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La fe eterna - Hebreos 11:8-16

Basado en Hebreos 11:8-16 (Versión Reina Valera 1960)

Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

La fe es lo mas grande que puede existir para nosotros, lo cual abre la puerta para cosas increíbles e inimaginables. No hay capacidad mas grande que pueda tener el ser humano, dado por el mismo Dios que nos creó. La fe es el único puente que nos lleva a alcanzar lo imposible, porque la fe es lo que finalmente alimenta el amor y la esperanza. No puede haber ni amor, ni esperanza en el ser humano sin la fe. La fe es lo que Dios ha creado para el hombre porque Dios en sí mismo no necesita fe. Dios lo es todo, el comienzo y el fin, el Eterno Ser del universo que no necesita nada de nadie. Dios es, por lo tanto, El no necesita tener fe para nada. El sabe cómo todo va a ser, como todo va a resultar, porque El estableció todo lo que existe, tanto su estructura y sus parámetros, desde lo más pequeño e invisible, hasta lo más grande y expansivo, tanto que El estableció todo lo ilimitado del espacio y todo lo que él contiene, y lo físico y lo espiritual. Dios lo ve y lo sabe todo. Esto es lo define la gran necedad del diablo y de todos los que se aferran a vanidades ilusorias, porque el diablo nunca podrá ni tener, ni cambiar ningún aspecto de Dios, ni aún menos, ningún ser humano. Dios y lo que El estableció es inconmovible. El rebelarse en contra de Dios es pura y desmedida necedad. Así que, en fin, la fe finalmente es para el uso del hombre.

Por lo tanto, algo tan santo y tan grande como la fe, hay que saber usarla sabiamente, y aquí es donde muchos fallan, y se producen muchos desvíos. La fe es lo más magnifico que puede tener un ser humano, pero muchos, desgraciadamente, la gran mayoría, se dedican a usarla para cosas que realmente no sirven. Para darles una idea, es como usar computadoras muy caras como material para construir muros de exterior de un edificio, las cuales cuestan mucho dinero, y no tienen ningún tipo de características que sirvan para un muro. Y en realidad, la fe vale mucho más que una computadora y se puede usar para cosas que transcienden este mundo, y que se extienden hacia lo eterno e infinito. No obstante, muchos usan la fe equivocadamente, y aún peor, muchos falsos profetas, maestros, y ministros de la Palabra enseñan como usar la fe para cosas con un valor limitado, con el fin de aprovecharse de la necedad de los simples, de aquellos que están contentos con las migajas de este siglo.

Hay que tener mucho cuidado para lo que se usa la fe, porque puedes muy posiblemente conseguir lo que quieras con ella. Como está escrito: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Mateo 7:7-8. Esta Palabra se cumple en todo aspecto, para bien o para mal, dependiendo a lo que te dediques a pedir, a buscar, y a llamar. Si pides por cosas temporales, posiblemente se te den. Si buscas cosas terrenales, esas son las que hallareis. Y claro, si llamas a cosas que no son buenas, se te abrirán. Esta es la otra manera que lo pone la Palabra, como esta escrito: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Gálatas 6:7-9. Por eso que hay que tener cuidado para lo que se usa la fe, porque se te puede dar exactamente lo que deseas.

En fin, ¿para que se debe usar la fe? O mas bien, ¿para que conviene usar la fe? Veamos el siguiente pasaje: Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Mateo 5:1-12. ¿Vieron algo que tiene que ver con recompensas terrenales o temporales? No. Esto es lo que enseña la Palabra: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:19-21.

La fe se debe usar para lo eterno, en fin, para Dios, para poder precisamente alcanzar las cosas por las cuales Dios dió la fe, para comenzar, para poder alcanzar lo imposible y lo inimaginable, lo eterno de Dios. Pablo sintió de esta manera: No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Filipenses 3:12-15. Esto fue por lo que lucharon todos los que fueron antes que nosotros, comenzando por Abraham, el padre de la fe. El rendirle nuestras vidas a Cristo es solo el comienzo de un largo camino que hay que seguir hasta que se nos cumpla nuestro tiempo aquí en la tierra. Vamos a llegar a tener todo lo que Dios desea que tengamos a través de la fe en Cristo, lo que realmente vale la pena, si permanecemos en esta fe eterna, en la fe que vence este mundo y toda circunstancia que se nos presente. Así que, ¿para que estas escogiendo usar tu fe, para cosas temporales y superficiales, o para lo eterno e infinito? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Todo se lo debemos al Señor - Salmo 106:1-22

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Basado en Salmo 106:1-22 (Versión Reina Valera 1960)

Aleluya. Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia. ¿Quién expresará las poderosas obras de Jehová? ¿Quién contará sus alabanzas? Dichosos los que guardan juicio, los que hacen justicia en todo tiempo. Acuérdate de mí, oh Jehová, según tu benevolencia para con tu pueblo; visítame con tu salvación, para que yo vea el bien de tus escogidos, para que me goce en la alegría de tu nación, y me gloríe con tu heredad. Pecamos nosotros, como nuestros padres; hicimos iniquidad, hicimos impiedad. Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias, sino que se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo. Pero él los salvó por amor de su nombre, para hacer notorio su poder. Reprendió al Mar Rojo y lo secó, y les hizo ir por el abismo como por un desierto. Los salvó de mano del enemigo, y los rescató de mano del adversario. Cubrieron las aguas a sus enemigos; no quedó ni uno de ellos. Entonces creyeron a sus palabras y cantaron su alabanza. Bien pronto olvidaron sus obras; no esperaron su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto; y tentaron a Dios en la soledad. Y él les dio lo que pidieron; mas envió mortandad sobre ellos. Tuvieron envidia de Moisés en el campamento, y contra Aarón, el santo de Jehová. Entonces se abrió la tierra y tragó a Datán, y cubrió la compañía de Abiram. Y se encendió fuego en su junta; la llama quemó a los impíos. Hicieron becerro en Horeb, se postraron ante una imagen de fundición. Así cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba. Olvidaron al Dios de su salvación, que había hecho grandezas en Egipto, maravillas en la tierra de Cam, cosas formidables sobre el Mar Rojo.

¡Es realmente increíble todas las cosas que hace Dios! No es posible para nosotros poder contar cada cosa que hace el Señor, desde lo mas pequeño e invisible, hasta lo más grande y cósmico. Si tratáramos de meditar en ellos, nos faltaría tiempo y habilidad para solo poder contar lo que podemos entender. Hay cosas que sabemos, pero hay demasiadas que ignoramos también. ¿Cómo es que debemos conocer a Dios y lo que El hace? Por Sus obras. Todas ellas nos rodean y somos también beneficiados individual e íntimamente por todas ellas. Como está escrito: Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:19-20.

¿Qué es lo que también debemos entender? Que nada de lo que existe, ni siquiera nuestra propia persona podría subsistir si no fuera por el Señor. El hace llover sobre los justos y los injustos, por ejemplo. Pero, aún mucho más que la lluvia, vemos lo siguiente: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17. Pensemos un poco en lo que Dios ha hecho. Todo lo que existe no es producto de un accidente como lo enseña la llamada ciencia de hoy en día. Lo infinito del universo y todo lo que en él hay existe porque Dios lo ha hecho y permitido que siga siendo. Y si vemos lo que Dios hizo por Su pueblo Israel, veríamos que Dios hizo milagros para liberarlo de manos de Faraón, grandes e increíbles proezas. Pero ¿Qué hizo Israel? En respuesta a la gracia del Señor, Israel se olvidó bien pronto de Sus obras, y no esperaron Su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado, y tentaron a Dios en la soledad. Y no solamente eso, sino que también hicieron un becerro y se postraron y adoraron la imagen de fundición. Cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba. En fin, olvidaron a Dios. Después de ser liberados de 400 años de esclavitud, de abuso, y de muerte, así fue como recompensaron a Dios por Sus grandes obras y la gracia que les demostró. No estaban listos para Dios ni durante esos 400 años, ni aún después. Qué pena, ¿no?

Ahora, puede que tratemos de juzgar a Israel por el mal que hizo en aquel entonces, pero, hoy en día, hacemos tanto o peor con Dios. ¿Cómo así? Nosotros fuimos creados y hechos de la misma manera que Dios hizo con ellos. Nosotros también le hemos pagado con mal el bien que Dios ha hecho por toda la humanidad, porque Dios hizo mucho más por nosotros que las grandes proezas que hizo para liberar a Su pueblo. Esto fue lo que hizo Dios: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16. ¿Quién mas ha hecho lo que Dios hizo por todos nosotros? Pesemos las cosas. ¿Fueron los deseos desordenados que liberaron al pueblo de Israel de mano de Faraón? No, fue Dios. Entonces, ¿Por qué se entregaron a ellas como si les debieran algo? De la misma manera, ¿son nuestros deseos pecaminosos los que descendieron del cielo por nosotros? No. Fue el Hijo de Dios. Entonces, ¿Por qué nos damos a esos deseos de tal manera como si nuestra vida dependiera de ellos? ¿Fue el becerro de oro que liberó a Israel del ejercito de Faraón? No, fue la mano del Dios Altísimo. ¿Por qué entonces adorarle como si hubiera sido aquello que hizo la obra? Ahora, ¿fue el dinero, o nuestro poder, o nuestros títulos y logros, o hasta nuestros seres queridos los que murieron por nosotros en la cruz para que pudiéramos tener el perdón de nuestros pecados y la vida eterna? No, fue Dios quien dió a Su Hijo Unigénito, a Jesús, para que muriera en la cruz por todos nuestros pecados. Entonces, ¿por qué todo eso tiene más valor ante nuestros ojos y nos dedicamos mas a eso que a Dios, al cual le debemos todo? ¿Ván entendiendo?     

Pongámonos por un momento en la posición de Dios, si fuere posible. ¿Cómo te sentirías tú si haces todo lo posible por una persona, cosas desmedidas, y que esa persona hasta dependa a diario de ti, y esa persona no solamente no te preste atención, sino que también, te ignore y ponga en duda todo lo tú que haces, y aún peor, que esa persona le dé crédito mas bien a otra persona u a otra cosa que no tiene nada que ver, y aún más, prefiere buscar y honrar a algo o alguien que solo busca su mal? Eso es lo que hizo Israel y eso es lo que hacemos hoy también. Se busca, y se honra, y se adora, y se dedica más a cosas o a personas que no tienen nada que ver ni con nuestro bien físico, ni aún menos, con nuestro bien espiritual. Todo lo que Dios ha hecho (y sigue haciendo a diario), o se pone en duda, o se desprecia, o se ignora, y se busca más, o se le da más crédito a cosas o seres mucho mas inferiores o hasta que son malas para nosotros. ¿Tiene alguna lógica? El pecado nunca será ni lógico, ni justo, por eso que toda injusticia es pecado, y se trata a Dios con mucha injusticia, tanto los incrédulos como los que dicen seguirle lo tratan muy injustamente.

Entonces, ¿Qué harás con todo esto? ¿Lograrás entender que todo lo bueno y lo eterno se lo debes a Dios, y le comenzarás a tratar más justamente, o seguirás siendo parte del grande grupo de personas que tratan a Dios injustamente? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La Palabra de Dios y Sus Testimonios - Salmo 119:161-168

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Basado en Salmo 119:161-168 (Versión Reina Valera 1960)

Príncipes me han perseguido sin causa, pero mi corazón tuvo temor de tus palabras. Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos. La mentira aborrezco y abomino; Tu ley amo. Siete veces al día te alabo a causa de tus justos juicios. Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo. Tu salvación he esperado, oh Jehová, y tus mandamientos he puesto por obra. Mi alma ha guardado tus testimonios, y los he amado en gran manera. He guardado tus mandamientos y tus testimonios, porque todos mis caminos están delante de ti.

Hay dos cosas que deben ser primordiales para cada persona que confiesa ser seguidor de Cristo, y estas son: el amar la Palabra de Dios y el recordar los testimonios de Dios. No hay nada más que haga fortalecernos que estas dos cosas, especialmente si deseamos tener una fe inconmovible. Estas cosas en realidad deben ser la base de todo en nuestras vidas, porque son cosas inconmovibles e irrefutables.

Si vemos el primer punto, el amar la Palabra de Dios, hay que entender cosas muy claves. La Palabra de Dios es el fundamento de todo para lo que existe. Hay que recordar que todo fue creado a través de la Palabra de Dios. Si leemos el comienzo del libro de Genesis, vemos allí que Dios habló o usó Su Palabra para que todo fuere creado. Como está escrito: Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Genesis 1:3. Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. Genesis 1:6. Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Genesis 1:9. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Genesis 1:11. Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. Genesis 1:14-15. Podríamos seguir citando, pero se darán cuenta que Dios “dijo”, “hablo”, pronunció palabras que salieron de Su boca, y que lo increíble se produjo, porque Dios es el único Ser en todo el universo que puede crear, o sea, hacer que algo salga de la nada. El hombre no puede crear nada, solo puede manipular lo que ya existe.

Vemos en la Palabra a los que alcanzaron grandes cosas porque también entendieron que el solo hecho de Dios decir algo, de pronunciarse de alguna manera, que milagros sucederían. Esto lo vemos en el siguiente relato, como también quedo escrito: Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora. Mateo 8:5-13.

La Palabra de Dios es vital para todo en esta vida y en la eternidad. Como el propio Señor lo dijo: …Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. Lucas 4:4. Todo depende de la Palabra de Dios. Todo fue creado a través de la Palabra de Dios. Todo tiene vida por la Palabra de Dios. Los grandes milagros y hechos de Dios son posibles a través de Su Palabra. El conocimiento de Dios y de todas las cosas están dentro de la Palabra de Dios. Encontramos el camino a la vida eterna y el cómo llegar a lograr todas las promesas de Dios a través de Su Palabra. En fin, la Palabra de Dios lo es todo, y en El están todas las cosas; el pasado, el presente, y el futuro. Desde el Genesis hasta Apocalipsis encontramos todo el consejo de Dios para el hombre. Por eso que Su Palabra no son simples palabras impresas en un libro o como ahora lo tenemos, información que se lee en una pantalla. Tenga la forma que tenga, sea impresa, sea a través de una pantalla, sea hasta solo mencionada por otro ser humano, la Palabra de Dios es precisamente eso: la Palabra de Dios. Y lo que lo hace tan especial, y tan poderosa, es que la Palabra de Dios es Dios mismo, Su persona, la persona de Cristo, como también está escrito: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Juan 1:1-4. Y por esto también es que sabemos que la persona de Cristo es lo que hace posible que todo exista y que subsista, como está escrito: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17. Este es el poder y la Persona de la Palabra de Dios. Por eso es que Su Palabra es tan importante, y debe ser lo principal en nuestras vidas.

Ahora bien, en conjunto con lo dicho, están Sus testimonios. ¿Qué son Sus testimonios? Las cosas que Dios ha hecho, Sus acciones, Sus obras. A través de esto es que sabemos que Dios es Dios, y que todo le es posible. Por Sus hechos, es que sabemos que El es Quien dice ser, porque no hay nadie que puede hacer las cosas que El ha hecho. Dios creo todo (como lo vimos antes) a través de Su Palabra. Dios fue el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Moises, de Elías, de David, y de los profetas, y El hizo distintas cosas por ellos. Sus hechos hablan de Quien El es. Vemos también esto en la Palabra: Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:19-20. Todo lo creado habla de Su grandeza, de Sus hechos, dan testimonio de Quien El es y de lo que El es capaz. Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Salmo 19:1. Cada vez que vemos el sol, la luna y las estrellas, que vemos las montañas, los valles, las aguas, los animales, y hasta cuando te miras al espejo, todo cuenta de El. Y claro, el testimonio más grande de Su amor por nosotros es cuando entregó a Su Hijo unigénito, a Jesús, para que muriera por el pecado de toda la humanidad, por tu pecado y por mi pecado. Nada se compara a los testimonios de mi Dios. ¡Grandes son Sus testimonios!

El amar la Palabra de Dios y recordar Sus testimonios son lo que finalmente nos ayuda a entender quién El es, y como poder llegar a amarle, y esto es el todo del hombre, porque: Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:4-5. Entonces, ¿Qué lugar tiene la Palabra de Dios y Sus testimonios en tu vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La soberanía de Dios - Deuteronomio 2:26-36

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Basado en Deuteronomio 2:26-36 (Versión Reina Valera 1960)

Y envié mensajeros desde el desierto de Cademot a Sehón rey de Hesbón con palabras de paz, diciendo: Pasaré por tu tierra por el camino; por el camino iré, sin apartarme ni a diestra ni a siniestra. La comida me venderás por dinero, y comeré; el agua también me darás por dinero, y beberé; solamente pasaré a pie, como lo hicieron conmigo los hijos de Esaú que habitaban en Seir, y los moabitas que habitaban en Ar; hasta que cruce el Jordán a la tierra que nos da Jehová nuestro Dios. Mas Sehón rey de Hesbón no quiso que pasásemos por el territorio suyo; porque Jehová tu Dios había endurecido su espíritu, y obstinado su corazón para entregarlo en tu mano, como hasta hoy. Y me dijo Jehová: He aquí yo he comenzado a entregar delante de ti a Sehón y a su tierra; comienza a tomar posesión de ella para que la heredes. Y nos salió Sehón al encuentro, él y todo su pueblo, para pelear en Jahaza. Mas Jehová nuestro Dios lo entregó delante de nosotros; y lo derrotamos a él y a sus hijos, y a todo su pueblo. Tomamos entonces todas sus ciudades, y destruimos todas las ciudades, hombres, mujeres y niños; no dejamos ninguno. Solamente tomamos para nosotros los ganados, y los despojos de las ciudades que habíamos tomado. Desde Aroer, que está junto a la ribera del arroyo de Arnón, y la ciudad que está en el valle, hasta Galaad, no hubo ciudad que escapase de nosotros; todas las entregó Jehová nuestro Dios en nuestro poder.

Hay algo que no se entiende muy bien hoy en día, y lo que lo hace aún más difícil de entender es que muchas personas en el mundo están escogiendo perder el concepto de autoridad. Hay un sentido de rebeldía que va empeorando. Muchas personas se están subscribiendo a la idea de que hay que romper la estructura, desde lo más sencillo y fundamental como el núcleo y orden familiar, hasta lo gubernamental y nacional. Y bueno, cada uno es libre de hacer como quiere, porque esta es la gran potestad que Dios mismo nos ha dado, el poder tener libre albedrio. Pero, todo lo que se hace tiene consecuencias. Ahora bien, una cosa es rebelarse en contra del hombre y de lo establecido en la tierra (lo cual va en contra de los principios de Dios), pero otra cosa es rebelarse al Dios Todopoderoso directamente, y de ahí es donde en realidad emana todo este sentimiento de rebelión. Puede que muchas personas no estén quemando negocios o destruyendo estatuas, pero, tienen dentro de si este sentir de rebelión en contra de Dios, y piensan que pueden tratar a Dios como a un hombre. Y aún más, toman la gran misericordia y la bondad de Dios como señal de debilidad, o que sencillamente no existe. Muchos piensan así hoy: Si Dios no se pronuncia (a lo menos al parecer de ellos), entonces no debe existir, ¿verdad? Pero, lo quieran creer o no, o aceptar o no, Dios si existe, y es real, y si es capaz de un gran amor, pero también es soberano, y nada de lo que escoja hacer el hombre cambiará eso.  

Como vimos en el pasaje de hoy, leímos que Dios había endurecido el espíritu de Sehón, y hasta obstinado su corazón, para llevarlo a su destrucción. Cualquiera que desconoce las Escrituras y el proceder de Dios diría: Esto parece muy injusto de parte de Dios, ¿cómo puede un Dios que dice ser amor y bueno llegar a hacer algo así, y más encima, permitir la destrucción total de un pueblo con hombres, mujeres, y hasta niños? Y la respuesta está en Su Palabra. Dios nunca hace las cosas sin una buena razón, aunque no necesita tenerla tampoco. Cada persona, o ya ha tomado decisiones, o llevan dentro de sí cosas que solo Dios y ellos saben. Nadie debe juzgar a Dios por lo que hace si ni siquiera sabe, ni tiene idea lo que está sucediendo en el trasfondo o dentro de otro ser humano. Una cosa si sabemos, y es que Dios da oportunidad día a día a todo ser humano para que venga a conocerle. Cada día que el sol sale y se pone, Dios da diversas e innumerables oportunidades para saber Quién es El y que hay que buscarle. El problema es que muchos están tan ensimismados y enfocados en sus propias cosas, que escogen ignorar el mundo y todo lo que les rodea, y todo lo que existe y subsiste a su alrededor, y hasta su propia persona. La grandeza de Dios se ve por todos lados, desde las cosas grandes e inmedibles como los planetas y los astros, y el espacio, y todo lo que en él hay, hasta lo más diminuto que ni siquiera se puede ver con el ojo humano por sí solo. Todo habla de Dios. Y esto es lo que la Palabra dice al respecto: Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican. Romanos 1:18-32.

Dios conocía el corazón de Sehón y del todo su pueblo, y ellos ya habían mantenido la decisión de despreciar a Dios por mucho tiempo, y los que venían ya también tenían ese mal ya engendrados en ellos, por el exceso de rebelión de sus padres. Hay cosas qué, sí se heredan, y por virtud de la decisión de los que los engendran. Esta verdad dice la Palabra de Dios: Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira, y grande en misericordia. Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras. Salmo 145:8-9. El Señor si es clemente y misericordioso, y muy bueno para con todos, pero también es soberano, y porque es lento para la ira, no quiere decir que nunca vendrá si se sigue persistiendo en tal maldad y pecado delante de El. Nadie puede hacer nada en contra de Dios, porque El finalmente es Dios, y el hombre es sencillamente hombre, y quiera o no el hombre, está sujeto a todo lo que Dios ha creado, lo visible y lo invisible. Y un día, cada ser humano dará cuentas delante de El. Así que, la pregunta es: ¿Te aferrarás a la soberanía de Dios para el eterno bien tuyo, o escogerás desafiarle y darte cuenta un día que solo has ocasionado tu propia destrucción aquí en la tierra, pero aún peor, tu destrucción eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Viviendo por fe - Hechos 24

Basado en Hechos 24 (Versión Reina Valera 1960)

Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo. Y cuando éste fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo: Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia, oh excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar con toda gratitud. Pero por no molestarte más largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu equidad. Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. Intentó también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a nuestra ley. Pero interviniendo el tribuno Lisias, con gran violencia le quitó de nuestras manos, mandando a sus acusadores que viniesen a ti. Tú mismo, pues, al juzgarle, podrás informarte de todas estas cosas de que le acusamos. Los judíos también confirmaban, diciendo ser así todo. Habiéndole hecho señal el gobernador a Pablo para que hablase, éste respondió: Porque sé que desde hace muchos años eres juez de esta nación, con buen ánimo haré mi defensa. Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; y no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en el templo, ni en las sinagogas ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan. Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas. Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo, no con multitud ni con alboroto. Ellos debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra mí tienen algo. O digan éstos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando comparecí ante el concilio, a no ser que estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros. Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de este Camino, les aplazó, diciendo: Cuando descendiere el tribuno Lisias, acabaré de conocer de vuestro asunto. Y mandó al centurión que se custodiase a Pablo, pero que se le concediese alguna libertad, y que no impidiese a ninguno de los suyos servirle o venir a él. Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. Esperaba también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él. Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.

¿Qué podemos ver en el pasaje de hoy? En general, vemos que los que siguen y sirven fielmente al Señor tendrán problemas, más tarde o más temprano, y serán problemas graves. ¿Por qué es así? Porque vivimos en un mundo lleno de pecado, con muchas personas que se deleitan en el pecado. Sepan o no lo que están haciendo, la verdad es que están siendo llevados por los impulsos de su carne, por los deseos del pecado que mora en sus miembros. Y por desgracia, hasta los que hemos llegado al Señor y nos hemos arrepentido de nuestros pecados, también tenemos una lucha con nuestro propio pecado. El pecado lo pudre todo. Por eso que causa la injustica, y finalmente, la muerte, si escoges seguirlo. Pero, los peores problemas ocurren con personas que no desean cambiar de sus caminos, y que siguen al momento satisfechos con su condición caída. Eso es lo que hace este mundo tan difícil, especialmente para aquellos de nosotros que si tomamos la decisión de seguir los pasos de nuestro Señor.

¿Qué mal hizo Pablo que mereció ser juzgado, y como nos enseña la historia, hasta morir por sus hechos? Después de venir a Cristo, Pablo se dedicó a llevar el Evangelio a toda persona posible. Pablo estaba buscando hacerle el más grande servicio a todo ser humano que podía encontrar, el bien de dar a conocer el camino a la salvación eterna a través de Jesucristo. Ese fue el mal (por decir) que cometió Pablo, el preocuparse, luchar, trabajar, desvelarse, y sufrir por el estado eterno de su prójimo. Lo irónico de esto es que antes que viniera a Cristo, cuando perseguía y asolaba a la Iglesia, y consentía en la muerte de muchos de los cristianos, donde hasta los obligaba a blasfemar, nadie le hizo nada. Los judíos religiosos le daban todo el poder que necesitaba para cumplir sus misiones. Mientras Pablo estaba persiguiendo y dañando a los seguidores de Cristo, todo el mundo estaba bien con sus hechos. Nadie ni lo acuso, ni lo castigaron, ni lo encarcelaron, ni aun menos, le amenazaron su vida. Todos estaban bien con los hechos de Pablo.

Entonces, si seguimos fielmente al Señor, ¿podremos de alguna manera poner los ojos en lo de aquí y ahora? Esto es lo que dice la Palabra: Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. 1 Corintios 15:19. La respuesta es: ¡no! Nuestra esperanza no está en este mundo (y aquí es donde muchos pierden el valor de seguir a Cristo). Cristo no necesariamente vino, ni aún menos, murió para convertir este mundo perdido en el cielo. Cristo no murió en la cruz para darnos un bienestar económico, o ayudarnos a cumplir nuestros deseos carnales y temporales. El no vino para hacernos poderosos en este mundo. El vino para cosas mayores que el mundo temporal y todo lo que en el hay. E inclusive, este mundo tiene que pasar y todo lo que está en él para que venga lo eterno y lo perfecto. Así que, la recompensa no está aquí. La recompensa y la meta en Cristo esta después de todo esto, cuando lo temporal llegue a su fin. Esto es lo que el Señor nos enseñó: Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Mateo 5:10-14.

Si seguimos al Señor fielmente, hasta nuestra muerta física, tendremos grande galardón, grande recompensa, y será eterno. Pero, si una persona decide dedicarse a seguir las cosas del mundo, y a dedicarse a cosas temporales, recibirá eso mismo, y el cielo y la eternidad de Dios no le espera, sino más bien, la muerte eterna, donde no hay paz, ni gozo, ni vida. Temo que es así de sencillo. No hay grises. ¿O decides poner tu fe en Cristo y en seguir Su Palabra lo mejor que puedas para así, para poder llegar a lo que tiene reservado para los que le aman, o decides formar parte del grupo más grande que sigue el poder oscuro de Satanás que ahora reina en este mundo? ¿Dónde está tu fe? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Como mejor ayudarte a ti mismo y a los demás - Gálatas 6:1-5

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Basado en Gálatas 6:1-5 (Versión Reina Valera 1960)

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga.

En el pasaje de hoy, vemos un claro ejemplo de cómo se debe cumplir la ley de Cristo, el cual consta de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y el amar a nuestro prójimo consiste en ayudarlos en maneras muy prácticas y significativas, con cosas que pueden ser tanto verdaderas necesidades físicas (no con gustos o caprichos o en avaricia), pero aún mayormente, con cosas espirituales. Tenemos que ayudarnos en toda manera posible, pero principalmente, con nuestro caminar en el Señor. Esto es parte de la verdadera voluntad de Dios. Pero ¿Cómo hacerlo?

El primer punto tiene que ver con el asunto de que si nosotros mismos estamos en condiciones para poder ayudar. Por ejemplo, un rescatista marino (alguien de quien no se habla mucho, pero cuando lo necesitas, lo necesitas lo más pronto posible) no puede ser bueno si primero no solamente sabe nadar bien para sí mismo, sino que también sea suficientemente fuerte y buen nadador para poder efectivamente ayudar a rescatar a otra persona. De otra manera, ¿Cómo puede ayudar a rescatar a alguien más si ni siquiera sabe, ni tiene la habilidad para poder salvar su propia vida?  Y lo que también hay que tener en cuenta con un rescatista es que debe tener el suficiente entrenamiento y habilidad para poder salvar a alguien en una tormenta y con aguas turbulentas. Un rescatista no siempre va a tener la suerte de salvar a alguien durante un clima calmado con todo en paz. Muchas veces, los rescatistas marinos tienen que ir a salvar a personas en naufragios, en medio de tormentas, en condiciones muy peligrosas, entre gigantescas olas o grandes rocas, donde arriesgan sus vidas para ayudar a otras personas. Así que, no es llegar y ayudar a alguien, especialmente considerando los tiempos en que estamos viviendo, pero si es nuestro deber ante Dios.

Entonces, ¿cómo podemos asegurarnos de que estamos en condiciones para poder ayudar? Siempre hay que ir a lo primero: al amar a Dios con todo nuestro ser, el primer y gran mandamiento. Y la manera como eso comienza es al entregarnos al Señor, al darle nuestra vida, porque ese es el primer y más importante paso, de todos, por nuestro propio bien. Porque ¿qué ganamos en tratar de ayudar a los demás si ni siquiera sabemos que estamos haciendo, y porqué lo estamos haciendo? Primero tenemos que estar completamente claros de que estemos nosotros en un lugar seguro antes de tratar de ayudar a otro. La Biblia da este siguiente relato clave que explica este concepto: Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Juan 3:1-7. Así que, tenemos que nacer de nuevo en Cristo, y esto consta en: nacer de agua que se refiere al bautismo de Juan, el bautismo de arrepentimiento donde una persona se arrepiente de todos sus pecados; y del Espíritu, donde una persona le entrega su corazón al Señor, dándose por completo, sin reservas a Su Señorío. El evangelio de Marcos relata el comienzo del ministerio público del Señor así: Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Marcos 1:14-15. Así que, el nuevo nacimiento en Cristo es lo que comienza todo en una persona, a través del arrepentimiento y de la fe.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando uno nace de nuevo? Dios viene literalmente a morar en nuestros corazones. El gran milagro sucede donde Dios viene a morar en templos no hecho por manos humanas. Esto es lo que sigue diciendo la Palabra al respecto: Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Juan 14:22-24. Y cuando viene Dios a nuestra vida, el Consolador, el Espíritu Santo también entra, y El es el que nos guiará, como también está escrito: Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. Juan 14:26. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Juan 16:12-14. Entonces, el asunto de poder crecer y entender las cosas no necesariamente consta del intelecto, sino que el Espíritu Santo es quien nos enseña e instruye, pero a través de la Palabra de Dios. Porque esto también hay que tener muy claro: Ni el Espíritu Santo enseñará algo que va en contra de la Palabra de Dios, ni la Palabra de Dios enseñara algo que vaya en contra del Espíritu Santo. Los dos concuerdan perfectamente porque tienen la misma fuente: Dios. Por eso también que es absolutamente imposible creer que hay muchos caminos a Dios y que todas las religiones llevan al mismo Dios. Hay un solo camino al verdadero Dios Todopoderoso, y ese es Jesús, y la Palabra de Dios y el Espíritu Santo concuerdan con El.

Y finalmente, no se puede solamente decir que uno cree en Dios, y que quiere ayudar a alguien, sino que uno tiene que buscar hacer la voluntad de Dios, que consta de seguir y cumplir la Palabra de Dios en su vida. Porque también escrito esta: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Así que, si has nacido de nuevo en Cristo, y estas siendo guiado por el Espíritu Santo y por la Palabra de Dios, buscando cumplir la voluntad de Dios en tu vida, no solamente podrás llegar a tener la salvación de Dios a través de Jesucristo, sino que también podrás ayudar a tu prójimo a poder encontrar esa misma salvación, la cual todo el mundo lo necesita. Esta es la mejor ayuda que puedes darle a cualquier persona. Entonces, ¿entiendes como poder ayudarte a ti mismo y a los demás que te rodean? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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¿Quién eres tú? - Salmo 141

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Basado en Salmo 141 (Versión Reina Valera 1960)

Jehová, a ti he clamado; apresúrate a mí; escucha mi voz cuando te invocare. Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde. Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios. No dejes que se incline mi corazón a cosa mala, a hacer obras impías con los que hacen iniquidad; y no coma yo de sus deleites. Que el justo me castigue, será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo que no me herirá la cabeza; pero mi oración será continuamente contra las maldades de aquéllos. Serán despeñados sus jueces, y oirán mis palabras, que son verdaderas. Como quien hiende y rompe la tierra, son esparcidos nuestros huesos a la boca del Seol. Por tanto, a ti, oh Jehová, Señor, miran mis ojos; en ti he confiado; no desampares mi alma. Guárdame de los lazos que me han tendido, y de las trampas de los que hacen iniquidad. Caigan los impíos a una en sus redes, mientras yo pasaré adelante.

¿Quién eres tú? Para poder responder esa pregunta correctamente, lo mejor que te puedo aconsejar es que no te dejes llevar por tu opinión, ni respondas muy rápido, porque si no, no vas a llegar a la respuesta correcta. Para poder responder a esa pregunta, se necesita silencio, soledad, tiempo, sinceridad, y la luz de la Palabra de Dios. No es bueno usar tu propia luz, por decir. Cuando usamos nuestra propia luz para ver las cosas, especialmente lo que hacemos, nunca se ven las cosas tan claramente. La Palabra de Dios nos enseña este principio: Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. Mateo 7:16-20. Así que, si deseas entender quién eres realmente, debes ver tus obras, las cosas que has hecho, tus frutos, tus acciones. Esto es algo que también dice la Palabra: Entonces vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. Hageo 1:3-7. No cometas el error de que Dios esté interesado en los edificios construidos por manos humanas, porque lo que siempre realmente le han interesado son los templos de nuestros corazones. Así que, observa tus frutos y medita sobre tus caminos. ¿Qué has hecho?

Tengo que decir que, como grupo de creyentes, como iglesia universal de Dios, tenemos severos problemas, si realmente nos observamos. Y si no lo creen, miren a su alrededor, miren sus propias vidas, y sus familias, todo lo que los rodea. Todos tenemos algo que está mal. La Palabra dice esto, para aclarar aún más el asunto: Pon a tu boca trompeta. Como águila viene contra la casa de Jehová, porque traspasaron mi pacto, y se rebelaron contra mi ley. A mí clamará Israel: Dios mío, te hemos conocido. Israel desechó el bien; enemigo lo perseguirá. Ellos establecieron reyes, pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes, mas yo no lo supe; de su plata y de su oro hicieron ídolos para sí, para ser ellos mismos destruidos. Tu becerro, oh Samaria, te hizo alejarte; se encendió mi enojo contra ellos, hasta que no pudieron alcanzar purificación. Porque de Israel es también éste, y artífice lo hizo; no es Dios; por lo que será deshecho en pedazos el becerro de Samaria. Porque sembraron viento, y torbellino segarán; no tendrán mies, ni su espiga hará harina; y si la hiciere, extraños la comerán. Devorado será Israel; pronto será entre las naciones como vasija que no se estima. Porque ellos subieron a Asiria, como asno montés para sí solo; Efraín con salario alquiló amantes. Aunque alquilen entre las naciones, ahora las juntaré, y serán afligidos un poco de tiempo por la carga del rey y de los príncipes. Porque multiplicó Efraín altares para pecar, tuvo altares para pecar. Le escribí las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosa extraña. En los sacrificios de mis ofrendas sacrificaron carne, y comieron; no los quiso Jehová; ahora se acordará de su iniquidad, y castigará su pecado; ellos volverán a Egipto. Olvidó, pues, Israel a su Hacedor, y edificó templos, y Judá multiplicó ciudades fortificadas; mas yo meteré fuego en sus ciudades, el cual consumirá sus palacios. Oseas 8. De lo que se puede observar, como creyentes, nos hemos dedicado más a construir y hasta apoyar cosas que deben ser o secundarias a Dios, o que sencillamente no deben estar en nuestras vidas. Por ejemplo, ¿Qué pueden ser ídolos en la vida de una persona? Todo lo que toma el lugar de Dios. Se puede convertir hasta la bendición de Dios en un ídolo, cuando se le da preferencia o prioridad a esa cosa o a persona antes que a Dios. Un ídolo puede ser tu familia, tu carrera o tu trabajo, tus bienes, tus pasatiempos, tus deleites, etc. Pueden ser cosas buenas, pero cuando se anteponen a Dios, ahí se convierte una bendición en algo malo y pecaminoso. Y claro, el problema más grande de todo es, el no tomar en cuenta a Dios, el no consultarlo, el desechar Su voluntad e ignorar Su Palabra. ¿Qué bien se puede producir si una persona no toma en cuenta a Dios? Esto es lo que dice la Palabra que sucede cuando no se tiene en cuenta a Dios: Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican. Romanos 1:28-32. Parece un mundo lleno de locuras y de desorden, aún dentro del supuesto llamado pueblo de Dios ¿verdad? Este pasaje lo aclara. Si no se toma en cuenta a Dios, Dios entonces los entrega a una mente reprobada. Y puede que digas: Yo no estoy ignorando a Dios. Pero, si apoyas a los que lo hacen, aunque tu no lo hagas tú mismo, temo que también eres parte del problema, porque el que apoya es tan culpable como el que hace el mal. Esto es lo que dice Dios.  

¿Cómo puede decirse todo esto al ver el pasaje de hoy? Sencillo, porque es necesario entender y comprender cuál es tu verdadera posición, para que sepas entonces como debes acercarte y acudir a Dios. ¿Eres como este David que, si amo a Dios? ¿Eres de los justos de quien habla David? O, ¿eres de los que hacen obras impías, de los que hacen iniquidad, de los jueces malos, de los que tienden lazos y trampas, de los que apoyan el mal? La voluntad de Dios no es destruir al pecador, sino que el pecador se arrepienta. Esta es Su misericordia y amor, como está escrito: Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Juan 8:10-11. Dios desea el bien de todos, y puede perdonar todo, pero, acércate a Dios con la verdad, arrepiéntete, y no peques más. ¿Quién por fin decides ser tu? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La fe y las circunstancias - Hechos 28:1-10

Basado en Hechos 28:1-10 (Versión Reina Valera 1960)

Estando ya a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta. Y los naturales nos trataron con no poca humanidad; porque encendiendo un fuego, nos recibieron a todos, a causa de la lluvia que caía, y del frío. Entonces, habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano. Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir. Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció. Ellos estaban esperando que él se hinchase, o cayese muerto de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios. En aquellos lugares había propiedades del hombre principal de la isla, llamado Publio, quien nos recibió y hospedó solícitamente tres días. Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería; y entró Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le sanó. Hecho esto, también los otros que en la isla tenían enfermedades, venían, y eran sanados; los cuales también nos honraron con muchas atenciones; y cuando zarpamos, nos cargaron de las cosas necesarias.

La vida está llena de circunstancias, de buenas circunstancias y de malas circunstancias. Pero ¿Qué finalmente definen las circunstancias como buenas o malas? Todo depende no solo de como decidimos mirarlas, sino más bien, donde esta nuestra mira. Eso es lo que determina no solo como vemos las circunstancias, sino aún más importante, como decidimos reaccionar a ellas. Como podemos ver en el pasaje de hoy, no podemos dejar que nuestras circunstancias dicten la manera como escogemos vivir nuestra vida, especialmente si decimos creer y seguir a Cristo. Lo mas importante de todo es de tener en mente donde debiera estar nuestra fe, y que eso determine como vemos y reaccionamos a las circunstancias (es más fácil decirlo que hacerlo, pero todo es posible si amas realmente a Cristo).

Para comenzar, si vemos la historia completa, sabríamos que Pablo recién había sobrevivido un naufragio y que su viaje a Roma había sido interrumpido casi mortíferamente. Y este viaje que Pablo había emprendido no era un viaje de placer, sino más bien, estaba siendo transportado como prisionero para comparecer ante Cesar por haber estado predicando el Evangelio. Pablo no había hecho nada malo. La gran maldad que Pablo había hecho (irónicamente hablando), era de estar preocupado del bienestar eterno de su prójimo, y haciendo el servicio más grande que podía darle a sus semejantes, de ofrecerles la oportunidad de tener la vida eterna a través de Jesucristo. Ese fue su crimen. Así que, solo con ese hecho, si Pablo se hubiera dejado llevar por sus instintos de autopreservación humana, hubiera desistido de compartir el Evangelio. Porque después de todo, que lógica (humanamente hablando) tiene arriesgar tu libertad, y tu vida, por algo así, ¿no? Por lo menos, así lo han pensado muchos antes y hoy en día también. Hay muchos que se avergüenzan, o no siguen las cosas de Dios por muchas razones. No obstante, Pablo entendía de lo que realmente se trataba la fe, de que es mas importante complacer a Dios que a los hombres, y que el amar a Dios tiene mayores recompensas. Entonces podemos ver que la fe de Pablo lo hacia hacer cosas que humanamente no tenían lógica, y que aún mas, veía estas supuestas malas circunstancias como oportunidades, como el mismo lo escribió siendo inspirado por el Espíritu Santo: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28.

Veamos aún más lo que Pablo pensaba: Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Filipenses 1:12-13. Así que, él veía sus prisiones como oportunidades para el evangelio, que el encierro era una ventaja para el progreso del evangelio. ¿Cómo puede ser eso? Porque Dios sabe lo que hace y porque permite las cosas (y esto sería otro mensaje muy largo, pero mantengamos la mira en lo de hoy). Entonces, ¿Cómo podía Pablo reaccionar así ha algo tan desagradable? Seguimos viendo esto que Pablo escribió: No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:11-13. Pablo encontraba su fuerza en Cristo, para poder soportar todo tipo de situación.

Ahora bien, Pablo, bajo ningún punto, era gobernado por sus circunstancias, sino mas bien, era gobernado por otra cosa que era mucho más grande. ¿Qué era eso? Escrito esta, como él mismo lo dijo: Porque por fe andamos, no por vista. 2 Corintios 5:7. Su fe en Cristo era lo que lo llevaba a hacer cosas que transcendían la lógica humana, que pusiera todas sus necesidades y metas carnales en un segundo lugar, y estar dispuesto a sufrir distintas cosas para poder lograr cosas aún más valiosas y grandes, cosas eternas. ¿Qué es la fe? Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Hebreos 11:1. La fe es poder ver mas allá, la habilidad de poder aferrarse a algo o a Alguien a quien veras después. Así que, no solamente era cuestión de fe nada más, sino mas bien, donde o sobre Quien había decidido poner su fe, como esta escrito: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11:6. La fe va mano-en-mano con la esperanza, y esto es lo que esta escrito de la esperanza en Dios: Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Romanos 8:24-25.

Y finalmente, esta era la mira de Pablo, y también de todos aquellos que han puesto, y estamos poniendo lo carnal en segundo lugar, para poder lograr algo mucho mas superior que este mundo temporal, y ser hallados dignos a través de Jesucristo de recibir como también está escrito: Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Hebreos 11:13-16. Ni Pablo, ni ninguno de los que hemos decido seguir a Cristo, pase lo que pase, deseamos que Dios no se avergüence de nosotros. Esa es la razón por lo cual se debe hacer todo, e inclusive, sufrir y hasta morir, si fuere necesario, por el Evangelio, para que se cumpla la voluntad de Dios en nosotros, porque le amamos sobre todas las cosas. Así que, ¿Qué es lo que gobierna tu vida, tu amor y tu fe en Dios, o el dejarte ser subyugado y dominado por tus circunstancias? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Cuando ignoramos las advertencias de Dios - Hechos 27:1-20

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Basado en Hechos 27:1-20 (Versión Reina Valera 1960)

Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta. Y embarcándonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica. Al otro día llegamos a Sidón; y Julio, tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuese a los amigos, para ser atendido por ellos. Y haciéndonos a la vela desde allí, navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos eran contrarios. Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia. Y hallando allí el centurión una nave alejandrina que zarpaba para Italia, nos embarcó en ella. Navegando muchos días despacio, y llegando a duras penas frente a Gnido, porque nos impedía el viento, navegamos a sotavento de Creta, frente a Salmón. Y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea. Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí. Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.

En el pasaje de hoy, hay muchas cosas que hay que tomar en cuenta que tienen gran valor, cosas que pudieran ahorrarte muchos dolores y hasta el riesgo de perder la vida física, y el alma, lo cual es lo más valioso del hombre. Si las pudiéramos enumerar, propondría lo siguiente: no es buena idea ignorar buenos consejos, debes considerar las personas que están dando los consejos, debes considerar la fuente de dónde vienen los consejos, debes tener en cuenta que el conocimiento de Dios siempre va a ser superior al conocimiento humano, debes ser humilde, y que tus malas decisiones pueden afectarte a ti y a todos los que te rodean.

Comencemos por la primera, que no es buena idea ignorar buenos consejos. La Biblia nos enseña esto: El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio. Proverbios 12:15. Nunca es bueno guiarse por nuestra propia opinión, porque no es realístico pensar que todo lo sabemos. Eso es lo primero. El otro asunto es que la mayoría de las veces, no podemos ver todo el panorama claramente, por muy atentos e inteligentes que nos creamos. Y la otra razón muy importante por la cual no nos debemos aferrar tanto a nuestra opinión es porque la realidad no está sujeta a nuestra opinión. Por ejemplo, por mucho que yo piense que yo tengo la habilidad de volar como los pájaros, si me lanzo de un edificio muy alto para comprobarlo, no me va a ir muy bien. Todo va a estar bien hasta que llegue a la realidad de lo duro que puede ser la superficie y lo real de los efectos de la ley de la gravedad. A la gravedad no le importa mi opinión.

El otro punto es que, debemos considerar las personas que nos están aconsejando, o sea, sencillamente, no se puede tomar en cuenta a todos. Hay que tener cuidado a quien escuchamos, y por muchas razones, porque el escuchar consejos siempre es bueno, pero hay que considerar de dónde vienen. La Palabra nos enseña esto: Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. Mateo 7:16-20. Hay que considerar cuidadosamente la persona de donde viene el consejo. No todos desean tu bien. No todos tienen buenas intenciones. No todos tienen la experiencia necesaria para poder darte un buen consejo. Vemos a Pablo que, por su fe, era una persona recta, justa, de una vida intachable, que hasta el centurión lo trataba humanamente porque sabía que estaba siendo acusado injustamente. Pablo era un ejemplo de persona, tanto socialmente, y aun más, viéndolo como el cristiano que fue.  

Lo otro que hacía a Pablo alguien digno de haberlo escuchado era que Pablo tenia a Dios como fuente. Pablo no dio el consejo basado en su propia opinión, o en sus aptitudes o conocimientos. Dios era el que estaba guiando a Pablo a través del Espíritu Santo. Y lo que hay que considerar con eso, es que nadie sabe más que Dios. El conocimiento de Dios siempre va a superar todo otro conocimiento, y esto lo vemos por todos lados en la Biblia y hasta en todo lo creado. Por ejemplo, si alguien hubiera leído lo siguiente en Isaías 40:22: El está sentado sobre el círculo de la tierra…, algo escrito más de 700 años antes de Cristo, no hubiéramos tenido la idea tan absurda como seres humanos por tantos siglos después que la tierra era plana, y que todos los que se atrevieran a navegar más allá del horizonte se caerían al precipicio del espacio. Así que, si Dios dice algo, es porque así es, porque El lo ha creado todo, y todo el conocimiento del hombre y lo avanzado de la ciencia nunca va a cambiar la realidad de que Dios es Dios, y que siempre va a ser superior en todo sentido. Yo mismo he podido ver el poder de Dios en mi propia vida, lo cual superó la capacidad de la ciencia.  

Y como final, hay que siempre ser humilde delante del Señor, y saber siempre estar atento a lo que El dice, estar presto a Su Palabra, obedeciendo Sus principios, Sus mandamientos, saber cómo escucharle a través de aquellos que le aman, le temen, y le buscan. Pablo, aunque era una persona extremadamente educada, no era ni marinero, ni meteorólogo, pero era una persona que amaba, temía, y seguía al Dios supremo del universo, y este Dios Todopoderoso le hablaba y le usaba grandemente, cuya obra vemos hasta el día de hoy, casi dos mil años después de su muerte. Y si no somos humildes y obedientes a Dios y a Su Palabra, nos puede costar muy caro a nosotros mismos, y a todos los que nos rodean, porque todo lo que hacemos no solo nos afecta a nosotros mismos, sino también a todos a nuestro alrededor, a nuestra familia, a nuestros seres queridos, a las personas con quienes trabajamos, etc. Así que, ¿es sabio ignorar las advertencias de Dios, de las cuales no solo puede depender nuestro bien físico, sino aún más importante, el bien de nuestra alma por toda la eternidad? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Como estar listo para la venida del Señor - Apocalipsis 22:6-15

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Basado en Apocalipsis 22:6-15 (Versión Reina Valera 1960)

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro. Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.

Esto es una verdad irrefutable, especialmente al ver el mundo en el cual vivimos hoy: Cristo viene muy pronto. Todo lo predicho por los santos profetas de Dios y por el Señor mismo se ha cumplido y se sigue cumpliendo a diario en todo el mundo, como está escrito: Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Mateo 24:1-7. No se puede ni comparar las guerras que han habido en el resto de la historia a las de los dos últimos siglos. Pestes que afectan al hombre en todo el mundo como ha sucedido recientemente, y sigue sucediendo hoy no ha pasado en la historia, donde millones en el mundo mueren por distintas enfermedades, y vemos ahora este coronavirus que le ha causado la muerte a más de un millón de personas en cuestión de meses; y podrán tratar de señalar a las autoridades, pero el asunto es que nadie pudo ni ver venir algo como esto, ni estar preparado para algo así, y por lo tanto, ni saber que exactamente hacer, porque todavía no saben hacer bien. Hay hambres por todo el mundo, aun hasta en los países más desarrollados por la pobreza y falta de recursos.  De acuerdo a la Organización de la Salud Mundial, en un estudio que publicó en el 2018, más de 820 millones de personas en el mundo no tienen lo suficiente para comer, más del 10% de la populación mundial. Terremotos, ¿qué podremos decir? La tierra ha temblado mucho y muy duro en distintas partes. Y como olvidar a Israel, el reloj del mundo, donde se cumplió una de las profecías más extraordinarias en 1948 cuando volvió a su tierra y fue establecida por el mundo como un estado soberano una vez más, cosa que antes era vista como imposible. Todo se está cumpliendo. Nada va a frenar el cumplimiento de la Palabra de Dios, como está escrito: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mateo 24:35. Entonces, la persona sabia debiera pensar así: ¿Cómo puedo estar listo o lista para la venida del Señor? Y solo puedo responder con el consejo de Dios a través de Su misma Palabra.  

Lo primero debe ser nuestro enfoque en Dios a través de Jesucristo, y vemos esto cuando Juan intenta postrarse ante el ángel que le está revelando los misterios de Dios, y el ángel le dijo que no lo hiciera, sino que solo adorara a Dios. No podemos ni rendir culto, ni dar ningún tipo de adoración a nada ni a nadie fuera de Jesucristo, porque hasta los mismos santos de Dios nunca lo permitieron. Ellos mismos indicaron a Jesucristo. Por ejemplo, vemos a Maria: Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Juan 2:5. El Apóstol Pedro también dijo: Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. 1 Pedro 5:10-11. El Apóstol Pablo también escribió esto del Señor Jesus, inspirado por el Espíritu Santo: Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. Romanos 11:36. Todo y todos indican al Señor, porque escrito esta: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. 1 Timoteo 2:5. Así que, no se pueden poner los ojos en ninguna persona, por especial que sea. Este fue el error que cometieron los judíos cuando se les presento Dios Hijo (Jesús). No pudieron ver al Mesías, y hasta lo mataron, porque estaban más enfocados en Abraham, y en Moises, y hasta en sus propias personas y deseos que en el Altísimo y Soberano Dios del universo. Toda nuestra meta, todo nuestro enfoque y la prioridad debe ser el Señor, porque escrito esta: Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. Deuteronomio 6:4-9.

Lo otro que vemos en este pasaje es que seremos juzgados según nuestra obra, y que debemos practicar la justicia, santificarnos, y lavar nuestras ropas espirituales. Entonces, a Dios sí le interesa grandemente que hacemos con nuestras vidas, especialmente después de tener el conocimiento de la Verdad, porque somos salvos para un propósito, no porque si nada más. La Biblia nos enseña esto: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10. Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Santiago 2:14. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Todo lo que hacemos después de recibir el conocimiento de la Verdad cuenta, para bien o para mal, dependiendo de lo que decidamos hacer con la Verdad de Dios, si decidimos vivir para Cristo o vivir para algo o alguien más.

El día se aproxima para el mundo y para cada ser humano. No hay manera ni de evitarlo, ni de saber cuándo sucederá. Así que, ¿te encontrará listo o lista el Señor cuando venga por Su verdadera iglesia, o cuando venga por ti individualmente? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Sufriendo por el Evangelio - Apocalipsis 2:8-11

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Basado en Apocalipsis 2:8-11 (Versión Reina Valera 1960)

Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.

Todo tiene un precio que pagar, y no estamos hablando de dinero necesariamente. Y el que diga lo contrario, no entiende la realidad. Por ejemplo, para poder ser un profesional o llegar a metas que superan a los demás, hay que hacer sacrificios. La persona que desea ser un gran profesional necesita trabajar duro durante su formación en la escuela, para poder aprender bien lo necesario. Después tiene que ir a una universidad y completar varios años de estudio y pagar mucho dinero, y su afán por la carrera solo comienza así porque tiene que seguir adquiriendo experiencia, tiene que seguir estudiando, tiene que seguir sacrificándose con su tiempo, con sus bienes, y hasta sacrificar sus relaciones personales para poder seguir excediendo en su profesión. Cuando se lucha por cosas buenas, se paga un precio. Cuando se cometen errores o se hacen estupideces, también se paga un precio. Nada es gratis.

Como ejemplo supremo, el don de la salvación, lo que Dios hizo a través de Cristo es gratuito para nosotros, pero el precio que Dios pago fue incalculable. Dios Padre dió a Su Hijo unigénito como sacrificio por toda la humanidad, lo más preciado de Su Persona. El Señor Jesús pago el precio de dejar Su reino, Su sublime y santa posición, para poder tomar nuestra humilde semejanza, vivió en la pobreza, y sufrió lo indecible cuando murió de la manera más horrible que un ser humano pudiera morir. Y no solo eso, sino también, para poder hacer la obra completa, para poder triunfar sobre la muerte, tuvo que bajar hasta las profundidades de la tierra, al seno de Abraham, al Seol, para rescatar de allí los que eran dignos, y también para testimonio a los que estaban ya enfrentando su perdición eterna, y de allí resucitar. Todavía no logro comprender porque Ellos harían tales cosas por seres tan insignificantes como nosotros, pero eso solo habla aún más de la grandeza, de la bondad, y del amor de ellos.  

Ahora bien, la salvación, el poder nacer de nuevo en Cristo es por gracia, pero dentro de sí mismo sí tiene un precio también. Si hay que pagar algo, y algo costoso para nosotros mismos, y si fuere dinero nada más (no que la salvación se puede comprar), sería muy sencillo. Estamos hablando de cosas aún mayores y más importantes que lo material cuando hablamos del precio que se podría pagar por el Evangelio de Cristo, y de esto leímos hoy. Es muy probable que muchos de los que están leyendo esto, o van a sufrir persecución, o ya están sufriendo algún tipo de persecución por su fe en Cristo, especialmente considerando todas las distintas personas de diferentes naciones en el mundo que ven este ministerio. Esto nos dice el Señor en Su Palabra: Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33. El sufrir legítimamente por el Evangelio, y digo “legítimamente” porque el sufrir por el Evangelio no tiene nada que ver con una persona ser desagradable, odiosa, inapropiada, o poco sabia, ni aun menos, sufrir por errores y pecados cometidos, sino más bien, porque está pasando malos momentos por mostrar las características de Cristo en Su vida, por ser fiel a las enseñanzas de la Palabra, finalmente por amar a Dios sobre todas las personas y cosas. Cuando sufres por el Señor, eso no te hace ni menos cristiano, ni que tienes un problema con tu fe, ni cualquier cosa así, sino todo lo contrario. Por algo nos dio amplio aviso el Señor, que tendríamos aflicción en el mundo por seguirle fielmente. Esto es lo que también dicen las Escrituras: …mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Hebreos 11:35b-40. Como seguidores de Cristo, vamos a sufrir persecución en los últimos tiempos, los cuales ya los estamos viviendo hoy, como también está escrito: Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Mateo 24:3-13. Así que, tendremos aflicción, sufriremos persecución, y viviremos tribulación. No hay duda. Pero, hay que perseverar hasta el fin para poder lograr la meta, hay que terminar la carrera, hay que serle fiel al Señor hasta nuestro último aliento, pase lo que pase, cueste lo que cueste. Hay que estar dispuesto a sufrir por el Evangelio.

Ahora, puede que se pregunten, ¿Quiénes son estos de la sinagoga de Satanás? Para poder responder, vemos esto: Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Mateo 16:21-24. Pedro tuvo un muy mal momento, pero por su propio bien, se arrepintió y salió de ese mal camino, y llego a serle fiel al Señor hasta su muerte. Pero, toda persona que apoya las cosas de la carne, y especialmente enseñan cosas que ponen a la carne y las cosas de este mundo como prioridad sobre Dios son de la sinagoga de Satanás. Así que, piensa bien a lo que te estas exponiendo, y, sobre todo, lo que estas siguiendo y apoyando, porque puedes estar muy lejos de la verdad, aunque parezca algo bueno, positivo, inspirante, etc. Entonces, debes hacerte esta pregunta: ¿Eres de la sinagoga de Satanás o estas realmente luchando, sufriendo, y pagando el precio por el Evangelio de Cristo para poder llegar a la recompensa eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La transformación - Efesios 4:17-24

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Basado en Efesios 4:17-24 (Versión Reina Valera 1960)

Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

¿De que en realidad consta la fe en Cristo? ¿Consta de solamente creer? Tengo que decir de acuerdo con el completo consejo de Dios a través de Su Palabra, que el creer en el Señor es solo parte del asunto, y que hay mucho más que considerar y hacer, especialmente si hay una verdadera fe. La verdadera fe consta de acciones, las cuales vienen a raíz de una genuina fe en Cristo, no se trata de un simple creer nada más. Esto es lo que nos sigue aconsejando la Palabra: Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:18-20. Así que, si los demonios creen y hasta tiemblan, ¿Qué debiera haber entonces en nosotros? ¿Qué obra debemos hacer para poder ir más allá de un sencillo creer?

Para poder entender esto aún más claramente, hay que entender primero que es lo que Dios hizo a través del sacrificio de Su Hijo en la cruz. ¿Cuál fue el verdadero propósito de Dios a través de Su sacrificio? La Biblia nos enseña esto: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17. El propósito de Dios es transformar y renovar lo caído, lo que el pecado había afectado. Dios desea que lo que no sirve en nuestras vidas termine para que comience lo nuevo, lo eterno, haciéndonos así a través de Cristo nuevas criaturas. Este es un versículo muy popular en nuestra comunidad cristiana, pero muchas veces no se aplica como corresponde. La aplicación de este principio tiene que ver con el hecho que una persona debe vivir una nueva vida, dejar de hacer lo que hacía antes, ser realmente transformados, y no como un tapa bocas (por decir) para que no venga a relucir su pasado. Sino más bien, todo lo contrario, debemos siempre recordar lo que éramos antes de Cristo, tener memoria de donde nos sacó el Señor, y poder compararlo al presente, para poder ver si en realidad hemos sido transformados, o si estamos sencillamente tratando de adoptar una nueva religión o algo superficial, porque el seguir a Cristo va más allá de la moralidad y de hacer lo correcto.

Ahora bien, cuando nos convertimos al Señor, al arrepentirnos de todos nuestros pecados, y hacerle el Señor de nuestras vidas, ¿no queda nada más por hacer? Y la respuesta es: Si. Queda todo por delante. Cuando nacemos de nuevo en Cristo, es solo el comienzo. Por algo el propio Señor lo explico como un nacimiento, porque es un nuevo comienzo, es un comienzo de un largo camino que hay que emprender para poder llegar al final. Por eso que la Palabra nos insta a no andar como los otros gentiles, a no andar en vanidad, a no tener corazones endurecidos, a no perder la sensibilidad, y a no entregarnos a la lascivia. Se nos insta a despojarnos del viejo hombre lo cual implica un proceso. Cuando comenzamos a seguir a Cristo, entramos en un proceso de transformación. Cuando primero llegamos al Señor, por nuestra genuina conversión, hay un cambio radical al comienzo, o a lo menos, un cambio significativo en nuestra manera de pensar. Pero, eso no quiere decir que ya fuimos hechos perfectos instantáneamente, hablando de una manera práctica. Queda el proceso de seguir cambiando, de seguir siendo transformado, mientras seguimos al Señor, porque la verdadera fe en Cristo consta de seguir al Señor, no de decir que uno cree y nada más. La Palabra nos sigue diciendo esto: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Gálatas 5:15-17. Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:1-2.

Entonces, ¿Cómo debe seguir esta transformación en Cristo? Lo principal es que el todo de la transformación, o sea la razón por lo cual se hace siempre, debe ser porque amamos al Señor, y nada más. Esto no se trata de un mejoramiento personal, o de alcanzar metas humanas, o un cambio de estilo de vida. El seguir a Cristo y el dejarse transformar por El a través de la obra del Espíritu Santo siempre tiene que estar basada en nuestro amor por El. Cuando ese es el fundamento, entonces se puede seguir adelante como mismo dice la Palabra: Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Efesios 5:25-27. La Palabra de Dios es lo que nos lava y nos purifica, la cual debe ser parte de nuestro caminar diario con el Señor. Dios a través de Cristo en nuestra vida busca una relación, no una religión, y no necesariamente ni siquiera la moralidad. Y como la relación que El busca, El usa Su Palabra para hablarnos, para poder decirnos lo que debe pasar en nuestras vidas. Por eso que, de nuevo, la razón por lo cual todo se hace debe ser el amor hacia Dios, y nada más. Así que, la Palabra es la clave, porque dice así: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17.

Entonces, la transformación en Cristo tiene un gran propósito para el hombre, porque se trata de ahondar nuestra relación con Dios y así ser hechos útiles para Su obra, porque El quiere que seamos parte de lo que El quiere llevar a cabo en la tierra y también en la eternidad, porque este mundo no es ni siquiera ni la sombra del porvenir. Por eso que también nos insta así Su Palabra: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2. Así que, ¿Estás viviendo una vida transformada en Cristo, por amor al Señor, por tu propio bien, y por el bien de los demás? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Dios le da la oportunidad a todos - 1 Samuel 9:1-19

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Basado en 1 Samuel 9:1-19 (Versión Reina Valera 1960)

Había un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjamita. Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo. Y se habían perdido las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis a Saúl su hijo: Toma ahora contigo alguno de los criados, y levántate, y ve a buscar las asnas. Y él pasó el monte de Efraín, y de allí a la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, y no las encontraron. Cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que tenía consigo: Ven, volvámonos; porque quizá mi padre, abandonada la preocupación por las asnas, estará acongojado por nosotros. El le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino. Respondió Saúl a su criado: Vamos ahora; pero ¿qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué tenemos? Entonces volvió el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto daré al varón de Dios, para que nos declare nuestro camino. (Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.) Dijo entonces Saúl a su criado: Dices bien; anda, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios. Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas doncellas que salían por agua, a las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente? Ellas, respondiéndoles, dijeron: Sí; helo allí delante de ti; date prisa, pues, porque hoy ha venido a la ciudad en atención a que el pueblo tiene hoy un sacrificio en el lugar alto. Cuando entréis en la ciudad, le encontraréis luego, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, por cuanto él es el que bendice el sacrificio; después de esto comen los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora le hallaréis. Ellos entonces subieron a la ciudad; y cuando estuvieron en medio de ella, he aquí Samuel venía hacía ellos para subir al lugar alto. Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo: Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí. Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste gobernará a mi pueblo. Acercándose, pues, Saúl a Samuel en medio de la puerta, le dijo: Te ruego que me enseñes dónde está la casa del vidente. Y Samuel respondió a Saúl, diciendo: Yo soy el vidente; sube delante de mí al lugar alto, y come hoy conmigo, y por la mañana te despacharé, y te descubriré todo lo que está en tu corazón.

Si entendemos este pasaje, podemos ver que Dios da increíbles oportunidades, y muy desprevenidamente. Vemos a este Saúl que sencillamente salió a buscar algunas asnas que su padre Cis había perdido (en aquel entonces, los animales tenían gran valor material). Así que, este Saul salió obedeciendo a su padre para poder recuperar parte de sus bienes: sucedió un imprevisto, una necesidad, y algo estaba pasando que a lo menos ni Saúl, ni Cis tenían ni idea, algo en el trasfondo, y está perdida de animales era solo lo que abría la puerta (por decir) a un gran evento, y este mismo evento debiera abrirnos los ojos para poder entender que no tenemos ni idea de lo que pasa a nuestro alrededor, y porqué está pasando, y que no tenemos ningún tipo de control sobre todo eso, porque la gran mayoría de las cosas son invisibles o desconocidas para nosotros.     

Ahora bien, algunos dirían, y por su mismo desconocimiento: Yo nunca he recibido tal oportunidad de ser algo tan importante. Pero, la realidad es que, sí es muy posible que hallás recibido tales oportunidades, y muchas veces, y de distintas formas. Podrían replicar: ¿Cómo, cuándo, a dónde…? Y por supuesto, la respuesta está en la Palabra de Dios. Para comenzar a ver esto, Dios se presenta personalmente a cada ser humano a través de muchas maneras y de distintas formas, como está escrito: Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Romanos 1:18-21. Todo lo creado habla de Dios, de Su magnificencia, de Su poder, de Su persona. El problema es que se toma a tan poca cosa todo lo creado porque se prefiere creer que lo creado, o es un accidente cósmico, o sencillamente es, y nada más, y se toma por asentado. Y como nadie puede ni controlar, ni hacer nada al respecto con todo eso, se toma como algo cotidiano y común (increíble, ¿no?). Se toma como cosas sin importancia el salir del sol que El permite que salga, el aire que respiran nuestros pulmones que El permite que este, el palpitar de nuestros corazones que El permite que suceda, la gravedad del planeta que el sostiene con Su presencia para que no salgamos volando por el espacio, y así sucesivamente. Como está escrito: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17.

Puede que siga un poco más el asunto de cuestionar el valor del tal llamado de Dios, lo cual, tal incredulidad lleva en si su propio castigo, porque no estamos hablando de la invitación de un ser humano, sino de Dios. Para responder a eso, la Palabra nos enseña esto, el cual es el propósito del Señor con todo ser humano, como está escrito: Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Apocalipsis 5:9-10. Cuando Dios nos llama para seguirle, El nos está realmente invitando a ser Sus reyes y sacerdotes, a ser seres de gran nivel en un lugar que supera este mundo temporal, el cual se extiende hacia lo eterno. Dios siempre está buscando a las personas para que le reconozcan y para que se conviertan a El para poder transformarlos en estos reyes y sacerdotes, y El permite imprevistos o situaciones que interrumpen lo cotidiano, para hacer su invitación aún más fuerte, yendo aún más allá de las grandezas diarias que El usa para hablarnos a través de ellas. En fin, ¿Cuáles son tus asnas perdidas, las cosas que están afectándote en alguna manera? ¿Lograrás entender el llamado de Dios cuando estos imprevistos surjan, y, le podrás hacer caso a El para seguirle hacia cosas mayores, o seguirás ensimismado en encontrar tus asnas perdidas y perder la oportunidad a la grandeza eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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El amor lo es todo - Apocalipsis 2:1-7

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Basado en Apocalipsis 2:1-7 (Versión Reina Valera 1960)

Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

¿Cómo puede Dios decirle a una iglesia que esta haciendo cosas buenas, a una iglesia que ha hecho todo lo que ha hecho por amor al nombre de Dios, y que se arrepientan porque han caído? ¿Cómo pueden estar equivocados haciendo tantas cosas buenas y admirables? El asunto que tiene Dios con esta iglesia, y aun más exactamente, con las personas individualmente (porque una iglesia no consta de un edificio delante de Dios, sino de personas), es que se han olvidado de lo más esencial, del fundamento de todo; del amor. Puede que digan: pero ¿cómo es esto si la propia Palabra esta diciendo que han hecho todo lo que han hecho por amor al nombre de Dios? Para poder explicar el asunto, hay que ir aun un poco mas profundo.

Lo primero que hay que establecer es que el verdadero amor (no el amor del mundo, porque eso no sirve para nada) es algo que tiene que fluir de una persona. Y la única manera que ese amor puede fluir o emanar de una persona, es que la persona haya nacido en Dios, que conoce a Dios. Esto es lo que nos enseñan las Escrituras: Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 1 Juan 4:7-8. Entonces, esto va más allá de las acciones, consiste de algo mucho más profundo y divino. La Biblia también nos enseña que un ser puede ser capaz de cosas increíbles, pero que le puede faltar lo principal, y también nos enseña como realmente es este amor divino, como está escrito: Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1 Corintios 13. ¿Pueden ver que el amor del cual habla la Biblia es muy distinto a lo que dice el mundo lo que es amor? Sencillamente, el verdadero amor de Dios nunca va a apoyar el pecado, porque no hay contradicciones en Dios. La fornicación, no es amor. El adulterio, no es amor. Los desvíos sexuales, no son amor. El llamar lo malo bueno y lo bueno malo, no es amor. El amor que proviene de Dios es algo que siempre va a alinearse con los principios Bíblicos, y supera todos los límites, aún lo impensable. ¿Cuándo se iban a imaginar los judíos que el mismo Ser que hizo los grandes milagros a través de Moises y Elías iba a ser el mismo que tomaría nuestra forma humana tan humilde y dejarse ser crucificado para que toda la humanidad tuviera la esperanza del perdón de sus pecados y la promesa de la vida eterna? ¡Jamás! ¡No cabe en nuestra lógica! Y ese mismo amor es el cual debe emanar y fluir a través de los que han nacido de nuevo en Cristo. Debemos tomar Sus mismas características e intenciones.

Ahora bien, el segundo punto. El amor que debe emanar del nacido de nuevo no se trata tanto de sentimientos, sino de una decisión y de una dirección. O sea, no solamente consta de tener este amor en la vida de uno, sino la manera que se ve su genuinidad es a través de la dirección hacia donde es dirigido. Esto es lo que nos enseña la Palabra: Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle. Marcos 12:28-34. El amor tiene que ser dirigido directamente hacia Dios, y cuando eso sucede, entonces todo lo demás comienza a caer en su sitio, en el orden que Dios manda. Si yo amo a Dios, entonces haré lo que El me manda, lo entienda al momento, o todavía no, y lo primero que debo hacer al amar a Dios, es amar a mi prójimo. Mi amor por Dios tiene que ser la razón por lo cual hago todo en la vida, por lo cual busco cumplir lo que me manda. ¿Cómo es que comienza ese amor? Al comenzar a reconocer y agradecer lo que hizo el Todopoderoso por nosotros, y sin ningún tipo de obligación. Dios decidió amar al hombre. Dios no tenía que ni que sufrir, ni aún menos, morir por la humanidad. Hay que pesar y valorar lo que hizo por seres tan insignificantes y malos (porque eso es lo que todos somos). Dios murió por ti y por mí. Escrito esta: Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:10.

Entonces, finalmente, lo que a Dios más le interesa es la razón, el motivo, lo que esta muy dentro de cada ser humano, como está escrito: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. Esto es lo que Dios ve y le importa, si El es directamente la razón por lo cual hacemos las cosas. Así que, ¿puede ver Dios que la intención de tu corazón, la razón por lo cual haces todo en la vida es porque le amas con todo tu ser? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Las reacciones a Cristo - Hechos 13:42-52

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Basado en Hechos 13:42-52 (Versión Reina Valera 1960)

Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas. Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia. Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.

¿Por qué hay tanta diferencia entre las personas en la manera que reaccionan a la Verdad de Dios? En el pasaje de hoy, vimos a distintas personas reaccionar de diferentes manera. Vemos a los discípulos, a los religiosos, a los judíos, a los gentiles, a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y también vemos a una muchedumbre. Y entre todo eso, hubo distintas reacciones, algunos determinados en su fe en Cristo, a otros que también creyeron, pero vemos a los judíos religiosos que no querían creer, a estas mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad que no creyeron tampoco, y también al gran grupo de personas, posiblemente gran parte de la muchedumbre de la cual se menciona que también no creyeron, porque una masa de personas expulsaron a los discípulos, no solo un par de personas. En lo mas mínimo, tanto las mujeres piadosas y distinguidas, los principales de la ciudad, y parte de la muchedumbre puede que no hayan tenido los mismos sentimientos de los judíos religiosos, pero suficiente incredulidad para poder ser influenciados por lo malo. ¿Qué es lo que determina estas distintas reacciones?

El primer punto que pudiéramos ver es, si es Dios quien determina esto. Y se puede decir claramente que Dios no es el que determina si una persona se salva o se pierde, por mucho que argumenten varias personas que existe la predestinación general. Se puede argumentar que la Palabra de Dios da lado para creer que ciertos personajes a través de la historia puede que hallan sido predestinados para perdición, pero eso se trata de un muy selecto grupo de personas, no toda la humanidad. Para comenzar a tocar este tema, Dios no hizo el fuego eterno para el hombre. Esa no era Su intención, como está escrito: Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Mateo 25:41. La intención de Dios siempre fue tratar de salvar al mundo, a la humanidad, y el fuego eterno fue originalmente preparado para lo irredimible, para el diablo y sus ángeles (los ángeles caídos, o demonios), pero no para el hombre. La Palabra nos enseña que Dios amo al mundo, lo cual incluye a todo ser humano, sin excepciones, y lo amo de tal manera que dió a Su Hijo unigénito, como esta escrito: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16. La Palabra ahonda aún más en el asunto de que Dios desea que todos lleguen al conocimiento de la Verdad cuando nos enseña que hasta debemos orar por todos los hombres, como esta escrito: Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. 1 Timoteo 2:1-4. Y hay mucho más que se puede citar que ayuda a concluir que:  …no hay acepción de personas para con Dios, y que El desea que todos sean salvos. Entonces, no se le puede echar la culpa a Dios por la incredulidad de las personas.

Entonces, ¿Quién decide si cree o no? Y la respuesta es: la persona; tu. Cada ser humano determina si desea creer o no, tan sencillo como eso. Cada ser humano tiene la potestad del libre albedrio, y ese es la razón por lo cual existe este lugar que conocemos, con todas sus imperfecciones y problemas. El mundo es solo la antesala a lo eterno, el lugar donde todo se decide, si una persona escoge creer y vivir para siempre o no. Así que, este lugar y lo que hacemos en él, es de suma importancia. Este mundo no es un lugar donde se puede vivir irresponsablemente, porque mientras tú estas aquí, tu estas determinando con tus acciones lo que finalmente va a suceder contigo en la eternidad. En esta parte de la Palabra es donde nos debemos enfocar para ver cierto detalle, donde dice: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Así que, una persona se juzga a si misma de no ser digna de la vida eterna, al rechazar a Cristo y a Su Verdad. Este es el gran error que muchos cometen, al pensar que Dios tiene que cambiar Su manera de proceder, lo eternamente establecido, para acomodarle a ellos sus opiniones y sus caprichos, finalmente, que Dios tenga que justificar su maldad y decir que lo malo que hacen esta bien. Es como decir: yo no quiero escalar la montaña, pero si quiero estar en su cima, entonces, yo quiero que la montaña se ponga debajo de mis pies sin que yo tenga que hacer nada. Suena ridículo, pero eso es lo que se le esta exigiendo al Dios Todopoderoso quien creo e hizo todas las montañas del mundo, y aun mas allá, hasta el universo. Entonces, no es Dios quien se tiene que acomodarse al hombre, sino mas bien, es el hombre quien tiene que conformarse a Dios y a Su Verdad. Esa es la decisión.

Entonces, ¿qué es lo que produce la decisión en cada persona, si decide creer o no? Eso está entre el raciocinio de la persona, de desear entender las avasallantes e irrefutables pruebas de que Dios es Dios y hay que obedecerle, y el pecado que mora en nosotros mismos, que también es parte de nuestra persona. Es una batalla interna y solo puede haber un vencedor, no hay empates, y la Palabra nos enseña que él que venza en si mismo al pecado que le asedia es el que logra heredar las cosas de Dios, como está escrito: El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. Apocalipsis 21:7-8. Entonces, debieras preguntarte, ¿manda más dentro de mí lo que sé y entiendo de Dios y de Su Palabra, o mi cobardía, mi incredulidad, mis abominaciones, etc.? ¿Cuál es tu reacción a Cristo, lo cual te juzga si eres digno o no de la eternidad? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Valorando el sacrificio de Cristo - Hebreos 10:11-25

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Basado en Hebreos 10:11-25 (Versión Reina Valera 1960)

Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

¿Entendemos realmente lo que el Señor ha hecho por nosotros? Y ¿vivimos nuestra vida de tal manera que demuestra que valoramos Su gran obra por nosotros? Si observamos nuestra conducta en general como grupo, sería difícil decir que Su obra es valorada. Para comenzar, hay mucha corrupción dentro de la iglesia universal de Cristo, desde los que predican y enseñan hasta los más nuevos. Sencillamente, no nos vemos bien como grupo. Es realmente triste. Sabemos que ninguno de nosotros seremos perfectos hasta que lleguemos a la meta, pero si se debiera ver a lo menos algo de Cristo en nuestra vida, lo suficiente para estimular a otros a desear creer y seguir al Señor. Así es como debiéramos afectar a las personas que nos rodean, a pesar de sus pecados y cuán perdidos estén. Nosotros somos los que debemos ser sal y luz en el mundo, aquellos que decimos creer y seguir a Dios. El grave problema que yo creo que ha sucedido en el pueblo de Dios es que se ha infiltrado mucho el pecado en la iglesia, y por eso que las malas doctrinas que apoyan más las cosas de la carne y el pecado que los propósitos y la voluntad de Dios se han vueltos más populares, hemos perdido el rumbo como grupo. Estamos tan enfocados en desear lo de aquí y de ahora, que nos hemos hecho aún más problemáticos que el mundo que nos rodea. El mundo ya no puede ver la diferencia entre ellos y nosotros. Casi todos los creyentes desean que sus vidas sean cómodas y placenteras, igual que también el mundo. La gran mayoría de los supuestos seguidores de Cristo desean no tener problemas con nadie, igual que el mundo. Y en general, mucho del llamado pueblo de Dios no se preocupa por las necesidades de sus semejantes, también el mundo. Y finalmente, el cristiano solo busca cumplir su voluntad y satisfacer sus deseos, y claro, como también las personas del mundo. Entonces, ¿cuál es la diferencia? Ninguna. No hay diferencia entre el uno y el otro. Y, si no hay diferencia, ¿qué incentivo tiene la persona incrédula de buscar creer en Cristo? Ninguno.

El desvío se ha producido porque sencillamente como grupo en general, no entendemos muy claramente el sacrificio del Señor, y como resultado, no valoramos lo que Dios ha hecho por nosotros. No estamos con los ojos puestos en la meta, sino más bien, estamos más deseosos en escuchar cosas que alimenten nuestra carne que lograr comprender y valorar lo que produce vida, la Obra de Dios. Pero, eso no quiere decir que nos tenemos que quedar en ese camino. Dios siempre nos insta a cambiar, a volvernos de nuestros malos caminos, a entender Su voluntad y poder cumplirla. Entonces, ¿Qué debe suceder? Tenemos que volver a la base de la fe en Cristo, al porqué de las cosas, la razón por lo cual debemos seguir al Señor. Y la única manera de que eso suceda es que renovemos, o entendamos aún más claramente lo que Dios ha hecho por nosotros.

Para poder entender lo que Dios hizo por nosotros, tenemos que ver dónde estábamos antes de conocer a Cristo, cual era (o todavía es, si no has llegado realmente a nacer de nuevo en Cristo) nuestro trasfondo. La Biblia nos enseña esto: Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:9-10. He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá. Ezequiel 18:4. Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23. Así que, éramos enemigos de Dios. Esa era nuestra realidad (y todavía es tu realidad si no has llegado a una verdadera fe en Cristo). Y toda persona, sea que haya pecado poco o mucho, sus almas estaban muertas, totalmente sujetas al castigo del pecado. Cuando el pecado entro en el mundo con Adán y Eva, el destino de todo ser humano se convirtió en morir en el infierno por toda una eternidad. Esa es la verdad, porque todos los que hemos pecado de alguna manera u otra, estamos totalmente destituidos de la gloria de Dios. Nosotros no teníamos ni acceso ni al cielo, ni a la eternidad, ni a ninguna de las promesas de Dios por nosotros mismos. Esa era nuestra realidad antes de Cristo. Así que, absolutamente nadie tiene nada ni de que sentirse orgulloso, ni aún menos, merecedor de lo que Dios ha hecho.

Esto es lo que Dios ha hecho: Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 6:23. Merecíamos la muerte, pero Dios nos hizo un gran regalo a través del Señor. Aun siendo enemigos de Dios, el Señor nos trató como amigos, como también está escrito: Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. Juan 15:13-15. ¿Qué más se puede desear? ¿Cabe algo más o puede algo tener más prioridad que este hecho en nuestra vida? Si realmente entiendes esto, no es posible.

Y finalmente, se nos menciona que un día se nos aproxima, y ese es el día del juicio. Cristo hizo y termino todo, pero ahora, cada ser humano tiene que cumplir la voluntad de Dios en su vida a través de Cristo para poder lograr obtener lo prometido. Si fuere de otra manera, ¿para qué exhortarnos? Porque también escrito esta: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Hebreos 12:1-3. Así que, ¿vives tu vida de tal manera que demuestras que valoras el sacrificio que Cristo hizo por ti? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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La base para la fe - Juan 4:46-54

Basado en Juan 4:46-54 (Versión Reina Valera 1960)

Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis. El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea.

El creer en el Señor a través de señales y prodigios tiene problemas en sí, y no pueden ser el fundamento de nuestra fe en el Señor, y por varias razones. La gran mayoría de las personas, y desgraciadamente, muchos de los que dicen ser creyentes tienen este problema, de que esperan que Dios les demuestre a través de señales y prodigios a ellos personalmente, Su existencia y poder como condición para que ellos puedan creer.  

El primer problema que tiene este asunto, de exigirle a Dios señales y prodigios tiene que ver con un sentido demasiado grande de altivez y arrogancia, y es muy fácil determinar esto porque si alguien le tiene que comprobar algo a alguien más, es porque se cree merecedor de recibir tal prueba. O sea, al exigirle a Dios a que haga algo especial para que ellos puedan creer pone a Dios en una posición de servicio, como si Dios, se convierte en Dios, si El recibe su sello de aprobación por decir. ¿Puede un ser humano exigirle a un ser como Dios una prueba de que El es real? Pensemos en lo absurdo y lo totalmente fuera de lugar del asunto, qué, si se ve bien, esto se puede categorizar como un insulto hacia Dios. Pongámonos en la posición de Dios por un momento: Los cielos y la tierra y todo el universo cuentan de Mi gloria, todo lo visible e invisible sabe que soy el Todopoderoso, y las potestades eternas que Yo he creado, me reconocen y me adoran por lo que soy, y ¿Yo tengo que comprobarle de alguna manera a esta persona, a un ser que es menos que nada, que Yo Soy el que soy? ¿Entienden lo ridículo y lo totalmente fuera de lugar que es la exigencia? Esto por ejemplo es lo que dice la Biblia al respecto: Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar. Mateo 12:38-42. Así que, si una persona desea cometer el absurdo de cuestionar la existencia de Dios, piense bien a Quien está poniendo en tela de juicio y aténgase a las consecuencias, si no te vuelves de este tipo de pensamiento.

El otro problema que viene con esperar que Dios compruebe Su existencia y Sus capacidades con señales y prodigios es que no es un buen fundamento para la fe. La razón es porque sean lo sean esas señales y prodigios, ya que se manifiestan en este mundo temporal, también son temporales por naturaleza. Como ejemplo, se puede decir que el milagro más grande (físicamente hablando) que hizo el Señor en la tierra fue el levantar a los muertos, y la Biblia nos cuenta de que Jesús hizo esto en distintas ocasiones. La más clara y definitiva fue cuando levantó a Lázaro, porque no solamente resucito a Lázaro, sino hay que tomar en cuenta que Lázaro ya llevaba días de muerto. No obstante, y claro, fue algo grandioso, pero Lázaro finalmente volvió a morir. Lázaro no está vivo hoy físicamente hablando. Entonces, aunque fue algo grandioso, fue algo temporal. Así que, ¿Cómo se puede tomar algo temporal como fundamento para lo que debe ser eterno? En otras palabras, ¿de qué me sirve a mi que mi fe en el Señor este fundamentada en algo temporal? ¿De que sirve creer en algo que no va a asegurar mi eternidad si tengo la misma prueba con Lázaro de que él volvió a morir? Y lo mismo se puede decir de los panes y los peces, de los leprosos que sano, de los cojos que hizo caminar, de los ciegos que hizo ver, etc. Finalmente son todas cosas temporales, que, sí cuentan de la gloria de Dios, de la veracidad del Señor Jesús, y de la obra del Espíritu Santo, pero tienen un resultado limitado, y posiblemente, el hombre podría llegar a duplicar esas cosas de alguna manera, sea a través de la medicina, de la ciencia, y de la tecnología.

El otro problema que puede surgir es: Y si Dios no responde de la manera que uno desea, con un milagro, ¿Qué entonces? Por ejemplo, el Apóstol Pablo no fue sanado de su aguijón. El Apóstol Juan murió de viejo en una cárcel. El Apóstol Pedro murió crucificado de cabeza. Muchos de los profetas tuvieron muy tristes finales humanamente hablando, como esta escrito: …mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido… Hebreos 11:35b-39. ¿Qué entonces? ¿Estos seres no tuvieron suficiente fe y por eso que terminaron como terminaron? Por eso que hay que tener mucho cuidado con lo que se escucha y lo que se usa como base para la fe porque es muy fácil dejarse llevar por la apostasía (por doctrinas de demonios), por lo que se distorsiona de la Palabra de Dios (el diablo usa la Palabra para poder hacer parecer la mentira en verdad). Personas mas fieles que estos y de los otros tantos de los que cuentan las Escrituras no los abran jamás. Y ¿Qué entonces? Sencillamente no se debe basar la fe en Dios en cosas que se sujeten a nuestro criterio, en lo temporal, sino mas bien, en lo eterno, en el Señor solamente. Escrito esta: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Hebreos 11:1-2.

El más grande milagro y señal que nos ha dejado el Señor que más nos sirve a nosotros mismos es la muerte y la resurrección de Jesús Cristo, El cual ahora en este momento esta sentado a diestra del Padre quien da vida eterna al que en El crea y le siga fielmente hasta el final, pase lo que pase (aunque no salgan las cosas como uno desea). La base de nuestra fe debe ser solamente el Señor porque El es el Todopoderoso y el Dios Eterno. El es la resurrección y la vida. Y cuando todo lo temporal pase, El es el único que permanece por los siglos de los siglos, y el Único que nos puede dar la vida que tanto necesitamos e importa: la vida eterna. Así que, ¿qué es la base de tu fe? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Buscando estar listo para el día de Cristo - Filipenses 1:1-11

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Basado en Filipenses 1:1-11 (Versión Reina Valera 1960)

Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia. Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo. Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

¿Cuándo llegamos a nacer de nuevo en Cristo, ya no hay nada más que hacer? Mucha controversia a habido a través del tiempo acerca de qué, si se pierda la salvación o no, si las buenas obras cuentan o no después de recibir a Cristo, y si seremos juzgados por nuestros buenos o malos hechos después de llegar a Cristo. Es entendible que haya mucha controversia y por dos sencillas razones: porque el diablo busca producir confusión en lo sencillo y lo obvio para tratar de extraviar de la verdad a los santos, y por el pecado que todavía mora dentro de nosotros, aún después de haber nacido de nuevo en Cristo. Nuestro pecado siempre va a tratar de asediarnos, hasta el último momento, hasta nuestro último aliento. El diablo y nuestra naturaleza pecaminosa son una terrible combinación. Para poder llegar a respuestas sólidas, tenemos que acudir a la Palabra de Dios, en conjunto con la guía del Espíritu Santo.  

Lo primero que podemos ver es a través de lo que creía de sí mismo el propio escritor de la carta, el Apóstol Pablo (claro, inspirado por el Espíritu Santo). Se puede decir muy seguramente que Pablo fue una vida ejemplar de lo que significa no solamente creer en Cristo, sino también, de lo que significa seguir fielmente al Señor, y de tal fidelidad que le costó hasta su vida. Y hacia su final físico, Pablo entrego su vida voluntariamente por el Evangelio, por su fe en Cristo, porque Pablo sencillamente no hubiera muerto decapitado por su fe si la hubiera negado. Esto era lo que dijo el propio Pablo de su fe y de su caminar mucho antes de morir por el Evangelio: Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante. Filipenses 3:8-13. Así que, Pablo nunca pensó que el recibir la salvación era cuestión de tiempo, sino más bien, creyó que era algo por lo cual todavía se tenia que luchar, se tenia que seguir adelante. Entonces, si Pablo expresaba que le quedaba un camino por delante y una lucha por pelear para poder llegar a la meta, ¿eso no aplicaría a nosotros también, que todavía no hemos llegado y que queda mucho esfuerzo por delante? Porque si fuera de otra manera, que la salvación sencillamente consta de sentarse a esperar, y de vivir nuestra vida como queramos, ¿para qué entonces tanto esfuerzo de Pablo? Y ¿para qué nos instaría a hacer lo mismo? ¿Por qué tendría que él orar por estos Filipenses de la manera que lo hacía?

La respuesta es muy sencilla: la salvación que se puede obtener a través de la gracia de Dios no se trata de un sencillo esperar y de hacer lo que se nos plazca, sino todo lo contrario. El tener y seguir la fe en Cristo tiene que ver con luchar por ella, y usar el don de la salvación de Dios para lo que Dios desea que lo usemos. No es algo que se pone sobre un estante, o se usa como adorno, o es un símbolo de estatus. Estos son los errores que se comenten cuando no se busca fielmente en la Palabra de Dios, para poder lograr entender y hacer la voluntad de Dios, como nos guía a hacer Su Espíritu Santo. Porque escrito esta: Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. Oseas 4:6. Para poder saber la voluntad de Dios, como pueblo del Altísimo, y poder individualmente convertirnos capaces para la obra, tenemos que creer Su Palabra, y cumplirla en nuestras vidas, como también está escrito: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17. Este es el primer y constante paso que debe tomar todo aquel que ha decidido seguir a Cristo, para poder abundar en lo necesario.

El seguir a Cristo para poder llegar a lo prometido consta de permanecer precisamente en Cristo y de hacer las cosas para El, porque también se nos enseña esto: Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Juan 15:5-8. Aquí es donde todo comienza a concordar, porque para que una doctrina pueda ser sana, tiene que concordar con la plenitud de las Escrituras.

La salvación tiene un fin, un propósito, un porqué, como también se nos explica en lo siguiente: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10. También dice esto la Palabra: Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen. Apocalipsis 14:12-13. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Así que, ¿estás viviendo tu vida de tal manera que estés listo para el día de Cristo, viviendo para la gloria y alabanza de Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Siendo Fiel - 2 Timoteo 1

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Basado en 2 Timoteo 1 (Versión Reina Valera 1960)

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor. Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Efeso, tú lo sabes mejor.

Vivimos en una era que todo se desea inmediatamente, o sea, todo tiene que ser al instante y a la medida. Muchos han titulado este fenómeno que estamos viviendo como la sociedad microondas. La idea detrás de ese dicho es que como muchos de Uds. saben, el microondas supuestamente cocina todo mucho más rápido que la cocina tradicional o en el fuego. En vez de esperar varios minutos u horas, muchas cosas en el microondas se cocinan en pocos minutos o hasta se calientan en segundos. Y nos hemos puesto tan impacientes, que estamos a la espera hasta de los segundos mientras van pasando y abrimos la puerta del microondas antes que suene el reloj, porque sencillamente hasta los segundos se nos convierten en una eternidad. Muchas personas quieren que se les de todo y enseguida. Sencillamente, no hay paciencia para nada.

Este asunto de querer todo inmediatamente y como uno quiere, se traduce a casi todo aspecto de la vida, como cuando los jóvenes ingresan a sus primeros empleos, y quieren que se les comience pagando muy bien, y que le vayan subiendo enseguida, en vez de esperar con el tiempo mientras van adquiriendo experiencia, porque lo interesante es que muchos de ellos quieren mucho dinero, pero saben hacer muy poco. También esta impaciencia se traduce a los matrimonios. A la primera señal de dificultad, el matrimonio se termina. En EU, la gran mayoría de los divorcios ocurren dentro de los primeros 8 años. De acuerdo a Wilkinson y Finkbeiner (un bufete de abogados en California), el 50% de todos los matrimonios terminan en divorcio, aunque el porcentaje a disminuido un poco porque muchas personas están optando por vivir en pareja. En EU, un divorcio ocurre cada 13 segundos. Siguiendo esa estadística, ocurren 9 divorcios durante el tiempo que le toma a una pareja recitar sus votos de matrimonio (como 2 minutos). Y hay un sinfín de otros ejemplos de impaciencia y falta de dedicación.

Este problema finalmente se traduce a las cosas que tienen que ver con el Señor. Hoy en día se predica un evangelio donde Dios prácticamente tiene que dar como un servicio al cliente, y claro, cuando y como el cliente lo quiere. Y si Dios no hace las cosas como desean, lo abandonan y buscan de otras cosas que si piensan que les pueden cumplir sus deseos. Es por este tipo de comportamiento y disposición que muchas personas abandonan la fe, o crean un tipo de creencia sujeto a su propia opinión, pero sencillamente no hay una fidelidad hacia el Señor. Prácticamente, la gran mayoría de las personas hacen como quieren y desean, pero están lejos de permanecer fieles al Señor. Es más, y como vimos en el pasaje de hoy, vimos todas las distintas personas que se mencionan. Vimos como hubo personas que abandonaron a Pablo como todos los que estaban con él en el Asia, de los cuales eran Figelo y Hermógenes. El Señor aclaró las cosas así: Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Mateo 7:13-14. El problema que encuentran muchos es: al trascurrir el tiempo, y cuando comienzan a encontrar desafíos en el camino. El asunto es que es más fácil seguir las cosas del mundo, y hacer aquellas cosas que llevan a la perdición como leímos recién. A nadie le gusta la dificultad, y lo bueno cuesta mucho trabajo, esfuerzo, esmero, dedicación, y si, hasta sacrificio. Muchos pierden la paciencia con el tiempo, y por muchas distintas razones. Muchos abandonan el Camino cuando ven que hay que hacer lo que dice el Señor, en vez de hacer lo que ellos quieren. Muchos dejan las cosas de Dios cuando se ve largo y duro lo que queda por delante, cuando las cosas se ponen difíciles, cuando comienza la persecución o el vituperio, cuando Dios supuestamente no cumple las peticiones como se desean, o cuando las cosas del mundo se comienzan a ver mas apetecibles que las cosas del Señor. Sencillamente, dejan el camino angosto porque otras cosas superan cualquier sentimiento o idea que tengan de Dios. Y muchas veces se comete el error de pensar que abandonar al Señor consta de negar la fe por completo. El abandonar al Señor consta también cuando no se le sigue. Ese es también el real abandono, porque hay que caminar e ir en pos del Señor, hay que seguirle, como está escrito: El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. Mateo 10:37-38. El Señor siempre esta de camino, haciendo distintas cosas, y para poder estar con El, hay que seguirle, no solamente creer en El, y aún menos, quedarse estacionario y pensar que Dios dejara Su camino por uno. Esto es muy distinto a lo que se predica comúnmente.

Y como final, veamos el otro grupo de personas que, si siguieron al Señor, y permanecieron fieles hasta el fin. Vimos que este Timoteo se convierte en uno de los lideres principales de la iglesia local, pero gracias a la fidelidad de su abuela Loida, y de su madre Eunice. Al ver esto, comprendemos que la fidelidad crea una cadena a través del tiempo, la que comenzó el Señor y fue seguido por los Apóstoles y los discípulos, y esos llevaron a otros al Señor al permanecer fieles, y así sucesivamente hasta ahora. Si permanecemos fieles al Señor hasta que se cumpla nuestro tiempo aquí, formaremos parte de la gran cadena que desea formar Dios a través de la eternidad, que lo que hacemos aquí permanece por siempre en la perpetuidad y delante del gran trono de Dios. Entonces, ¿has pensado lo importante que es para ti, y para los que te rodean, que puedas permanecer fiel al Señor todos los días de tu vida, cumpliendo Su gran y eterno propósito? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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Viviendo un estilo de vida de obediencia - 2 Samuel 2:1-7

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Basado en 2 Samuel 2:1-7 (Versión Reina Valera 1960)

Después de esto aconteció que David consultó a Jehová, diciendo: ¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá? Y Jehová le respondió: Sube. David volvió a decir: ¿A dónde subiré? Y él le dijo: A Hebrón. David subió allá, y con él sus dos mujeres, Ahinoam jezreelita y Abigail, la que fue mujer de Nabal el de Carmel. Llevó también David consigo a los hombres que con él habían estado, cada uno con su familia; los cuales moraron en las ciudades de Hebrón. Y vinieron los varones de Judá y ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá. Y dieron aviso a David, diciendo: Los de Jabes de Galaad son los que sepultaron a Saúl. Entonces envió David mensajeros a los de Jabes de Galaad, diciéndoles: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis hecho esta misericordia con vuestro señor, con Saúl, dándole sepultura. Ahora, pues, Jehová haga con vosotros misericordia y verdad; y yo también os haré bien por esto que habéis hecho. Esfuércense, pues, ahora vuestras manos, y sed valientes; pues muerto Saúl vuestro señor, los de la casa de Judá me han ungido por rey sobre ellos.

Uno de los graves problemas que existe hoy en día en el cristianismo es la falta de obediencia a Dios. Y lo que el diablo ha usado para poder llevar este gran mal a cabo son las malas doctrinas que ha infiltrado usando a muchos de los llamados ministros y predicadores de Dios, con todo lo que tiene que ver con el abuso y mal uso de la gracia y el amor de Dios. En muchos lugares se enseña de la gracia y el amor de Dios como una licencia para pecar, como que la gracia y el amor de Dios no tiene nada que ver con obedecer y vivir una vida que glorifique a Dios. Le podemos echar mucho la culpa al diablo (y él es culpable), pero también existe una gran atracción a este mal. Entonces, se cumple el mismo mal que se produjo en el jardín del Edén con Satanás, Adán y Eva. El diablo tentó al hombre con algo que parecía la verdad para hacerlo caer, pero tanto a la mujer y al varón le pareció agradable y apetecible esta falsa verdad que les estaba vendiendo, y así cayeron precisamente en el pecado del cual estamos hablando hoy, el pecado de la desobediencia, lo cual envuelve muchas cosas.

Para comenzar, la desobediencia nunca trae nada bueno, por mucho amor y gracia que Dios derrame. En realidad, la desobediencia produjo la caída del hombre, y si no hay una obediencia hacia Dios y hacia lo que El manda, toda la gracia y el amor de Dios no puede arreglar las consecuencias del pecado de la desobediencia. Porque escrito esta: ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Romanos 6:15-16. Lo que tenemos que entender es que somos seres creados por Dios, y fuimos hechos para servicio, y como tal, lo que escogemos hacer con nosotros mismos es lo que terminamos sirviendo, y así, nos convertimos en siervos y esclavos de lo que hacemos. Y como recién nos explicó la Palabra, si le obedecemos a Dios, entonces somos esclavos (por amor) de Dios, pero si servimos al pecado, entonces nos convertimos en esclavos del pecado y al que le pertenece el pecado. Entonces, ¿podrá salvarnos la gracia y el amor de Dios si escogemos servir al pecado y al diablo?

Esto es algo que también nos enseña la Palabra de Dios: Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 1 Juan 5:1-4. Y este es el más grande mandamiento y la perfecta voluntad de Dios que debemos cumplir a través de Jesucristo: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Marcos 12:29-31. No hay amor hacia Dios si se desea desobedecer.

Como principio de obediencia hacia Dios, la misma obediencia que nos salva es cuando nos arrepentimos y nos convertimos de todos nuestros pecados, y reconocemos y hacemos a Jesús el Señor de nuestras vidas, y esto no puede pasar de palabras nada más, sino tiene que ser con todo el corazón, y esto es solo el comienzo, como lo explica la Palabra, que cuando venimos a Cristo nacemos de nuevo en Cristo, y como nacimiento, uno tiene que crecer y desarrollarse para convertirse en lo que Dios desea. Esta es la voluntad de Dios también: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17. Fuimos salvos por la gracia y el amor de Dios, pero para que hagamos lo que perpetua la vida, para toda buena obra, no para hacer lo que se nos plazca y aún menos, volver al pecado que causo nuestra muerte espiritual para comenzar. Este es el gran error que se enseña como verdad, que el amor de Dios consiste en que Dios perdone todas nuestras desobediencias y rebeliones sin arrepentimiento, y que nos sirva para lo que queramos. Y este es el mismo error que se enseña como amor también, que el amar al prójimo consiste no darle el consejo de Dios y dejarlo que se hunda en su pecado, y aún más, apoyar las cosas malas que hacen. El amor nunca puede consistir en apoyar el pecado y en no hacer nada cuando uno ve que otro ser se destruye en su decadencia. Cristo murió en la cruz no para darnos lo que queremos, no para cumplir nuestros caprichos, ni aun menos, para que sirvamos al pecado de alguna manera, sino más bien, murió y fue resucitado para que podamos tener vida eterna, y para que seamos hechos libres para hacer esas cosas que producen vida.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con el pasaje de hoy? Y así, tenemos que leer esto: Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de éste, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel. Hechos 13:21-23. David no fue un hombre sin pecado, pero en gran parte de su vida, vivió un estilo de vida de obediencia a Dios, buscando hacer lo que le placía a Dios, y apoyando a aquellos que hacían lo mismo. Y Dios lo guiaba porque él buscaba hacer la voluntad de Dios, no su propia voluntad. El entendía que el Señor era Señor y que su deseo era hacer lo que su Señor deseaba. Este mismo concepto existe hoy, especialmente como producto de la muerte y sacrificio de nuestro Señor. La gracia y el amor de Dios se mostró en la cruz para que nosotros podamos pertenecerles al Señor a través de la fe, para hacernos parte de Su reino, y para poder vivir una vida libre del poder del pecado y llevar acabo la voluntad de Dios. Así que, ¿vives un estilo de vida de obediencia al Señor, buscando hacer Su voluntad? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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