lado para que una persona pueda hacer lo quiera con la idea que va a ser salva con el solo hecho de que cree en Dios. Y así, se justifican muchos otros males como el desorden, y el pecado, en fin, en hacer como a uno plazca, porque todo lo sujetan a un simple creer, y nada más. Con un evangelio falso así, uno puede hacer lo que quiera, hasta complacer los deseos de la carne, con tal que crea en Cristo. Pero, la salvación no se alcanza de esa manera.

El asunto es que creer en Cristo genéricamente no es suficiente. Algunos preguntarán, ¿Quieres decir que hay que hacer otras cosas para ser salvos, y que no es solo por gracia la salvación? Esto es lo que hay que entender. Uno no llega al cielo con verdades parciales. De eso mismo es que el propio Satanás se vale para tentar al hombre, como lo hizo con Eva. Eva no iba a morir carnalmente en el momento que comiera del fruto prohibido, sino que las consecuencias de la muerte de la cual hablo Dios iban a venir espiritualmente de inmediato, y también carnalmente, pero con el tiempo. Así que, de cierto punto de vista momentánea (por decir), era verdad que Eva no iba a morir, y ese es el asunto de cómo trabaja la decepción y la mentira, porque están basadas en cosas que lucen como la verdad, en verdades parciales. Por qué sí, uno llega a ser salvo a través de la fe en Cristo, y sí es por gracia, pero, hay otras cosas que deben tomar lugar para que una persona pueda legítimamente alcanzar la salvación de Dios. Por eso que no podemos basar la fe en un verso por allí y otro por allá, sino más bien, en el complemento de la Palabra en Su plenitud. Por ejemplo, esto dice la Palabra acerca de un sencillo creer en Dios: Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. Santiago 2:19. Entonces, ¿los demonios reciben perdón por su pecado (si fuere posible) porque creen en Dios? Y atención, ellos creen y tiemblan, quiere decir que sí le temen a Dios, por lo tanto, hacen más que muchas personas de hoy en día, más que los mismos que dicen creer en Dios. La respuesta es un rotundo ¡no!, por lo tanto, un simple creer tampoco no es suficiente para el hombre. Entonces, ¿Cómo es que uno llega a ser salvo y obtener la vida eterna? De acuerdo con la Palabra de Dios, la salvación o la vida eterna se obtiene a través de tres cosas fundamentales: debe haber un completo arrepentimiento y conversión de pecados, sin parcialidades; debe recibirse al Señor Jesús como Señor por fe, no solo como Salvador, porque esto conlleva a lo tercero, y lo que precisamente está tratando Pablo en el pasaje que leímos, que una persona debe vivir de acuerdo con el Espíritu, o sea, para hacer la voluntad de Dios y no la suya. Y aquí es donde se revelan los problemas que muchos tienen, hasta muchos llamados creyentes, los que no desean ni dejar el pecado, ni dejar de hacer su propia voluntad.

La plenitud del Evangelio, y también la razón de nuestro existir, es que fuimos creados por Dios (no somos producto de un accidente cósmico), y Dios nos creó para servirle a El, y no para servirnos a nosotros mismos. El Señor vino a restaurar ese mismo propósito a través de la cruz, para volver a darnos la oportunidad de poder cumplir el propósito de nuestro existir. Esto dice la Palabra: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10. Lo que muchos confunden como predestinación es el simple hecho de que Dios nos hizo para Su servicio, y no que hay un set de acciones predeterminadas en nuestras vidas. Pero, si no cumplimos el propósito de nuestro existir, por mucho que confesemos tener fe en Cristo, no obtendremos ni la salvación, ni la vida eterna. Esto dice la Palabra: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. Gálatas 5:16-25. Si no vivimos por el Espíritu, no hay salvación. Esto dijo el propio Señor: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Por lo tanto: Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó... Romanos 14:8-9a. Entonces, ¿Estás viviendo de acuerdo a la carne, cumpliendo tu voluntad, o viviendo para Cristo, para hacer la voluntad del Padre para vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment